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miércoles, 7 de noviembre de 2012

Fin a la “guerra” contra el narco



Las elecciones en Estados Unidos no sólo dieron como ganador a Obama, también se votó a favor de la legalización de la marihuana con fines recreativos en los estados de Washington y Colorado, lo cual inmediatamente hace innecesario seguir con la política de exterminio en México para que la droga no llegue a ese país. Es la mejor noticia que podemos tener las y los mexicanos.

Ya no hay motivos ni razones para seguir las políticas impuestas desde La Casa Blanca con la Iniciativa Mérida y menos aún con la sanguinaria propuesta de Calderón, que nunca tuvo ni pies ni cabeza, pero sí un profundo impacto negativo en la sociedad, con un saldo irremediable en vidas humanas, sobre todo en el norte del país. Influidos por Washington y Colorado, seguramente otros estados de ese país llevarán estas iniciativas de legalización y cada vez serán menos justificables las acciones “bélicas” que tanto daño han hecho en la población.

Se estima que la “guerra” contra el narco calderonista ha costado ya entre 60 y 100 mil asesinatos relacionados, más las desapariciones, más la migración, más la destrucción económica y el impacto psicológico en aquellos estados y ciudades donde esta política ha sido singularmente cruel. Pero ya no hay pretextos para seguir adelante con tan macabro programa; ya no tiene sentido la destrucción del país para complacer a otro país que esta virando su estrategia de manera pacífica; sería absurdo continuar en la misma dirección.

Hace dos años, California había llevado una iniciativa de legalización de la marihuana con fines recreativos. La iniciativa no pasó por un ligero margen, pero dejaba ver la tendencia cada vez mayor en esa nación de darle otro sentido al consumo de este estupefaciente en particular. Estados Unidos y en especial California, son los principales cultivadores de marihuana en el mundo (sí, en el mundo) además de ser, con mucho, el principal país consumidor de drogas. Las políticas de Washington por décadas han ido perdiendo batalla tras batalla, programa tras programa, todas las luchas contra las drogas.

En el libro “La guerra al narco y otras mentiras”, coordinado por César Cansino y Germán Molina (ICI/CEPCOM: 2011) escribí un texto sobre el impacto de esta “guerra” en Ciudad Juárez, donde vienen cifras no sólo de la ciudad, sino también de los índices de consumo y combate a las drogas en el vecino país del norte: después de multimillonarios presupuestos, costosas campañas y agresivos programas contra la delincuencia organizada (Estados Unidos cuenta con el mayor número de encarcelados de los países ricos, con una población de más de dos millones de presos) la tendencia sigue imperturbablemente a la alza. No es ocioso decir además, que sus técnicas de prevención y rehabilitación son un fracaso. Ver: http://carmugosociologico.blogspot.mx/2011/12/la-guerra-perdida-contra-el.html

El negocio de las drogas, como bien se sabe, es una industria muy lucrativa que se relaciona además con otros negocios también ilícitos, como la trata de blancas o el tráfico de armas, entre otros. En el capitalismo todas las industrias prosperan mientras haya demanda y la gran paradoja del narcotráfico es que la prohibición del consumo ha hecho más fuertes a estos grupos criminales y mayor la demanda. Se puede decir que a partir del siglo XX los grupos del narcotráfico alcanzan niveles de poder inimaginables un siglo atrás. Plantas como la marihuana, después de ser apreciada, estudiada y aplicada por miles de años (ya se le estimaba en China unos tres mil años antes de esta era) es ahora objeto de persecución y sus usuarios criminalizados, inhibiendo también, aunque no totalmente, su investigación y explotación en otros ámbitos como la medicina, la alimentación o la industria textil.

La constitución de Estados Unidos, su Carta Magna, está escrita en hoja de cáñamo, sustancia derivada de la marihuana. George Washington y los padres de la nación del norte, no sólo eran terratenientes esclavistas, también se dedicaban al cultivo de esta planta. El gran problema con los estadounidenses es su población conservadora, los WASP* principalmente, de donde han surgido presidentes escrupulosos incapaces de entender el problema y sí muy dispuestos torpemente a complicarlo más. El resultado es desde el siglo pasado y coincidiendo con el empoderamiento de ese país como la principal potencia mundial, la progresión del consumo de drogas con gran sufrimiento humano.

Todavía no hay que celebrar. Más bien ha de hacerse una profunda y sincera introspección sobre cómo presionar a los gobiernos de México (federal, estatal y municipal, así como a las cámaras representativas) para terminar con esta “guerra”, despenalizar y legalizar la marihuana sin sufrir consecuencias por ello. Desafortunadamente la mayoría de las y los políticos mexicanos son conservadores y sumisos ante Washington, aunque muy probablemente muchos de ellos sean consumidores de sustancias ilícitas.     

Hay mucho por hacer entonces. Insisto: ya no hay argumentos para sostener una “guerra” insostenible. La batalla por la legalización ha comenzado.



*White Anglo Saxon Protestants. 

lunes, 16 de abril de 2012

Las drogas, las elecciones y Chihuahua



(Publicado también en revista Aserto, número 105, abril del 2012, Chihuahua, Chihuahua)

La “guerra” contra las drogas es el rasgo más distintivo de este sexenio conservador de derecha neoliberal. Se calcula una pérdida en vidas humanas de alrededor de 60 mil asesinatos, de los cuales una quinta parte suceden en Chihuahua. Hasta el momento, ningún candidato presidencial ha dejado claro cómo va a subsanar tamaño catástrofe, la militarización y el intervencionismo de Washington, cómo recuperar la paz. La legalización y despenalización de las drogas no es un problema menor.

El tema ni siquiera está en las propuestas de campaña, pese a que las dimensiones del genocidio por sí solo sería suficiente para detener cualquier proceso electoral en una auténtica democracia y paralizar al país en la búsqueda de justicia, pero no es el caso. A la derecha no le interesa cambiar el rumbo de la estrategia contra las drogas y la “izquierda” no parece muy dispuesta a arriesgarse a oponerse a los designios estadounidenses y menos a asustar a las conservadoras y desinformadas mentes de la ciudadanía que sí vota y que a cada elección es más escasa. Esto significa para estados fronterizos como Chihuahua, la continuación de una guerra de baja intensidad, clasista y selectiva.

El narcotráfico es un problema del capitalismo por que es un negocio.

No es un problema del ser humano, del individuo, por que cada quien tiene la libertad de elección y si alguien prefiere fumar marihuana, no debe considerarse como un delito y menos perjudicial para la salud; es mucho más perjudicial beber Coca-cola o fumar tabaco y sin embargo sigue siendo una decisión individual, aunque inducida. En las sociedades de consumistas, el problema es la enajenación compulsiva, no consciente, por eso se debe criminalizar a las empresas que manipulan a la población con necesidades creadas, las cuales constantemente seducen a la sociedad para venderles satisfactores que no necesita y crear clientes cautivos. Pero eso tampoco lo vamos a ver en las propuestas electorales, por que toca muchos intereses empresariales.

La “guerra contra el narco” nos ha traído como consecuencia un grave problema de seguridad pública, que si bien ya existía antes de este hecho, se multiplica y complica en pocos años trayendo desgracia, sufrimiento y estancamiento económico. Chihuahua es el vivo ejemplo del antes y el después de esta situación. Las consecuencias han sido en alto grado desfavorables para la sociedad en general y ha recrudecido, entre otras cosas, la violación a los derechos humanos, la persecución y asesinato de activistas, el exilio masivo de población a otros estados y países, además del aumento de delitos en todos los rubros; prácticamente en todos los municipios hay historias trágicas relacionadas con esta cuestión.

Chihuahua ha sido con mucho, el gran perdedor de esta “guerra”.

Paradójicamente, pero no inocente, el gran ganador de este pandemónium es Estados Unidos: se queda con la droga, vende armas a los grupos criminales, impone su visión estratégica al gobierno federal y hasta se da el lujo de beneficiarse con la gente huida a ciudades como El Paso, Texas, entre ellos muchos empresarios y empresas; todo un negocio. El precio que tiene que pagar Washington en comparación con sus ganancias es mínimo, basta un económico y condicionado Plan Mérida y algunos otros fondos “humanitarios” del USAID para “reparar el tejido social”. Por eso persiste el interés en que quien salga ganador(a) de la contienda electoral del 2012 continúe la estrategia sugerida.

La posición geográfica de Chihuahua, estratégica para el narco, pero también para Washington, nos deja en una situación vulnerable. Si continúa la “guerra” contra el narco se seguirá debilitando al estado, pues además quienes gobiernan a nivel estatal y municipal son incapaces de garantizar una mínima existencia pacífica a la sociedad. Obviamente legalizar no está en los planes de las y los políticos, los partidos ni los candidatos presidenciales, pese a la existencias de numerosos estudios académicos a favor e incluso, de la opinión de varios e influyentes políticos a escala internacional. Legalizar supondría una desestructuración de la política tal como la conocemos, pues además el narco ya estaba dentro desde mucho antes y genera millonarias ganancias. Hay pues, muchos intereses de por medio.


4-20. El 20 de abril se celebra mundialmente el día de la marihuana. Es una forma de protesta contracultural en varias partes del mundo, incluido México, para concentrarse públicamente, fumar mota y exigir la liberación del consumo. Esta “droga” tiene miles de años de ser conocida por sus cualidades curativas, alimenticias y textiles, pero sólo hasta el siglo XX es cuando se prohíbe, a insistencia de Washington, para proteger su industria algodonera.  Son inútiles e injustificables los discursos oficialistas para desacreditar a la marihuana y las acciones para criminalizar a sus usuarios y “combatir” a los cárteles. La ignorancia, hipocresía y avaricia detrás de la prohibición y persecución sólo delatan la complicidad de intereses con las consecuencias que lamentablemente ya conocemos.