Primero fue la Iniciativa Mérida a través de los operativos conjuntos; luego el Crime Stoppers; después la exigencia de los cascos azules de la ONU; ahora son los centros de operaciones de la CIA, FBI y DEA que operarán en Ciudad Juárez, y luego, ¿qué seguirá?, ¿la entrada de los marines?, ¿un gobierno provisional norteamericano o sugerido por ellos?, ¿la anexión a Estados Unidos, dado que no podemos gobernarnos solos?
No sólo la “guerra contra el narco” es el parapeto de Felipe Calderón para “¿legitimar?” su sexenio; ahora podemos dar cuenta también del grado de entreguismo de este gobierno pro-norteamericano en aras de “asimilar” el país con las políticas que dictan sus pares, ¿o debo decir superiores? estadounidenses. La pérdida de la soberanía política de México es una lamentable y cruel muestra del camino equivocado, por lo menos desde Carlos Salinas de Gortari (otro presidente surgido del fraude electoral) por acercar (léase integrar) al país con los Estados Unidos.
El intervencionismo norteamericano en México no es reciente, así como tampoco lo es el entreguismo de algunos gobiernos y políticos mexicanos hacia este u otros imperios, como los conservadores (antepasados de la derecha neoliberal priista y panista en México) que trajeron a Maximiliano de Habsburgo en el siglo XIX con el apoyo militar de Francia y la iglesia católica (luego dicen que la historia no se repite) para crear un imperio fallido.
Hoy la “guerra contra las drogas” son el pretexto para el intervencionismo de Washington en lo que ellos consideran un problema de seguridad nacional, o lo que es lo mismo, un asunto de geopolítica del poder; es decir, cómo mantener “controlado” a México, de tal manera que garantice la droga, se mantenga “fiel” a Estados Unidos y su política imperial-capitalista, así como sus recursos energéticos (petróleo sobre todo) disponible en estos tiempos de desasosiego económico en que corre peligro el liderazgo norteamericano mundial.
Por lo menos desde la muerte del agente encubierto de la DEA (la agencia de cumplimiento de leyes contra las drogas norteamericana) Enrique Camarena en México, a mediados de los años ochenta del siglo pasado, sabemos del trabajo de agentes norteamericanos en nuestro país. Sabemos también, cómo la política exterior norteamericana influye en derrocar democracias que nos les son favorables (como el caso del gobierno de Manuel Zelaya en Honduras) cómo apoya gobiernos ademocráticos (como el caso de Álvaro Uribe en Colombia) y cómo desde siempre es un agente desestabilizador de nuestro país (¿quién apoyó a Victoriano Huerta en la Decena Trágica que derrocó a Francisco I. Madero en febrero de 1913?).
Desafortunadamente mucha gente aplaude el intervencionismo norteamericano en México, particularmente en Ciudad Juárez, porque piensa es la única forma de hacer frente al problema de inseguridad pública y anomia al cual Washington no ha tenido empacho en declarar como Estado fallido. La psicosis de miedo como crisis de inseguridad y la desconfianza ciudadana en el Estado mexicano, sirven para crear un ambiente favorable para la violencia así como para justificar la intervención estadounidense so pretexto de su “seguridad nacional” que se supone, comienza del Río Bravo hacia el norte (¿?).
Es ingenuo pensar que el gobierno estadounidense actúa de buena voluntad preocupado por la violencia en México. Es más creíble pensar en un movimiento estratégico de ese país, del tipo aplicado en Afganistán, Irak o cualquier otra nación de la era reciente en el que Washington ha aplicado su criterio de guerras preventivas. ¡Cuidado! no hay que anteponer el sentimiento o deseo de “progreso”, tan comprada en el imaginario colectivo mexicano en relación con el “sueño americano”, pues aquí se trata de otra cosa: tanta propaganda hostil a México de parte de los norteamericanos (Estado de excepción, narcoestado, Estado fallido, etcétera) el crecimiento del Fuerte Bliss en El Paso, Texas (el segundo más grande de Estados Unidos) el reforzamiento y crecimiento de la Patrulla Fronteriza, además de la ayuda económica (Plan Mérida) las asesorías y entrenamientos al gobierno y policía mexicanas, merecen toda la atención ciudadana.
Es muy sospechosa la posición estadounidense frente a las drogas: todo lo malo en relación con ellas proviene de los malvados cárteles mexicanos, quienes envenenan a las pobres víctimas estadounidenses, llevando la corrupción y la delincuencia a sus inocentes vidas; sí, cómo no. Para nadie son secretas las enormes ganancias generadas por el narcotráfico, medidas en miles de millones de dólares, un jugoso negocio que no paga impuestos del cual sería incomprensible cómo es que no hay bancos, empresarios y cárteles norteamericanos que no quisieran entrar en ese mercado, sobre todo en estos tiempos de crisis económica, ¿pues qué no son los Estados Unidos líderes del capitalismo mundial?
Anécdota. Inspirado después de haber visto la película Invictus la noche del miércoles 17 de febrero, salí a eso de las 10 de la noche a correr con mi perra Bonita al bordo del Río Bravo por lado mexicano. Cuál no sería mi sorpresa al notar que una patrulla fronteriza al vernos nos empezó a seguir. Molesto, nos dimos la media vuelta y seguimos el corredor del bordo en dirección al norponiente. Poco después, ya no nos seguía la mencionada patrulla, ¡sino un helicóptero! Al principio pensé que era una coincidencia, pues el aeromóvil nos seguía de lado mexicano (unos quince o veinte metros dentro de México) y creí era de la PFP, pero no, era de la Border Patrol , nos echaba la luz en la cara mientras pasaba de largo; luego, más adelante, otra patrulla de la migra; como estos agentes tienen fama de racistas y violentos, opté por regresar a la casa. Si esto está sucediendo a febrero del 2010 y no los detenemos, ¿qué podemos esperar después?
¡NO SOLUCIONES, NO ELECCIONES!
Revolución MMX