Panem et circenses
Juvenal
La despolitización social es un hecho, como lo es la desaparición
de mujeres y el feminicidio. No es un mito, como pretende el gobierno del
estado, el empresariado y los medios de comunicación de Chihuahua para
aparentar la “buena imagen” de Ciudad Juárez.
No es coincidencia la presentación de Juan Gabriel “El divo de
Juárez” en un momento crítico de la vida política del estado cuando el
endeudamiento público ha llegado a cifras estratosféricas coincidiendo con el
aparente desvío de dinero de las arcas del Estado para la creación del banco Unión Progreso, donde aparece como
inversionista el actual gobernador, César Duarte, quien enfrenta actualmente el
desafío de la ley ante denuncia interpuesta por el activista Jaime García
Chávez, apoyado por el movimiento Unión
Ciudadana y políticos de derecha, como el senador Javier Corral.
Además se acercan las elecciones intermedias para elegir a la
siguiente legislatura federal. Esto significa la continuación del régimen y el
apuro por endulzar la enajenación social para evitarle la amarga realidad de
que está siendo robada desde siempre por sus propios gobiernos. El retorno del
PRI al poder coincide con la entrada del quinto poder: las redes sociales, eso
hace posible ver en el momento mismo el tamaño de las triquiñuelas de las y los
políticos adictos al poder y ahora es posible no sólo conocer el atraco a la
sociedad chihuahuense, sino de otros hechos que son del dominio público, pero
todavía nadie se atreve a denunciar: la relación de Duarte con el negocio de
farmacéutico, la compra de ranchos y propiedades en posición ventajosa, entre
otras cosas.
El PRI no juega a gobernar, sino a ganar elecciones, ese es su
secreto. De ahí los grandes recursos para comprar conciencias por todos los
medios, como lo hace su comparsa, el Partido Verde (¿no este debería perder el
registro?) lo importante es ganar, no competir. Ya estando en el ejercicio del
poder, pueden hacer cualquier cosa, como todos y todas sabemos. Su fórmula es
una combinación de abstencionismo/violencia, más compra de votos y/o alianzas
con otros partidos. Adicionalmente su más nuevo recurso es una herencia del
PAN, el software que contabiliza los votos de manera electrónica; pero por si eso
no bastara, también está un INE que avale todo y un TRIFE que lo ratifique.
Por la triste condición enajenante de la mayoría juarense, es
víctima de la manipulación de las élites y ahí es donde entra el factor Juan
Gabriel. Muchos(as) de los artistas y deportistas no tienen conciencia social,
pues están en la misma cultura individualista de “hacer carrera” a la que nos
somete la sociedad posmoderna capitalista actual. Por eso a los “exitosos” los
vemos como artículos al servicio del sistema; héroes y heroínas con miles y
hasta millones de seguidores a quienes seduce y saca jugo el poder político y
el mercado.
No es la primera vez que Juan Gabriel apoya al PRI. En 1983 estuvo
en el cierre de campaña de Santiago Nieto por la presidencia municipal de Juárez,
quien perdió ante el candidato Francisco Barrio del PAN. Luego en el 2007 fue
literalmente rescatado por el entonces alcalde Héctor Murguía, el “Teto” ante
la amenaza de cárcel por evasión de impuestos. Lo más reciente antes del magno
concierto del sábado 28 de marzo, fue la fiesta privada de cumpleaños del
actual gobernador en el 2013. El vínculo es pues existente y añejo.
El carisma de Juan Gabriel, su labor altruista en la ciudad y su
calidad de ídolo popular, desarma a la gente y la engaña en manos de
patrocinadores políticos. Dejándose seducir, la gente olvida rencores y se
concentra en la fiesta, el espectáculo, el orgullo. Tampoco se trata de
encauzar votos al PRI en agradecimiento, sino de desviar la atención de la
catastrófica realidad de Ciudad Juárez y el estado: violencia, narco,
represión, militarización, robo y por si fuera poco, la próxima entrada de la
explotación del gas de lutitas con la técnica de la fracturación hidráulica o fracking.
Es inútil pensar en la ingenuidad de “Juanga” y la bondad de
Duarte; en la práctica política éstas no
existen. Una cosa es tener simpatía o ser admirador de un artista y otro es
negar sus preferencias de vida. En estos momentos la relación de Juan Gabriel y
el PRI es innegable y tan reprobable como los artistas que tocan en fiestas de
narcos, aunque éstos dicen ignorar a veces quién los contrata, pero en este
caso y a estas alturas, todo mundo sabe quien es el PRI, ¿será posible que Juan
Gabriel no?
Así que no se deje engañar. Toda esta faramalla de la presencia de
Juan Gabriel en Ciudad Juárez obedece a intereses bien concretos de quien lo
trajo de manera “gratuita” (o sea, con dinero público y/o acuerdos comerciales
con franquicias) y no para beneficio del pueblo. Al igual que los televisores de regalo del
gobierno para dar el “salto digital” no sustituyen el hambre ni la pobreza de
la sociedad a la que va dirigida, la presencia y presentación de Juan Gabriel
sólo es una ridícula y poco efectiva respuesta momentánea y desesperada de
quienes más tarde habrán de enfrentar la justicia pensando que así se ganarán
la simpatía de la gente.
¿Cuándo es el partido de México contra Brasil?