Los políticos son inocentes.
Los que votan por ellos son los culpables.
Alejandro Jodorowsky
Las balaceras, atentados, masacres, emboscadas, amenazas, secuestros, torturas y desollamientos, son parte de la realidad actual de México, donde se calcula entre 50 y 60 mil el número de asesinatos, durante el sexenio de la “guerra contra el narco” de Felipe Calderón, sin sumar las pérdidas económicas, sociológicas y de salud que afectan a millones de mexicanos(as). En una situación así, una verdadera democracia no estaría celebrando elecciones, sino plebiscitos o referéndums.
En Ciudad Juárez, Monterrey, Saltillo, Guadalajara, Morelia, Torreón, Chihuahua, Culiacán, entre muchas otras ciudades del país, sobre todo en el norte y El Bajío, la “guerra” contra el narco está desatada. A diario los “partes de guerra” sobre los últimos acontecimientos dolosos, los “daños colaterales” , los “trofeos” de guerra.
Es inaceptable celebrar elecciones cuando el nivel de anomia es tan grande, que incluso las mismas elecciones peligran. No es saludable jugar a la democracia en medio de una grave situación de inestabilidad política degenerativa.
Derecha, narcotráfico y neoliberalismo
Dentro de la ideología derechista se crean estructuras sociales jerarquizadas, se obedece a un líder, se es más estricto con la masa e indulgente con las élites. El narcotráfico, visto bajo esta lupa, es una organización piramidal criminal, pero también una organización empresarial neoliberal. El narcotráfico es un problema del neoliberalismo, que en su afán de lucro, favorece negocios millonarios y enajenantes con nuevos esquemas de esclavitud, no sólo de los cuerpos (biopolítica) sino también de las mentes (competitividad, culto al héroe) y de los corazones (amor al poder).
Manipulación social
En este sistema jerárquico-piramidal, se permite la aculturación a una realidad de muerte y violencia alimentada desde hace décadas a través de la televisión, el cine, las noticias, al mismo tiempo del bombardeo incesable de publicidad de todo tipo, propaganda política-económica y religiosa. El resultado no es una cultura cívica tal cual, sino una masiva cultura enajenada, enferma, consumista, compulsiva, pasiva, agresiva y sufrida. Mientras, se construyen gigantescos monopolios como la de las televisoras o el narcotráfico.
Lo ficticio de votar
Mucha gente cree que por que vota, elige. Pero no sabe que ya está elegido previamente lo que sucederá. Es como ir a una función de box arreglada. No importa lo que digan las agencias encuestadoras y las publicistas, los grupos más poderosos e influyentes anticipan y deciden quién será el/la ganador(a). Las mil formas del fraude, la manipulación informática masiva, el desvío del interés público, las permanentes campañas electorales; todo se prepara para crear la sensación de normalidad. Por eso la situación de violencia anómica actual no puede pasarse como algo transitorio o invisibilizarse dentro de lo “normal”. Insisto: celebrar elecciones en estas circunstancias es no tener consciencia histórica o tener una moral muy chiquita, lo cual equivale a enajenación o complicidad.
La violencia económica
Es tan absorbente, dramática y publicitada la violencia criminal, que opaca a la imperecedera violencia económica: la pobreza material. En teoría en una verdadera democracia no existiría la pobreza (criterio de igualdad y equidad) pero en países “democráticos” como México, sobrevive los sexenios. Los pobres son importantísimos para las elecciones: son el voto más vulnerable a manipular. La pobreza cumple dos funciones en el neoliberalismo: legitimar las elecciones y servir de carne de cañón para industrias como el narcotráfico.
Enajenación de la justicia.
Aunada a la pobreza, los valores de derecha como la intolerancia, hace cometer crímenes como el reciente asesinato de la activista y psicóloga transgénero Agnes Torres en la ciudad de Puebla. En la democracia mexicana no existe la justicia, sino una permanente despolitización social y enajenación económica de fuerte influencia de derecha. La sociedad adormecida en el sufrimiento, el consumismo, el dinero y el éxito, no ve con consciencia los asesinatos a activistas, jóvenes, mujeres, niños y niñas, estudiantes o indígenas ni distingue la protección a pederastas, infanticidas como los de la guardería ABC, policías, empresarios y políticos; está solo contra el sistema.
Propuesta para incentivar las votaciones
Sí, votar no sirve para gran cosa y va a ser muy difícil cambiar el destino de México a través de las urnas; difícil además incentivar la votación en medio de la militarización de la vida cotidiana con los resultados por todos y todas conocidos; pero viendo la inutilidad del voto, por que no aprovechar el día y hacer un gran banquete nacional, un día donde todas y todos los mexicanos podamos comer y beber y convivir juntos; algo así como “Un día sin hambre” donde como una enorme familia, nadie se quedara sin comer; aunque fuere un solo día. Saldría más barato que toda propaganda, compra de votos y demás artimañas partidistas. Sería una verdadera fiesta y hasta se pediría hacer elecciones más seguidas.