jueves, 18 de marzo de 2010

Alicia en el país de las elecciones

Siempre se llega a alguna parte si se camina lo bastante.
Lewis Carroll

La última versión cinematográfica de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll por Tim Burton (Estados Unidos, 2010) tiene, increíblemente, mucha relación con este país surrealista llamado México, donde existen personajes, escenarios y situaciones tan locos o más como los de Alicia, sólo que aquí estamos soñando pesadillas y no sabemos cómo despertarnos.

La historia narra las aventuras de una chica adolescente de clase acomodada en la Inglaterra victoriana, Alicia, quien toda su vida tiene el mismo sueño recurrente: un mundo fantástico habitado por personajes extraordinarios con los que interacciona y la conocen, metiéndose luego en situaciones problemáticas y acertijos a los cuales tiene que enfrentar para luego regresar al estado de vigilia. La realidad cotidiana de Alicia es el de una chava imaginativa, pero conflictuada por una sociedad de las apariencias estirada que no le permite ser ella.

La trama de la película de Burton tiene paralelos entre la vida cotidiana de Alicia y las relaciones de poder del país visitado en sus sueños. Alicia aprenderá a ser ella misma a pesar de lo que opinen los demás, rebelarse ante las contradicciones societales e integrarse a la vida como una persona consciente y necesaria para darle un nuevo sentido a un mundo que no puede rechazar, pero sí cambiar. Las situaciones de poder y los personajes autoritarios, así como las soluciones a los conflictos suscitados en la realidad son reflejos recíprocos en el sueño de Alicia o por lo menos vistos con la misma claridad. En la medida que Alicia aprende a ser Alicia, el mundo empieza a mejorar.

La Alicia de Burton sorprende porque representa la emancipación de la sociedad a través de una mujer, cuya juventud a su vez representa la esperanza; es un rompimiento del orden establecido y corrompido del desquiciado comportamiento abusivo de las élites del poder (la reina de corazones, la sociedad victoriana) pero también íntegramente ligado a la aparente locura de la gente en busca de la felicidad o aferrándose a ella (el Sombrerero, la reina blanca, su padre). En la Alicia de Burton encontramos una metamorfosis de la inocencia infantil a una consciencia para sí creativa adulta para poder enfrentar los retos de un mundo hostil y demente cuya locura enferma a quienes “gobierna”.

Si el país de las maravillas lo cambiamos por México, también encontramos paralelismos con la película de Burton: un país maravilloso, rico y de cultura interesante, pero destrozado por gobiernos banales, sanguinarios, intolerantes y despilfarradores, en una sociedad de las apariencias que finge demencia para sobrevivir, pero en el fondo trama la forma en cómo deshacerse del gobierno corrupto y recuperar la felicidad perdida. Sin duda en México las mujeres dan la cara por el país, pero su esfuerzo no les es reconocido, sino hostilizado, al igual o peor que en la película, vulnerando su autoestima con desprecio misógino y de edad.

Las elecciones también tienen lo suyo en eso de la locura insana. Para empezar porque los mismos políticos están constantemente cambiando de puesto, partido, declaraciones, acusaciones y en general, no hacen su trabajo (gobernar e impulsar la democracia) pero siempre están pensando en su futuro personal, la elección a ganar y así. Alicia representa la resistencia ante este tipo de política tan practicada; busca ser congruente en medio de la megalomanía, la egolatría, la soberbia y la adicción al poder; ayudada por el Sombrerero, puede descubrir a los parásitos y lambiscones que viven alrededor de estos pseudolíderes señalando la falsedad de quienes usurpan puestos que no merecen; crecida ante la adversidad no le teme enfrentarse a la bestia destructiva de la política con tal de liberar a la sociedad.

Las elecciones significan la continuación del régimen tal como lo conocemos en la actualidad, con las mismas prácticas, inercias y políticos; su locura radica en su falsedad, mentiras, pactos, cinismo, insensibilidad, pendejez y peligrosidad de su clase política-empresarial; es un mundo descompuesto y dañino que contagia la salud mental de la población con miedo y violencia. La gente reacciona, pero necesita la fortaleza de la creatividad femenina para encontrar respuestas a la degeneración patriarcal de la clase dirigente.

Pregúntale a Alicia. En esta época de decadencia política nos estamos acostumbrando a rendir pleitesía a una clase política que no la merece y ante la cual, sólo contamos como votos, como súbditos pasivos y miedosos. Las elecciones son las ilusiones, los sueños del país de las maravillas del cual hay que despertar, porque la reina de corazones es una vulgar sanguinaria y la locura por la libertad y la equidad social puede sucumbir ante la locura de la irracionalidad y las apariencias.

¡NO SOLUCIONES, NO ELECCIONES!

Revolución MMX

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