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martes, 23 de enero de 2018

La venganza de los confederados



La venganza de los confederados
(White Christian Terrorists)
Carlos Murillo González

I suppose Old Man Trump knows
just how much racial hate he stirred up
Woody Guthrie

La democracia electoral es un juego donde la/el ganador obtiene un poder legitimado y lo ejerce de acuerdo a los intereses del o los grupos (élites) que lo sostienen. En noviembre del 2016 Donald Trump daba la noticia mundial con su triunfo en las elecciones presidenciales de EEUU. Polémico sin duda, este personaje representa a un buen porcentaje de la población estadounidense de descendencia europea, ideas conservadoras y pensamientos supremacistas, ah, pero eso sí, muy cristianos. Es la venganza de los confederados.

Un año de Trump

Desde décadas antes de la contienda electoral se sabía del millonario Trump como un tipo arrogante, racista, sexista y gandalla obsesionado por ser reconocido como una celebridad a pesar de sus escándalos (o tal vez por ellos) sus negocios turbios y la evasión fiscal de sus empresas. A diferencia de sus antecesores presidenciales, más cautos y elocuentes (aunque no menos peligrosos) Trump es un empresario típico adicto al dinero y un político atípico que hace lo que piensa, aunque no piense mucho ni bien.

Durante el 2017 y de manera acelerada, el gobierno trumpista ha ido dividiendo y empobreciendo más a su país con una política de limpieza social contra los pobres, los enfermos, los migrantes indocumentados (principalmente latinoamericanos) los musulmanes, entre otros y, a nivel internacional, rompiendo acuerdos y cometiendo graves errores diplomáticos, ayudando así a eliminar el poco prestigio que EEUU todavía pudiera tener globalmente y exponiendo al mundo a una nueva Guerra Fría.

Supremacismo blanco

Desde su época colonial, los Estados Unidos de Norteamérica sobrevivieron gracias a una economía esclavista y a través del expansionismo territorial a costa del exterminio indígena. La base de su ideología política es el asumirse como elegidos de dios (Destino manifiesto: América para los americanos, o sea, ellos) desde entonces ejercen su versión de imperialismo capitalista hacia el resto del mundo, fundamentada en la Doctrina Monroe, donde pesan sobre todo sus intereses (America first) siempre con las mejores intenciones (In God They Trust).

Si lo vemos con atención, el pensamiento político gringo tiene parangón con el fascismo del siglo XX: si bien estos enaltecen el nacionalismo étnico, religioso o un pasado glorioso, los primeros además defienden la democracia capitalista y la libertad (de comprar) como su bandera de lucha. Y en efecto, todas sus guerras, matanzas e invasiones son hechas en nombre de estos conceptos. La idea supremacista viene gestándose desde la vieja Europa, heredera de las culturas del Mediterráneo, repartiéndose el mundo desde el siglo XVI de manera brutal bajo el supuesto de civilizar a los bárbaros.

No en balde el nazismo de Hitler se inspiró más en las políticas segregacionistas de EEUU por encima de otros gobiernos racistas como Sudáfrica, por ejemplo, pues consideraban las leyes gringas más avanzadas en este terreno. Muchas de las cosas que implementó el nazismo, fueron primero instauradas por Washington. 

En otras palabras, los EEUU han impuesto su voluntad e intervenido en muchos países del orbe para llevar su democracia.

Trump: el anticristo

Donlad Trump es hijo de un empresario vinculado al Ku Klux Klan, a los cuales ha dado un nuevo aire sumándose además otros grupos de odio, como los neonazis, los rednecks y otros tantos que han salido de las penumbras para fortalecer el orgullo blanco.  La hazaña de Trump es haber logrado la unión de la extrema derecha con los cristianos evangélicos sureños y otros racistas “moderados”, en lo que hoy se denomina como Alt-Right (¿Alternativa de Derecha?)

Trump representa además al conservadurismo más recalcitrante de su país: ese que es anti aborto, pro pena de muerte, militarista, aislacionista, anti científico, hipócritamente puritano, además de racista y soberbio. El Trumpismo es la añoranza de la quema de negros y mexicanos, de las mujeres sin derechos, de la explotación laboral sin consecuencias legales y de la contaminación ambiental sin restricciones. Para muchos fanáticos cristianos El Donald es el elegido de dios para poner fin a una era belicosa y dar entrada a una de paz (¿Apocalipsis Now?)

¿Fin del neoliberalismo?

En lo económico se trata de una vuelta al proteccionismo. De ahí el rompimiento de tratados y acuerdos comerciales, o el condicionamiento de otros, como el TLC. Sigue siendo capitalismo, pero en un escenario olvidado, presumiblemente superado. El trumpismo rompe también con Adam Smith, en cuanto al papel del Estado en la economía: en Smith, es coadyuvante de La Mano Invisible, su trabajo es apoyar el mercado libre; en Trump, es un instrumento desechable, prescindible (claro, excepto en lo militar) útil para forzar hacer negocios: con Estado, sin Estado o a pesar del Estado.

En cuanto a lo político, el Estado trumpista es un Estado policiaco, con tendencias fascistas y tiránicas. Sus intentos por desprestigiar y silenciar a la prensa, sus desprecios y preferencias por ciertas culturas o naciones y sus intereses económicos personales, además de ser un mentiroso compulsivo, mantienen en vilo a varias naciones y regiones, así como a sus propios conciudadanos, tal vez los primeros estafados de su gobierno. Paradójica es la repetición de la historia: lo cercano a una próxima guerra civil por conflictos económico-racistas en el país más multicultural y armado del mundo.

Si ya de por sí con el neoliberalismo permanecen las acciones violentas, anómicas (se compran gobiernos, se inventan guerras y epidemias…) a pesar de las legislaciones, las denuncias y los movimientos sociales, un trumpismo generalizado se inclinaría por un regreso decimonónico, al capitalismo más sucio, explotador y contaminante.  

Futuro de la relación EEUU/México con Trump

No debemos esperar nada bueno de este señor hacia México y las y los mexicanos. Hasta nos podría sorprender declarándonos la guerra para obligarnos a pagar el muro fronterizo. En estos momentos el gobierno de México debería lanzar alertas a quienes viajan a EEUU, pues se exponen a malos tratos, discriminación e incluso puede peligrar su integridad física o su vida en prácticamente cualquier ciudad o pueblo estadounidense. No somos aliados, sino súbditos de EEUU, por eso nos necesitan más que nosotros a ellos, ahí lo peligroso.

White Christian Terrorists

El padre de la patria estadounidense es George Washington, un militar, esclavista y racista, quien no sólo combatió a los ingleses, también hizo guerra de exterminio contra las naciones nativas (otra tradición gringa) por lo tanto, no es nada nuevo un presidente racista, avaricioso y belicoso. Que no se nos olvide que el terrorismo no es exclusivo de una etnia, religión o ideología, lo ejercen tanto individuos, como empresas, instituciones o gobiernos y, por supuesto, las religiones. Por lo tanto, no debe negársele ese trato de terrorista a quienes, bajo el escudo de una religión, cometen actos de odio. El terrorista cristiano blanco sí existe.   


jueves, 9 de febrero de 2017

El mundo según Trump


El mundo según Trump
Carlos Murillo González
American Psycho
Misfits

Algunos estarán ya hartos, hartas, algunos más fascinados o enfadados(as) pero mientras Donald Trump sea presidente de EEUU, será fuente de noticias y de alertas, pues por su carácter autoritario y su ideología neoconservadora, es un peligro para México y el mundo (incluido el medio ambiente y todas las especies animales y vegetales).

A diferencia de sus antecesores en la Casa Blanca, más hipócritas, Trump es un cínico, un neopopulista sin experiencia política; un verdadero gringo supremacista, quien representa otra cara del capitalismo, en su versión más decadente y ligada al fascismo.  Por supuesto, no todos ni todas sus compatriotas están de acuerdo con él, pero cuenta con el apoyo de un gabinete plagado de personas conservadoras, clasistas, racistas, xenófobas, ecocidas, con intereses empresariales, pero eso sí, muy cristianas.

Eso no debe ocultar tampoco la situación nacional, regional y local al lado sur del Río Bravo. El problema está aquí irresuelto, es estructural (político-económico) y su solución es sociológica. El ejemplo de los EEUU actual, es un reflejo de México y de la versión más refinada del capitalismo neoliberal llevada a extremos, contradiciéndose con las políticas proteccionistas y el discurso nacionalista patriotero y autoritario de Trump, pero sin cambio alguno en cuanto a representar y proteger los intereses de la clase dominante.

La enajenación en las clases altas

Cuando se habla de enajenación o alienación regularmente se hace referencia a los síntomas y resultados de la estructura económica-política y sociológica hacia las grandes masas, a las clases pobres o también a fenómenos culturales como el apego a las tecnologías y la adoración a las cosas materiales, pero pocas veces se hace referencia a la enajenación de las clases dominantes, verdadero peligro detrás de las guerras y las crisis económicas. Además la sociedad actual alienta como nunca en la historia los valores del capitalismo, o lo que es lo mismo, de la gente rica.

Pero las y los ricos no quieren perder privilegios y hacen todo lo posible por mantenerlos (ahí está su enajenación). No es raro en esos ambientes encontrar “líderes” crueles, explotadores (empresarios, gerentes, políticos, figuras públicas…) narcisistas, egocéntricos, arrogantes, deshumanos y violentos, capaces de mentir o engañar si eso les trae más beneficios y de sacrificar personas o pasar por encima de ellos y ellas para lograr sus objetivos. Eso no ha cambiado en siglos, sólo que ahora su capacidad de destrucción es mayor que nunca pues son muchos.

Donald Trump es un buen ejemplo de enajenación por riqueza. Un niño mimado que nunca maduró; bravucón, abusón, engañador, corrupto, misógino, visceral; haciendo de las suyas por que nadie en su vida, aparentemente, le puso límites. Como “líder” no es muy distinto a los reyes de antaño o a los dictadores modernos. La realidad de ricachones como Trump invisibilizan la realidad de las mayorías, su ego es tan grande que raya en lo enfermizo, en imponer su chata visión del mundo y su ausencia de humildad para reconocer sus errores.  

La era de los políticos clown

¿Qué es un político clown? Fácil: un idiota en el poder; alguien que baila y te entretiene para capturar tu voto bobo; es decir, desde un Fox o Peña Nieto en México; hasta un George W. Bush o un Donald Trump en los EEUU y por supuesto, clowns locales como el alcalde de Ciudad Juárez, Héctor “Teto” Murguía. ¿Qué tienen en común? Un enorme ego construido por la sociedad narcisista, convirtiéndolos en personajes mediáticos de gran penetración popular pese a sus polémicos discursos o acciones, o también, como consecuencia de ellos. Nacidos ricos o bien relacionados con las esferas del poder, hacen de su personaje un éxito aunque no tengan las cualidades para ser un verdadero estadista.

El político clown es peligroso, detrás de sus payasadas, dichos y ocurrencias, oculta el verdadero uso del personaje para hacer grandes negocios ilegales, enriquecerse o excederse de poder impunemente. Estos mirreyes usan su carisma para distraer, pero al no ser socialmente inteligentes y mucho menos sensibles o solidarios con las causas sociales (las cuales detestan) los hace vulnerables a la opinión pública. Cuando llegan a ese momento, depende de la madurez de la sociedad para tomar el poder y enfrentar a sus “líderes”, como sucedió en Ecuador a finales del siglo pasado con Abdulá Bucaram, presidente destituido por su propio pueblo a través del congreso dada su “incapacidad mental para gobernar”, según Wikipedia.    

Un político clown es un demagogo, un charlatán, alguien viviendo a expensas de su carisma de bufón y no de sus dotes políticas. Llegan al poder gracias a la ingenuidad, despolitización e ignorancia política de la gente, de aquella que anhela tener un(a) guía, un caudillo, incapaz todavía de conocer la democracia, mucho menos de ejercerla. Su mensaje va dirigido entonces no a un(a) ciudadano consciente y responsable de los asuntos públicos, informado, sino a un(a) súbdito, un lacayo; a aquellos y aquellas personas más vulnerables y proclives a “elegir” superficialmente por apariencia, discurso, belleza, fama (en otras palabras: que le hable bonito, le enamore, le baje el sol y las estrellas…) así sea un villano(a), represor, ignorante, autoritario o machista.  


¿Cómo nos va a afectar Trump? No sabemos. Si el pueblo norteamericano no hace su tarea, pues es el primer afectado, no podremos esperar mucho los demás países. Asuntos pendientes como el gasolinazo y la caída del presidente Peña, ameritan también hacer el esfuerzo desde la sociedad  mexicana para enfrentar escenarios más bien de riesgo. La combinación Peña-Trump es un peligro para México, he ahí la urgencia.