¿Quién gane las elecciones pondrá fin al feminicidio de Ciudad Juárez y México?
La ciudad que inspira el término universal al asesinato de mujeres, Juárez, sigue siendo un lugar peligroso para la mujer. Casi veinte años de denuncia, cuatro presidentes de la república, cuatro gobernadores del estado y ocho presidentes municipales no han podido (o querido) resolver el problema. En 48 horas (miércoles 18 y jueves 19 de abril) se han asesinado a 8 mujeres.
Es una pena, una verdadera lástima que estos lamentables sucesos vengan a empañar las campañas electorales y la buena imagen del país y la ciudad. La “democracia” no necesita de malas noticias. La vida sigue. La incompetencia de las campañas electorales con la realidad social es evidente: hay una desconexión entre este tipo de situaciones y la mercadotecnia política. Ni siquiera la “guerra sucia” electoral alcanza a visualizar la dimensión catastrófica de la depredación humana en México, donde el asesinato de mujeres sigue siendo un tema aberrante, vergonzoso, pero fuera de la agenda y el discurso electoral, no se diga el gubernamental.
El feminicidio en Ciudad Juárez. De acuerdo a un seguimiento hemerográfico, de 1993 al 2007, hubo 427 víctimas; del 2008 al 2011, 655 víctimas, para un total de 1082 mujeres, siendo el 2010 el máximo histórico con 272 feminicidios. En tan sólo cuatro años se supera el acumulado de quince años de femincidios, aumentando este crimen en un 150% y sin contar el total de mujeres desaparecidas, cuyo número sigue aumentando. La situación es alarmante, pero no lo suficiente para quienes creen en las elecciones. No hay interés ni deseos políticos de solucionar esta situación que, como el abstencionismo, son fenómenos que se ignoran o con los cuales se lucra, pero no se resuelven.
El hostigamiento del gobierno del estado de Chihuahua, con la complacencia del gobierno federal, presiona o ignora por igual a las organizaciones defensoras de las mujeres que a las madres y padres de mujeres desaparecidas en busca de justicia. El asesinato de Marisela Escobedo en diciembre del 2010 frente a palacio de gobierno, destapa el carácter autoritario de la actual administración, incapaz de brindar justicia y seguridad a sus mujeres y más preocupada por la imagen del estado en el extranjero, que por satisfacer las demandas legítimas de justicia de este grupo vulnerado. Los gobiernos priistas de Chihuahua han sido tanto o más reaccionarios que los gobiernos conservadores del PAN; en casi veinte años de feminicidio, estos asesinatos han ocurrido completamente bajo gobiernos de derecha, pro empresariales y neoliberales.
¿Qué se puede esperar de los actuales contendientes a la presidencia de la república? El señor Peña Nieto (PRI) trae arrastrando el primer lugar en feminicidios del país en su estado, representa a un partido que sigue siendo sinónimo de autoritarismo y tiene muy claro que él “no es la señora de la casa”. De la contendiente del PAN, Josefina Vázquez Mota, su calidad de mujer no garantiza equidad de género, representa a los sectores más conservadores y retrógradas de la sociedad mexicana y además manifiestamente se ha declarado a favor de continuar con la militarización, al igual que Peña Nieto y el candidato de Alianza Cívica, Gabriel Quadri. En el caso de Andrés Manuel López Obrador, de la coalición de partidos de izquierda, no ha hecho un compromiso explícito de solucionar el fenómeno.
En el caso de las candidaturas a diputaciones y senadurías, que podrían ser una opción para destacar estas situaciones específicas en las tareas de la nación, simplemente prosiguen un script, una guía predeterminada de campaña tradicional y sin mucha imaginación. Por lo menos en el Distrito Dos, con sede en Ciudad Juárez, un sector mayormente pobre y marginado de donde son y siguen siendo muchas de las desaparecidas y asesinadas de esta ciudad, la candidata de la izquierda, Leticia Ruiz, se ha pronunciado en contra de la militarización y el feminicidio, pero es la única en medio de un mar de candidaturas con otros intereses.
El Senado por lo menos, ya aprobó sancionar hasta con 60 años de cárcel a feminicidas. El problema está en que el Estado mexicano es incapaz de hacer justicia y atrapar feminicidas: no investiga. El otro gran reto es cambiar la mentalidad machista y misógina de la población. La cultura y sociedad mexicana necesitan repolitizarse y resocializarse; reinventarse.
La sensatez en las elecciones no existe. Muchas cosas suceden mientras se trata de convencer al votante de que le va a ir mejor si vota por mengano o sutano. El feminicidio es una mancha imborrable para todos y todas aquellos políticos que han ganado un puesto de elección popular y no han hecho nada.