¿Qué es el amor? La ausencia total de miedo,
¿y a qué le tenemos miedo? Al amor
Anthony de Mello
Hace unas horas (miércoles 16 de febrero) incendian la casa de Malú García Andrade, activista de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, un día después del incendio provocado a la casa de la familia Reyes en el Valle de Juárez, el hostigamiento hacia activistas en Ciudad Juárez va en aumento. Solemos responsabilizar al Estado mexicano por la negligencia y complicidad al respecto, pero también se amerita cuestionar el sistema político-económico en el que está inserto; el desprecio por la vida es el prototipo capitalista par excellence.
Con la alternancia política PRI-PAN a partir de la década del ochenta del siglo pasado, el estado de Chihuahua y particularmente Ciudad Juárez, experimentó el cambio hacia un capitalismo neoliberal de fuerte influencia binacional por el añejo arraigo de un empresariado de la región con intereses en ambos lados de la frontera. Tanto gobiernos del PRI como del PAN se han lucido en aterrizar políticas neoliberales a expensas del desarrollo social, apostando a que la atracción de empresas (sobre todo maquiladoras) y la consiguiente generación de empleos por sí solas harían el trabajo. Todos los gobernantes (estatales y municipales) son empresarios o tienen y protegen intereses empresariales. Tres décadas después, el resultado está a la vista de todos y todas.
Especial atención merece el caso del Valle de Juárez, cercanos vecinos de Ciudad Juárez, integrado por los municipios de Guadalupe y Praxedis G. Guerrero. Coincidiendo con el inicio de la “guerra” contra el narco de Felipe Calderón, esta región está siendo prácticamente aniquilada por comandos armados anónimos supuestamente relacionados con el narcotráfico. A partir de entonces los habitantes del valle han sido amenazados, hostigados, asesinados, forzados a abandonar sus casas en un ambiente persistente de miedo y terror, pese a tener permanentemente retenes militares (¿?). No es ocioso comentar que la economía de la zona, predominantemente agrícola, está destrozada.
¿Por qué el Valle de Juárez? Esta región repoblada en el siglo XIX por migrantes llegados de Nuevo México cuando este estado pasó a ser parte de los Estados Unidos fue mundialmente conocida en el siglo XX por la calidad de su algodón, cuando era su principal cultivo. Hoy el valle luce por su desolación y olor a muerte. Las primeras matazones de la “guerra” contra el narco se las relacionaba con una economía local de tránsito de drogas hacia el vecino país, pero tres años y cientos de muertes después, esa versión carece de veracidad, más aún cuando se ha anunciado la construcción del puente internacional Tornillo (Texas)-Guadalupe. Sólo es cuestión de tiempo para ver quiénes (qué empresas y empresarios) se beneficiarán con las despobladas tierras.
Un caso similar, el de Lomas de Poleo, una zona periférica pobre habitada por granjeros hacia el norponiente de Ciudad Juárez y en colindancia con Santa Teresa, Nuevo México, se vio afectada a principios del presente milenio cuando de la noche a la mañana sus terrenos aumentaron su valor como resultado del entonces nuevo cruce internacional (San) Jerónimo-Santa Teresa. A partir de ese momento los intereses de prominentes familias locales como los Zaragoza, los Boone y del actual y por segunda ocasión (¿sufragio efectivo no reelección?) presidente municipal Héctor “Teto” Murguía, se han encargado de hacerles la vida imposible desde entonces. La familia Zaragoza, so pretexto de reclamar dichos terrenos, ha encerrado a los habitantes de Lomas, les han destruido casas, golpeado y han llegado incluso al asesinato manteniendo en el lugar un grupo paramilitar de choque con el visto bueno municipal y estatal priista.
La gran diferencia entre el Valle de Juárez y Lomas de Poleo es el impacto del acompañamiento de la sociedad civil. Mientras en el valle la tardanza del activismo en solidarizarse y actuar ha facilitado la política de exterminio neoliberal PRI-PAN, el oportuno apoyo de ong´s y movimientos sociales en Lomas de Poleo ofrecieron una mejor resistencia dificultando la libre operación de sus intereses detrás. Todo parece indicar que quienes mantienen el clima de terror en el valle previeron prescindir de un escenario similar al de Lomas y optaron por el exterminio prematuro evitando la acción activista (hoy visiblemente desplegada) utilizando también grupos paramilitares para tal fin y el valioso pretexto de la “guerra” contra el narco para minimizar el holocausto.
Es imprescindible poner atención a la forma cómo se “gobierna” y “representa” a la sociedad juarense y chihuahuense: es por demás obvio que quienes ostentan tal poder siguen líneas de intereses empresariales y/o son beneficiarios ellos mismos. Por tal motivo el activismo resulta un obstáculo para dichos fines y peligrosos enemigos de la sociedad. El capitalismo mata en Ciudad Juárez y el Valle de Juárez porque sigue un trayecto egoísta de destrucción y muerte disfrazado de progreso en contra de la mayoría de la sociedad; el narcotráfico también es capitalista.
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