El mundo según Trump
Carlos Murillo
González
American Psycho
Misfits
Algunos estarán ya hartos, hartas, algunos más
fascinados o enfadados(as) pero mientras Donald Trump sea presidente de EEUU,
será fuente de noticias y de alertas, pues por su carácter autoritario y su
ideología neoconservadora, es un peligro para México y el mundo (incluido el
medio ambiente y todas las especies animales y vegetales).
A diferencia de sus antecesores en la Casa
Blanca, más hipócritas, Trump es un cínico, un neopopulista sin experiencia
política; un verdadero gringo supremacista, quien representa otra cara del
capitalismo, en su versión más decadente y ligada al fascismo. Por supuesto, no todos ni todas sus
compatriotas están de acuerdo con él, pero cuenta con el apoyo de un gabinete
plagado de personas conservadoras, clasistas, racistas, xenófobas, ecocidas,
con intereses empresariales, pero eso sí, muy cristianas.
Eso no debe ocultar tampoco la situación
nacional, regional y local al lado sur del Río Bravo. El problema está aquí
irresuelto, es estructural (político-económico) y su solución es sociológica.
El ejemplo de los EEUU actual, es un reflejo de México y de la versión más
refinada del capitalismo neoliberal llevada a extremos, contradiciéndose con
las políticas proteccionistas y el discurso nacionalista patriotero y
autoritario de Trump, pero sin cambio alguno en cuanto a representar y proteger
los intereses de la clase dominante.
La enajenación en las
clases altas
Cuando se habla de enajenación o alienación
regularmente se hace referencia a los síntomas y resultados de la estructura
económica-política y sociológica hacia las grandes masas, a las clases pobres o
también a fenómenos culturales como el apego a las tecnologías y la adoración a
las cosas materiales, pero pocas veces se hace referencia a la enajenación de
las clases dominantes, verdadero peligro detrás de las guerras y las crisis
económicas. Además la sociedad actual alienta como nunca en la historia los
valores del capitalismo, o lo que es lo mismo, de la gente rica.
Pero las y los ricos no quieren perder
privilegios y hacen todo lo posible por mantenerlos (ahí está su enajenación).
No es raro en esos ambientes encontrar “líderes” crueles, explotadores
(empresarios, gerentes, políticos, figuras públicas…) narcisistas, egocéntricos,
arrogantes, deshumanos y violentos, capaces de mentir o engañar si eso les trae
más beneficios y de sacrificar personas o pasar por encima de ellos y ellas
para lograr sus objetivos. Eso no ha cambiado en siglos, sólo que ahora su
capacidad de destrucción es mayor que nunca pues son muchos.
Donald Trump es un buen ejemplo de enajenación
por riqueza. Un niño mimado que nunca maduró; bravucón, abusón, engañador,
corrupto, misógino, visceral; haciendo de las suyas por que nadie en su vida,
aparentemente, le puso límites. Como “líder” no es muy distinto a los reyes de
antaño o a los dictadores modernos. La realidad de ricachones como Trump
invisibilizan la realidad de las mayorías, su ego es tan grande que raya en lo
enfermizo, en imponer su chata visión del mundo y su ausencia de humildad para
reconocer sus errores.
La era de los
políticos clown
¿Qué es un político clown? Fácil: un idiota en
el poder; alguien que baila y te entretiene para capturar tu voto bobo; es
decir, desde un Fox o Peña Nieto en México; hasta un George W. Bush o un Donald
Trump en los EEUU y por supuesto, clowns locales como el alcalde de Ciudad Juárez,
Héctor “Teto” Murguía. ¿Qué tienen en común? Un enorme ego construido por la
sociedad narcisista, convirtiéndolos en personajes mediáticos de gran
penetración popular pese a sus polémicos discursos o acciones, o también, como
consecuencia de ellos. Nacidos ricos o bien relacionados con las esferas del
poder, hacen de su personaje un éxito aunque no tengan las cualidades para ser
un verdadero estadista.
El político clown es peligroso, detrás de sus
payasadas, dichos y ocurrencias, oculta el verdadero uso del personaje para
hacer grandes negocios ilegales, enriquecerse o excederse de poder impunemente.
Estos mirreyes usan su carisma para
distraer, pero al no ser socialmente inteligentes y mucho menos sensibles o
solidarios con las causas sociales (las cuales detestan) los hace vulnerables a
la opinión pública. Cuando llegan a ese momento, depende de la madurez de la
sociedad para tomar el poder y enfrentar a sus “líderes”, como sucedió en
Ecuador a finales del siglo pasado con Abdulá Bucaram, presidente destituido
por su propio pueblo a través del congreso dada su “incapacidad mental para
gobernar”, según Wikipedia.
Un político clown es un demagogo, un charlatán,
alguien viviendo a expensas de su carisma de bufón y no de sus dotes políticas.
Llegan al poder gracias a la ingenuidad, despolitización e ignorancia política
de la gente, de aquella que anhela tener un(a) guía, un caudillo, incapaz
todavía de conocer la democracia, mucho menos de ejercerla. Su mensaje va
dirigido entonces no a un(a) ciudadano consciente y responsable de los asuntos
públicos, informado, sino a un(a) súbdito, un lacayo; a aquellos y aquellas
personas más vulnerables y proclives a “elegir” superficialmente por
apariencia, discurso, belleza, fama (en otras palabras: que le hable bonito, le
enamore, le baje el sol y las estrellas…) así sea un villano(a), represor,
ignorante, autoritario o machista.
¿Cómo nos va a afectar Trump? No sabemos. Si el
pueblo norteamericano no hace su tarea, pues es el primer afectado, no podremos
esperar mucho los demás países. Asuntos pendientes como el gasolinazo y la caída del presidente Peña, ameritan también hacer el
esfuerzo desde la sociedad mexicana para
enfrentar escenarios más bien de riesgo. La combinación Peña-Trump es un
peligro para México, he ahí la urgencia.