viernes, 8 de enero de 2010

2006 ¿FRAUDE ELECTORAL?




Toxic Trace
Kreator

“En el 88 México inauguró el fraude cibernético en el mundo. En el 2006 lo refinó a su máxima expresión.” Así empieza el capítulo uno del libro 2006 ¿Fraude electoral? de Jorge Alberto López Gallardo (Doble Hélice, Chihuahua: 2009, 202 pp.) donde desarrolla a lo largo de cuatro capítulos y cuatro apéndices muy elocuentes, todo un trabajo de investigación matemática multidisciplinario e internacional sobre los resultados estadísticos de las elecciones del 2006 en México.

Seguramente para muchos la elección del 2006 sea un asunto olvidado, puesto que vamos a la mitad del sexenio que dio origen al actual presidente de la república, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa. La cuestión es que López Gallardo pone el dedo en la llaga para recordarnos que la manipulación electoral es una constante en la vida política del país, como lo hace al principio de su libro cuando se refiere a Secundino Gallardo, político tamaulipeco quien sufrió doblemente el martirio del fraude electoral en su contra en 1936 y 1938.

López Gallardo sostiene que a partir de 1988 el uso de computadoras en las elecciones ha posibilitado anomalías más sofisticadas, mas no por eso menos identificables, como refiere sucedió en 2006, cuando los resultados electorales mostrados llamaron la atención del mundo por sus peculiaridades estadísticas, que atrajo no sólo a entusiastas de la política, sino también a muchos científicos de las ciencias duras (el mismo López Gallardo es doctor en física) que sin ser especialistas en el área política y debido a su amplia difusión por los medios de comunicación, les llamaba la atención el curso de los resultados como se fueron presentando según el PREP del IFE .

Pero no sólo eso. Desde el inicio 2006 ¿Fraude electoral? Va atando cabos al relacionar el uso (o mal uso) de bases de datos como preparación previa a lo sucedido ese año, en el cual involucra a Estados Unidos a través de la empresa ChoicePoint especialista en software y relacionada con la rasura del padrón en Florida en las elecciones del 2000 en ese país (por cierto, acusadas de fraude) y ligada al FBI, por eso de la cuestión de inferir en resultados electorales de otros países para favorecer sus intereses, así como la empresa Hildebrando, contratada en México para desarrollar y aplicar el cómputo del conteo electoral, propiedad de Diego Hildebrando Zavala, cuñado del entonces candidato panista Felipe Calderón; toda una conspiración inicial.

Ya en la cuestión de las minucias matemáticas para explicar el proceso electoral del 2006, el autor lleva al lector de lo simple a lo complejo, en un lenguaje accesible, aunque exige un mínimo de conocimientos en estadística para comprender el texto, donde va exponiendo las anomalías presentadas en los días y semanas siguientes a la elección. De esta manera y apoyándose en estudios realizados por distintos investigadores mexicanos y de otros países, inicia refiriéndose a la primera anomalía detectada: ¡una correlación lineal perfecta! Es decir, que los resultados del PREP para el PRI, PAN y PRD, los de mayor número de votos, no sólo estaban ligados, sino que esa es una posibilidad estadísticamente imposible, irreal.

Siguiendo con el PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares del Instituto Federal Electoral) López Gallardo demuestra cómo ese programa al final le da el triunfo al PAN con una ventaja que sólo puede suceder una vez cada 66,118 millones de elecciones (página 77). Prosigue explicando el papel sospechoso del IFE y TRIFE (Tribunal Federal Electoral) en el criterio utilizado “aleatoriamente” para hacer el recuento de votos que finalmente termina por no explicar nada, pues simplemente estos institutos encontraron la manera de mantener los resultados inamovibles a pesar de los errores detectados.

El análisis prosigue con la correlación entre voto nulo y la ventaja del PAN, pues en las casillas en las que hubo uno o ningún voto anulado, el candidato del PAN recibió muchos más votos –entre 4% y 6%- por encima del 35.89% que obtuvo el promedio nacional (página 108) así como una anticorrelación con los (resultados) del PRI (página 109) algo a considerar en estos tiempos en que los anulistas se están convirtiendo en una verdadera fuerza política. Asimismo en el análisis de correlación entre participación electoral y PAN, le dan a este último entre 389,085 y 645,885 votos extras en las casillas donde la votación fue alta, incluidas aquellas donde hubo “exceso de votos” (más votos que boletas para votar) es decir, que el PAN “ganaba” solamente en aquellas casillas donde hubo mayor participación electoral (¿?).

Las pruebas simuladas de elecciones por computadora también detectaron irregularidades, principalmente el famoso cruce entre PAN y PRD al final del conteo, pues si el PAN iba a superar al PRD, lo debía haber superado en los primeros millones de votos contados (como en la simulación) no en el último, algo no solamente improbable, sino, en términos humanamente medibles, imposible (página 125). En resumen, los resultados electorales del 2006 no satisfacen las pruebas de la chi (ji) cuadrada de Pearson, ni las campanas de Gauss, ni las simulaciones por computadora o la Ley de los grandes números.

A final de cuentas todo esto “ayudó” para que Felipe Calderón obtuviera una ventaja mínima sobre Andrés Manuel López Obrador, de un 1.04% equivalente a 402,708 votos, cuando en realidad López Obrador habría ganado por una más holgada diferencia de 1.5 millones de votos, equivalentes al 3.54% (página 69). Casi al final del capítulo 4 (páginas 152 y 153) el autor enumera una lista de violaciones tanto cibernéticas, como “a la antigüita” (en campo) donde se asientan muy claramente todas o la mayoría de las inconsistencias detectadas para dicha elección.

El trabajo de compilación, análisis y síntesis realizado por López Gallardo, basado en las investigaciones hechas por el grupo denominado como Los anomaleros, integrado por científicos nacionales (Mochán, Romero Rochín, de Icaza) y extranjeros (Mebane, Weisbrot, Rosnick, Sandoval, Paredes-Drouet y Davies) no dejan lugar a dudas: SÍ HUBO FRAUDE ELECTORAL. No conforme con esto, tres de los cuatro apéndices están dedicados a que el lector haga las pruebas necesarias y saque sus propias conclusiones. 2006 ¿Fraude electoral? Es un texto esclarecedor, tanto para quienes sospechaban de la “limpieza” del proceso, como para los escépticos que sostienen su legitimidad; no apto para necios ni mentecatos asociados al régimen.

jueves, 7 de enero de 2010

La nueva guerra sucia mexicana




En memoria de Josefina Reyes

I Will Survive

Gloria Gaynor

La mota no mata, las balas sí

Anónimo

Durante la década del setenta el estado mexicano emprendió una serie de acciones encaminadas a destruir, más que a combatir, a las distintas guerrillas existentes, con el secuestro, la desaparición forzosa, la tortura, entre otras. Fue una época oscura y vergonzosa semejante a los regímenes fascistas-militaristas latinoamericanos del momento, como el Chile de Pinochet o las juntas militares de Argentina y Brasil. Hoy el régimen fascista de Calderón, no dista mucho de estos ejemplos.

En pleno año del bicentenario “independentista” y centenario “revolucionario” estamos viviendo una nueva era de terror: el terrorismo de Estado, que bajo una guerra de baja intensidad basada en el miedo, la militarización, la impunidad y los intereses de los Estados Unidos, pretende sostener un régimen neoliberal agonizante, un gobierno espurio y sin legitimidad en la población, bajo la premisa de que la sociedad está corrompida y hay que acosarla constantemente; de ahí la impopular “guerra contra el narcotráfico” que no es otra cosa más que el desvío de atención de un gobierno que llegó al poder por vía fraudulenta.

Los acontecimientos violentos en Chihuahua y Ciudad Juárez son, deben ser, una advertencia muy seria para el resto de la república. Ya antes los Altos de Chiapas, Aguas Blancas, San Salvador Atenco y la ciudad de Oaxaca han sido escenarios de la violencia de Estado disfrazada de democracia. El agotamiento de los argumentos gubernamentales para sostener una guerra perdida, como lo es combatir la adicción a las drogas y no la adicción al poder, idea que se nos ha querido vender sin convencer, no es otra cosa más que intentos desesperados por mantener un régimen sin ideas, ideológicamente muy pobre, corrupto, débil y amargado, pero por lo mismo peligroso.

Para las y los amables lectores que desconocen lo que es vivir en Ciudad Juárez en estos momentos, los siguiente titulares del 07/01/10 de los dos principales periódicos en papel: El Diario: Cunde alarma por aumento de incendios intencionales; Norte de Ciudad Juárez: Amedrentan soldados a los juarenses: buscan armas y drogas casa por casa. Además, curiosamente, los secuestros, las extorsiones y las desapariciones “coinciden” con la llegada de la policía federal preventiva y los soldados hace dos años. El hostigamiento y los asesinatos de activistas sociales, periodistas y universitarios se han vuelto tan comunes como las “revisiones de rutina” y retenes a los que a diario nos tenemos que enfrentar quienes aquí vivimos. Adiós al Artículo 16 constitucional.

Pero, ¿quieren más?, mientras la ciudadanía juarense soporta confundida este abuso, por las calles se pavonean autos sin placas en las narices de pefepos, soldados y policías; todavía es hora que sólo se atrapan traficantes de marihuana, pero las anfetaminas, la cocaína y la heroína, así como los picaderos (espacios de heroinómanos) se mantienen. Grupos paramilitares se encargan de “limpiar” la ciudad asesinando no sólo a dealers callejeros, sino a todo aquel con apariencia de malandro (léase pobres). ¿Y el gobierno?, ah sí, el gobierno priísta en estos momentos está ocupado en elegir a sus candidatos, porque es año electoral y porque seguramente los próximos “gobernantes” saldrán de este corrompido partido. Se me olvidaba comentar que corre el rumor muy fuerte en la sociedad, que las próximas elecciones están ya cooptadas por los cárteles.

El Estado mexicano utiliza el ejército contra su propio pueblo. Pero como vivimos en una “democracia”, esas cosas no se dicen, sino otras como “vamos ganando la guerra contra el narco” o “hagan caso omiso al pesimismo” parafraseando el discurso vacío, insensible y sin sentido de año nuevo de Calderón. Este señor, las dos o tres veces que ha venido a Juárez en tres años, se reúne sólo con empresarios, bajo un dispositivo exagerado de militares y por espacio de dos, tres horas; y eso que Juárez es todavía considerado un “bastión” panista, ¿por qué tanto miedo? Un presidente legítimamente democrático tendría las simpatías de la sociedad.

Felipe Calderón, el PAN, el PRI y en general la clase política, significan un verdadero peligro para México, que no nos quede duda. En Juárez eso nos ha quedado muy claro desde hace tiempo, por eso tres de cada cuatro posibles electores no votan. Lo que todavía no hemos podido resolver es cómo le vamos a hacer para deshacernos de esta monserga, de estos zánganos. Necesitamos de la solidaridad, la compresión y el apoyo de todos y todas los mexicanos; véanse en nuestro espejo, no nos dejen solos, porque este es el destino que os espera si seguimos con los brazos cruzados.

No soluciones, no elecciones.



miércoles, 6 de enero de 2010

Revolucionar el 2010


Juárez, con un puñado de ciudadanos, hizo una república

José Martí.



Revolucionar el 2010 ante el grave problema de cáncer que sufre la clase política, pero que paga la sociedad, es insalvable. En México se pretende celebrar dos fiestas que no están terminadas y sin independencia no hay revolución. ¿Quién va a revolucionar y qué se va a revolucionar? Aquí la respuesta debe ser clara: nosotros (las y los ciudadanos) somos los responsables de nuestro destino en esta tierra llamada México y en estos momentos de nuestra historia.

La primera revolución del siglo XXI. La dialéctica del nuevo siglo mexicano exige una nueva síntesis. No sólo las contradicciones están dadas, sino ni siquiera nos ha caído el veinte de la era en que vivimos; tan atrasados estamos en todos los campos del conocimiento con respecto a otros países, que nos resulta difícil darnos cuenta del modesto papel internacional que jugamos, además de la pérdida de credibilidad, prestigio e influencia como país libre y soberano; más alarmante aún, dos siglos de independencia y uno de revolución no significan gran cosa para la mayoría de la población porque simplemente siguen existiendo las mismas condiciones que las generaron: injusticia, miseria, corrupción, hambre.

El mundo no ha revolucionado. Seguimos experimentando guerras, ecocidio, explotación humana y un largo etcétera. Entonces estamos en un punto donde se requiere de dar el ejemplo sobre cuál camino seguir para salir del atolladero. La evolución de la vida humana de sociedades religiosas y guerreras a sociedades de conocimiento, según la teoría de Augusto Comte, requiere de una intencionalidad superior a lo experimentado hasta el momento. México, por su historial, puede dar ese salto cualitativo y proponer nuevas sociedades para viejas realidades, haciendo así posible una revolución a seguir para el resto. ¿En qué consistirían estos cambios trascendentales?

Independencia con libertad económica. Las condiciones económicas desfavorables generan enajenación, injusticia y explotación. La mayoría de las personas no son libres porque dependen de un salario para vivir y además no hay trabajo para todos. Independencia con libertad económica significa resolver las necesidades y carencias, igualdad de oportunidades laborales, repartición equitativa de la riqueza, trabajo creativo y frugalidad. Para crear las sociedades del mañana, se requiere de asegurar las necesidades básicas (autonomía alimenticia, cobertura total de la educación y la salud, recreación y ocio) y proponer nuevas formas de intercambio económico no jerárquicas, poniendo fin al capitalismo y neoliberalismo.

Revolución cultural educativa. Cambiar la mentalidad comenzando con el complejo de inferioridad y el valemadrismo; desapredender las cosas que nos perjudican, como el miedo a la autoridad; reaprender a socializar; recuperar las enseñanzas de los pueblos indígenas; incentivar la investigación científica y artística; liberar la educación de la privatización y el SNTE. Cobertura escolar total, laica y gratuita desde la infancia a la vida adulta.

Independencia política y autonomía sociológica. Eliminación de la clase política y castigo a políticos, jueces y burócratas corruptos; desmilitarización de la vida cívica; democracia participativa; autonomía y libertad a todos los niveles (individual, barrial, urbano, municipal, estatal, etcétera) exploración de nuevas formas de organización social progresistas y nuevo constituyente; empoderamiento social, sociedades autónomas.

Revolución sexual. Reconocimiento de la diversidad y derechos para la sociedad lésbico-gay; educación e investigación sexual científica; equidad de género; reconocimiento a la diversidad familiar; despenalización del aborto; campañas permanentes de educación sexual para adultos; fin a la violencia de género y el feminicidio; combate a grupos sexualmente retrógradas.

Revolución ecológica. Recuperación del campo, protección a la flora y fauna, reforestación; soberanía alimenticia sin perjuicio al medio ambiente; Legalización, despenalización y explotación de las drogas no sintéticas; disminución de la contaminación ambiental; renacionalización de los recursos naturales, energéticos, áreas verdes, costas, desiertos y mares; expulsión y castigo a empresas contaminantes.

Recuperación del laicismo. Espacio para la pluralidad de ideas y el librepensamiento; transición hacia una libertad religiosa con tolerancia a las diversidad de creencias; limitación de la influencia de la iglesia católica en la vida política del país; desconocimiento y castigo a religiones totalitarias y/o antilaicas; fomentación del ateísmo, el agnosticismo y otras formas de desenajenación religiosa.

Deuda con la historia y el futuro. Seguro la lista provocará polémica por los intereses que toca, así como desánimo en las personas por el aparente abismo para realizarlo o porque no están dispuestas a cambiar. Sin embargo, no olvidemos que gozamos de derechos por los que no luchamos, pero en el pasado mucha gente guerreó y murió para hacerlos posible en la actualidad; en ese mismo tenor, la responsabilidad de las y los contemporáneos con las generaciones por venir exige no dejarles un país en ruinas, sino esforzarnos por no perder lo logrado y alcanzar lo anhelado, lo que sabemos nos hace falta para progresar, así implique legarlo si no podemos gozarlo en nuestro tiempo.

No soluciones, no elecciones.