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domingo, 30 de octubre de 2022

¿Cómo te gustaría morir?

 






Cómo te gustaría morir
Carlos Murillo González

Para Alberto Domínguez  
In memoriam 
Ad pugnatoris in veritae



La muerte es uno de esos temas, de esos asuntos que la mayoría de las personas huyen, pero es inevitable. Miedo a la vida, miedo a la muerte; vivimos y morimos constantemente. un día más de vida es un día menos de vida; dialéctica de la existencia. La celebración de la muerte no es exclusiva de México y sin embargo, es algo causante de temor y asombro a la vez.

La existencia es absorbente. La supervivencia ocupa buena parte de nuestra vida, seas rico o seas pobre, sobre todo el último. Los “seguros de vida” en realidad son seguros de muerte, pero si se llamaran como tal, no se venderían. Muchas personas viven “muertas en vida” sin expectativas, deambulando de aquí para allá, con tristeza o depresión; otras son “tumbas blanquedas”, parafraseando a Jesús, el cristo, limpias por fuera, pero llenas de inmundicia por dentro. Las noticias, sin tragedias ni muertes, tampoco venderían. Dice Ikram Antaki que quien no tiene nada por que morir, no tiene nada por que vivir.  Vivimos y morimos al mismo tiempo, constantemente, en un largo presente con pasado y futuro.

Morir de amor

Una de las formas más clichés y románticas de concebir la muerte es a través del amor. Pero generalmente es una interpretación barata de Romeo y Julieta: un amor de pareja imposible de realizar con latente resultado fatal. Es una amor banal, superficial, inmaduro; propio de las canciones populares limitadas a una sola forma de amar, definiendo la vida como la inseguridad de sentirse amado(a). El amor al dinero y al poder, en su generación viciosa y adictiva, provoca guerras y catástrofes, muertes injustas y desprevenidas. El amor a la patria a dios u otras ideologías, también causan muerte a granel, a veces sin necesidad, aunque la convicción de morir por algo abstracto sea sublime.  

Morir de viejo(a)

Como una meta en la vida, morir de vejez es una expectativa entrañable: el descanso justo, la misión cumplida; no todos(as) llegan a una edad avanzada, menos con excelente salud, pero sí llenos de anécdotas y experiencias. La vejez es como un premio para quienes logran sortear los mil y un obstáculos de la vida, lo cual no es fácil. Se espera que el viejo muera al último, algo así como la ley de la vida, cosa incierta pues no es lo lógico, sino lo deseable. La muerte es la recompensa de la gente longeva, un mérito en sí mismo. Las sociedades veneran lo antiguo, pero no lo viejo; el carácter de respeto relacionado con la tercera edad no es igual en todo el mundo. Para el Occidente y los países capitalistas es una carga, un peso muerto apestoso y del cual hay que deshacerse, pues ya no produce, produjo (ya no es explotable). Morir de vejez no es necesariamente morir con dignidad.   

La pena de muerte

La pena capital es una práctica bárbara todavía presente en Estados que se dicen “democráticos” (EEUU) o “socialistas” (China). La vida no vale nada, dice José Alfredo Jiménez, pero más bien, hay vidas desvaloradas, como las anónimas que aparecen en los diarios amarillistas, como El Diario de Juárez, provocadas por la inseguridad y la violencia, cuya importancia no supera la nota roja por su condición de clase; pesa más la nota que la dignidad humana. Hay penas de muerte no dictadas por el sistema de justicia, sino por motivos políticos, económicos, religiosos, egoístas, avariciosos; una forma de ejercer el poder contra las masas de pobres, las y los inconformes; los luchadores sociales. La muerte como castigo a las y los criminales, a las y los disidentes políticos, a las y los diferentes por sus creencias, orientación sexual o etnicidad. La pena de muerte es una pena de vergüenza, de salvajismo y terror.     

Quitarse la vida

El suicidio sigue siendo un tema polémico, sobre todo desde la perspectiva moral religiosa por que es como jugar a ser dios. No importando la situación ni el contexto, quien se quita la vida se le considera un(a) cobarde, una persona egoísta. Por supuesto que la madre, padre, hermano(a) o amigo(a) que da su vida por amor, poniéndose en el lugar del otro, también comete suicidio: uno de incalculable valor, casi instintivo. La depresión, las enfermedades incurables y dolorosas, crónicas, las tristezas muy grandes y las desilusiones provocan un desencanto con la vida, un martirio vivir. La eutanasia se abre paso ante y contra los fanáticos religiosos, como un alivio para quienes vivir se volvió una tortura. El autosacrificio sigue un camino de incomprensión popular, de vulgar hipocresía de la chusma incapaz de comprender la vida, menos la muerte. 

Morir en paz

Vivir de acuerdo a las propias convicciones, sin manipulación, emancipado(a) de deseos incumplidos o sentirse realizado en la vida son motivos para morir en paz. También lo es para quienes luchan por causas justas aun si la vida o la sociedad les paga con desprecio y desventura. Dicen los alemanes que la mejor almohada es una consciencia tranquila y esto aplica muy bien para quienes han hecho de su vida una plataforma consciente de las necesidades propias y ajenas, de su capacidad y talento limitado; de haber hecho y no imaginado, a pesar de la derrota, a pesar de la violencia, de la enfermedad y a pesar de la muerte. Una vida que merece vivirse es una vida para morir en paz.
 

¡Beto Domínguez!
¡Presente!




martes, 15 de noviembre de 2011

Noviembre, mes de la muerte




Cuando el tecolote canta, el indio muere
Refrán popular mexicano

Quien no tiene nada por que morir,
 no tiene nada por que vivir
Ikram Antaki


La muerte, ¿cómo la celebramos?, ¿le tememos? No podemos definir lo que no conocemos o experimentamos; sin embargo, cada cultura, cada pueblo, sociedad o persona saca sus conclusiones, creencias, religiones o estudios al respecto. Noviembre es el preámbulo al invierno, al frío; a la época del renacer, el último eslabón de un ciclo: un moebius que gira a cada estación sin detenerse; noviembre simboliza la frontera entre la vida y la muerte.

Hablamos de la muerte por que en el fondo anhelamos ser inmortales, trascender la barrera de la inexistencia, de la nada; de incumplir el propio ciclo personal de vida; tal vez por eso admiramos y/o odiamos a los vampiros en estos tiempos de individualismo nihilista y superficial, del culto a la belleza y juventud eterna. La eternidad de la muerte nos atrae sólo si es digna de reconocimiento o satisfacción con nuestros deseos.

En México a la muerte se le personifica y le cantamos, nos reímos de ello o ella como parte de nuestra contradictoria idiosincrasia; sufrimos y festejamos algo que no comprendemos, pero sabemos que es inevitable. Tanto nuestros antepasados aztecas como españoles nos dejaron un legado mortal bastante cruel y violento, inconcebible para nuestra época, pero que de diferentes maneras seguimos practicando. La representación de la muerte convive con las y los mexicanos todo el tiempo.

Noviembre lo iniciamos con el culto a los muertos, síntesis del catolicismo con las creencias mesoamericanas cuyo festejo perdura hasta el momento. Resulta interesante notar que se le honra en lo particular y en lo plural; es decir, se recuerda a la persona o personalidad, pero se hace de manera personal: cada quien con su o sus muertos, a diferencia de quienes rinden culto a La Santa Muerte, o sea, a quienes hacen de la muerte algo abstracto. También es el mes de la Revolución, nuestra segunda independencia fallida, cuya cercanía con diciembre nos hace pensar en un próximo y gran desenlace hacia la reconciliación, la transición de la muerte a la vida.   

Por otro lado y precisamente porque la muerte también tiene una fuerte carga psicológica en el imaginario colectivo de la gente, es imposible dejar fuera el sentido de angustia, la sensación que causa la muerte cuando se sufre la “pérdida” de alguien, bajo cualquier circunstancia, pero sobre todo cuando es violento el deceso y no se diga cuando se vive en carne propia y colectivamente el miedo a morir o a vivir en peligro, como cuando se está bajo un régimen de terror, de muerte latente en el hogar donde el hombre golpea a la familia o cuando el Estado no respeta sus propias leyes (anomia) como en México (pero en general pasa en todos los Estados). La muerte se convierte en las muertes:[1] en algo desagradable; en dolor, en sufrimiento, cotidianidad y cercanía. Cuando la muerte es provocada por humanos y humanas le da otro sentido, así se justifique, se permita o se minimice.


En la astrología occidental, noviembre está bajo la influencia de la constelación de escorpión y  simboliza el sexo; anteriormente era representado por el ave Fénix, cuya leyenda cuenta que resurge de sus cenizas. En la tradición maya el periodo que va de mediados de octubre a mediados de noviembre (el zodiaco maya es lunar y de trece signos) se representa con Moan (lechuza) y se le relaciona con el inframundo y la muerte, pero también con la sabiduría y el misterio místico del génesis. En la tradición celta se celebra el Samhain o fin del verano, de la noche del 31 de octubre al primero de noviembre, donde inicia el nuevo año y se rinde culto a los ancestros, lo que luego con el cristianismo pasó a celebrarse como Día de Todos los Santos y particularmente en la cultura inglesa dio entrada al All Hallow´s Eve o Vigilia de Todos Los Santos, más recientemente conocido como Halloween.

Al igual que todas las sociedades sometidas a las guerras, epidemias, desastres naturales o hambrunas, la muerte está presente en nuestra historia con dolor y sufrimiento, como esta actual etapa de guerra sórdida de cinco años, “guerra contra el narco” que ya supera los cincuenta mil asesinatos ligados a este concepto (muchos más si juntamos el total de asesinatos por otros delitos). Cuando se utiliza el poder de las guerras o la violencia de Estado, la muerte aterroriza y es usada como forma de control y sometimiento social enajenante, pero por un corto tiempo, por que luego el miedo se trasciende, pues no se puede vivir constantemente esperando a la muerte en forma de violencia, injusticia, engaño, como si fuera la única forma de morir, y por lo tanto vivir; un destino manifiesto, exacerbando un estado de shock permanente, por que eso significaría vivir enajenado(a) en vez de matar aquello que nos hace daño.

Noviembre, el mes de la muerte, representa para la actual generación de mexicanos y mexicanas, dos caras de un mismo fenómeno: lo inevitable y lo trascendental, por lo mismo resulta importante reflexionar sobre la otra cara de la muerte, como fin de ciclo y preámbulo de un nuevo comienzo. Noviembre revoluciona hacia la vida pasando por la muerte.


¿Vivir de rodillas o morir de pie?


[1] No sólo hombres, mujeres, niños y niñas, ancianos, ancianas, pobres, ricos, buenos, malos…sino nombres, personas, seres humanos, seres queridos (u odiados).

jueves, 28 de octubre de 2010

Carta en solidaridad por las masacres de Ciudad Juárez

Con dolor y en solidaridad, les pedimos suscribir y circular. A todos y todas, gracias.


PARA NUESTROS HERMANOS Y HERMANAS DE JUAREZ, DE MEXICO Y DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

Llevamos latente el luto y el dolor de nuestros hermanos y hermanas, padres, hijos, hijas y amigos que nos ha arrebatado una guerra que no es nuestra.

Sus nombres ya no son noticia y sólo sus familias los lloran, la masacre de Salvárcar sigue esperando una justicia que no llega y Horizontes del Sur está velando sus muertos con el desgarramiento del dolor, del miedo y la impotencia.

Sin acabar de entender por qué nos están matando, sin comprender por qué niños, jóvenes, mujeres, ciudadanos comunes son el blanco de asesinos, el día de hoy 28 de octubre, en este absurdo cruel, les arrancan la vida a 5 mujeres obreras, humildes, pobres que regresan de trabajar de noche en una maquiladora y dejan heridos a muchos otros compañeros y compañeras.

Se nos acaban las palabras y nos desborda la indignación y el dolor de una comunidad abandonada, amenazada y sin gobierno.

A las familias de quienes perdieron la vida y de los que están heridos, les decimos: no sabemos que hacer, pero estamos con ustedes y lloramos con ustedes las heridas y las vidas arrebatadas. Cuentan con nosotros.

A la sociedad civil le invitamos a reforzar esfuerzos para buscar juntos la fuerza que necesitamos para recobrar Cd. Juárez.

A la comunidad internacional, le pedimos expresar su solidaridad con nuestra ciudad ante esta realidad de muerte que nos agobia y devasta.

CON PROFUNDO DOLOR NOS PREGUNTAMOS: QUE MAS TENDREMOS QUE PADECER Y … HASTA CUANDO

En solidaridad



CENTRO DE PASTORAL OBRERA DE CD. JUAREZ


CENTRO DE PASTORAL OBRERA

Ignacio Mejía # 1751 Ote., col. Partido Romero, edificio CECADE

Cd. Juárez, Chih., México

tél/fax: (656) 614-0718



martes, 26 de octubre de 2010

Limpieza social: aquí no pasa nada.



Horizontes del sur se suma a la larga lista de masacres acontecidas en Ciudad Juárez a partir de la despiadada y cada vez más absurda “guerra contra el narco” declarada por el gobierno federal y acatada servilmente por el estatal y municipal. Primero los ataques a los centros de rehabilitación de usuarios a drogas, luego la matanza de Villas de Salvárcar; ahora Horizontes del sur.

El viernes 22 de octubre cerca de la media noche, un comando armado acribilla a las y los asistentes de una fiesta particular dejando hasta el momento 14 muertos y una cantidad similar de heridos; entre las víctimas se encuentran jóvenes, mujeres y niños. El acontecimiento viene a opacar el resto de asesinatos que se dieron ese fin de semana, mas no así la incompetencia del Estado, totalmente rebasado y a la vez cómplice de estas tragedias por su incapacidad para brindar protección a su sociedad.

Todo parece indicar que estamos ante una política de exterminio social tolerada y estimulada a través de escuadrones de la muerte, como sospecha el senador Ricardo Monreal, pues "estos grupos actúan al margen de la ley con complicidad, reconocimiento o tolerancia del Estado mexicano" (“Ven limpieza social, no narcoguerra”, El Universal, 18/10/10) al hacer un balance sobre las cerca de 30,000 muertes violentas desde que inició la famosa “guerra”. Esta es una sospecha grave, por eso el Senado estudia la relación de los hechos bajo este criterio, tomando en consideración declaraciones y actuaciones de varios alcaldes del país, así como las estrategias de las operaciones policiaco-militares del gobierno federal.

Regresando al caso de Juárez, hoy convertida en la capital de la impunidad, pareciera que es un experimento donde se pone a prueba los límites de la tolerancia social al llevarla a extremos de violencia: desde el inicio de los desparecidos Operativo Conjunto Chihuahua y Juárez en 2008 para combatir el narcotráfico, el general Felipe de Jesús Espitia, coordinador de los mismos, declaraba cosas como “son enemigos menos” o “se están matando entre ellos mismos” cuando empezaban a aumentar escandalosamente el número de asesinatos a raíz de dichos operativos. Luego vendrían las grandes matazones en Creel, Chihuahua, el Valle de Juárez y Ciudad Juárez; los abusos y desapariciones con los militares; los secuestros y extorsiones con la llegada de la PFP, la persecución y asesinato a activistas sociales, científicos, derechohumanistas, artistas, estudiantes…


La misma actitud de los gobernantes refleja esa sensibilidad indolente que tanto repulsa a la sociedad: a la mañana siguiente de la masacre en Horizontes del sur, el alcalde de Juárez, Héctor “Teto” Murguía, daba inicio a una más de sus audiencias públicas rodeado de policías y sólo ante la insistencia de las y los periodistas fue que pudieron sacarle un comentario sobre el hecho; es decir un tácito “aquí no pasa nada”. Un día antes, el viernes al mediodía, una marcha y mitin convocada por el gremio médico entregaba a representantes del municipio y el estado, pero con la ausencia de alguien del gobierno federal, un pliego petitorio de exigencia de acciones contra la violencia; por la noche tuvieron su respuesta.

El rasgo común de quien muere violentamente en Juárez, según el criterio gubernamental es por estar involucrado en el crimen organizado, lo cual es una descalificación prejuiciada que ya le costó fuertes criticas al gobierno federal en boca de Calderón cuando la matanza de Villas de Salvárcar a principios del 2010. Pero un rasgo muy común del que casi no se habla, indica que la gran mayoría de las víctimas pertenecen a estratos pobres de la población.

Doblemente victimizadas, la justicia está ausente en nueve de cada diez casos de asesinato; estamos en presencia de un genocidio selectivo de personas consideradas indeseables o desechables para el Estado mexicano, pero por otro lado asistimos al colapso ético de las instituciones: no sólo es una política de desgobierno, como apunta el sociólogo Alfonso Herrera, también es una situación abiertamente provocada por la clase política en el juego del poder partidista y del alineamiento con las nuevas políticas de vecindad de Estados Unidos con nuestro país.

Esta nueva faceta del neoliberalismo en su etapa policiaca, indica claramente su tendencia exterminadora: países como México hacen el trabajo sucio de países como Estados Unidos al implementar diversas medidas de limpieza social en los segmentos más bajos de la sociedad, como sucede en Juárez o también con las y los indocumentados de Centro y Sudamérica que pasan por nuestro país rumbo al norte, como si con eso se evitara el colapso de la economía capitalista en su crisis actual.

Pero aquí no pasa nada. Ciudad Juárez sufre una especie de locura colectiva muy cabrona; una enajenación que es a la vez nuestro escudo y escape de una realidad que no alcanzamos a comprender en una guerra con enemigos invisibles y autoridades que no se ven. Nos vamos acostumbrando sin reaccionar a la violencia, como zombies, ante la mirada recelosa de los vecinos del norte y ante la incomprensión del país, que no se quiere mirar reflejado en el espejo de Juárez.

La matanza de mujeres en Juárez


(publicado en El Diario, sábado 23 de octubre, 2010)

El feminicidio, concepto mundialmente conocido e inspirado por los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, está llegando a niveles insólitos de crecimiento, como indican las estadísticas. Las actuales condiciones de inseguridad y anomia permiten un genocidio sin precedentes donde se asesina por igual y cotidianamente a hombres, mujeres, niños(as), jóvenes, ancianos(as) y no se ve para cuándo acabe esta masacre.

En las condiciones de criminalización de la sociedad juarense por el estigma federal de “combate” a los cárteles de la droga (donde el estado y principalmente Juárez son sinónimo de “tierra de narcos”) no podemos aspirar ni esperar mucho del Estado mexicano, más interesado en maquillar cifras minimizando su fracasada misión en sus tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) que en combatir la violencia, particularmente hacia las mujeres, pues poco comprometidos se han visto a pesar de la presión mundial y exigencias como el de la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el caso de las asesinadas en el campo algodonero.

El caso del feminicidio es emblemático porque lejos de desaparecer el fenómeno en Juárez, se incrementa desde que inicia la tristemente famosa “guerra” contra las drogas emprendida por el gobierno federal de manera unilateral e irresponsable.

En las últimas semanas a partir de septiembre, los medios de información hacen saber de ejecuciones de mujeres prácticamente todos los días y con particular saña. Uno de los últimos casos, el de la mujer secuestrada, videograbada y luego aparecida muerta, es una señal inequívoca de una dialéctica negativa y dañina en cuestión de género: en vez de mejorar la condición de la mujer, se deplora en el ámbito de la anomia incrementando el genocidio sin distinción de sexo.

No se trata de poner el tema de las mujeres por encima de otros igual de urgentes (de hecho la ciudad vive una situación de emergencia no reconocida) pero llama la atención el perjuicio total hacia la mujer, de por si desprotegida y vulnerable en una sociedad machista y patriarcal, más en las condiciones actuales.

La misma “guerra” está llevando la vida cotidiana juarense a niveles inadmisibles de gobernabilidad, pues no hay instituciones que respondan a los cada vez mayores reclamos de paz y armonía que exige la sociedad.

Llama la atención en esta nueva etapa del feminicidio, los motivos por los cuales se les está matando: por sus vínculos con el narco y/o el crimen organizado; para secuestrarlas y cobrar rescate o simplemente robarlas; por vendettas y rivalidades; por “limpieza social”. Además se debe agregar el incremento de asaltos, extorsiones y demás delitos que acosan a la sociedad juarense en general y a la mujer en particular. No es una situación fácil y por conocimiento de causa, no es posible esperar mucho de los nuevos gobiernos municipal y estatal; del federal sólo se espera más anomia.

Las nuevas circunstancias de inseguridad y crisis económica están cambiando nuestros hábitos cotidianos y costumbres. Por esta razón las mujeres han tenido que ceñirse y enfrentar el porvenir oscuro en que el estamos parados: mujeres policías, sicarias, extorsionadoras, choferes, agentes de tránsito, son los nuevos roles, mientras se incrementan los de masajistas, prostitutas, traficantes, viudas y huérfanas. Es doloroso constatar además la situación de empobrecimiento, desempleo, depresión y miedo que ambientan la ciudad y donde las mujeres se encuentran tanto y más desamparadas que los hombres.

La situación parece insostenible y sin embargo la ciudad sigue su marcha. El miedo y la enajenación no son todavía lo suficientemente “alarmantes” para lograr la cohesión social necesaria que pueda poner fin a tanta desgracia, lo cual festejan estos gobiernos que no gobiernan ni dan resultados, ni se comprometen a nada (verdaderos “ni-nis”).

De hecho el Estado mexicano es tan responsable de este genocidio (casi siete mil asesinatos tan sólo en Ciudad Juárez desde el 2008) como quienes se dedican específicamente a ello. La “guerra contra el narcotráfico”, además de ficticia, es una guerra perdida que sólo está debilitando al gobierno, arriesgando a la población y destruyendo la economía.

COLOFÓN DIALÉCTICO

El 19 de octubre por propuesta de la Organización Mundial de la Salud, se celebra mundialmente el Día internacional de la lucha contra el cáncer de mama. Desde el 2006 es la primera causa de muerte de mujeres mayores de 25 años en México, según datos de la Secretaría de Salud aunque de acuerdo al diario Milenio (Milenio semanal del 9 /5/10) en el 2010 la violencia intrafamiliar es ya la primera causa de muerte de mujeres en México.

De seguir las cosas como van para el 2011 ó 12 el asesinato será la primera causa de muerte femenina en México, como de seguro ya lo es o está cerca de serlo en Ciudad Juárez.

jueves, 6 de mayo de 2010

MÉXICO LICÁNTROPO



Tonatiuh y sobre todo Huitzilopochtli, deben estar muy complacidos con el banquete de sangre del 2006 a la fecha en México: un holocausto a cambio de nada. De la cultura mesoamericana, los mexicas o aztecas fueron los más sanguinarios en cuanto a los sacrificios humanos; no sólo capturaban guerreros para sacarles el corazón, también los devoraban y desollaban (los sacerdotes vestían su piel). Otros imperios sanguinarios como los romanos, los mongoles o los norteamericanos, se ven inofensivos ante el canibalismo y la concepción de la muerte que ofrecen los aztecas. Ellos simplemente no le temían a la muerte, pues creían en la reencarnación; su mayor miedo era hacia la nada.

Cinco siglos más tarde, el dios de la guerra es convocado desde las ruinas de lo que algún día fue La Gran Tenochtitlan para ser invitado de honor de un festín de sangre ajeno ya a su cultura, pero repleto de heridas que evitan ser curadas, repitiendo ciclos de horror y sufrimiento. La historia de México también puede ser vista como la historia de los holocaustos: cada vez que se genera un cambio sociopolítico, económico y cultural, es a través de una gran cuota de sangre: de los imperios mesoamericanos al imperio español; de la Colonia a la Independencia; de la dictadura porfirista a la Revolución; de la dictadura priista a la dictadura panista y así. ¿Cómo hacerle para salir de estos ciclos de sangre y alcanzar la autonomía republicana, la independencia económica, la revolución de la consciencia y el equilibrio con la naturaleza y el cosmos?

Empecemos por reconocer que no vivimos una democracia. Ni existe de los gobernantes y representantes hacia la sociedad y viceversa, ni entre los propios miembros de la sociedad mexicana, ni entre México como nación en relación a otras naciones (principalmente Estados Unidos) y organismos internacionales. La democracia de por sí nació viciada (nunca fue popular en Grecia) luego fue ignorada por siglos y en la modernidad rescatada de la mala fama (en el siglo XIX europeo era insultante ser demócrata) mientras en la actualidad es el emblema del capitalismo y el discurso favorito para hacer guerras de intervención en nombre de las libertades (sobre todo del libre mercado). Vivimos pues una falacia.

Reconozcamos también la crisis de las instituciones. El gobierno ha fallado, la religión ha fallado, la escuela ha fallado, la familia ha fallado, el individuo(a) ha fallado. Gobiernos que alientan la guerra y obedecen intereses de otros gobiernos y empresas transnacionales; religiones que protegen pederastas, inhiben la libertad sexual y apoyan gobiernos espurios; escuelas públicas sujetas a dirigencias sindicales corruptas; familias desprotegidas, marginadas y victimizadas; individuos miedosos, envidiosos, egoístas e infelices. El país no se colapsa por que a final de cuentas el instinto de supervivencia nos lleva a la organización frente a la anomia.

La enajenación y el bajo nivel de consciencia. La antítesis del disfuncionamiento y desgobierno de las instituciones, más el poder de la superestructura neoliberal-capitalista que constantemente nos estimula con mensajes e imágenes de violencia, codicia, sexo, deseo, avaricia y un largo etcétera, confunde y permite la confrontación de intereses, donde el pez grande se come al chico, en una mala interpretación del darwinismo social encaminándolo hacia la depredación del planeta y la autodestrucción de la especie. México se establece como una república de salvajes, nada más de apreciar el infinito desprecio con el que las élites del poder político-económico-religioso solventan la pobreza, la ignorancia, la enfermedad y la impunidad.

Rompamos el ciclo. La vida sin riesgos no vale la pena ser vivida. Es muy cómodo no hacer nada (cómo la ranita cocida en agua lentamente hasta que hierve) mientras las y los inconscientes destruyen todo, hasta que luego es muy tarde rectificar. Empecemos rompiendo el círculo de la simulación. No somos un país pobre, pero hemos dejado que todo mundo (menos el pueblo de México) se aproveche de nuestras riquezas naturales explotándolas. No somos un país libre, la libertad no se conquista ni se gana, es un estado del ser que se materializa y retroalimenta en las relaciones sociales y el entorno; ser libre para emborracharse, ver el fútbol o hacer lo que se me da la gana incluso si perjudico a alguien más no es libertad, es enajenación con un bajísimo nivel de consciencia.

Tal vez sea el momento de retornar las plegarias a los viejos dioses, dado que los actuales han huido cobardemente o ya los mato la violencia. Señor Huitzilopochtli, sirvan estas decenas de miles asesinatos para darnos fuerza para el presente y el futuro. Ayúdanos a desprendernos de los malos gobernantes que como garrapatas, nos chupan la sangre y traicioneramente venden nuestras consciencias y se apoderan de nuestras riquezas. Ayúdanos a vencer a nuestros enemigos, locales, nacionales y extranjeros, que viven a costa de nuestra felicidad, unidad y libertad desviándonos de ellas. Que todas las vidas cobradas por la “guerra contra el narco” nos hagan reflexionar profundamente sobre la vida y la muerte haciéndonos mejores hombres y mujeres, conscientes y amantes de la naturaleza y la paz.

NO SOLUCIONES, NO ELECCIONES

Revolución MMX

viernes, 26 de marzo de 2010

La Santa Muerte y los cultos populares en México


La presente entrevista se realizó para el extinto periódico en línea El Espartaco, sólo se alcanzó a publicar la primera parte en febrero; la intención era conocer más sobre este tipo de prácticas populares presentes en muchos sectores de la sociedad mexicana paralelamente con otras religiones oficiales o incluso a pesar de ellas.

Particularmente el interés por el culto a la muerte, tan relacionado en el imaginario colectivo con el narcotráfico y los sicarios, resultaba de vital interés para indagar sobre los mitos y tabús al rededor de la misma. Asimismo la ola de violencia de la "guerra contra el narco" en lugares como Ciudad Juárez invitaba a saber más al respecto.   

Para el caso se contactó a un experto en el tema quien desde la Ciudad de México expresa sus conocimientos y opiniones al respecto de manera muy interesante y clara.

Aquí la entrevista completa.

Entrevista con el maestro Roberto García Zavala*, sobre los cultos populares y la adoración a la Santa Muerte en México.




¿Qué son los cultos populares?

Desde la antropología de la religión los cultos populares o también llamado religiosidad popular son aquellos en donde los miembros adheridos a un sistema de creencias toma símbolos del universo sagrado, los refuncionalizan de acuerdo a las necesidades propias de la comunidad y en donde, el ritual juega un papel fundamental ya que es ahí donde el símbolo cobra importancia además de cohesionar al grupo.

Se debe mencionar que la religiosidad popular no solo toma algunos símbolos del universo sagrado de un sistema de creencias, sino que tiene la característica de que puede erigir como sagrado a personajes, objetos y seres etéreos; como ejemplo de ello tenemos a Jesús Malverde, la Bendita Ánima de Juan Soldado, el Niño Fidencio y la Santa Muerte.

Así que, un culto “popular” no es aquel que sea lo contrario o lo que se opone a lo “oficial” pensado este último como las normas que la institución establece para el culto a lo sagrado.

Desde la antropología, los cultos populares o religiosidad popular tienen que ver con aquello que no es normado por la institución pero que a su vez es normado por el grupo social que utiliza los mismos símbolos sagrados pero en diferentes rituales con códigos propios de su comunidad.

Debemos de dejar de pensar lo “popular” como lo propio de los subalternos, como lo pasional, como lo colorido, como lo propio de los barrios o lo rural. Así como una persona o una comunidad peregrina a un santuario para pedir que cesen o bien que no caigan desgracias; de igual manera una persona o grupo con un poder adquisitivo mayor lo realiza a otros espacios a través de lo que se conoce como turismo religioso.

Los cultos populares o religiosidad popular no son exclusivos del sistema de creencias católico ya que en otros sistemas de creencias se presentan los elementos antes descritos (apropiación simbólica-refuncionalización-rituales de respuesta inmediata), veamos los siguientes ejemplos:

a) Un culto popular del Taoísmo sería la re funcionalización del símbolo Taijitu (conocido como el Yin-Yang), en donde, dentro del sistema de creencias taoísta tiene un sentido diferente al que la corriente New Age le ha “construido” como un símbolo de equilibrio. Si bien aquí estamos hablando de un préstamo cultural, el símbolo conserva sus elementos propios pero el sentido que le otorga el grupo que lo “adopta” es diferente así como los rituales en donde se encuentra el taijitu como símbolo ritual.

b) En lo que respecta al sistema de creencias católico la feligresía “adopta” determinados símbolos del universo sagrado a los cuales les asignan “funciones” diferentes que cumplen en la institución religiosa. Mientras que para la institución religiosa católica los santos cumplen con la “función” primordial de la imitación, es decir, que la feligresía a través de su vida y ministerio sigan su camino para alcanzar la santidad que es el fin último a que todo feligrés católico esta llamado. Pero en la religiosidad popular existe una “especialización” de santos, vírgenes u objetos del universo sagrado del sistema de creencias católico a los que la feligresía les reconoce la capacidad de obrar milagros y a los cuales acude para pedir en situaciones de crisis ya sea individual o comunitario.

¿Hay diferencia entre la religiosidad popular y la religiosidad institucional de una iglesia católica, por ejemplo?

En esencia no existe diferencia, solo que los caminos son paralelos. Para entenderlo tenemos que saber que la religiosidad es la manera en que un individuo, un grupo o una institución establecen el vínculo con lo sagrado. Este tipo de vínculo se efectúa a través de los rituales que gracias a la apologética logran institucionalizarse. Pero tratemos de ver dentro del catolicismo donde no existirían las diferencias y donde existen.

No existen diferencias entre la religiosidad popular y la institución católica cuando los símbolos rituales presentes en lo popular emanan del Universo Sagrado Católico, es decir, mientras sea San Judas Tadeo, Virgen de Guadalupe, San Ramón Nonato, San Francisco de Asís u otros los que han tomado un grupo para celebrar rituales paralelos (el oficial es la liturgia) la institución no se manifestara en contra de ellos, este es un claro ejemplo de lo que llaman cultos tolerados.

Pero la diferencia existe cuando los símbolos rituales no forman parte del Universo Sagrado Católico aunque los rituales que se elaboran en torno a ellos sean netamente católicos ya que son celebrados por los mismos católicos; un claro ejemplo de ello es el culto a la Santa Muerte.

Estos cultos serán condenados por la institución religiosa como movimientos heréticos sobre los cuales lanzaran anatemas y harán un constante llamado para que aquellos feligreses que lo profesan vuelvan al “rebaño”.

La relación entre un sector de la feligresía que rinde culto a los santos, vírgenes, objetos sacramentales u seres etéreos y la institución católica ha sido de constante tensión en todo su historia. Punto de tensión y en ocasiones de ruptura es el hecho de que la institución se reserva el derecho de determinar quién puede o que puede ser santo y con ello ser elevado al culto.

Antonio Rubial García ubica en el siglo XII con la promulgación de la institución religiosa como la única en erigir la santidad como el punto de ruptura entre la feligresía y la institución religiosa, sobre ello refiere:

La canonización fue derecho exclusivo del pontificado, con ello rompía con una tradición que data del siglo V en donde la elevación de un personaje al culto público era realizada por la devoción popular y ratificada con la autorización del obispo de la región y muy rara vez por el Papa. En el siglo XIII los decretos de Gregorio IX postularon, como parte del derecho canónico, que sólo el Sumo Pontífice tenía la potestad para elevar a una persona al culto público y se mencionaban los dos pasos a seguir en el proceso: La beatificación y la canonización. Para el siglo XVI se introdujeron cambios con referencia a llevar a los “Siervos de Dios” al culto público. Debido a la Contrarreforma y el Concilio de Trento, se produjo dentro de la religiosidad del mundo católico una perspectiva novedosa. Por un lado la Iglesia ejerció un mayor control sobre las manifestaciones populares del culto y se atribuyó el derecho de canonizarlas o prohibirlas. Por el otro fomentó en tal forma los elementos rituales externos, que fertilizó el terreno para que se fortaleciera un cristianismo mágico lleno de prácticas paganas. Así, al mismo tiempo que se proponían la veneración de imágenes y reliquias, los nuevos misales postridentinos eliminaban muchos elementos de los antiguos oficios de los santos y el papado imponía una serie de reglas a los procesos de canonización como a la literatura hagiográfica.

Así que, los movimientos y las tensiones que existen entre la feligresía y la institución religiosa no tienen nada de novedoso. Ambas formas de apropiación e interpretación de los símbolos sagrados ha existido desde que se fundó la Iglesia Católica.

Sobre los rituales que se elaboran en torno a estos símbolos se debe mencionar que algunos de ellos se realizan dentro del espacio de la iglesia (como puede ser el “limpiar” a una persona con una veladora) y otros más especializados (las limpias con hierbas) se harán en un espacio particular.

Tanto la institución católica como la feligresía que profesa el culto a diversos símbolos del universo sagrado del catolicismo han sabido delimitar los límites de su religiosidad. Por una parte la institución “tolerara” determinados cultos que después de un tiempo (pueden pasar siglos) puede ser incorporada al calendario de festividades de la institución. Mientras que la feligresía mantendrá una relación de respeto con la institución religiosa mientras no vea atentado contra su religiosidad y si ello sucede, se alejará de la iglesia pero sin romper el vínculo con lo sagrado.

Dentro de los cultos populares en México, ¿cuáles son los más practicados?

Los principales son los cultos marianos, ellos son: Virgen de Guadalupe, Virgen de San Juan de Los Lagos, Virgen de Zapopan y Virgen de Juquila. Le siguen las diversas advocaciones de Jesucristo, ellos son: Nuestro Señor de Chalma y Sagrado Corazón de Jesús, Santo Niño de Atocha, Divino Niño.

El culto a los santos se remite más a una cuestión local. Así tenemos que San Lorenzo es el santo patrono de Ciudad Juárez, San Francisco de Asís es el santo patrón del barrio de Tepito o San Caralampio como santo patrón de Comitán, Chiapas.

Ahora bien, existen santos “populares” que tiene gran demanda por sus comprobadas cualidades taumatúrgicas, ellos son: El Niño Fidencio, el Ánima de Juan Soldado, San Maximón (santo popular guatemalteco que recientemente se ha incorporado al universo sagrado de la religiosidad popular) y otros santos de carácter local.

De que un santo tenga mayor proyección y mayor número de devotos depende directamente del grado de especialización que se le ha conferido. Por ello, existen santos que sobresalen como son: San Judas Tadeo (el patrono de las causas difíciles), Santo Toribio Romo (Mártir cristero que ayuda a las personas en su peregrinar para llegar a los Estados Unidos), el Ánima de Juan Soldado (cumple con la misma función que Santo Toribio Romo pero en la región de Tijuana) el Niño Fidencio (cuya especialización es el devolver la salud) la Santa Muerte (a la que se le puede pedir salud, amor o dinero).

¿Es posible ser “católico” y tener o hacer otro tipo de adoración, de práctica digamos, no oficial o incluso contraria a la de una religión establecida o reconocida por la Ley de cultos?

Si, se puede ser católico y a su vez tener una devoción –más que adoración- a otros simbólicos que no pertenezcan al universo sagrado católico.

¿Cómo puede ser ello? La religiosidad popular tiene su fundamento en lo práctico, es decir, en aquello que está comprobado que funciona y si al símbolo sagrado o ritual que se acude no cumple con esa característica se desecha.

Charles Guignebert plantea que el mismo San Agustín se vio ante el mismo fenómeno que implicaba el deber ser de la iglesia y la manera en que los simples ejercían su religiosidad.

San Agustín no hizo sino fundar teología de Occidente, establecer los temas principales de su especulación, orientar su mística y formular las reglas de su moral pública; nadie trabajó más para fortificar en la Iglesia, quiero decir, en el cuerpo constituido de las autoridades eclesiásticas, el principio de autoridad en materia de fe; nadie contribuyó más que él a hacer aceptar la opinión de una decisión de la Iglesia es una verdad contra la cual la razón humana no tiene calidad para rebelarse y que las propias Sagradas Escrituras valen sólo por la garantía y según la interpretación de la Iglesia…..Esta afirmación hallaba sólido apoyo en la fe popular a la que San Agustín sabía bien que era necesario hacerle algunas concesiones, tales como las de contentarse con su asentimiento sobre los puntos esenciales de la doctrina, cerrar por fuerza los ojos ante sus menudos extravíos y, sobre todo, perdonarle sus involuntarios retornos a costumbres atávicas (invocar a los muertos o realizar sacrificios humanos con fines adivinatorios). Pero no comprendía completamente qué ardiente deseo de fijeza ocultaba la aparente movilidad de aquella fe.

El hecho de que una persona adscrita al catolicismo acuda a símbolos ajenos a su sistema religioso no importando que ese símbolo sagrado o ritual sea antitético a su sistema de creencias tiene su fundamento en las crisis vitales de los hombres (vida-muerte, salud-enfermedad, bonanza-carencia). Esta persona puede acudir prácticas tales como la lectura de cartas, la bahúa, lectura de café, limpias precedidas por un “brujo” y amuletos, Lo que he mencionado no es permitido por la iglesia católica, pero es una práctica recurrente entre su feligresía.

El mismo Charles Guignebert menciona:

Sin duda los simples son accesibles a todas las sugestiones despasado, de las circunstancias y del medio; su sensibilidad religiosa se conmueve tanto más rápidamente y reacciona tanto más profundamente cuanto más colectivamente impresionada sea y de ordinario son incapaces de reglarla, de modo que muy a menudo ponen en aprieto a los teólogos. Por instinto, también, se sienten arrastrados a multiplicar y agrandar los objetos de su fe. De hecho, pues son en la Iglesia un elemento de agitación más o menos sensible según los tiempos, pero activo y constantemente inestable. Y sin embargo, nada los alarma más la idea de un cambio en sus creencias y nada es más lógico que esta alarma.

En mi andar como estudioso del fenómeno religioso y en especial de la religiosidad popular no he encontrado adhesión de individuos a otras prácticas rituales que no estén registradas dentro de las Asociaciones Religiosas y Culto Público. Ello no quiere decir que no puedan existir, pero su característica principal sería el anonimato y solo los iniciados podrían tener acceso a ello.

Contrario a lo que se puede pensar, los estudios sobre la religiosidad popular no son fáciles ya que se trabaja con el principal elemento que dota de sentido a los hombres…su vínculo con lo sagrado.

El culto a la Santa Muerte popularmente se le relaciona con prácticas satánicas, violentas y oscuras y con profesiones como las de narcotraficante o sicario, ¿qué tan cierto es esto?

Primeramente me gustaría mencionar que el antropólogo de la religión no “certifica” o descalifica culto alguno. Su trabajo consiste en describir el fenómeno guiado por categorías de análisis propias de su disciplina como son: el mito, el símbolo y los rituales.

Ahora bien, debemos separar lo que es la opinión de los individuos que comparten características iguales a los devotos a la Santa Muerte. Me refiero a la misma grey católica que también se encuentran insertos en la religiosidad popular y que cuando se le pregunta opinión con respecto a los que profesan devoción a la Santa Muerte manifiestan su desacuerdo, pero también su respeto a esa decisión.

El vínculo entre Santa Muerte- narcotraficante, Santa Muerte-personas en situación de calle, Santa Muerte-prostitución, Santa Muerte-secuestradores y las que se puedan imaginar no son más que una creación de los medios de comunicación masiva.

Todo empezó con la aprehensión de Daniel Arizmendi “el mocha orejas” en donde los reporteros captaron en imágenes el espacio donde se refugiaba y encontraron un altar a la Santa Muerte con sus respectivas ofrendas como son las manzanas y los cigarros. De este evento se da inicio a la asociación del símbolo ritual (como lo puede ser cualquier santo) con actividades delictivas.

Una característica fundamental de la religiosidad popular es que en las peticiones que se elaboran a símbolos rituales solamente se piden dos cosas: que no caiga la desgracia o que cese la desgracia. Luego entonces, una diversidad de personas con oficios o profesiones diferentes puede acudir a una diversidad de símbolos rituales entre los cuales se encuentra la Santa Muerte.

Con respecto al vínculo Santa Muerte-práctica satánica, es una versión que proviene de la iglesia católica la cual no puede ser refutada ya que responde a su posición milenaria de no aceptar estos tipos de cultos por las razones expuestas en las preguntas anteriores.

Ahora bien, de acuerdo a mis estudios sobre el fenómeno del culto a la Santa Muerte en la ciudad de México puedo decir que el tipo de personas que profesan devoción a la Santa Muerte se encuentran personas de diversas edades y diversos oficios. El tipo de ritual que se celebra es el rezo de un rosario; las ofrendas van desde manzanas, dulces y cigarros; en las oraciones que se ofrendan se le pide a la Santa Muerte salud para la familia, que los proteja en cada una de las actividades que realizan, que les permita llegar a casa, ayuda en las actividades escolares, que rinda el dinero, que les permita tener trabajo.

¿Por qué la fascinación con la Santa Muerte en México? Pareciera que nuestra cultura mexicana está muy arraigada o es a fin a comprender la muerte como algo sagrado, tiene algo que ver con nuestra tradición prehispánica, con tradiciones como el día de los muertos en noviembre.

No, no existe una fascinación por la Santa Muerte en México aunque se debe mencionar que existen devotos en todo el país.

Pero quizá la pregunta esté referida a la supuesta fascinación del mexicano hacia la muerte y la famosa frase “los mexicanos nos reímos de la muerte”. Lo digo como antropólogo y tanatólogo que no hay nada más falso que dicha frase.

La muerte es aquello que no queremos que llegue y por más que nos hagamos a la idea de que llegará nunca se está preparado para ello.

Ahora bien, las festividades de “día de muertos” tiene un carácter religioso y su fundamento básico es la de rememorar a los que se han ido. En ese día los muertos no lo son ya que se convierten en elementos dinámicos e integradores.

Ahora bien, sobre el vínculo muerte-mexicano se debe mencionar que también se trata de una “creación” en este caso de la literatura, las artes plásticas y de la cinematografía en especial del llamado “ciclo de oro”.

El supuesto vínculo del mexicano con la muerte proviene de dos películas a saber: Macario y El ahijado de la muerte. En la primera el protagonista establece un convenio con la muerte y por ello se hace acreedor de un brebaje que puede devolver la salud física. En la segunda, el protagonista es protegido de la muerte y por ello su carácter temerario.

Otro argumento que se utiliza para “comprobar” el vínculo del mexicano con la muerte se encuentra en las obras de José Guadalupe Posada. Aquí estamos en presencia de una descontextualización total de la obra del autor ya que su obra tenía un carácter contestatario en el tiempo previo al movimiento revolucionario. Hoy en día es impensable separar su famosa “catrina” de los altares dedicados a los difuntos.

En relación con otros cultos populares como el de Malverde, adorado principalmente en el norte de México y relacionado también con el narcotráfico, ¿estamos frente a una “necesidad” de las personas por encontrar ídolos más afines con su realidad de vida o es una respuesta a lo que otros cultos o religiones no le ofrecen a la gente?

Espero haber logrado que el lector haya repensado la idea de establecer vínculos entre una actividad profesional liminal y un símbolo ritual en específico.

Los individuos y los grupos acuden a símbolos rituales que ofrecen respuestas inmediatas en situaciones de crisis. Ellos acudirán con quién en boga de muchos es el más milagroso no importando si es San Judas Tadeo, San Lázaro, San Charbel Majluf, Malverde, Santa Muerte u otros símbolos rituales Orishas como lo son Eleggúa, Changó o Babalú ayeé.

No importa para ellos si recurren a elementos rituales ajenos a su sistema de creencia como puede ser adquirir un Buda preparado con semillas y monedas o acudir a Maximón. Lo que se necesita es una respuesta inmediata y se acudirá con aquel que pueda aliviar la aflicción.

El hecho que la feligresía acuda o erija símbolos rituales ajenos al universo sagrado católico no debe pensarse como una “falla” de la institución religiosa o que se encuentre lejos de su feligresía. Pensémoslo así: la institución religiosa ofrece una recompensa a futuro (después de la muerte) pide soportar el dolor de manera estoica ya que este purifica y pide no hacer mal al prójimo. Pero la feligresía necesita parar el dolor, necesita dinero, necesita poseer al ser deseado (y no el amado), necesita protegerse de los enemigos, necesita “suerte” en sus ventas. En fin, se acude a los símbolos rituales para alterar de manera súbita los eventos que causan aflicción, mientras que la institución religiosa acepta y busca el sentido en esas aflicciones…. ¿A caso Cristo o los santos renegaron de su situación?

¿Consideras que puede haber un incremento del culto a la Santa Muerte en lugares donde la violencia o el asesinato es una constante, como en Ciudad Juárez, donde en los últimos dos años se contabilizan más de tres mil muertes relacionadas con la “guerra contra el narcotráfico”?

No, no creo que el culto a la Santa Muerte se pueda arraigar en una ciudad como lo es Juárez por el hecho de que su situación en los últimos dos años haya venido a pique con tantas ejecuciones.

Pero si creo que el vínculo de los juarense para con lo sagrado es más estrecho por la necesidad de encontrar una respuesta inmediata a este problema emergente y con ello difiero un mucho sobre tú idea de “la muerte de Dios en ciudad Juárez”.

El culto a la Santa Muerte tiene presencia en ciudad Juárez, pero su uso está referido a los rituales de respuesta inmediata como lo son el amor, la salud y el dinero. Basta con acudir al mercado Cuauhtémoc y observar que la Santa Muerte es el símbolo ritual que más se oferta (ello no quiere decir que es el que más se consume) y preguntar a los encargados de los locales los usos básicos de dicho símbolo ritual.

*El maestro García Zavala es licenciado en Sociología por la UACJ, candidato al grado de Doctor en Antropología Social con especialidad en estudios de religiosidad popular por la ENAH y tanatólogo por la AMTAC, además ex –docente de la UACJ y la UACH.