lunes, 2 de agosto de 2010

Israel-Palestina, Irak, Afganistán y Colombia




Hace unos días veía un documental de la última gira mundial de Iron Maiden (Flight 666, 2009) en una escena de su estancia en Bogotá, Colombia, me llamó la atención el alto grado de militarización de la vida colombiana, de todo lo que tiene que hacer un metalero para asistir a un evento masivo: revisiones exhaustivas, represión policiaca, maltratos…fue inevitable relacionar la escena con la militarización de la vida en México, lo que está pasando en Ciudades como Juárez y Monterrey y el destino que nos espera con la Iniciativa Mérida, inspirado en el Plan Colombia, así como reflexionar situaciones similares en otras latitudes del mundo.

Israel-Palestina. La conformación del Estado de Israel a expensas del pueblo palestino, a mediados del siglo pasado, convirtió la región en una de las más violentas del mundo. Actualmente la vida cotidiana para palestinos e israelitas, pero sobre todo para los primeros, es de peligro permanente; es el vivo ejemplo de un Estado posicionado sobre otro a expensas de la población, donde la voz de las armas y la violencia es la constante. El posicionamiento de los gobiernos de derecha israelitas, contando con el apoyo de Washington, no han hecho sino hostigar al pueblo palestino y alentar la cultura de la violencia, so pretexto de la “guerra contra el terrorismo” llevándola hacia niveles casi de exterminio y sin posibilidades de una solución pacífica, por lo cual es fácil adivinar la respuesta violenta palestina a la que se le recrimina todo, mientras Israel sigue su marcha racista prácticamente en paz y con la complacencia de EUA.

Irak. El caso iraquí también está lleno de contradicciones: cómo un país no democrático, pero rico en petróleo, es causa de una guerra evitable, pero necesaria para justificar el uso de la fuerza militar en nombre la libertad, la democracia o cualquier otra cosa. El pueblo iraquí se deshizo del dictador Sadam Hussein para verse envuelto en el terror provocado por las fuerzas invasoras, principalmente estadounidenses, donde reina el caos y la anomia. Vivir en Irak donde te puede explotar un coche-bomba en cualquier momento, con la economía devastada y el petróleo en manos de compañías estadounidenses, es una tragedia mundial por toda la serie de engaños, mentiras y abusos alrededor de intereses mezquinos en cuanto al petróleo y no propiamente por iraquís, sino por empresas extranjeras.

Afganistán. A lo largo de su historia el pueblo afgano ha sobrevivido a innumerables invasiones, como la rusa y la inglesa, por mencionar dos ejemplos; pero la última invasión, la estadounidense, también va rumbo al fracaso no sin antes haber desgastado a este pobre país, manteniéndolo bajo un régimen pelele, pero eso sí, con un formidable repunte del cultivo de la amapola (de donde sale el jugoso negocio de la heroína). También aquí el Estado está superado por la violencia de los talibanes y el pretexto de la búsqueda de un tal Osama Bin Laden (personaje, por cierto, qué sólo sale en la TV estadounidense, lo cual pone en duda su existencia). La permanencia de tropas estadounidenses sólo sigue trayendo tragedia y dolor a esta atrasada nación que seguramente seguirá igual o peor después de irse las fuerzas de ocupación extranjeras.

Colombia. La violencia colombiana ha hecho ceder el Estado a las complacencias del poder estadounidense. Primero con la guerrilla, pero luego con el narco y los grupos paramilitares, el Estado colombiano se debilitó a tal forma que pudo ser intervenido, sobre todo a partir del gobierno de Álvaro Uribe, por la inteligencia (intereses) de Estados Unidos. Como en el caso de Afganistán, aquí más que el petróleo, es la producción de coca, además de su situación geográfica, la responsable de la abierta intervención de EUA en el país. La vida en Colombia igual que en otros países violentados, obliga a su población al éxodo y a los que se quedan a la difícil convivencia y abusos de los distintos grupos armados (legítimos y no).

Los países antes situados me recuerdan la realidad hostil de México por sus similitudes: la reinvención del “terrorismo” como amenaza justificadora de la violencia de Estado y el intervencionismo estadounidense; la cuestión racial, pues así sean diferencias religiosas, culturales o ideológicas, hay una justificación y legitimación violenta para acabar con “los violentos”; la avaricia por los recursos energéticos y las drogas detrás de todas las operaciones de EUA; la justificación del exterminio humano, así sea por causas raciales, delictivas o simple “limpieza social”; el caos y la anomia resultantes, que hacen difícil, sino imposible, la vida cotidiana de las personas comunes, matándonos unos a otros para que el petróleo y la droga llegue sin contratiempos al 2% de la población mundial que viven en EUA.

No es sano acostumbrarnos a la violencia, a ver hombres armados por todas partes y matarnos por cosas que pueden tener soluciones pacíficas, como la legalización de las drogas. Pero aquí está la clave: mientras el capitalismo siga su trayecto destructivo, mientras todo sea negocio (drogas, armas, guerras) habrá gente dispuesta a sacrificar a otros seres humanos, sobre todo si no son sus familiares, ni es su país; la corrupción sigue vigente, pero no importa porque lo importante es que el negocio siga; ojalá todavía estemos a tiempo de salvar a México antes de acabar como protectorado de EUA o algo peor. Ya veo venir la avanzada gringa: cárceles privadas, mercenarios, asistencia militar, gobiernos peleles…