La venganza de los
confederados
(White Christian Terrorists)
Carlos Murillo González
I suppose Old Man Trump knows
just how much racial hate he stirred up
Woody Guthrie
La democracia electoral es un juego donde la/el ganador obtiene un poder
legitimado y lo ejerce de acuerdo a los intereses del o los grupos (élites) que
lo sostienen. En noviembre del 2016 Donald Trump daba la noticia mundial con su
triunfo en las elecciones presidenciales de EEUU. Polémico sin duda, este
personaje representa a un buen porcentaje de la población estadounidense de
descendencia europea, ideas conservadoras y pensamientos supremacistas, ah,
pero eso sí, muy cristianos. Es la venganza de los confederados.
Un año de Trump
Desde décadas antes de la contienda electoral se sabía del millonario Trump
como un tipo arrogante, racista, sexista y gandalla obsesionado por ser
reconocido como una celebridad a pesar de sus escándalos (o tal vez por ellos)
sus negocios turbios y la evasión fiscal de sus empresas. A diferencia de sus antecesores
presidenciales, más cautos y elocuentes (aunque no menos peligrosos) Trump es
un empresario típico adicto al dinero y un político atípico que hace lo que
piensa, aunque no piense mucho ni bien.
Durante el 2017 y de manera acelerada, el gobierno trumpista ha ido
dividiendo y empobreciendo más a su país con una política de limpieza social
contra los pobres, los enfermos, los migrantes indocumentados (principalmente
latinoamericanos) los musulmanes, entre otros y, a nivel internacional,
rompiendo acuerdos y cometiendo graves errores diplomáticos, ayudando así a
eliminar el poco prestigio que EEUU todavía pudiera tener globalmente y
exponiendo al mundo a una nueva Guerra Fría.
Supremacismo blanco
Desde su época colonial, los Estados Unidos de Norteamérica sobrevivieron
gracias a una economía esclavista y a través del expansionismo territorial a
costa del exterminio indígena. La base de su ideología política es el asumirse
como elegidos de dios (Destino manifiesto: América
para los americanos, o sea, ellos) desde entonces ejercen su versión de
imperialismo capitalista hacia el resto del mundo, fundamentada en la Doctrina
Monroe, donde pesan sobre todo sus intereses (America first) siempre con las
mejores intenciones (In God They Trust).
Si lo vemos con atención, el pensamiento político gringo tiene parangón con
el fascismo del siglo XX: si bien estos enaltecen el nacionalismo étnico,
religioso o un pasado glorioso, los primeros además defienden la democracia
capitalista y la libertad (de comprar) como su bandera de lucha. Y en efecto,
todas sus guerras, matanzas e invasiones son hechas en nombre de estos
conceptos. La idea supremacista viene gestándose desde la vieja Europa, heredera
de las culturas del Mediterráneo, repartiéndose el mundo desde el siglo XVI de
manera brutal bajo el supuesto de civilizar a los bárbaros.
No en balde el nazismo de Hitler se inspiró más en las políticas
segregacionistas de EEUU por encima de otros gobiernos racistas como Sudáfrica,
por ejemplo, pues consideraban las leyes gringas más avanzadas en este terreno.
Muchas de las cosas que implementó el nazismo, fueron primero instauradas por
Washington.
En otras palabras, los EEUU han impuesto su voluntad e intervenido en
muchos países del orbe para llevar su democracia.
Trump: el anticristo
Donlad Trump es hijo de un empresario vinculado al Ku Klux Klan, a los
cuales ha dado un nuevo aire sumándose además otros grupos de odio, como los
neonazis, los rednecks y otros tantos que han salido de las penumbras para
fortalecer el orgullo blanco. La hazaña
de Trump es haber logrado la unión de la extrema derecha con los cristianos
evangélicos sureños y otros racistas “moderados”, en lo que hoy se denomina
como Alt-Right (¿Alternativa de Derecha?)
Trump representa además al conservadurismo más recalcitrante de su país:
ese que es anti aborto, pro pena de muerte, militarista, aislacionista, anti
científico, hipócritamente puritano, además de racista y soberbio. El Trumpismo
es la añoranza de la quema de negros y mexicanos, de las mujeres sin derechos,
de la explotación laboral sin consecuencias legales y de la contaminación
ambiental sin restricciones. Para muchos fanáticos cristianos El Donald es el elegido de dios para
poner fin a una era belicosa y dar entrada a una de paz (¿Apocalipsis Now?)
¿Fin del neoliberalismo?
En lo económico se trata de una vuelta al proteccionismo. De ahí el
rompimiento de tratados y acuerdos comerciales, o el condicionamiento de otros,
como el TLC. Sigue siendo capitalismo, pero en un escenario olvidado,
presumiblemente superado. El trumpismo rompe también con Adam Smith, en cuanto
al papel del Estado en la economía: en Smith, es coadyuvante de La Mano
Invisible, su trabajo es apoyar el mercado libre; en Trump, es un instrumento
desechable, prescindible (claro, excepto en lo militar) útil para forzar hacer
negocios: con Estado, sin Estado o a pesar del Estado.
En cuanto a lo político, el Estado trumpista es un Estado policiaco, con
tendencias fascistas y tiránicas. Sus intentos por desprestigiar y silenciar a
la prensa, sus desprecios y preferencias por ciertas culturas o naciones y sus
intereses económicos personales, además de ser un mentiroso compulsivo,
mantienen en vilo a varias naciones y regiones, así como a sus propios
conciudadanos, tal vez los primeros estafados de su gobierno. Paradójica es la
repetición de la historia: lo cercano a una próxima guerra civil por conflictos
económico-racistas en el país más multicultural y armado del mundo.
Si ya de por sí con el neoliberalismo permanecen las acciones violentas, anómicas
(se compran gobiernos, se inventan guerras y epidemias…) a pesar de las
legislaciones, las denuncias y los movimientos sociales, un trumpismo
generalizado se inclinaría por un regreso decimonónico, al capitalismo más
sucio, explotador y contaminante.
Futuro de la relación
EEUU/México con Trump
No debemos esperar nada bueno de este señor hacia México y las y los
mexicanos. Hasta nos podría sorprender declarándonos la guerra para obligarnos
a pagar el muro fronterizo. En estos momentos el gobierno de México debería
lanzar alertas a quienes viajan a EEUU, pues se exponen a malos tratos,
discriminación e incluso puede peligrar su integridad física o su vida en prácticamente
cualquier ciudad o pueblo estadounidense. No somos aliados, sino súbditos de
EEUU, por eso nos necesitan más que nosotros a ellos, ahí lo peligroso.
White Christian
Terrorists
El padre de la patria estadounidense es George Washington, un militar,
esclavista y racista, quien no sólo combatió a los ingleses, también hizo
guerra de exterminio contra las naciones nativas (otra tradición gringa) por lo
tanto, no es nada nuevo un presidente racista, avaricioso y belicoso. Que no se
nos olvide que el terrorismo no es exclusivo de una etnia, religión o
ideología, lo ejercen tanto individuos, como empresas, instituciones o
gobiernos y, por supuesto, las religiones. Por lo tanto, no debe negársele ese
trato de terrorista a quienes, bajo el escudo de una religión, cometen actos de
odio. El terrorista cristiano blanco sí existe.