miércoles, 8 de agosto de 2012

Ciudad Juárez, engendro del PRI




Lo peor que un príncipe puede esperar  de un pueblo que no lo ame
 es el ser abandonado por él.
Nicolás Maquiavelo


A poco más de un mes de consumido el megafraude electoral, la vida cotidiana juarense se apresura a regresar a la realidad priista de Estado policiaco (esa que asusta tanto a las y los chilangos) utilizando el terrorismo de Estado para seguir abusando de una sociedad enajenada, empobrecida política y económicamente.

En esta ciudad donde “no pasa nada” y “los homicidios van disminuyendo”, donde “hay que hablar bien de Juárez”, el priismo local se apresura a consolidar cotos de poder, como en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, donde un hermano del gobernador del estado compite por el puesto de rector. Más preocupante aún, el congreso del Estado está cocinando una reforma constitucional estatal para aumentar a cuatro años los periodos de presidentes municipales y diputados(as) claro, sin consulta pública de por medio. El PRI es mayoría en el congreso, ¿mayoriteo?, ¿por qué no? Sería justificado como “democrático”.

Esta normalidad también incluye el acoso policiaco a la ciudadanía, es decir, una posición de abuso policiaco contra la sociedad juarense que mantiene la atmósfera de miedo sin la cual no podrían “gobernar” las actuales “autoridades”. ¿A quién denunciar cuando es la policía la transgresora de la ley?, ¿a Derechos Humanos? JA, JA, JA.

Hay más de un motivo de desconfianza hacia el gobierno cuando trata a las y los ciudadanos como súbditos. En el caso de Juárez, es menester  guardar las apariencias mientras se termina de instalar un Estado de excepción permanente como modelo de vida. La ciudad no se ha recuperado ni económica ni psicológicamente; pero ahora la violencia sórdida se expande hacia un proceso de despoblamiento y destrucción de Juárez a favor de Gerónimo y Guadalupe (¿dos nuevas ciudades?). Todo bajo cobijo priista y a favor de un modelo neoliberal de “desarrollo”.

Pero la vulnerabilidad del PRI se encuentra en sus propias filas y es irremediable. 

Las torpezas del actuar de la actual administración municipal del tristemente célebre Héctor “Teto” Murguía, un priista populista neoliberal al estilo Enrique Peña Nieto, lo han confrontado rápidamente con las y los juarenses en dos situaciones distintas: la primera, con el rumor de la próxima desaparición de un antiguo restorán, “La nueva central”,  so pretexto de la “remodelación” del centro histórico (proyecto desconocido por la ciudadanía) creándose una manifestación inmediata en contra de la demolición de ese edificio (curiosamente, otras protestas locales, contra el feminicidio o la violencia en el Valle y Lomas de Poleo, por ejemplo, no generan tantas simpatías, ¿será síntoma de nuestra enajenación?).

Luego, como no conforme, o tal vez no sabiendo cómo actuar de otra manera, otro evento penoso de parte del municipio, el decomiso de mercancía de un evento ya tradicional y familiar (de esos que les gusta tanto a la “gente de buenas costumbres”) llamado “Arte en el parque” utilizando lo que según testigos, fue un excesivo operativo policiaco. Las críticas de la sociedad no se hicieron esperar. Al PRI le funcionó muy bien la veda electoral, pues la sociedad descansó del protagonismo del Teto y el gober (con la excepción de Leyzaola) pero ya se les ve ansiosos de seguir mostrando sus flaquezas.

Hablando del temible por terrible, jefe de la policía municipal de Ciudad Juárez, Julián Leyzaola, hoy es prácticamente un secretario de gobierno adjunto que se encarga de hacer el trabajo sucio del municipio: recabar impuestos violentando a la ciudadanía. El poder que adquiere esta persona crece al igual que su negra leyenda; sin ley, Leyzaola es una especie de brazo armado del Estado local, el municipio. En él descansa la “paz” de Juárez, la “armonía” del buen gobierno. Nadie se salva de Leyzaola: periodistas, activistas, jóvenes, mujeres, ong´s, trasnochados, desmadrugados, desempleados(as) nadie. De los malandros,  “se matan entre ellos” dice Leyzaola, queriéndonos decir a la sociedad “civilizada” que de la gente buena se encarga él; por los demás, no responde.      

Este es el PRI reloaded, en decadencia y sumergido en sus propias heces, la adicción total al poder. El laberinto de la enajenación los hace cada vez más cínicos, más obvios. El PRI que conocemos es un artefacto putrefacto del siglo XX, anacrónico; un cáncer que se debe extirpar si se desea vivir sanamente.

Las y los juarenses somos un engendro del PRI nacionalista y neoliberal: prole silvestre del patriarcado postrevolucionario y proestadounidese a favor del valemadrismo. Vivimos por décadas en este desierto de ciudad maquiladora sin parques, sin teatros, sin luz; con pavimento insuficiente, con educación deficiente; en barrios bravos, en fraccionamientos enrejados; acostumbrados a la transa y el soborno, a la mediocridad; a añorar cruzar al Chuco, Teczas, y dejar la pobreza, la ignorancia, lograr el ascenso económico, de clase.

Hoy ese engendro está mutando, la sociedad anónima.

   

martes, 7 de agosto de 2012

Chef Maquiavelo


Chef  Maquiavelo
Recetario




Presenta:

De cómo los gobiernos devienen déspotas, la gente idiota y la sociedad anómica




Esta es una receta inventada de acuerdo a los gustos de Nicolás Maquiavelo, si este fuera chef y contemporáneo del siglo XXI; para entender cómo funcionan las sociedades pre y pos modernas actuales.


Ingredientes:

1 (una) sociedad previamente despolitizada y enajenada. No importa el tamaño, puede ser una ciudad, un estado o un país.

1 (un) gobierno autoritario y corrupto.

1 ó más medios de información aliados o corruptos.

1 (una) religión de masas o en su defecto, varias que hagan la función.

Empresarios al gusto.


Además se va a necesitar:

Un sistema económico que proteja los intereses de las élites, preferentemente neoliberalismo, pero puede usar también cualquier otro sistema capitalista.


Preparación:

Alimente a su sociedad con comida chatarra previamente publicitada y legitimada por la televisión. Rocíe muy bien las mentes de las personas con desinformación y condicione sus gustos desde la niñez con entretenimiento enajenante de acuerdo a sus intereses. Haga alianzas con la(s) iglesia(s) y empresarios para completar la enajenación de las mentes con ideas dogmáticas y adhiera muy bien con la enajenación económica del consumismo y la pobreza previamente establecida. Muy importante: revuelva muy bien estos ingredientes de tal manera que confunda a la sociedad y ésta la interprete como la realidad.

Establezca instituciones y organismos de moda como partidos, elecciones, Derechos Humanos, etcétera. Dé la impresión de que se vive en una democracia (no importa que la gente no sepa, de eso se trata) y utilice los medios de comunicación para bombardear con mensajes sobre la obra de gobierno. Mientras publicita obra puede desviar recursos para su propio beneficio o sus socios. No permita la prensa libre; ante cualquier información verídica y persistente, no dude en utilizar cualquiera de las formas de disuasión conocidas (amenazas, robo, censura, atentados…).

Lentamente conceda algunas exigencias sociales, como escuelas o parques (de todos modos es su obligación) pero sin soltar la parte ideológica. Haga o rechace reformas de todo tipo sin consultas públicas y procure tener en armonía y contentos a sus socios empresarios y religiosos. No escatime recursos en imagen, viajes, lujos, publicidad, sobornos,… todo es permitido.  

Por si acaso, mantenga siempre una buena porción de personas adictas a usted y su grupo de poder, así como una partida de dinero en caso de que requiera comprar voluntades, si llegará a faltarle sociedad, por efecto de alguna represión a algún movimiento social, por emigración o por la misma despolitización y apatía. Puede inyectar un poco de miedo, pero siempre en raciones controlables, pues mucha cantidad de miedo puede resultar contraproducente.  

Tenga cuidado de no agregar ingredientes no incluidos en la receta, como el narcotráfico o gobiernos extranjeros, pues podría perder no sólo el gobierno, sino también su vida o su libertad.

  
Y  listo:

Si sigue estas sencillas instrucciones, ya tiene una sociedad dócil, a modo, engañada, apática y fácilmente manipulable. Con esta receta puede hacer lo que quiera: enriquecerse (lo más común) pero también puede darle rienda suelta a sus deseos y pasiones; por ejemplo, creando guerras si es usted sanguinario; o bien hacer negocios con empresas extranjeras explotando los recursos de todos y todas; éstas le pueden contratar o rescatar como recompensa cuando termine su gestión.

Disfrute de su despotismo, por que dura poco.