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martes, 14 de febrero de 2012

El amor gay y otras formas de amar



El amor es sincero o no es
Anónimo

Utilizando la sociología del amor, veamos algunas de las muchas e interminables posibilidades del amor, como concepción y acción, como un evento sociológico y transhumano que establece relaciones y se manifiesta de formas comunes y extrañas dependiendo de la experiencia, las costumbres, la educación, la cultura, lo individual…es un tema tan apasionante como sus múltiples significados.

Matar lo que más amas. Con motivo del amor nos volvemos obsequiosos: regalamos planchas a las esposas y madres para que se cansen menos; tomamos coca-cola por que nos causa placer y creemos merecerlo. Martirizamos el cuerpo con drogas, apegos y excesos y le llamamos amor. Amor a la guerra, amor a la violencia, amor al poder, son formas de enajenación muy peligrosas y perjudiciales. Amar causando daño, destruyendo por placer la naturaleza, la vida, la propia existencia y a tus seres queridos.

El amor en el capitalismo neoliberal. Viene el Día de San Valentín con sus ofertas, sus compras, a demostrar amor obsequiando cosas materiales. Entre más caro el regalo, más apreciado el amor. El amor promovido en este sistema económico-político es enajenante: el amor tiene un precio, se ama el dinero y el poder, se desprecia la igualdad por el egoísmo: es el amor del más fuerte, el amor solitario. En el neoliberalismo el amor no se comparte, se negocia, se niega o se elimina. 

Amar lo que odias. Difícil y sin embargo ¡posible! Amar a tu enemigo, amar a quien te ha hecho daño. Es una dialéctica positiva harto ardua: convertir el odio en amor. Sí se puede cuando comprendes lo que origina el odio y deja de afectarte. El odio al padre o la madre es un deseo de amor no correspondido, negado, pero tiene solución. Lo desagradable es difícil de amar, pero no imposible.

El aprecio y la admiración. Otra variable del amor, poco valorada y sí muy distorsionada. El aprecio no tiene precio y la admiración puede convertirse en obsesión.

El amor viejo-joven. El amor no tiene edad. Se puede querer a los abuelos siendo niños, se puede amar a un amante mucho más viejo o joven que nosotros. No se ama sólo el cuerpo, también la mente y la forma de ser, la inocencia y la experiencia. Esto nos aclara que el amor no tiene límites y va cambiando, transformándose.

La gratitud. Si percibimos la gratitud como amorosa la comprendemos mejor. No se puede ser o estar agradecido si no hay de por medio amor por que es un estado del ser. Si la gratitud no es sincera, no hay amor.

El amor sexual. El deseo sexual es algo tan primitivo e instintivo, es la parte original de la existencia. Sin sexo no hay vida, por eso el sexo es vida. La atracción sexual es irresistible y la mercadotecnia la utiliza tanto en la publicidad abierta y subliminal.

Morir de amor. O mejor dicho de ausencia de amor. Todos y todas lo necesitamos, pero es una experiencia total, quien muere de amor se ha sustraído a una experiencia personal limitada o bien ha dado su vida por otra, un ideal o una causa.

Enajenación-amor. Cuando creemos que amamos y no es amor. La obsesión por un artista del espectáculo o una marca de carro, cuando aprendemos a amar algo en detrimento de algo más, cuando notamos el amor inducido hacia una figura pública u objeto de “valor”, pero ignoramos el resto…si te ha pasado estás enajenado(a).

Amor a la tierra. Parece un amor en desuso, por la forma en que tratamos el medio ambiente, la ciudad que vivimos, la casa que habitamos, el suelo que pisamos. El campesino es el que más aprecia la tierra, por que le da y nos da de comer; “la tierra es de quien la trabaja” decía Zapata y repiten las y los zapatistas. Amar la tierra como la matria, la “tierra que te vio nacer” también parece una frase de otro tiempo. Amar a la tierra significa amar el planeta entero.

El amor reprimido. Muy peligroso: puede ocasionar cáncer, convertirse en odio o desvirtuar la capacidad de amar. Por salud, por humanidad, no reprimas tus sentimientos.

Y por fin el amor gay. Amor de hombre a hombre o de mujer a mujer. El amor por personas del mismo sexo es hoy todavía muy señalado pese a la información disponible. La negación social a este tipo de amor niega también el miedo inherente a ser gay por los prejuicios existentes, pero ojo: ¿la homofobia no será homosexualidad reprimida?

Amor a los animales, amor al trabajo, amor a la vida, amor, amor, amor a…

martes, 8 de diciembre de 2009

el amor en los tiempos de guerra

Felicidades Ciudad Juárez, por tu cumpleaños número 350 (8 de diciembre de1659) de todo corazón te deseo sobrevivas estos tiempos de guerra y cumplas muchos años más.

Dedicado a l@s residentes de Ciudad Juárez.



La película Corazón del tiempo (México-España, 2008) filmada en los territorios autónomos de la Selva Lacandona de Chiapas, es una realización dirigida por Alberto Cortés (no es el cantautor) con la participación de Rocío Barrios, Francisco Jiménez, Marisela Rodríguez, doña Aurelia y Leonardo Rodríguez. La trama se teje alrededor de un triángulo amoroso en una comunidad zapatista, en un ambiente permanente de hostilidad militar y paramilitar, entre carencias y selva, dónde se desarrolla la vida cotidiana con esperanza y dignidad en medio de una guerra silenciosa y lenta.

Es bueno que dentro de nuestra “democracia” la censura permita ya la exhibición de este tipo de películas, aunque se haga de manera marginal en cines comerciales, sin promoción y exhibidas casi a escondidas, como con vergüenza, cosa que no podríamos decir hace apenas pocos años, como bien podrían referirnos realizadores de la talla de Luis Estrada cuando le enlataron La ley de Herodes. A final de cuentas el impacto cuantitativo de este tipo de películas es mínimo comparado con la maquinaria enajenadora de Hollywood, pero el impacto cualitativo es mucho más poderoso a largo plazo, pues señala un hecho histórico, vivo y real.

Corazón del tiempo nos evidencia el camino por el que ha optado el Estado mexicano, sin buscar otras salidas, soluciones, más que la violencia estatal. El primero de enero de 1994, cuando estalló la rebelión en Chiapas, para mucha gente en el norte de México, la noticia parecía venir de otro planeta; era casi imposible identificarse desde la frontera norte, individualista, industrial y pro gringa, con la realidad chiapaneca comunitaria, rural e indígena. Hoy esa realidad nos alcanza y supera, el pasamontañas que conocemos en Chihuahua no es el zapatista, sino el policiaco, pefepo y militar, donde Ciudad Juárez es una ciudad ocupada y abusada militar y paramilitarmente desde hace dos años.

De las muchas cosas deleitables de la película, uno es su lenguaje directo: ahí no se habla de vivir para la “paz”, ese valor abstracto alabado por la derecha como un anhelo a seguir, sino de identificar quién o quiénes son los que rompen la armonía de la paz; ahí se dicen las cosas por su nombre: los militares son hostiles y el gobierno tolera a los grupos paramilitares priístas (sí, de esos que dice Giovanni Sartori que son un partido “civilizado”) ahí todas y cada una de las personas tienen un compromiso individual y común, como una sociedad anónima, y saben lo que tienen qué hacer, pues no dependen de nadie más; la autogestión y las ganas de vivir libremente, no son una utopía, sino una lucha diaria por la supervivencia.

La trama de Corazón del tiempo no es la historia de “amor puro” de pareja que sobrevive todos los obstáculos, tema largamente utilizado por las telenovelas mexicanas para seguir envenenando a un público poco exigente; más bien es un referente al amor inteligente, al papel que juega la sociedad cuando las normas son transgredidas en una cultura tradicional y comunitaria, cuando se enfrenta a nuevas corrientes del pensamiento: Sonia es comunera y está “pedida” para casarse con Miguel, otro compañero, pero está enamorada de Julio, un guerrillero zapatista. A final de cuentas Sonia tendrá que decidir su futuro entre la tradición patriarcal y su corazón, pero no a espaldas del pueblo, sino de frente y en comunidad, asumiendo su derecho a decidir, como ha aprendido en estos tiempos de cambios.

La historia en sí atraviesa la situación particular de los tres personajes; en realidad es el pretexto para mostrar otro tipo de amor: el amor comunitario, algo tan ajeno a las circunstancias de la trampa de vida acelerada y egoísta que ofrece la posmodernidad no comprometida y la globalización neoliberal. Es muy clara en la película la postura pacífica de las comunidades zapatistas, a pesar de las constantes provocaciones “de fuera”. En el film no hay protagonistas, sino es la comunidad misma: sus viejas, sus niños, sus hombres y mujeres, sus animales, sus tierras. Si existe el amor, no hay que limitarlo al mero amor de pareja o sexual, sino, como sugiere Corazón del tiempo, descubrirlo en el amor fraterno, comunitario, amistoso; por la tierra, por la dignidad de vida, por la alegría de vivir.

El domingo 6 de diciembre Ciudad Juárez salió a manifestarse contra la violencia y a favor de la paz. Todavía la ciudadanía no alcanza la madurez sociológica que requieren las circunstancias, porque estamos solos contra el Estado, al igual que los compas zapatistas, pero ya existe el valor cívico para hacerlo y eso se celebra. La sociedad juarense empieza a entender que la paz no se esfuma así nomás, sino que tiene responsables con nombres y apellidos, mas todavía no entiende el peligro de la militarización; no distingue entre el solicitar y el exigir a un gobierno que es parte del problema antes de hacerse su partner; y no menos importante, que todavía no nos conocemos, por eso no podemos hablar de una comunidad juarense, menos de unidad, nuestro amor no llega a tanto.

Mientras el Plan Mérida, los Operativos conjuntos, el lavado de dinero, la penalización de las “drogas”, sigan siendo el pretexto de esta guerra no convencional, ni aun pidiendo la cabeza de Calderón y su gabinete será suficiente para detener el desgaste. Se trata más bien de generar modelos económicos y societales alternativos, como ya ocurre en aquellas sociedades donde la democracia participativa y las comunidades autónomas son ejemplos vivos de convivencia pacífica y exitosa.

De todas las cosas buenas de Corazón del tiempo, me quedo con el amor inmortal de la esperanza.

¡Juárez, Juárez no es cuartel, fuera ejército de él!