jueves, 9 de febrero de 2017

El mundo según Trump


El mundo según Trump
Carlos Murillo González
American Psycho
Misfits

Algunos estarán ya hartos, hartas, algunos más fascinados o enfadados(as) pero mientras Donald Trump sea presidente de EEUU, será fuente de noticias y de alertas, pues por su carácter autoritario y su ideología neoconservadora, es un peligro para México y el mundo (incluido el medio ambiente y todas las especies animales y vegetales).

A diferencia de sus antecesores en la Casa Blanca, más hipócritas, Trump es un cínico, un neopopulista sin experiencia política; un verdadero gringo supremacista, quien representa otra cara del capitalismo, en su versión más decadente y ligada al fascismo.  Por supuesto, no todos ni todas sus compatriotas están de acuerdo con él, pero cuenta con el apoyo de un gabinete plagado de personas conservadoras, clasistas, racistas, xenófobas, ecocidas, con intereses empresariales, pero eso sí, muy cristianas.

Eso no debe ocultar tampoco la situación nacional, regional y local al lado sur del Río Bravo. El problema está aquí irresuelto, es estructural (político-económico) y su solución es sociológica. El ejemplo de los EEUU actual, es un reflejo de México y de la versión más refinada del capitalismo neoliberal llevada a extremos, contradiciéndose con las políticas proteccionistas y el discurso nacionalista patriotero y autoritario de Trump, pero sin cambio alguno en cuanto a representar y proteger los intereses de la clase dominante.

La enajenación en las clases altas

Cuando se habla de enajenación o alienación regularmente se hace referencia a los síntomas y resultados de la estructura económica-política y sociológica hacia las grandes masas, a las clases pobres o también a fenómenos culturales como el apego a las tecnologías y la adoración a las cosas materiales, pero pocas veces se hace referencia a la enajenación de las clases dominantes, verdadero peligro detrás de las guerras y las crisis económicas. Además la sociedad actual alienta como nunca en la historia los valores del capitalismo, o lo que es lo mismo, de la gente rica.

Pero las y los ricos no quieren perder privilegios y hacen todo lo posible por mantenerlos (ahí está su enajenación). No es raro en esos ambientes encontrar “líderes” crueles, explotadores (empresarios, gerentes, políticos, figuras públicas…) narcisistas, egocéntricos, arrogantes, deshumanos y violentos, capaces de mentir o engañar si eso les trae más beneficios y de sacrificar personas o pasar por encima de ellos y ellas para lograr sus objetivos. Eso no ha cambiado en siglos, sólo que ahora su capacidad de destrucción es mayor que nunca pues son muchos.

Donald Trump es un buen ejemplo de enajenación por riqueza. Un niño mimado que nunca maduró; bravucón, abusón, engañador, corrupto, misógino, visceral; haciendo de las suyas por que nadie en su vida, aparentemente, le puso límites. Como “líder” no es muy distinto a los reyes de antaño o a los dictadores modernos. La realidad de ricachones como Trump invisibilizan la realidad de las mayorías, su ego es tan grande que raya en lo enfermizo, en imponer su chata visión del mundo y su ausencia de humildad para reconocer sus errores.  

La era de los políticos clown

¿Qué es un político clown? Fácil: un idiota en el poder; alguien que baila y te entretiene para capturar tu voto bobo; es decir, desde un Fox o Peña Nieto en México; hasta un George W. Bush o un Donald Trump en los EEUU y por supuesto, clowns locales como el alcalde de Ciudad Juárez, Héctor “Teto” Murguía. ¿Qué tienen en común? Un enorme ego construido por la sociedad narcisista, convirtiéndolos en personajes mediáticos de gran penetración popular pese a sus polémicos discursos o acciones, o también, como consecuencia de ellos. Nacidos ricos o bien relacionados con las esferas del poder, hacen de su personaje un éxito aunque no tengan las cualidades para ser un verdadero estadista.

El político clown es peligroso, detrás de sus payasadas, dichos y ocurrencias, oculta el verdadero uso del personaje para hacer grandes negocios ilegales, enriquecerse o excederse de poder impunemente. Estos mirreyes usan su carisma para distraer, pero al no ser socialmente inteligentes y mucho menos sensibles o solidarios con las causas sociales (las cuales detestan) los hace vulnerables a la opinión pública. Cuando llegan a ese momento, depende de la madurez de la sociedad para tomar el poder y enfrentar a sus “líderes”, como sucedió en Ecuador a finales del siglo pasado con Abdulá Bucaram, presidente destituido por su propio pueblo a través del congreso dada su “incapacidad mental para gobernar”, según Wikipedia.    

Un político clown es un demagogo, un charlatán, alguien viviendo a expensas de su carisma de bufón y no de sus dotes políticas. Llegan al poder gracias a la ingenuidad, despolitización e ignorancia política de la gente, de aquella que anhela tener un(a) guía, un caudillo, incapaz todavía de conocer la democracia, mucho menos de ejercerla. Su mensaje va dirigido entonces no a un(a) ciudadano consciente y responsable de los asuntos públicos, informado, sino a un(a) súbdito, un lacayo; a aquellos y aquellas personas más vulnerables y proclives a “elegir” superficialmente por apariencia, discurso, belleza, fama (en otras palabras: que le hable bonito, le enamore, le baje el sol y las estrellas…) así sea un villano(a), represor, ignorante, autoritario o machista.  


¿Cómo nos va a afectar Trump? No sabemos. Si el pueblo norteamericano no hace su tarea, pues es el primer afectado, no podremos esperar mucho los demás países. Asuntos pendientes como el gasolinazo y la caída del presidente Peña, ameritan también hacer el esfuerzo desde la sociedad  mexicana para enfrentar escenarios más bien de riesgo. La combinación Peña-Trump es un peligro para México, he ahí la urgencia.