Artículo 9o.- No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito.
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
El martes primero de noviembre la policía municipal de Ciudad Juárez reprimió con lujo de violencia una manifestación pacífica de activistas “indignad@s” así como de periodistas de medios locales, encarcelando a un total de veintinueve personas cuyo delito fue manifestarse públicamente o hacer su trabajo, en el caso de los periodistas.
La represión política a los movimientos sociales y el asesinato tanto de activistas como de periodistas en Chihuahua viene pronunciándose en los últimos años y el actual gobierno priista de César Duarte a un año de su gestión ya acumula varios hechos bochornosos, cuya fecha inaugural se inicia a finales de diciembre del 2010 con el asesinato de Marisela Escobedo en Palacio de Gobierno de Chihuahua.
Igualmente el cuarto año de la administración priista de Héctor “Teto” Murguía en Ciudad Juárez reproduce fielmente las caricias de la ley del garrote a que tan delicadamente nos tiene acostumbrados a las y los juarenses, ya sea con grupos de choque priistas o policías armados enmascarados. Además la contratación de Julián Leyzaola como jefe policiaco y su forma prepotente de actuar (mala copia del estilo Joe Arpaio de Arizona) le da un verdadero toque autoritario a su priismo neoliberal tan identificado con el gobierno calderonista.
La tendencia de “mano dura” juarense y chihuahuense nos deben recordar a las mentes más libertarias y solidarias, que es una tendencia nacional de la derecha en el poder, sea del PRI, del PAN o cualquier otro partido para volver hacia escenarios predemocráticos propios de la era de partido de Estado con la nueva variable del capitalismo neoliberal globalizado donde los gobiernos se subordinan al poder de la banca internacional, las transnacionales y Washington. En este periodo de crisis, los conservadores reaccionan y su actuar es violento, como nos lo muestran Obama, Calderón, Duarte o el Teto.
La crisis económica que ha despertado a innumerables movimientos alrededor del mundo en contra del injusto sistema económico actual, más la llamada “Primavera Árabe” en varias naciones islámicas este año contra sus gobiernos tiránicos, son parte del contexto que nos toca vivir; súmenle la violencia de género (feminicidio) el asesinato de miles de jóvenes, niños y niñas (juvenicidio, infanticidio) paramilitares y tendrán a Ciudad Juárez.
¿criminalización de la protesta social o de la sociedad en general?
La criminalización social es esta nueva tendencia de los gobiernos de derecha para justificar la violencia de Estado con el hecho de permitir la militarización de la vida pública con el motivo, según ellos, de “proteger a la ciudadanía” aunque más bien sea una estrategia de limpieza social, de quién sí y quién no se puede manifestar públicamente como podemos notar concretamente con este último hecho de violación a los derechos civiles y las garantías individuales sucedido contra las y los indignados de Ciudad Juárez; de ahí la importancia de reprimir movimientos desde el Estado: como ejemplo de escarmiento para la sociedad despolitizada, la sociedad anónima, para que no se politice.
Muchos de las y los detenidos en Ciudad Juárez son profesionistas, estudiantes, comerciantes, artistas, universitarios, maestros, ¿por qué contra ellos y ellas la furia del Estado?, ¿por su apariencia o sus ideas?, ¿y a los periodistas? El aumento de la violencia de Estado contra el activismo y la prensa se han pronunciado en este sexenio prácticamente en todo el país, siguiendo una tendencia mundial en las democracias capitalistas, incluido Estados Unidos, por endurecer o de plano reprimir las manifestaciones sociales.
El misterioso asesinato de Carlos Sinhué Cuevas, estudiante de la Facultad de Filosofía de la UNAM y activista antimilitarización, la última semana de octubre, así como el desalojo de Indignad@s en Tijuana esta semana se suman a la represión contra movimientos sociales en otras latitudes del mundo, lo que da a entender el “cero tolerancia” de los gobiernos de derecha, autoritarios y tiránicos de esta era en realidad tienen miedo de un levantamiento de consciencia individual, social y de tendencia mundial, por eso buscan implantar modelos represivos de orden, mientras en el caso mexicano se solapa una absurda guerra civil “guerra contra el narco” imposible de ganar y además justificante de la actual y selectiva violencia de Estado.
La represión de las expresiones de protesta en Ciudad Juárez va en sentido contrario de esfuerzos político-empresariales como “Juárez competitiva” que buscan cambiar la imagen de esta violenta frontera. La realidad no se puede ocultar; es contradictorio además de lamentable, que sea el mismo gobierno quien se encargue de violentar el orden social.