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jueves, 13 de mayo de 2021

Pandemia + elecciones = pandemia de elecciones

Vista aérea del suroriente de Ciudad Juárez

 

Pandemia + elecciones = pandemia de elecciones

Carlos Murillo González


Cada año la calidad de las elecciones baja en la misma razón de la calidad de las propuestas de los candidatos y de los partidos, convirtiendo las campañas en una parodia de la política. Sin escapatoria, el ciudadano(a) común, el eterno y pasivo espectador(a) de una contienda que le es ajena, se resigna a la apatía, la mofa y el rechazo a lo político, haciendo un círculo vicioso favorable a mantener el status quo del sistema.


La variable del coronavirus Covid-19 y su prolongado confinamiento de más de un año, ha hecho más dificultosa la vida cotidiana por su secuela de contagios, muertes y efectos económicos adversos. Bajo este contexto, en las entidades donde se celebran elecciones este 2021, el vigor por las campañas es distinto al de años anteriores. En el caso de Chihuahua, el único estado en semáforo naranja (los demás en verde y amarillo) según la calificación de riesgo de contagio por covid, el entusiasmo electoral luce por su ausencia. La oferta partidista es pronunciadamente igual que otros años: mismos discursos, mismas propuestas, mismas promesas. El potencial votante no ve diferencia entre partidos, mucho menos de ideologías, debido al cinismo del pragmatismo político, que igual revuelve oportunistas de todo tipo dejando ver su adicción por el poder y/o búsqueda de inmunidad para enfrentar la justicia.


¿Qué habría pasado si en 2018 en vez de que ganase Morena, hubiera sido la continuación del régimen neoliberal? Es muy probable que la gente estaría en las calles no celebrando elecciones, sino exigiendo la caída de sus gobernantes, un cambio en el sistema, como ocurrió en EEUU el año pasado y sucede en Colombia actualmente. Esto no quiere decir que el actual régimen esté haciendo todo bien o se haya deslindado del capitalismo, pero sí, que la gente que votó por esa opción (hoy, muchos arrepentidos, por cierto) esté contenta con ciertas políticas populistas (becas, aumento del salario mínimo…) ejercidas por el gobierno federal. Regresando a Chihuahua, aquí ocurre una situación general de descontento hacia el actual gobierno de derecha y neoliberal (privatizador) de Javier Corral, emanado del PAN, mediocre y autoritario a más no poder que, aunado al pragmatismo insensato, burlo, amoral de la oferta partidista electoral, hacen que esta sociedad abstencionista por tradición, se asqueé más de la cuenta para justificar su ausencia no sólo electoral, sino de la vida pública, sin saber el beneficio  brindado sin querer a las élites políticas y económicas. A los partidos no les interesa más votantes, sino ganar más elecciones.


Para el caso de Juárez, una ciudad abandonada a su suerte desde hace muchos años, el desencanto con lo político-electoral se acentúa con la verdaderamente baja calidad de la oferta partidista, reciclada y anclada en el pasado; frívola y mezquina; sin imaginación ni propuestas serias para la ciudad de 1.5 millones de personas, la más grande del estado y económicamente, la más importante, pero, políticamente marginada: lejos de la toma de decisiones, fuera de las agendas y presupuestos gubernamentales, con un abstencionismo que ha llegado a veces hasta el 80% traducible también en bajo interés por los asuntos ciudadanos, es una suerte de puerto pirata mezclada con su pasado ligado al Old West gringo; una tierra sin ley, anómica, desterrada al olvido y explotada (victimizada) por la maquila, el narco y los Estados Unidos. Desde el 2007, la ciudad ha figurado varios años como la más peligrosa del mundo y en repetidas ocasiones, dentro de las más violentas, como sucedió en 2019 y 2020, donde aparecemos en el top cinco mundial.


Si el feminicidio, las ejecuciones del narco y las extra judiciales de la policía, no son parte de las propuestas ni promesas de campaña, en cuanto a soluciones, menos lo son el rescate de la vivienda abandonada, el ecocidio o la sequía. El Estado policiaco a través de la policía militarizada, sin duda, no ha traído tranquilidad a la sociedad juarense, pero sí a los intereses de la burguesía local-binacional; no hay distinción en el discurso electoral derecha-izquierda: combatir la corrupción, más vigilancia policiaca, más y mejores trabajos…nada ha cambiado en la forma de hacer campañas, salvo la eventualidad del Covid-19. Sin duda hay una permanente derechización de la política, pues en la práctica, continúa la guerra contra las y los jóvenes, contra las y los pobres, la privatización de los bienes públicos, la democratización de la deuda pública (endeudamiento del Estado) toda una estructura (y súper estructura) construida para favorecer a las élites en detrimento de la sociedad, basada en la figura del héroe, mesías, caudillo o líder que vendrá a salvar al pueblo sufrido de la corrupción y la maldad. El resultado es una sociedad infantilizada, incapaz de pensar por sí misma, fácil presa de la manipulación mediática, religiosa, o incluso, amenazada por la patronal si intenta autodeterminarse así misma.


La criminalización de la sociedad es una tendencia tanto de gobiernos emanados de la derecha, como de aquellos surgidos de la izquierda. En el primer caso, lo estamos sufriendo en Chihuahua desde los primeros gobiernos del PAN en la década del ochenta del siglo pasado (Francisco Barrio como presidente municipal de Juárez y luego como gobernador; luego los gobiernos del PRI en alternancia con Patricio Martínez, Reyes Baeza y César Duarte y, a nivel nacional, también en la alternancia PRI-PAN con Salinas, Fox, Calderón y Peña Nieto) en una constante violencia e inseguridad pública coincidente con la creación de entidades policiales (por ejemplo, la Policía Federal de Fox) y políticas como la “guerra contra el narco” calderonista, con injerencia, claro está, del imperialismo de Estados Unidos (Iniciativa Mérida) que no han traído otra cosa más que desapariciones forzadas por decenas de miles, juvenicidio, feminicidio y una constante de asesinatos a ecologistas, derecho humanistas y periodistas. La actual 4T (Cuarta Transformación) de López Obrador con su Guardia Nacional, si bien no ha sido tan atroz como sus antecesoras, sí se han visto muy mal ante la opinión pública con su trato al Cártel de Sinaloa, el mal manejo del conflicto del agua en Chihuahua y, sin duda, serviles hacia los EEUU en su política anti inmigrante con las y los hermanos latinoamericanos y en su paso por este país hacia el imperio. El respeto a los derechos humanos sigue estando ausente.


¿Por qué no ha habido una protesta ciudadana amplia e incluyente ante el manejo gubernamental de la pandemia de Covid-19? Tal vez por que, estando la sociedad tan acostumbrada a la barbarie de la violencia cotidiana (incluida la económica) se ha acostumbrado también a la supervivencia y se ha vuelto más temerosa y egoísta, justo lo que quieren los grupos de poder económico-políticos. Por eso para la mayoría de las y los chihuahuenses, particularmente las y los residentes de Juárez, las elecciones no son opción, sino continuación del régimen. Pero si las “elecciones” y los partidos no son la respuesta, ¿qué sí lo es?

    


 


 





miércoles, 30 de diciembre de 2020

HIKIKOMORI







Hikikomori
Carlos Murillo González


El 2020 ha sido un año especialmente difícil debido a las situaciones generadas a partir de la contingencia de coronavirus Covid-19, invisibilizando de paso problemas previos como aquellos relacionados con la violencia, la guerra y, aumentando otros como la pobreza y las desigualdades sociales. ¿Qué enseñanzas nos deja hasta el momento el fenómeno?, ¿cómo haremos para recuperar nuestras vidas y libertades?, ¿qué habrá de cambiar?

Aún existen millones de personas negando la existencia del virus o "resistiendo" bajo la excusa de sus derechos egocéntricos; a otras tantas no les importa si existe o no y actúan en consecuencia de manera egoísta: sin precauciones;  miles de millones más no tienen opción más que la sobrevivencia y su día a día es exponerse al contagio; es decir salir a ganarse el sustento. sin duda hay muchas preguntas sobre el origen del virus, si es natural o no, como también nos  muestra las caras del humano y sus múltiples matices: de la maldad a la bondad, es decir, de su calidad moral e inteligencia, en cuanto a sus niveles de equidad, empatía, simpatía, solidaridad, egoísmo, narcisismo, egolatría, orgullo...en fin, toda una gama de expresiones detrás de las acciones de naciones, gobiernos, empresas y claro, de la consciencia individual y colectiva; de si existe una responsabilidad compartida o no.

Como es sabido, el Covid-19 se detectó en Wuhan, China, a finales de 2019, extendiéndose rápidamente hacia el resto del mundo en cuestión de semanas. Por supuesto, las primeras personas contagiadas salieron de ese país y no eran necesariamente chinos(as) sino viajantes extranjeros que luego llevaron el virus a sus hogares. A diferencia de China, donde los contagios se dieron en el pueblo, la gente común, en Occidente por lo menos, se debió a los viajes de las élites. En México, por ejemplo, el covid llegó a través de las clases altas para luego extenderse al resto de la sociedad. en Ciudad Juárez primero llegó a través de la industria maquiladora con contagios masivos, antes que cruzara la frontera por El Paso, Texas, una de las ciudades más afectadas por corona virus en Estados Unidos.

La cuestión más importante a nivel macro y micro, es la decisión de darle más importancia o a la salud de la economía o al salud de las personas. Es inevitable las comparaciones entre los diferentes Estados sobre cómo han llevado la pandemia.  Primero China, con sus políticas de encierro rozando la crueldad, pero efectivas para detener los contagios, o bien, el manejo de Cuba, Viet Nam, Nueva Zelanda y últimamente Australia, con un mínimo de contagios y muertes, contra las medidas tomadas en la mayoría de los países de Europa y América Latina pero, sobre todo, en aquellos con tendencias fascistas, como Brasil y Estados Unidos, el gran campeón mundial de contagios y muertes por covid, debido al pésimo manejo de su todavía presidente, Donald Trump.

La característica principal de la epidemia en cuanto a las medidas tomadas, es el autoencierro (hikikomori) el aislamiento como medida preventiva y no se diga si se cae enfermo, como ha ocurrido desde hace siglos con las epidemias de todos los tiempos. La ciencia está en deuda con la humanidad cuando un microscópico bicho puede hacer tanto daño. La contingencia nos muestra cómo somos ante la muerte, conscientes o no de ello, pero nos dice de nuestra fragilidad, pese a autoproclamarnos la especie más evolucionada del planeta. Da miedo saber que existan armas bacteriológicas y puedan ser tan destructivas o incontrolables como la actual cepa de Covid-19. Es de preocuparse también el perfil de las y los políticos gobernantes, tan ineficaces y mediocres ante situaciones emergentes como la actual. Por un lado la cultura de la competencia egoísta propia del capitalismo; por el otro, la cultura del poder y la dominación de la clase política; resultado: el culto al héroe frívolo, exagerado, cimentado sobre el imaginario de poderes suprahumanos inexistentes y su propensión de poner al planeta en peligro.

Precisamente por que el nivel intelectual de la sociedad en general es deficiente, alejado de la ciencia, la ética, la moral; esclavizada por el consumismo y seducida por los valores de la riqueza, el cambio social es complicado. Se presta a la confusión, la desinformación, las buenas intenciones; enfrentando y dividiendo a la sociedad hacia la fragmentación, la superstición y la charlatanería. La ilusión de la gente se centra en que entrando el 2021 se acaba la pandemia de Covid-19, una esperanza legítima, pero infantil. Ese es el nivel de consciencia política de la ciudadanía de este país y de muchos más. 

No sabemos cuándo termine la pandemia aun si vienen vacunas en camino. Tampoco sabemos si otro virus o bacteria pueda poner en riesgo la vida humana, la actual civilización. El virus de la desconfianza y el virus de la esperanza sobrevendrán juntos, pero si no se tiene la claridad y entereza para reconocerlos, se corre el riesgo de agudizar la crisis civilizatoria.


*Hikikomori es un término japonés para referirse al fenómeno de  aislamiento social de jóvenes que deciden cortar sus lazos sociales y recluirse voluntariamente en una habitación (regularmente en casa de sus padres) durante años.













martes, 25 de diciembre de 2018

Roma, Guerrero y Los Herederos



(Escena de la película Roma)

Roma, Guerrero y Los Herederos
Carlos Murillo González



El cine sirve como un arte dinámico con el poder de representar la realidad desde muchas perspectivas, de acuerdo a la intención del director. Interesante es, el efecto en el espectador(a) si le dice algo o le sacude. Roma, de Alfonso Cuarón, Guerrero, de Ludovic Boniuox y Los Herederos, de Eugenio Polvosky, representan tres realidades del México contemporáneo que dicen algo y sacuden.

Roma es una película exponente de la vida de las mujeres en el trabajo doméstico, una profesión desprotegida de sus derechos laborales en México y tan invisibilizada, que para muchos espectadores(as) resulta una historia de lo más tediosa y común; un rasgo inconfundible de la división del trabajo social en una sociedad de clases, donde las profesiones más humildes se obvian. La película contiene distintas miradas desde donde uno puede identificarse o sentirse incómodo: la mirada de la conquista, presente en los más de 500 años de forjarse en la cultura mexicana hasta el siglo XXI: la superioridad criolla sobre la indígena; la mirada femenina: la sororidad ante la ausencia masculina atravesando las barreras de clase y dejando al descubierto un patrón político del patriarcado: el abandono de la pareja, la familia, el país, la gente; la mirada clasista: el escenario de una casa burguesa y la vida cotidiana de sus habitantes empleados(as) y amos(as). El uso del claro oscuro (blanco y negro) acentúa los contrastes, no sólo de la distancia histórica, pues se ubica dentro de la época de la Guerra Sucia de inicios de los años 70 del siglo pasado, en un DF con una floreciente clase media urbana, sine qua non es posible preguntarse qué cosas han cambiado o permanecen en un México abrumadoramente citadino; también refuerza el dramatismo entre lo güero y lo moreno, la riqueza y la pobreza, la violencia estructural y de género, un efecto fractal en binomios.    

En un México que aún se resiste a reconocerse racista, clasista, machista, xenófobo, conservador, intolerante, mocho, mala leche y demás, Roma es una cachetada con guante blanco. Es una película para adultos; una lectura que aborda los matices de una sociedad dividida haciendo honor a una realidad silenciosa. En la cotidianidad de las empleadas(os) domésticos, no todas gozan de ser contratadas por patrones solidarios y comprensivos, con un sueldo justo, abundan los abusos. En las ciudades fronterizas como Juárez, para muchas mamás solteras y mujeres autónomas, trabajar limpiando casas en EEUU siempre ha sido una opción antes y después de las maquilas. Que las telenovelas y otras series hayan desgastado hasta el cansancio el tema de la cenicienta empleada doméstica alcanzando el final feliz con el príncipe patrón, joven, rico y guapo, es tanto un ejercicio de lucro económico, como político, de enajenación y control social. Cuarón hace honor y dignifica el trabajo doméstico, el México profundo; denuncia la represión de Estado, no descontextualiza ni la evita, como lo haría una novela rosa.

Guerrero es un documental que reúne tres historias presentes de este estado del sur de México. Se trata de un trabajo muy serio y arriesgado del cineasta francés Ludovic Boniux, quien toca temas relacionados con la violencia, específicamente la desaparición forzada, el narcotráfico y el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, en distintos municipios de guerrero y a través de la vida de tres activistas (un joven profesor rural, una precursora de las policías comunitarias y un comerciante en busca de su hermano desaparecido) realidades crudas y sin maquillaje, donde igual se desnuda la ausencia y excesos del Estado, especialmente durante la época electoral, como visualiza las autonomías comunitarias y otras iniciativas de la sociedad en sus luchas diarias e internas por permanecer y existir. La perspectiva se brinda desde la vida de los protagonistas, sus intimidades y convicciones, su realidad distinta al resto, sin dejar el enfoque social de las formas de organizarse de la gente ante distintos enemigos, desde bandas del narcotráfico y secuestradores, hasta las policías estatales y federales.

Bonieux retrata una realidad conmovedora, con muchos momentos emotivos imposibles de pasar por alto, como la represión y el asesinato policiacos a maestros; las marchas espontáneas, los grupos de choque; los mítines y las asambleas, no siempre llevadas fácilmente; los retenes y enfrentamientos entre policías comunitarios; las tragedias personales y familiares, los engaños políticos. Guerrero hace honor a su nombre y deja un fuerte mensaje de justicia social, con una narrativa visual generosa y dinámica, pues mantiene la atención a los vaivenes de los tres momentos de las tres personas y no genera una empatía inmediata hacia las y los protagonistas y sus causas.

Los Herederos es otro documental de corte realista, de denuncia, donde las y los niños de varios estados de la república, la mayoría del sur, en las zonas agrícolas y forestales, nos dejan ver su vida en la pobreza material de sus padres y el destino inmediato de la incorporación temprana a las labores de la economía familiar. La inocencia de niños y niñas repartiendo su vida en actividades rudas y pesadas, como hacer ladrillos, recolectar tomate o cargar leña y, aun así, dándose el tiempo para jugar y reír, sin pensar en un mañana acudiendo a la escuela o al parque, deja ver una cotidianidad de responsabilidades de supervivencia inevitables y sus diferentes posibilidades de resistencia, de acuerdo a la sabiduría infantil. Niños y niñas jugando el rol de adultos apenas puedan caminar y cargar un bulto, vigilados por sus hermanos(as) mayores, cuidados por ellos y al servicio de la necesidad de trabajar y sobrevivir. El niño campesino(a) vive otra realidad, ajena a la mayoría de las niñas y niños de las ciudades, con sus comodidades y lujos como casas con clima artificial o escuelas.

La obra de Polvosky no hace concesiones dramáticas, la niñez rural expresada en esa realidad dura se manifiesta como una alegoría a la vida, un reconocimiento al trabajo infantil sin dejar de evitar su denuncia. Esos niños y niñas, como la mayoría de las y los mexicanos, no conoce sus DDHH. Muchos morirán sin llegar a los cinco años y quienes sobrevivan seguirán el destino de sus padres como ellos hicieron con los suyos, en un país donde el campesino y el indígena, está abandonado a su suerte desde siempre.  

A diferencia de Roma, Guerrero y Los Herederos son documentales que no son fácilmente exhibidos* aun y tengan premios nacionales e internacionales, pero su calidad es indiscutible y su contribución va más allá del arte para situarse en un cine comprometido con las causas justas, documentos valiosos para la historia. En conjunto las tres películas guardan relación entre sí por exponer esa realidad que no nos gusta tanto reconocer como mexicanos y mexicanas, pero es difícil de esconder o evitar, como la violencia estructural: la pobreza es violencia y el sistema es injusto, pero voltear hacia el otro lado, no los hará cambiar.     

  
*Ambos documentales forman parte de la gira de documentales 2018 de Ambulante, cuya sede en Ciudad Juárez, es Telón de Arena.

lunes, 25 de septiembre de 2017

Los signos del fin del mundo/Los sismos de otoño

Imagen tomada de Neomexicanismos en Twitter

Los signos del fin del mundo/Los sismos de otoño
Carlos Murillo González


“…Todo poder emana del pueblo…el pueblo tiene en todo momento, el inalienable derecho de alterar o modificar su forma de gobierno.”
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos

Los signos del fin del mundo

Tantas cosas pasando en tan corto tiempo: huracanes, terremotos, tsunamis, el retorno de la Guerra Fría, crisis económicas, escasez de agua, todo pareciera indicar la próxima destrucción del mundo como lo conocemos. ¿Estos fenómenos son cíclicos o naturales?, ¿los ha provocado la misma especie humana?, ¿estamos viviendo el fin de los tiempos, la extinción del homo sapiens y otras especies?

Teoría apocalíptica

De acuerdo con el cristianismo, llegará un momento en que ocurra “El juicio final” el Apocalipsis, una gran catástrofe donde la mayoría de los humanos(as) quienes por portarse mal, sufrirán como castigo divino la destrucción del mundo. No sólo las religiones apocalípticas (Testigos de Jehová, Siervos de Dios, Adventistas del Séptimo Día…) están en constante advertencia de estos signos y en búsqueda de su salvación, sino también otras muchas religiones escapistas no cristianas constantemente señalan tiempos, ¡y hasta fechas! Del fin del mundo. Bajo estos dogmas, no hay solución alguna, solamente resignación ante lo inevitable, los designios de dios.     

Teoría del cambio climático

En la actualidad suceden al mismo tiempo numerosos movimientos sociales de todo tipo (ecologistas, académicos, juveniles…) y tamaño (Greenpeace, movimiento ecologista, anarquismo verde…) así como científicos y especialistas, denunciando el calentamiento mundial. El consumismo y la industria, fenómenos del capitalismo, han provocado un desequilibrio en nuestro hábitat, causando o acelerando fenómenos como el calentamiento global, la contaminación del agua y los mares, la muerte y desaparición de especies animales y vegetales, entre otros. Bajo este paradigma, la responsabilidad corre de la mano del ser humano y, si no damos marcha atrás, tenemos los días contados en un futuro no muy lejano; algunos pronósticos auguran la catástrofe en menos de un siglo.
 
Teorías conspirativas

Existe la sospecha de una conspiración de las élites mundiales (Club Bilderberg, Illuminatis y otros anónimos…) hacia un Nuevo Orden Mundial, para disponer de los medios naturales a su antojo y prescindir de la vida de millones de personas, particularmente pobres. Se consideran muchas de las acciones bélicas actuales (como la guerra en Siria, Yemen o Libia, pero en general cualquier guerra) la aparición de enfermedades como el SIDA y el uso de semillas y productos transgénicos de dudosa calidad alimenticia, como parte de su posible estrategia para eliminar grandes grupos de personas. En el mundo existen un millón de millonarios y la Tierra no puede sostener el ritmo de vida de este tipo de gente. La solución en el criterio de las élites, no es su conversión a la frugalidad ni la renuncia a sus privilegios, sino el exterminio masivo humano para seguir manteniendo intocable su status quo.    

Guerras de nueva generación

Guerras de tercera y cuarta generación, guerras asimétricas, armas geológicas, guerras preventivas, contrainsurgencia urbana, guerra teledirigida…la evolución del arte bélico va a la vanguardia con la tecnología. Es el perfeccionamiento de las armas y técnicas de (auto)destrucción masiva, casi instantánea, donde el enemigo no necesariamente es un ejército, sino una población, sociedad, región o país: es una guerra contra civiles. La “guerra” contra el narco en México, el exterminio de Palestina por Israel,  la genocidio del pueblo Rohingya en Myanmar (Birmania) son ejemplos de entre muchos otros casos de guerras disfrazadas. Sismos, tsunamis y huracanes bien podrían están relacionados con armas geológicas surgidas de programas tipo HAARP (High Frequency Active Auroral Research Program: Programa de Investigación de Aura Activa en Alta Frecuencia) que actúan en la ionósfera y producen cambios climáticos capaces de provocar tormentas eléctricas y movimientos telúricos. El aumento de la intensidad, frecuencia y capacidad de destrucción de los fenómenos naturales, bien puede ser resultado de un HAARP.


Tanto la religión como la ciencia y la guerra son construcciones humanos. Las catástrofes “naturales” podrían no serlo tanto sino fenómenos provocados o manipulados intencionalmente por mezquinos intereses humanos específicos. El futuro puede ser incierto si no tomamos en serio lo que sucede. Un cambio de conciencia implica también acciones para salvarnos a nosotros  y al planeta de la autodestrucción. Las acciones individuales no servirán de mucho, se requiere de una movilización social extraordinaria.


Los sismos de otoño

La tragedia del terremoto del 19 de septiembre, justo treinta y dos años después del sismo de 1985, también devastador, es un ejemplo muy claro de la descomposición del Estado y la clase política mexicana, pero también es un momento para la radicalización de la sociedad en cuanto a despojarse de los gobiernos  y élites que tanto daño nos han hecho.

Septiembre es el mes patrio de México por que nos recuerda, incluso más allá de los peligros, las traiciones y los desencantos, la oportunidad y derecho de elegir el propio destino. En el otoño se fraguan los momentos coyunturales de las y los mexicanos donde han coincidido los más graves acontecimientos de nuestra historia, así como sus transformaciones como consecuencia de estos. La independencia de 1810, la revolución de 1910, el movimiento estudiantil de 1968 o el terremoto de 1985 dejaron su marca y generaron cambios en la cotidianidad nuestra; conmemorarlos conlleva también profundizar en lo que hicieron las anteriores generaciones para superarlos y el otoño es la época favorita de las y los mexicanos para emprender radicalizaciones y revoluciones.

Gobierno, ¿lo necesitamos?

El Estado es de las y los mexicanos, el Estado nos pertenece, surge de la sociedad y por lo tanto, nosotros tenemos el poder de decidir su cambio o fin. De entre los cientos o miles de noticias, mensajes y videos ciudadanos en los aciagos días posteriores al terremoto, cuyo desenlace está todavía lejos de terminar, se destacan las denuncias contra los distintos gobiernos y políticos, así como de las burocracias, particularmente la policía y el ejército, por obstruir labores de rescate, desviar e inhibir la ayuda solidaria a víctimas y peor aún, ocultar o robar los víveres donados, posiblemente para posteriores usos político electorales, provocando la ira y descontento de la sociedad mexicana, verdadera protagonista de la ayuda voluntaria en este desastre. En el terremoto del 85 surgieron las Asambleas de barrio en la Ciudad de México como una legítima respuesta de la sociedad ante la ineptitud estatal.

Héroes entre nosotros

Las y los jóvenes, las mujeres y la gente del pueblo nos han dado una hermosa lección de entrega y solidaridad sólo posibles cuando acontece la desgracia masiva, recordándonos a los olvidados Niños Héroes, esos cadetes voluntarios que entregaron su vida defendiendo la patria durante la invasión estadounidense en 1847, tal vez por ello ya no se les dedican espacios importantes para conmemorarlos. Pero la respuesta automática, el deseo de ayudar, el deseo de servir, no ha sido todavía arrancado de la sociedad por más esfuerzos que haga y hace el Estado por evitar la unión de las personas, pues desnudaría las carencias e ineficiencia del aparato gubernamental que, reacio, se opone totalmente a ser reconocido, tal como ha sido demostrado, como prescindible.    

Miedo y manipulación mediática

La desconfianza supera al Estado, la burocracia y los partidos políticos para extenderse hacia los grandes medios televisivos (particularmente Televisa) y las grandes empresas tipo Walmart. Abundan los casos de negligencia, de corrupción, de desinformación. La gente, enojada, ha confrontado a la clase política, desde Peña Nieto y Osorio Chong, pasando por los gobernadores de Chiapas, Puebla, Oaxaca y Morelos, así como con las y los presidentes municipales y jefes(as) delegacionales, y por supuesto, los grandes empresarios que, a diferencia de los pequeños y micro empresarios de negocios de barrio que han donado sus mercancías mientras los otros simplemente brillan por su avaricia y tacañería. El miedo a un pueblo sublevado es propio de quienes tienen deudas con la justicia social, son aliados del gobierno o jefes de los gobernantes y, necesariamente enemigos de la libertad, la igualdad y la equidad.     

Tres años sin los 43 de Ayotzinapa

Si bien la magnitud de la catástrofe sísmica opaca otras tragedias como el repunte de los homicidios y feminicidios en Chihuahua, los asesinatos de periodistas y derecho humanistas o la “guerra” contra el narcotráfico, el agravio de la injusticia y la impunidad que aquejan al pueblo de México lo está empujando a tomar decisiones lógicas con respecto a sus gobiernos, comenzando con el federal. El martes 26 de septiembre se cumplen tres años de la desaparición de los estudiantes normalistas de la Isidro Burgos, coincidiendo la fecha con la de la primer semana del terremoto. La encrucijada del Estado es cómo disminuir, cómo quitarle valor a este y otros acontecimientos de tal manera que la sociedad mexicana se inmovilice, no proteste ni se organice, pues es la única forma en que el Estado puede seguir “gobernando”.

Del pueblo, para el pueblo, por el pueblo

Cuando las personas de este país se den cuenta de su poder, será la ruina de sus gobernantes. Por eso esta generación de políticos, una de las peores, si no es que la peor de la historia, se refugian detrás de las fuerzas armadas para sentirse seguros dentro de una realidad artificial totalmente ajena a las preocupaciones de la gente. Por eso es importante reconocernos en el espejo de las y los que sufren, por que no hay manera de zafarse del infortunio: de una u otra manera estamos siempre en el ojo del huracán, a veces víctimas de las circunstancias, a veces como salvadores circunstanciales, siempre como testigos de un destino del que no alcanzamos a ser totalmente dueños.


Si los sismos de otoño están haciendo cimbrar al país, es tiempo entonces de sacudirse también todo aquello que perjudica e inhibe la realización y prosperidad del pueblo de México, incluyendo a sus clases parásitas y explotadoras. La historia de México es inequívoca: en otoño suceden los grandes cambios de este país.

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