Ya me imagino yo en el camión con todos los malandros
Héctor “Teto” Murguía
Apunto
de iniciar el proceso electoral del 2013, las opciones partidistas en Ciudad
Juárez se limitan en realidad a una sola: neoliberalismo panista o priista.
Aquí está el primer engaño malandro, pero no el único. El partido malandro por
excelencia y además tutor del resto, el PRI, es un semillero de personajes
famosos más por sus malandreces, que
por su honesta forma de hacer política y vivir.
Gracias
a personajes como el tristemente célebre presidente municipal de Ciudad Juárez,
el vulgar Héctor “Teto” Murguía, podemos saber cómo piensan los políticos sobre
la ciudadanía y la sociedad en general. Un político que se expresa despectivamente
de aquellos a quien juró servir, no sólo insulta a la ciudad, sino también es
un reconocimiento implícito a la calidad de gobierno que representa: si viajar
en transporte público urbano es sinónimo de convivir con malandros (y
malandras) es sin duda, un síntoma de un gobierno mediocre, pues está
“gobernando” a y con malandros y sin intención o capacidad para transformarlos,
dado que quien “gobierna”, en teoría, debe ser éticamente “superior” al resto.
En esta lógica no hay contradicción: una sociedad malandra gobernada por una
persona malandra. Pero en realidad no toda la sociedad es malandra, aunque no
se pueda decir lo mismo de los ruteros y mucho menos de los políticos
profesionales.
El
PRI en particular es el gestor de lo que hoy somos como sociedad mexicana.
Tantísimos años de existir, sí han hecho mella en la cultura e ideosincracia de
la población. Si este país está lleno de malandros(as) es por que éstos han
sido tolerados y peor todavía, animados por dicho partido, comenzando con sus
huestes y familiares, como es el caso más reciente protagonizado por el nieto
de Jesús Murillo Karam (procurador de la república) y la hija de Eugenio Imaz (director
del CISEN: Centro de Investigación y Seguridad Nacional, o sea, quienes espían
a la población…) donde el primero golpeó a la segunda y aparentemente esta
última ha desistido de denunciar, pese a ser el incidente ya vox populi, quedando con ello la duda de
un arreglo cupular. Este tipo de violencia se persigue, no se perdona, pero
resulta además lamentable y aclarador si esto es así, cómo pueden más los lazos
políticos que los lazos de sangre.
El
caso de los hijos(as) y familiares de políticos y de los mismos políticos, es
elocuente en cuanto a la impunidad de que gozan. La herencia del PRI en este
sentido abarca también a la sociedad en general, pues el mensaje enviado es muy
claro: el poder anula a la ley. De otra manera no se pueden entender fenómenos
complejos como el narcotráfico (un poder en sí mismo) o las simples violaciones cotidianas como las
acometidas diariamente por policías y ruteros. La sociedad sabe de estos
excesos y lastimosamente, también los aplica: el soborno y la simulación, tal
vez sean dos de las prácticas más socorridas por las y los mexicanos, además de
la evasión de impuestos. La “mordida”, el “hago como que trabajo” o simplemente
no molestarse por pagar o saber cómo se aplican sus impuestos son
desafortunadamente muy comunes. Haces como que gobiernas, hago como que soy
ciudadano(a).
Con
respecto a las “elecciones” que se avecinan, la “opción” PRI-partidos paleros
se ve por lo menos más unida que la “opción” del PAN, partido muy
desprestigiado últimamente y con serios problemas de unidad. El candidato
priista, Enrique Serrano, es un verdadero “chapulín”, pero no colorado. Un empresario
más metido a político; coordinador de la campaña de Enrique Peña Nieto en
Ciudad Juárez; diputado estatal y “líder” de la bancada priista, con licencia;
y actualmente suplente del intocable senador Carlos Romero Deschamps, líder
cetemista petrolero famoso por su sencillez y frugalidad. Con esas credenciales
es difícil pensar en una derrota priista, sumando desde luego, sus artes en la
compra de votos y consciencias, más los gobiernos, institutos electorales y
jueces a favor y sin descontar tampoco, el apoyo de la jerarquía católica, los
grandes empresarios y el abstencionismo. Este último muy importante, pues con
la participación consciente de la sociedad, sus carreras y privilegios estarían
en peligro. El PRI agradece tu no participación en la esfera pública, para eso
se ha esforzado toda la vida.
Todos
los partidos políticos en México componen un gran partido malandro:
pragmáticos, traidores, impunes, cínicos, mentirosos, represores,
despilfarradores, vendepatrias; actúan verdaderamente más que como una clase
social o hermandad, como una mafia. Eso sí, muy acorde con el sistema económico
capitalista al cual sirven, defendiendo sus intereses y los de los grandes
empresarios nacionales y empresas transnacionales, a costa del bienestar y empobrecimiento
de la población con pretextos ya por demás fastidiosos por repetitivos: más empleos, aumento de la producción,
crecimiento económico, liderazgo...el mismo discurso neoliberal de los
últimos treinta años que ya nadie cree, por que no es cierto.
Para
terminar, una espantosa X
La
polémica social generada por la escultura de Sebastián en Ciudad Juárez, más
que por su estética, por la relación costo-beneficio-contexto en la que se
crea, ha de tomarse como una referencia simbólica del desempeño gubernamental,
particularmente de las dos administraciones del Teto Murguía (grises en su desempeño,
oscuras en sus manejos, sangrientamente represivas, persecutorias y con fuerte
tufo a narco). Parafraseando al sociólogo juarense, Alejandro Sapién, la X (reprobatoria)
es la calificación que merece el Teto y representantes públicos de esta dolida
ciudad.