miércoles, 25 de mayo de 2016

El problema no es votar (sobre las elecciones en Chihuahua, 2016)


El problema no es votar
Carlos Murillo González

Hay mucha confusión y descontento ante las “elecciones” del 5 de junio a celebrarse en el estado de Chihuahua. El problema no es votar (la cosa más sencilla del mundo) sino todo el entramado, la cultura, los intereses detrás del ejercicio electoral.

Para empezar, usted no elige nada. La mal llamada democracia, en México, como en la mayoría de los países que se rigen por sistemas electorales periódicos, han reducido la participación democrática (es decir, la participación activa de la gente en asambleas, con voz, disensos, discusiones y propuestas) a una farsa, una simulación de justicia basada en promesas donde la mayoría de la sociedad tiene una participación mínima, casi pasiva, reducida a la reflexión y decisión personal a la hora de tachar un símbolo o un nombre en una papeleta para depositarla en una urna.

Si las elecciones han tenido momentos importantes en la política,  como el derecho al voto de las mujeres, la disminución de la edad para votar o la incorporación del referéndum y la revocación de mandato, no ha sido por benevolencia de las élites ni se ha dado de manera gratuita o por arte de magia; ha sido por largas y a veces sangrientas luchas para reivindicar ese derecho, para arrebatar un trozo de justicia y de coherencia a un poder económico que no regala nada.

Quienes compiten por un puesto de elección popular no lo representan a usted. A menos que usted sea familiar, amigo, compañero(a) de partido del candidato(a) o un rico empresario que le respalda económicamente, en realidad no va a ser representado(a) ni defendidos sus intereses si su candidato (que además no comparte nada en común con usted) resulta vencedor. Un país donde existe despolitización social y analfabetismo político; donde más de la mitad de la población es pobre, no se le puede llamar democrático por que no lo es.

¿Y quiénes osan autoproclamarse representantes de la sociedad chihuahuense? Empresarios, políticos, personas de familias de abolengo; todos sumergidos en el culto al ego, con las relaciones y el dinero suficiente para hacer campaña; gente sin necesidades económicas que desconocen los problemas sociales, cuando no son quienes directamente los provocan. ¿El empresario “Chacho” Barraza va a comprender y respetar la idiosincrasia económica del pueblo tarahumara?; ¿el abogado Javier Corral va a condenar a Felipe Calderón por crímenes de lesa humanidad de su “guerra” contra el narco en Chihuahua?; ¿el ex alcalde de Juárez, suplente del senador Carlos Romero Deschamps, Enrique Serrano, va a llevar a la cárcel al actual gobernador César Duarte por sus multimillonarios robos al pueblo chihuahuense?  
     
Si lo anterior queda claro, también debe de serlo el llamado al “voto útil” del pragmatismo político. Da pena ver a personas de “izquierda”, de corta memoria política, apoyando la candidatura del panista Javier Corral bajo el pretexto de sacar al PRI del gobierno. Cierto es que el PRI es un cáncer terrible, un enemigo feroz cuyos días deberían estar contados, pero en realidad a ese monstruo no se le puede ganar en el terreno electoral por que lo tiene cooptado; es una mafia con un ejército de enajenados y corruptos formados durante casi un siglo y en puestos clave: desde grupos de choque (civiles y policiacos) hasta quienes cuentan los votos y deciden en los tribunales.

El cinismo político es evidente, por eso la sociedad está enfadada y desconcierta. Si llevamos estas contradicciones al entorno de Ciudad Juárez, se convierten en aberraciones: un “Teto” Murguía dos veces alcalde de la ciudad y que se postula por tercera vez, es el candidato a vencer; un “independiente”, Armando Cabada, ligado al PRI, cuestionado en relación al feminicidio y además dueño de un canal de televisión; una “Vicky” Caraveo del PAN que ha manipulado políticamente a su conveniencia el tema de las desaparecidas y asesinadas.

Bajo estas condiciones, ante estos candidatos(as) votar no sirve de nada. Así le digan “vota inteligente”, “vota por el menos peor”, etcétera, aunque la intención sea buena,  no ayuda mucho. Si de veras honestamente quiere un cambio, el camino es otro. Olvídese de candidatos, no alimente onerosos sistemas corruptos ni legitime a un gobierno traidor y parásito que le esta robando la riqueza, la felicidad y la vida en sus narices.  

Usted no necesita más política, sino hacer sociología. No necesita de líderes, usted es un líder. No está solo, somos la mayoría. Al abstencionismo no se le da peso político por que ya habría hecho caer al sistema entero desde cuando, pues simboliza el rechazo a la política maquiavélica, la protesta silenciosa hacia un poder ilegítimo y por ende, la derrota de todo el stablishment tal como lo conocemos, descubriendo sus flaquezas y las formas como nos mantienen al margen, divididos, ignorantes y confundidos.

Le invito a asumir conscientemente su responsabilidad cívica y social más allá de las urnas. Si tiene ideas, proyectos, empatía por el bien común, lo podemos hacer prescindiendo de las y los políticos, de los gobiernos e incluso, de la depredadora y destructiva economía capitalista. Ya sea por su cuenta, en grupo o contactándome, podemos hacer realidad otro mundo, otra forma de vida, así sea con acciones pequeñas y modestas. Los grandes cambios comienzan con pequeños pasos.


*Carlos Murillo es fundador y único miembro del Partido del Abstencionismo, futuro ganador indiscutible de la contienda 2016.