viernes, 14 de octubre de 2011

Los verdaderos “ninis”: Duarte y Murguía

En octubre se presentaron los “informes de gobierno” de Chihuahua y otros estados como Nuevo León (competencia directa de Chihuahua en cuanto al primer lugar en número de asesinatos) pero ¿qué tienen que informar?, ¿su mediocridad y falta de talento e imaginación para brindar seguridad a su ciudadanía? Para el caso chihuahuense es el cinismo del retrógrada priismo neoliberal.


Chihuahua: el estado de la violencia GRANDE


Decenas de chihuahuenses han muerto y siguen muriendo víctimas de la violencia incontrolable (¿o controlada?) que afecta a la entidad desde la infortunada “guerra contra el narco” calderonista de hace cinco años, más cientos de miles más que se han ido por la misma causa. Ese tal vez debió de haber sido el gran tema a tratar en el primer informe de gobierno de César Duarte, un político gris venido de menos a más, célebre por subir a la tribuna de la Cámara de diputados y decir tonterías sin saber el tema que se estaba hablando.



Pero no, el protocolo gubernamental de besamanos y trajes bien planchaditos dice de las miles de maravillas que se han hecho en el estado, de los cientos de miles de beneficiados, de los empleos generados, de la competitividad, de los millones de inversión en obras diversas “para que tú y tu familia vivan mejor”…el surrealismo total, el engaño cínico, las mentiras para satisfacer vanidades de ególatras. La realidad es otra, no la de las complacencias “para mí y mis amigos”, como suelen ser dichas plataformas de discursos dizque informáticos.



En Chihuahua se cuidan las formas, se da dinero a empresarios como Eloy Vallina, se invoca a los presidenciables y se le sonríe a los gringos; la mafia en el poder, incapaz, o mejor dicho, desinteresada en proteger a la población, se protege a sí misma mientras paga a pseudo intelectuales como Luis Ochoa Minjares para escribir delirantes columnas de amor hacia el PRI. La decadencia de la clase política chihuahuense alcanza para fotografiarse junto al pobre y necesitado, pero hasta ahí; el poder es para satisfacción del que “gobierna”, no del gobernado.



Cierto es que cuando el señor Duarte (¿es licenciado en algo? Por que no lo parece) asume el poder político en el estado, la violencia ya estaba ahí, herencia directa de su antecesor José Reyes Baeza. Pero no debe haber escusas, él sabía a lo que entraba. Es difícil para las personas conservadoras y de derecha comprender y atender la violencia por que son habilitantes de las mismas: en las sociedades de clases, ya de por sí violentas, las jerarquías se encargan de hacer más violencia, como la limpieza social en la que está sumergida la entidad gracias a su clase empresarial. No nos equivoquemos: no se puede esperar mucho de quien cuida las formas y hace más oscuro el fondo; a un año de la administración duartista (por que no se le puede nombrar gobierno) y los cinco que faltan, si es que llega, el neoliberalismo regional seguirá siendo la norma y así, no se puede esperar mucho progreso social.


Ciudad Juárez: la ciudad más violenta del mundo.


El cuarto informe de “gobierno” de Héctor “Teto” Murguía (los otros tres son de su pasada administración 2004-2007) va por el mismo rumbo neoliberal de su jefe Duarte más el ingrediente populista. Imposible, absurdo citar logros de infraestructura, vigilancia o programas “sociales” si no se puede brindar seguridad a sus habitantes.

El ingenioso Teto (mejor que decirle ingeniero, pues su escaso vocabulario hace ver mal a sus colegas) ha seguido un perfil bajo en su cuarta administración, seguramente aconsejado por su partido para que no meta la pata tan seguido y se meta en problemas con medio mundo, pero eso no lo salva de la mediocridad. La ruta del ayuntamiento de Juárez sigue un camino trazado a la medida de quienes apuestan por la depuración de la ciudad a costa de la suerte de los demás y que se hacen llamar “empresarios”.




En el informe del Teto no se habla de limpieza social, de la colombianización ni de la militarización de la ciudad; tampoco se dice del dinero destinado a Jerónimo o de los cientos de miles que hemos abandonado la ciudad: sólo cifras bonitas, vacuas, logros sin sentido y frases elaboradas para la ocasión con los programados aplausos de la élite gobernante integrada por políticos, empresarios, rectores y religiosos más cientos de acarreados en viaje redondo en camión a su colonia con su torta y refresco. Y claro, resguardados hasta el tuétano por policías y militares de todas las corporaciones, no les vaya a pasar algo a tan importantes luminarias.



Si para la sociedad en general los informes de gobierno son históricamente una ocasión de aburrimiento y pérdida de tiempo, para la clase política es una acción que les da legitimidad aun en tiempos tan lamentables como el presente. ¿De qué sirve saber que se atendieron a cientos de ancianos(as) en el programa “x” o a miles de niños(as) en el programa “y” si al salir del programa no se sabe si llegaron con vida a sus casas? Ilusiones son las hazañas de “gobierno” cuando la realidad nos somete a la mayoría a un intenso estrés mientras la clase política vive encerrada en su mundo, pensando en la sucesión presidencial, en el próximo hueso, como el caso de Murguía y su anhelada senaduría.



Duarte y Murguía ni gobiernan ni ayudan a facilitar mejores escenarios para la sociedad chihuahuense y juarense. Sus esfuerzos por cuidar la imagen del estado y la ciudad no son otra cosa que ilusiones cosméticas para satisfacción de sus amigos empresarios y su futuro personal, hasta ahí. No nos engañemos: no hay gobernantes ni hay gobierno, sólo desvergonzados intereses de quienes hacen de la política un modus vivendi en sociedades que así se los permiten.

miércoles, 12 de octubre de 2011

15/10/11 Mexican@s Indignad@s en el zócalo del DF

Consumismo y despolitización en México



Pareciera que las y los mexicanos vivimos en un estable (y falso) paraísoterrenal cuando en el mundo se vive una crisis económica que anuncia la decadencia del modelo económico actual vigente (capitalismo neoliberal) y se sienten los vientos de cambio en regiones enteras. Pero no, la realidad mexicana da cuenta de fenómenos sociológicos que mantienen a su sociedad a raya sin saberlo; estos fenómenos tienen nombre: consumismo y despolitización.

Contexto mundial y nacional.

La economía se colapsa en Estados Unidos y Europa mientras sus sociedades salen a las calles a manifestarse; en Medio Oriente movimientos ciudadanos exigen libertad y cambios a sus corruptos gobernantes; Sudamérica voltea hacia la izquierda después de décadas de militarismo y mediocres gobiernos neoliberales…¿y México?  No es que el país no conozca los excesos del modelo (no olvidar el Fobaproa o la privatización de PEMEX, por ejemplo) o la ya crónica corrupción de su clase política (PRI, PAN, PRD…) más bien se trata de una situación, una trampa en la que hemos estado por bastante tiempo y nos mantiene paralizados, alienados, pese a los graves problemas que vivimos como la violencia  de Estado, de la política del miedo mejor conocida como “guerra contra el narco”. El miedo paraliza, sí, pero antes existe un antecedente previo que explica la falta de reacción de las y los mexicanos.  

Enajenación.

La enajenación ha sido estudiada como aportación teórica a partir de la obra de Karl Marx en el siglo XIX. Desde entonces sabemos cómo es que las creencias religiosas y la explotación laboral forman parte de la estructura y superestructura socioeconómica impuesta por la clase dirigente para su beneficio. Es decir, en cómo las sociedades se van conformando en base a engaños impuestos sobre ellas para mantenerlas de una u otra forma esclavizadas, mientras un pequeño grupo de truhanes (élites) igualmente enajenados, principalmente hacia el poder político y económico, se benefician de la vida de los demás. Estamos ante una práctica común, milenaria, que consiste en la explotación de un grupo social sobre otro más extenso.

Conformismo popular.

En el México profundo bonfilesco, donde el proceso de mestizaje y occidentalización indígena es lamentable e inevitable mientras las condiciones del capitalismo rapaz se multiplican, adquieren para el/la mexicano común una verdadera proeza, un conflicto mayúsculo precisamente por su incorporación a una “modernidad” que le exige más de lo que da para merecer ser aceptado. De este conflicto, las pocas oportunidades económicas, el alcohol,  la violencia doméstica, la creencia fanática y la pobre educación (cualitativa y cuantitativa) son el caldo de cultivo para una ciudadanía ficticia y una sociedad que desconoce sus derechos y se conforma con sobrevivir al día. Esta realidad es y sigue siendo la perspectiva para el grueso de la sociedad mexicana.

Ciudadanía dócil consumista.

Para el caso de México la enajenación consumista actual se construyó en base a un largo periodo de “paz” de la segunda mitad del siglo XX a la fecha (claro, sin olvidar movimientos tan importantes como el estudiantil del 68 o el zapatismo de finales de siglo, entre otros) coincidiendo con la industrialización, la modernización, el crecimiento de las ciudades y la inevitable aparición una clase media gastalona, admiradora de la cultura estadounidense y por lo tanto asimilable a todo lo gringo.  “Vales lo que tienes y si no tienes no existes”, podría ser el lema clasemediero mexicano. La realidad es, de inicio, un México desunido, clasista y racista que se niega a sí mismo imitando malamente el modelo individualista y consumidor gringo.

Neoliberalismo: enajenación disfrazada de felicidad.

El neoliberalismo engaña a las personas al inducirlas a sentirse realizadas  y felices cuando pueden comprar lo que quieren y así sentirse únicas. La libertad neoliberal está enfocada a necesidades creadas, al miedo a no tener, al temor al rechazo y la exclusión social. Estamos ante la economía del deseo, del placer y el reconocimiento social clasista. La idea del selfmademan invade las mentes y enajena los cuerpos para mejor control político al individualizar los gustos y necesidades banalizando la realización social en el imaginario colectivo, creando con ello sociedades egoístas y poco solidarias o enfermedades sociales como la obesidad y el alcoholismo. La persona no importa como tal sino como consumidora. 

Democracia electoral: esclavitud disfrazada de libertad.

El sustento político del capitalismo es la democracia electoral. Con ella la persona cree entrar al mercado de lo político y cuando vota en verdad piensa que elige algo. La realidad en cambio indica un proceso constante de despolitización social donde la participación cívica y política es mínima e intrascendental para la ciudadanía, la sociedad. La democracia neoliberal concibe sociedades pasivas, dóciles e ignorantes para seguir funcionando y mantenerse en el poder, que consiste precisamente en hacer creer a la ciudadanía en un futuro mejor; en que las personas no se mortifiquen por hacer lo que le corresponde hacer a las y los políticos; y en hacer además poco atractiva la actividad política, creando así una distancia entre político y ciudadano, entre el homo politicus que todo ser humano es y su relación con el mundo, enajenándolo de sí mismo.

La revolución por venir.

No es que las y los mexicanos seamos todos dejados o que el resto del mundo sea totalmente solidario y políticamente activo. Más bien no ha llegado nuestro momento, pero falta poco considerando la decrepitud del sistema político y la crisis del capitalismo actual. Las revoluciones las crean pocos, las continúan muchos y México ha aportado e inspirado en su momento con sus movimientos sociales a la humanidad. La paciencia se agota, el miedo transforma y el valiente vive hasta que el cobarde quiere.