Cuando se
piensa en la izquierda, lo primero que llega a la mente es socialismo y
comunismo, pocas veces la anarquía. Si de por sí hablar de socialismo o
comunismo implica una serie de discusiones tan sólo para definir sus conceptos,
con la anarquía ni siquiera llega a abordarse su definición por considerarse
una opción caótica, o poco seria incluso para la gente de Izquierda.
La mala fama
que gozan las y los anarquistas es tanto por ignorancia, como por un discurso
descalificador y hostil hacia la anarquía. El mito más conocido es confundir la
anarquía (sociedad sin gobierno) con la anomia (sociedad sin leyes o que no
respeta leyes) por ejemplo, desde la Antigüa Grecia peyorativamente se
utilizaba el término como desgobierno; en la actualidad se le relaciona con neo
conceptos no menos peyorativos como Estado fallido. Sin embargo la
anarquía ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad y no
precisamente como elemento perturbador de la sociedad, sino de los
gobiernos, grupos y personas que la oprimen y explotan. Durante buena
parte del siglo XIX y por supuesto todo el siglo XX, diversas formas de
entender la anarquía a manera de corrientes (anarquismos) han
dejado rastro en muchos movimientos sociales, principalmente los libertarios
y los antiautoritarios.
Sin necesidad
de Estado. La anarquía es una forma de vida sin necesidad de un órgano controlador,
de un Big Brother que establezca las reglas y sanciones de convivencia como
medidas de coacción y cohesión social. Contraria a las ideas deterministas y
conservadoras que inventan para su conveniencia una naturaleza violenta humana
como justificación para la existencia del Estado, la anarquía se sostiene en la
convicción de una naturaleza colectiva de la humanidad, de un instinto de
sociabilidad pacífico y contrario a la idea de un salvajismo con tendencias
autodestructivas en que se basa la “autoridad” para aplicar el monopolio de la
violencia (Max Weber dixit) a través del Estado. Por esta razón, se
aspira a vivir en anarquía, a ser anarquista para vivir en una
sociedad sin autoridad, basada en acuerdos y no tanto en reglas, mientras el
Estado es una forma depurada, sofisticada de dominación que sigue estableciendo
como agenda el mal uso o uso excesivo del poder político a costa de la consciencia
social.
En la historia
podemos encontrarnos muchos ejemplos de anarquía, desde sociedades anárquicas,
hasta movimientos y luchas sociales. La modernidad, incluso la posmodernidad,
no pueden explicarse sin el papel trascendental de la anarquía. Al rechazar
cualquier forma de dominación, la emancipación anárquica consiste en la vida en
libertad consciente y en armonía con la naturaleza, incluso con el cosmos,
además de la colaboración mutua y voluntaria para la satisfacción de
necesidades de manera frugal. Hoy muchos de los llamados Nuevos
Movimientos Sociales (pacifismo, feminismo, derechos humanos…) tienen su
inspiración en ideas anarquistas tanto como el viejo sindicalismo (también
surgido en la modernidad con el inicio de la industrialización) desarrollando
iniciativas emancipadoras de las y los primeros anarquistas en conjunto con la
de las y los socialistas y comunistas.
Corrientes
anárquicas. Dentro del anarquismo hay una muy amplia gama de tendencias
anarquistas: anarcosindicalismo, anarcocomunismo, dos de los más arraigados;
anarquismo ecologista (o anarquismo verde) que rechazan la tecnología
depredadora; anarquismo individualista, con énfasis en la persona sobre la
sociedad; feminismo anarquista, un anarquismo por excelencia; anarquismo cristiano,
que sitúa a Jesús como precursor anarquista y hasta existe un anarquismo de
derecha que defiende el libre mercado (anarquismo capitalista). En el México
contemporáneo tenemos el zapatismo (EZLN y FZLN) cuyas ideas autonomistas y
comunitarias surgidas de las comunidades indígenas chiapanecas no sólo aportan
al movimiento, sino surgen en un momento coyuntural importante de la humanidad
(caída del “mundo socialista” y subida de la globalización neoliberal
capitalista).
Pensadores
anarquistas. A diferencia del socialismo, donde predominan las ideas de Marx y las
corrientes marxistas, en el anarquismo existe una tradición intelectual más
libre y tan interesante como la marxista. Desde la Antigüedad podemos contar
con pensadores protoanarquistas como Lao Tse en China o Zenón de Citio en
Grecia. En la época moderna se cuenta con Pierre-Joseph Proudohn, el primero en
nombrarse como tal, Mijail Bakhunin célebre también por sus diferencias con
Marx; Henry David Thorau (Desobediencia civil) Enrico Malatesta (El método
anarquista) Noam Chomsky, tal vez el más conocido de las y los anarquistas
contemporáneos, hasta llegar al siglo XXI con el no menos famoso Julian
Assange, creador de Wikileaks. En México los hermanos Enrique y Ricardo Flores
Magón expusieron sus ideas con su periódico Regeneración a principios
del siglo XX, fundamentales para la Revolución y la propuesta de reforma
agraria zapatista.
Miedo a la
anarquía. La anarquía está en la vida cotidiana de manera tan común, que ni
siquiera nos damos cuenta de ella: en la literatura con autores como George
Orwell (1984, Rebelión en la Granja) en la música, con artistas como Nirvana,
los Sex Pistols y en general con la corriente punk rock. En la ciencia,
con Paul Feyerabend y su anarquismo metodológico; en formas de
vida como el vegetarianismo; en los cómics y el cine (V de Vendetta) o en los
desastres naturales (provocados o no) cuando la consciencia colectiva se
sintoniza en el tono de la solidaridad sin condiciones. Incluso el Día del
Internacional del Trabajo, conmemorado el primero de mayo en memoria de
los Mártires de Chicago, es una fecha tan anarquista como lo es del
movimiento obrero mundial.
Le debemos a la anarquía algo más que una disculpa.