Sin mujeres no es democracia
Anónim@
Coca-Cola, fuente principal de diabetes y
osteoporosis en mujeres
Vox Populi
No deje que las campañas electorales empañen su memoria.
Acontecimientos importantes y desapercibidos por las/los políticos y candidatos
son en realidad las necesidades constantes de la sociedad, principalmente de
los sectores más vulnerables.
Es increíble la transformación de un día para otro, de una
conmemoración a otra, a veces sin aparente conexión alguna, pero sin duda en un
revoltijo colorido y no pocas veces dolorido, de la sociedad mexicana, en eso
que Carlos Monsiváis llamó “los rituales del caos”, título de uno de sus
libros (Editorial Era, México, 1995) esa
metáfora viva de lo sagrado y lo profano: la mujer guerrillera sobreviene a la
familia para luego convertirse en madre abnegada; el espíritu infantil amanece
luego como obrero indomable o borrego anestesiado; después la batalla ganada de
una segunda independencia librada a fuego y sangre (por cierto, celebrada más
en los estados del sur de EEUU que en México) todo eso revuelto con la Semana
Santa, la liga de fútbol, las vacaciones, las telenovelas, la primavera.
Se suman también los acontecimientos más recientes en materia de
violaciones a derechos humanos, significativamente los actos de limpieza social
perpetrados por el Estado ya sea por comisión, omisión o aquiescencia en
Ayotzinapa, Tlatlaya, Apatzingán, la desaparición forzada, la tortura y el
feminicidio; todas y cada una para hacer caer presidentes y generales, pero por
lo pronto alimento del enojo y “santuario” de mártires. El caos administrado
por el Estado se llama “democracia electoral” sin la cual no podría legitimar
sus prácticas y aplicar el monopolio de la violencia, característico del
patriarcado.
Aquí entra la desvalorada
participación de la mujer en todos los acontecimientos importantes de la
humanidad. A Marx no le alcanzó el tiempo para vislumbrar en todo su potencial el
poder femenino ni la deuda de equidad de género con ellas. Por eso tampoco
alcanzó a percibir la idea de la vía hacia el socialismo a través de una Estada (es decir, a través de imaginarse
una transición matriarcal, dejando
esa responsabilidad a las mujeres) inconcebible en la época. La idea de ceder
poder político a las mujeres tampoco es un tema muy popular actualmente, mucho
menos pensar en dejarles todo el poder.
Actualmente para que la mujer acceda a posiciones de poder (sobre
todo el político-económico) tiende a masculinizarse,
o lo que es lo mismo, a adaptarse y reproducir los patrones masculinos y por lo
mismo, el patriarcado. Es una lucha muy dura por el reconocimiento que muchas
veces termina fortaleciendo el sistema manteniendo la desigualdad de género y
la subordinación a lo masculino. Sin embargo, como los soldados anónimos que
mueren en todas las luchas y que provienen principalmente de los estratos más
humildes de la sociedad, las mujeres son partícipes de todas las guerras
recibiendo a penas un mínimo de reconocimiento.
Las mujeres no hacen la guerra, participan de la locura patriarcal
regida por la testosterona y la ley del más fuerte. A su manera, hacen frente a las vicisitudes
de la vida dirigida por hombres: de la agricultura, la crianza de los hijos e
hijas, la esclavitud sexual y trofeo de
guerra, a las contradicciones y
resistencia del feminismo del siglo XXI como bandera de lucha cuya vitalidad
depende de la consciencia de la mundo femenino tome de ello, la aspiración
femenina trabaja por mejores tiempos para hombres y mujeres, por la
emancipación de ambos.
El sufrimiento que ocasiona el patriarcado en la versión
capitalista neoliberal del México actual, sería intolerable bajo un régimen
matriarcal. ¿Qué madre, esposa o hermana ha renunciado a encontrar a su hij@
perdido, a exigir justicia para su esposo encarcelado injustamente o el hermano
asesinado por policías, militares o el crimen organizado (que al caso es lo
mismo)? Están en todas las batallas, en todas las trincheras, incluso en las
electorales, aunque escasamente. En una democracia femenina el capitalismo
habría sucumbido y ninguna elección sería posible sin antes establecer un
mínimo de justicia.
El peso del activismo juarense en la ciudad, por ejemplo, no sería
el mismo sin la destacada participación de las mujeres en ONG´s, movimientos
sociales, la academia y el trabajo comunitario, quienes hacen posible la
visualización de las carencias e injusticias sucedidas a diario en Juárez. En
este sentido, Ciudad Juárez es una ciudad
femenina, una protagonista de las luchas de la mujeres y de la equidad en
general, una visión horizontal de las cosas.
Todavía no es posible
desprendernos del siglo XX, seguimos repitiendo clichés del pasado sin advertir
las necesidades del presente. ¿A quiénes representan los partidos, los
candidatos y los políticos en activo? A sí mismos. Confío en la contribución de
las mujeres para esta ciudad, este país y este siglo a fin de cambiar el actual
y autodestructivo paradigma patriarcal-capitalista.
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