miércoles, 23 de septiembre de 2009

23 de septiembre, Madera, 1965: La historia olvidada de Chihuahua.


23 de septiembre, Madera, 1965
Carlos Murillo G.


“Aquí no ha pasado nada, absolutamente nada…”

Práxedes Giner Durán, gobernador de Chihuahua en 1965.



Septiembre, mes de la patria. La historia oficial suele olvidar por cuestiones de conveniencia y propaganda, aquellas partes de su pasado que no le son favorables. La historia de México, en este caso tomando como escenario Chihuahua, está plagada de omisiones sangrientas, dolorosas y desafortunadamente también, del mismo tipo de situaciones contradictorias que las generan.

Hace cuarenta y cuatro años por problemas muy similares a los actuales, un grupo de ciudadanos del municipio de Madera, se alzaron en armas cansados de la injusticia que todavía prevalece en la Sierra Tarahumara por cuestión de la tenencia de la tierra y la indiscriminada explotación forestal, pero también por el abuso del Estado en toda la extensión de la palabra: corrupción, autoritarismo, oídos sordos, miseria, persecución y un largo etcétera. Los audaces atacantes del cuartel de Madera eran campesinos, estudiantes, maestros, gente de bien.

Militarmente hablando el ataque fue un fracaso, un intento verdaderamente suicida dadas las condiciones cómo se da la faena, pero no hubo marcha atrás; ni la lluvia, ni la falta de hombres y armas, ni la falta de preparación militar impidió que una docena de valientes plenamente identificados con sus convicciones libertarias hicieran lo que tenían que hacer: enfrentar la realidad macabra de la política mexicana desde siempre distanciada de las necesidades de su gente.

En el terreno sociológico la iniciativa fue todo un éxito. Después del ataque, minimizada oportunamente por el gobernador y los medios en turno, tuvo un fuerte impacto en la sociedad; de hecho fue el preámbulo de lo que vendría tres años más tarde a nivel estudiantil y nacional. Luego, en la década del setenta, un movimiento guerrillero rescataría la fecha para adjudicársela como nombre: la Liga Comunista 23 de Septiembre, que actuaba en las grandes ciudades del país como guerrilla urbana.

En esa época el Estado aplicó la guerra sucia como método de exterminio de los movimientos sociales con relativo éxito: terminó con guerrillas como la 23, o las de Genaro Rojas y Lucio Cabañas en Guerrero, despolitizó a las y los jóvenes y persiguió a las y los estudiantes, pero como nunca procuró poner fin a los privilegios de sus compadres y aliados, es decir, como siguió prevaleciendo la desigualdad, la corrupción, el autoritarismo, pues resultó imposible que aparecieran otros movimientos como el EZLN en Chiapas o el EPR en Guerrero.

En la transición del Estado paternal (el famoso “papá gobierno” de antaño) como en realidad se ejercía el Estado de bienestar, al actual Estado neoliberal, no sólo no cambian las malas condiciones socioeconómicas de la población, sino se empeoran y multiplican: hay más diversificación de la pobreza y mayor número de pobres, la política sigue distanciada de la sociedad como los jueces de la justicia y hay una mayor dependencia hacia Estados Unidos, no sólo en lo económico, sino también en lo político e ideológico.

A septiembre del 2009 pareciera que las cosas se complican en todas partes de Chihuahua: asesinatos por doquier; pérdida de soberanía en algunos municipios (Namiquipa) o regiones (noroeste) enfrentamientos entre campesinos y CFE; protestas contra las alzas en transporte público (Chihuahua) manifestaciones contra la banca (Cuauhtémoc) manifestaciones contra la PGR por la posible designación de Arturo Chávez Chávez como procurador (Ciudad Juárez) entre muchos otros, pero también cabe preguntarse, ¿es que alguna vez estuvimos mejor?

La gesta del ataque al cuartel militar en Ciudad Madera, en la madrugada del 23 de septiembre no puede ni debe considerarse un hecho aislado, mínimo y olvidable; por el contrario, se hace absolutamente necesario estudiarlo, rescatarlo, actualizarlo; eventos como este tienen bastante significación en la actualidad por que siguen vigentes los problemas que le dieron cause; la presencia castrense en la entidad y el río de sangre de la política de exterminio del Estado, así como su actitud fría y despectiva ante el hecho nos obliga.

¿Quién o quién no ha aprendido la lección de la historia, la sociedad o el Estado? Es difícil saberlo, dado que una es el reflejo del otro y viceversa, recorriendo el mismo camino, aunque en condiciones distintas. El Estado se nos cae a pedazos mientras la clase política prepara sus armas para la siguiente elección; la sociedad, más abstracta que nunca, explota en manifestaciones que van de la indolencia a la desesperación, de la apatía al activismo; no cabe duda que nos encontramos en una dialéctica negativa, grosera, en un círculo vicioso que empieza a romperse.