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miércoles, 11 de abril de 2018

Abstencionismo electoral 2018




Abstencionismo electoral 2018
Carlos Murillo González

Política es una palabra con mala reputación en México. Motivos hay de sobra para considerar el ejercicio de la misma como una desgracia ineludible, inevitable. Corrupción, despotismo, autoritarismo, engaño, son sólo algunas de las calamidades observables y, en las contiendas electorales, una de las formas de mostrar molestia e inconformidad al respecto, es dejando de votar.

La falsa democracia que se ofrece a través del concurso electoral no puede simularse pretendiendo aparentar una vida política sana y legítima por el hecho de realizar contiendas periódicas donde supuestamente se elige a representantes de la sociedad para beneficio de la población. Las elecciones son los momentos más importantes para la continuidad del régimen, no para la gente.

Por los mismos motivos de arrogancia y privilegios relacionados con el poder político, el abstencionismo, tan hipócritamente criticado por los mismos actores políticos y sus simpatizantes, es visto y usado como un factor determinante para ganar elecciones, de ahí la importancia de que exista. Su uso y manipulación es similar al usado en los sectores paupérrimos, lumpenproletarios: sólo cuentan para modificar resultados, ya sea comprando su consciencia, ya sea para usarlos como grupos de choque sacrificables.

Como las elecciones son prácticamente el único momento importante al que se ha reducido la participación ciudadana, todo se concentra en las campañas para pedir al electorado su voto y que calle y desaparezca el resto del año. No hay interés para nada más. Una sociedad sumisa, empobrecida, enajenada, despolitizada, analfabeta política, es altamente manipulable y deseable para la estabilidad del sistema político económico actual.

Dentro de este contexto de ignominia, la contienda electoral del 2018 sobresale por la cantidad de contradicciones dispuestas al fraude, que no sólo provocan la desconfianza del electorado, sino también aumentan su desencanto, su apatía e, irremediablemente, tendrá eco en la de por sí alta ausencia de votantes. El sistema lo sabe y apuesta a ahuyentar a la gente de acudir a las urnas, pues entre menos votantes, mayores las posibilidades de manipular los resultados.

El régimen tiene mucho que perder. En esta ocasión, la debilidad del sistema de partidos y sus aliados empresariales, aun con la intromisión de Washington, por el saqueo impune de la nación a costa de la pobreza y la vida de las personas, más la gran cantidad de escándalos de la clase política, hace imposible ocultar su grado de descomposición y la gente lo sabe.  

¿Quién no conoce de la “casa blanca” de Peña, del cochino triunfo del PRI (elección de Estado) del 2017 en el Estado de México; de la continuidad sexenal de la violenta “guerra contra el narco”, de las reformas anti y contra populares, del gasolinazo; del robo institucional de los recursos destinados a las y los damnificados de los terremotos; de los ex gobernadores ladrones (los Duarte, los Moreira…) de los candidatos tramposos y con cola que les pisen (Meade, Anaya, Zavala) de las instituciones electorales compradas (INE, Trife, FEPADE…) no de ahora, con su resolución sobre el tramposo candidato independiente priista “El Bronco”, sino de siempre o de candidatos de “izquierda” (AMLO) ahora pragmáticos, que no saben defender sus triunfos electorales?

El panorama es para nada esperanzador. En regiones donde reinan los cárteles del narco con lujo de violencia (Estado fallido) como Tamaulipas o Chihuahua, ni siquiera hay condiciones para realizar elecciones. Tampoco está en el discurso de los candidatos los derechos humanos, la perspectiva de género, la defensa del medio ambiente ni una agenda para los pueblos originarios, casi en peligro de extinción. La propuesta política electoral es totalmente del siglo XX o más retrógrada. La oferta política en general es pobre aun si existieran condiciones para elecciones limpias.

A nivel local, Ciudad Juárez es campeona en abstencionismo y el estado de Chihuahua aparece frecuentemente en los últimos escaños de participación electoral a nivel nacional. Este año no parece vaya a ser distinto. Aun con los candidatos(as) “independientes” y ahora con la posibilidad de reelección (¿alguien recuerda el slogan de Madero hace cien años: “sufragio efectivo, no reelección”?) la contienda no cambia nada, salvo una mayor oferta por quien votar, lo cual no alienta a una sociedad robada y desgastada por la violencia y el abandono.

Votar sigue siendo una ilusión por que la persona cree que elige, pero no elige nada. El escenario está dispuesto para el fraude electoral, tanto de la pobreza de opciones y propuestas de los candidatos, como de los previsibles resultados finales. La pregunta no es por quién votar; tampoco cómo defender el voto; la pregunta es si este sistema de partidos que divide a la sociedad, si esta “democracia” representativa que sólo representa a las élites, es el régimen que más me conviene.    

Nos han vendido la idea de democracia como non plus ultra, pero eso también es falso. Ni la democracia electoral es democrática, ni vendrá el caos si cambiamos la forma de organizarnos. Ese discurso es más el de una religión celosa, egocéntrica. La democracia mexicana es excluyente (pregúntele a Marychuy) y cleptocrática (gobierno de ladrones) si votas o no votas le es indiferente al sistema; lo único que importa es ganar y para eso cuentan con el monopolio de la violencia.

viernes, 5 de junio de 2015

Abstencionismo, México, 2015









Abstencionismo, México, 2015
Carlos Murillo González


Parecía una elección “normal”, de esas que no atraen tanto a la gente por que son intermedias  (para renovar la Cámara de Diputados) y en algunos estados, para presidencias municipales y gubernaturas. De repente el debate sobre el voto nulo y el voto útil en los reducidos ámbitos intelectuales, pero luego la presencia de lo hardcore en Guerrero, Chiapas y Michoacán. El boicot de las elecciones ha iniciado.

El derecho a votar o no votar

La constitución mexicana nos otorga el derecho al voto a la ciudadanía mayor de 18 años, mas no así el deber de votar. Precisamente es una obligación moral cuya decisión de abstenerse no está sujeta a castigo. En las democracias electorales contemporáneas, mayoritariamente occidentales, la vida democrática de la mayoría se reduce a depositar un voto cada determinado tiempo para continuar o cambiar con un régimen político-económico. La realidad de esta manera de organización falsamente llamada “democrática” es sobre todo psicológica: da la sensación de orden en un juego de ganar o perder a modo de apuesta. Todo está bien mientras se mantenga la seguridad, las instituciones, las y los líderes, etcétera.       

Despolitización, apatía y analfabetismo político

El grueso de la población mexicana difícilmente puede considerarse ciudadanizada; es decir, no es una sociedad consciente de sus derechos y obligaciones, apenas apurada por el gran esfuerzo que implica la supervivencia diaria, en el caso de los sectores más marginales, o enfocada totalmente hacia el individualismo egoísta en lo económico y pragmático en lo político en los sectores aburguesados y agringados. Ese es el principal obstáculo para una democracia que no aspira a la igualdad ni a la libertad: inmensos sectores a los cuales engañar o corromper, como sucede en los EEUU (país abstencionista por excelencia).

La agenda de Washington

Los intereses de los EEUU en México son cada día más claros: somos sus aliados, además de sus vecinos, y sobre todo, una rica fuente de recursos naturales, no renovables y humanos. Para la supervivencia de la gran potencia, México es indispensable, igual que Canadá y casi por los mismos motivos. Por lo tanto, el sistema político-económico-militar debe ser similar,  o sino será absorbido por el imperio, como parece ser el trasfondo de la ruta iniciada con la “guerra” contra el narco. Washington sabe muy bien el tipo de canallas que dirigen al país, mientras estos le sigan entregando las riquezas de la nación a sus empresas e intereses bélicos, no harán nada para cambiar este tipo de democracia.

Un sistema hecho para agandallar

El fraude electoral sigue siendo un hecho consumado en México. Ningún partido juega limpio y los que pretenden hacerlo por que así les favorece la preferencia electoral, no saben defender sus triunfos. Muchas personas saben que no se respeta el voto, que se compra la voluntad de las personas, y al desconocer la vida democrática, reproducen la cultura política del autoritarismo, el machismo, la intolerancia religiosa y de género, además del racismo. Es una situación favorable para el orden jerárquico, pero no para una organización políticamente sana, socialmente saludable. El fraude va desde las promesas de campaña (el futuro no se puede controlar) hasta el software que contabiliza y redistribuye los votos a favor de “x” candidato(a).   


Las encuestas y las campañas

En el entramado de la “lucha” electoral y sus jugosos premios (sueldazos, fuero, relaciones de poder, nula rendición de cuentas, viajes, etcétera) las y los candidatos se convierten en el mejor de los casos, de gentes bien intencionadas a futuros y comprobados tiranos, con sus honrosas excepciones. En general las propuestas de campañas para esta elección son igual de pobres y simplonas como las de siempre. Las encuestas por su parte están supeditadas a quien las paga y habría más de una razón para dudar de ellas en un país donde la mayoría de la gente no vota. Por eso las tendencias de las encuestas son más bien tendenciosas y no reflejan la realidad de un país despolitizado.    

Ganarle al PRI

Participar en la farsa de las elecciones significa de antemano, legitimar el régimen y por lo tanto, al PRI. Es muy complicado ganarles electoralmente, pues cuentan con las instituciones de su lado, principalmente los electorales, sus partidos satélites (PVEM y Nueva Alianza) un verdadero ejército de “promotores”  (golpeadores) del voto, organización territorial y harto dinero para las campañas políticas. Al PRI no se le puede ganar a la buena y menos en un terreno que conoce bastante bien, pues lo ha construido a su modo. ¿Qué el PRI gana con el abstencionismo? Claro que sí, como también lo hace con cada elección. El PRI vive por y para las elecciones.

Propuestas

Si el camino electoral no es la respuesta, entonces cuál es. Hay muchas maneras de organización sociológica fácilmente identificables, desde las luchas armadas (rebeliones, revoluciones, golpes de Estado…) hasta las pacíficas (huelgas, insurgencia civil, boicots…) pasando por las institucionalizadas (plebiscitos, referéndums, revocación de mandato…) y, aunque no lo crea, fenómenos como el abstencionismo pueden hacer cambiar un sistema, pues es ridículo simular una democracia donde nadie vota. Por lo pronto ya tomaron la iniciativa las y los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) particularmente en Chiapas, Oaxaca y Guerrero.

FALTAN 43


martes, 21 de agosto de 2012

Vivir en la mentira




No hay mejor almohada que una consciencia tranquila
Refrán alemán


Ciudad Cárcel, Chihuahua, verano del 2012


La sociedad de las apariencias es aquella que desarrolla constantemente elementos satisfactores inmediatos para una realidad no agradable de las relaciones sociales. Así por ejemplo, el alcohol (la cerveza, el licor)  cumple una labor social similar al de las religiones: conducen hacia la enajenación del alivio del espíritu, del alma; combate el estrés, para hablar en términos cotidianos actuales.

Este tipo de relaciones se da mayormente en sociedades totalitarias, jerárquicas y economías capitalistas; puede tener connotaciones nacionalistas, como describe Octavio Paz en El Laberinto… por ahí por las “Máscaras mexicanas. La preferencia por la Forma…”. En las sociedades contemporáneas además, la apariencia viene acompañada de soledad, por el individualismo, la desaparición de la comunidad y la noción de ella. 

Pero, ¿qué estimula la aparición y permanencia de dicho fenómeno?, ¿a quién se quiere engañar?, ¿para qué? La apariencia también puede disfrazarse de silencio, de ausencia; ahí está el elocuente ejemplo del silencio de la iglesia católica frente al fraude electoral en México. ¿De qué protege la apariencia? Los gobiernos bajo cualquier argumento (de seguridad nacional, confidencialidad, moral y buenas costumbres, etcétera) suelen cometer abusos, como el emblemático ejemplo de Wikileaks y el caso Julian Assange/Bradley Manning, perseguidos por Estados Unidos al revelar públicamente cables diplomáticos y sobre todo, información secreta de masacres a civiles realizadas en Afganistán por fuerzas de ese país, entre otros documentos.

La sociedad actualmente está predispuesta a las apariencias. Las y los políticos aparentan ser inteligentes y honestos; los noticieros y periódicos, pretenden ser veraces. O bien en el microcosmos de la vida diaria, actuando de acuerdo a la ocasión, con seriedad en un funeral, con alegría en una boda o con rutina al trabajar, poniéndonos un disfraz para cada ocasión. Es una costumbre disimular, aparentar, engañar; es la astucia de vivir y sobrevivir sociedades que además, suelen ser hostiles por herencia del patriarcado. La competitividad tan característica de las sociedades de libre mercado, también procura trampas, secretos, traiciones, así sea en un mercado o empresa, o en el deporte y la música; todo depende del grado de enajenación de la sociedad.

La apariencia de la mentira, cuando es social (es decir, cuando sociológicamente tiene un impacto en la forma de pensar y actuar de la gente o un sector de la misma) se transforma en hábito, costumbre y finalmente, cultura (generacional, nacional, etcétera) y es difícil de quitar. ¿Cómo se puede vivir en la mentira? Rehusándose a constatar la realidad o considerar otros puntos de vista, amparándose en la negación, la hipocresía o el cinismo, como el reciente caso de la elección federal, con tantos actores e instituciones involucradas, negando evidencias, ocultando información o simplemente haciendo como si nada.

Ciudad Cárcel cada vez se hace más grande, enorme. No tardan en llegar las cárceles privadas, por que la persecución policiaca arrasa con todo y pronto no va a haber cupo para tanta persona, además de la herencia de la narcoguerra. Nadie da cuenta de las desapariciones, pese a tanta denuncia y policía, que no se da abasto con tanto civil convertido en delincuente, aunque sea por no traer identificación o “para protegerte”, como suelen ahora decir las y los agentes discípulos de Julián Leyzaola antes de encarcelarte. En Ciudad Cárcel la apariencia se convierte en cifras: primero te crean una guerra ficticia, donde efectivamente muere mucha gente, y luego de disimular que no pasa nada y se exagera, se presumen estadísticas de la disminución de homicidios (contrariamente y pese a lo que se diga, los feminicidios continúan).

La promesa también es apariencia, por lo tanto, engaño y mentira (ensayo y error). En el neoliberalismo se adora el futuro, por que en él está la felicidad, por eso es inalcanzable. No es coincidencia la semejanza con la recompensa del cristianismo a posteriori, El Cielo, pues Adam Smith era monje. La promesa juega con la esperanza convertida en fe, por eso es tan dañina.

En las ciudades Cárcel se aprende a cuidarse del desconocido tanto como del policía; las y los ciudadanos de bien se convierten en potenciales terroristas, desde el que no paga impuestos o es desempleado, como el/la que sale a las calles a protestar, así sea estudiante o anciano. Sólo las sociedades cerradas dentro de Cárcel, las élites, gozan de un macabro juego de sobrevivencia con la libertad que da el dinero y las relaciones, es parte de la apariencia.

¿Cómo se sabe si vives en la mentira? Hay verdades sociales innegables, como la pobreza, la injusticia; pero también hay verdades personales, secretos que no se comparten con cualquiera (hay versiones sobre la orientación sexual de cierto priista cuarentón de copete que además tiene fama de golpeador, otro chisme basado en hechos sin importancia que sucedieron en San Salvador Atenco y con ser el número uno en feminicidios). Otras formas de enajenación están en la televisión, el fútbol, el sexo, las cantinas, el internet…todo lo necesario para olvidar la realidad, al menos un rato; la enajenación de la nada, de no involucrarse en nada, voltear al otro lado, encerrado en la casa, el cuarto, el fraccionamiento, vivir con precaución.    

No toda la gente vive en la mentira. Ahora la resistencia es moral, dialéctica de consciencia personal y colectiva, del presente y para el presente. Es época de cambios, pero sucede que mucha gente se quedó dormida en el siglo XX. La posmodernidad no significa fragmentos, sino fractales; de lo que ocurra hoy dependerá el mañana; el futuro no existe sino como perspectiva en un espacio caótico sin límites y sin centro, en constante movimiento, según dice Albert Einstein. Esa es la realidad que nos provee la ciencia para el siglo XXI.

Pero mientras la mentira es parte de la doble moral, del malestar social, del engaño y el error, Serge Galam, sociofísico de la Universidad de Jussieu, Francia, explica bajo modelos matemáticos lo que llama inercia: que un sistema democrático termina siendo conservador e inmovilista, inerte.

lunes, 2 de julio de 2012

Fraude electoral 2012





Como era de esperarse, la maquinaria del sistema político mexicano se mueve para darle el triunfo electoral a Enrique Peña Nieto (EPN) y el PRI. De hecho todo apuntaba a que así fuera: las televisoras, las despensas, los ríos de dinero para coacción del voto, pero sobre todo, el conteo del IFE. Era ingenuo pensar, como ciudadano(a) común, que por las buenas se le puede ganar al corrompido sistema político y en particular al PRI.

La sociedad mexicana, acostumbrada al fraude electoral y los escándalos políticos, ya debería estar preparada para un escenario así. Es precisamente ahora a la hora de la postelección cuando se esperan reacciones de la gente. El grupo internacionalista hacker Anonymous  y el juvenil #Yosoy132 son hasta el momento, los únicos atenta y abiertamente en alerta ante esta realidad. Pero mientras los primeros al sospechar del fraude cibernético, llevan su propio conteo, los segundos esperan reunirse para decidir acciones a seguir. 

Al igual que hace seis años, el país queda dividido por sus preferencias partidistas. Según los datos del IFE, hay en una férrea competencia entre el abstencionismo y EPN por el primer lugar, cercanos a los cuarenta puntos; AMLO en segundo a una distancia de 5-6 puntos; Josefina Vázquez Mota en un lejano tercer sitio con una cuarta parte de los votos; y otra férrea “pelea” por el último lugar entre Gabriel Cuadri y el voto nulo en el horizonte del dos por ciento de los votos. No debe extrañar la mancuerna abstencionismo-PRI, pues van de la mano y son proporcionales: a mayor abstencionismo, mayor posibilidades de triunfo del PRI, sin olvidarse además el valor de los votos que obtiene el PRI; es decir, los que compra, los que fuerza, los que mete de trampa.   

El detalle del fraude está en la distancia permanente, inamovible, del puntero (EPN) con el segundo lugar (Andrés Manuel López Obrador, por segunda ocasión) de  entre tres y seis puntos, así como en la también inamovible distancia entre voto nulo y Gabriel Cuadri (este candidato fungió en todo momento no sólo como un distractor y palero de EPN, sino también como una especie de comodín sin el cual la ecuación anómala de votos no sería posible). Este tipo de anomalía estadística se presentó en el 2006 y desde entonces ha sido investigada por científicos de varios países. Lo que llamo la atención de estos especialistas fue esa forma tan particular y mexicana de burlar las leyes científicas para adecuarse al resultado oficial: las tendencias no se cruzan, sino se mantienen, ¿cómo?

El fraude en las democracias electorales es muy común. En Estados Unidos por ejemplo, país que se jacta de “democrático” y hace guerras en su nombre, también emplea la rasura del padrón, el acarreo de votantes, el financiamiento exorbitante (“donaciones”) fraude cibernético, entre otras, sin los cuales no se entenderían triunfos como el de George W. Bush en el 2000, una elección particularmente fraudulenta. En las democracias capitalistas se practica lo que se conoce como “democracia dirigida”: las elecciones dan la sensación social de orden, civilidad y certeza, pero en realidad, como en México, quienes deciden y gobiernan son las grandes corporaciones, los grandes capitales, pero hacen creer a su ciudadanía que se juega limpio y su voto vale.  En las democracias capitalistas la competencia electoral es inequitativa y responde a los intereses de los grupos más poderosos.

México se ha especializado en fraudes electorales desde siempre (la historia del país está llena de conflictos de este tipo, como en 1910) pero a partir de 1988 se ha especializado en el fraude electoral electrónico. En 2012 se vuelve a aplicar dicho esquema con los resultados hasta ahora conocidos y ya legitimados por la clase política. Según el doctor en física Jorge Alberto López Gallardo de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP) se están utilizando matrices similares a las utilizadas en 2006 para crear correlaciones perfectas inamovibles a favor de EPN y en contra de AMLO. En su cuenta de Twiteer @A_LopezGallardo se pueden apreciar las observaciones que está recogiendo.

El peor escenario postelectoral es el de un país dividido por que puede generar violencia.  Cuando se hizo la reforma electoral del 2007, el Instituto Federal Electoral (IFE) no hizo lo necesario para evitar un panorama así: ni segunda vuelta, ni candidaturas ciudadanas, ni vigilancia de la coacción del voto, entre otras. El IFE hace tiempo que dejó de ser una instancia confiable, mucho menos ciudadana que incluso se ha visto débil o cooptada ante el poder de las televisoras; esto hace ver al IFE ante la opinión pública como más a favor de los intereses del stablisment y no de la ciudadanía. De este escenario salió el #Yosoy132.

Es natural si la gente se siente defraudada: ni los candidatos, ni las instituciones del Estado (llenas de burócratas partidistas) mucho menos los partidos o los grandes empresarios están a la altura del país.  El fraude electoral , estuvo presente siempre ante los ojos de todos y todas (ahí están Youtube y Facebook como testigos) y la realidad, la cruda realidad es que el futuro inmediato presagia más violencia, estado policiaco, corrupción. Las elecciones pasan, se van, el PRI nunca se fue, ¿vendrá con deseos de venganza?, ¿cómo va a recuperar toda la lana que invirtió en la campaña y publicidad? Mientras votabas no dejó de haber violencia, robos, feminicidio, inseguridad, ¿estará la sociedad mexicana a la altura de su país?