Abstencionismo, México, 2015
Carlos Murillo González
Parecía una elección “normal”, de esas que no atraen tanto a la
gente por que son intermedias (para renovar la Cámara de Diputados) y
en algunos estados, para presidencias municipales y gubernaturas. De repente el
debate sobre el voto nulo y el voto útil en los reducidos ámbitos
intelectuales, pero luego la presencia de lo hardcore en Guerrero, Chiapas y Michoacán. El boicot de las
elecciones ha iniciado.
El
derecho a votar o no votar
La constitución mexicana nos otorga el derecho al voto a la
ciudadanía mayor de 18 años, mas no así el deber de votar. Precisamente es una
obligación moral cuya decisión de abstenerse no está sujeta a castigo. En las
democracias electorales contemporáneas, mayoritariamente occidentales, la vida
democrática de la mayoría se reduce a depositar un voto cada determinado tiempo
para continuar o cambiar con un régimen político-económico. La realidad de esta
manera de organización falsamente llamada “democrática” es sobre todo psicológica:
da la sensación de orden en un juego de ganar o perder a modo de apuesta. Todo
está bien mientras se mantenga la seguridad, las instituciones, las y los
líderes, etcétera.
Despolitización,
apatía y analfabetismo político
El grueso de la población mexicana difícilmente puede considerarse
ciudadanizada; es decir, no es una sociedad consciente de sus derechos y
obligaciones, apenas apurada por el gran esfuerzo que implica la supervivencia
diaria, en el caso de los sectores más marginales, o enfocada totalmente hacia
el individualismo egoísta en lo económico y pragmático en lo político en los
sectores aburguesados y agringados. Ese es el principal obstáculo para una
democracia que no aspira a la igualdad ni a la libertad: inmensos sectores a
los cuales engañar o corromper, como sucede en los EEUU (país abstencionista
por excelencia).
La
agenda de Washington
Los intereses de los EEUU en México son cada día más claros: somos
sus aliados, además de sus vecinos, y sobre todo, una rica fuente de recursos
naturales, no renovables y humanos. Para la supervivencia de la gran potencia,
México es indispensable, igual que Canadá y casi por los mismos motivos. Por lo
tanto, el sistema político-económico-militar debe ser similar, o sino será absorbido por el imperio, como
parece ser el trasfondo de la ruta iniciada con la “guerra” contra el narco.
Washington sabe muy bien el tipo de canallas que dirigen al país, mientras
estos le sigan entregando las riquezas de la nación a sus empresas e intereses
bélicos, no harán nada para cambiar este tipo de democracia.
Un sistema hecho para
agandallar
El fraude electoral sigue siendo un hecho consumado en México.
Ningún partido juega limpio y los que pretenden hacerlo por que así les
favorece la preferencia electoral, no saben defender sus triunfos. Muchas
personas saben que no se respeta el voto, que se compra la voluntad de las
personas, y al desconocer la vida democrática, reproducen la cultura política
del autoritarismo, el machismo, la intolerancia religiosa y de género, además
del racismo. Es una situación favorable para el orden jerárquico, pero no para
una organización políticamente sana, socialmente saludable. El fraude va desde
las promesas de campaña (el futuro no se puede controlar) hasta el software que
contabiliza y redistribuye los votos a favor de “x” candidato(a).
Las
encuestas y las campañas
En el entramado de la “lucha” electoral y sus jugosos premios
(sueldazos, fuero, relaciones de poder, nula rendición de cuentas, viajes,
etcétera) las y los candidatos se convierten en el mejor de los casos, de
gentes bien intencionadas a futuros y comprobados tiranos, con sus honrosas
excepciones. En general las propuestas de campañas para esta elección son igual
de pobres y simplonas como las de siempre. Las encuestas por su parte están supeditadas
a quien las paga y habría más de una razón para dudar de ellas en un país donde
la mayoría de la gente no vota. Por eso las tendencias de las encuestas son más
bien tendenciosas y no reflejan la
realidad de un país despolitizado.
Ganarle al PRI
Participar en la farsa de las elecciones significa de antemano,
legitimar el régimen y por lo tanto, al PRI. Es muy complicado ganarles
electoralmente, pues cuentan con las instituciones de su lado, principalmente
los electorales, sus partidos satélites (PVEM y Nueva Alianza) un verdadero
ejército de “promotores” (golpeadores)
del voto, organización territorial y harto dinero para las campañas políticas.
Al PRI no se le puede ganar a la buena y menos en un terreno que conoce
bastante bien, pues lo ha construido a su modo. ¿Qué el PRI gana con el
abstencionismo? Claro que sí, como también lo hace con cada elección. El PRI
vive por y para las elecciones.
Propuestas
Si el camino electoral no es la respuesta, entonces cuál es. Hay
muchas maneras de organización sociológica fácilmente identificables, desde las
luchas armadas (rebeliones, revoluciones, golpes de Estado…) hasta las
pacíficas (huelgas, insurgencia civil, boicots…) pasando por las
institucionalizadas (plebiscitos, referéndums, revocación de mandato…) y, aunque
no lo crea, fenómenos como el abstencionismo pueden hacer cambiar un sistema,
pues es ridículo simular una democracia donde nadie vota. Por lo pronto ya
tomaron la iniciativa las y los profesores de la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE) particularmente en Chiapas, Oaxaca y
Guerrero.
FALTAN 43