viernes, 16 de octubre de 2009

Revocación de mandato




Carlos Murillo G.

…El pueblo tiene, en todo tiempo, el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.

Artículo 39, Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos

Siempre ha sido posible desempoderar (tumbar, quitar, prescindir, sacar, etcétera) a un gobernante. La historia universal nos da cuenta de tantísimos gobernantes sacudidos por sus respectivos pueblos de muchísimas maneras, aunque sobresalen las violentas precisamente cuando la sociedad llega al límite de tolerancia frente a un gobierno o gobernante mediocre, peligroso, corrupto o todo lo anterior.

La propia historia mexicana está llena de caídas célebres de gobernantes, como da cuenta la Revolución en la envestidura de Díaz (un personaje por demás recordable en estos tiempos de neoliberalismo irresponsable) cuya suerte, por cierto, no fue tan dramática como la de su contemporáneo Francisco I. Madero. La cuestión es que se pueden hacer cambios políticos desde la sociedad, se puede y se debe empujar a la salida a los grupos o personajes en el poder que impiden el progreso social.

Las condiciones políticas, económicas y sociológicas son factores que permiten medir el grado de satisfacción de una sociedad de manera objetiva, incluso cuando las condiciones culturales, educativas o el grado de enajenación de la población no permitan tener una percepción consciente y por ende una opinión sobre su situación; cuando esas condiciones están dadas, es posible llevar a cabo cambios trascendentales. En otras palabras, cuando las condiciones de vida de una sociedad dada son deplorables, independientemente del grado de consciencia de la misma, las posibilidades de transformación aparecen y tienden hacia su emancipación.

En el caso del México neoliberal, tan fecundo en problemas sociológicos por favorecer la economía de las grandes empresas nacionales y transnacionales, las condiciones están dadas también por el mal manejo de las crisis económica, acrecentada por la crisis económica neoliberal global; la crisis de gobernación, agravada por la guerra contra el narco y las constantes hostilidades de criminalización hacia los movimientos sociales; también está la crisis de credibilidad, que inhibe tener confianza en cualquier acción de gobierno, pues aun con buenas iniciativas, es imposible contener el desprestigio prejuiciado que buena parte de la sociedad tiene. Es posible notar el malestar social aunque no toda la sociedad esté molesta.

El abstencionismo o, mejor dicho, la escasa participación electoral, facilita actualmente llevar a cabo acciones políticas contra gobernantes inconvenientes. La Constitución de Chihuahua permite la revocación a partir del cuarto año de gobierno estatal o tercer municipal y se puede lograr si se obtiene la misma cantidad de votos que recibió el revocable en su elección. De acuerdo a los resultados electorales de los últimos años, los candidatos(as) ganadores(as) en Chihuahua llegan al poder con porcentajes menores al veinte por ciento y en muchos caso, menores del diez por ciento del total de la lista nominal.

Pero, ¿cuándo es necesario hacer una acción de esta naturaleza? La cuestión no se puede tomar a la ligera aunque las circunstancias opriman. Es posible tener claro que no se desea continuar con el gobierno o gobernante actual, pero no necesariamente puede quedar claro cuál o cuáles alternativas hay mejores. Sin embargo siempre se pueden rectificar los errores, de ahí la importancia de la revocación de mandato: es posible equivocarse, por eso la opción de corregir el rumbo. La revocación, en este sentido, cumple la función de evitar seguir viviendo bajo el mismo error, aunque no se cuente con una alternativa mejor, se impide o detiene la causa del malestar.

Las actuales circunstancias de vida y convivencia que ofrece el Estado mexicano a sus ciudadanos(as) en sus tres niveles de gobierno, sobre todo en estados como Chihuahua y ciudades como Juárez, son caóticas. El Estado está rebasado por la derecha, sin rumbo y con miras estrechas reducidas a la continuación de políticas contrarias a la estabilidad social con las mismas inercias y hábitos corruptos de la política mexicana de siempre.

A nivel nacional no tenemos la figura de la revocación, pero se hace cada día más indispensable, por lo pronto exige reflexionar al respecto. Faltan tres años más de gobierno federal, éste nos ha enseñado demasiado bien a la mitad de su sexenio, que no le importa haber llegado por vía fraudulenta, minimizar el derramamiento de sangre, aumentar los impuestos, cerrar empresas, intervenir en la vida de los sindicatos que le son desfavorables, criminalizar a la sociedad, aliarse con lo peor de la clase política (Elba Esther, PRI, PRD) y más, con tal de mantener un “orden” en una sociedad mexicana polarizada y harta de ser engañada por sus representantes políticos y gobernantes.

Así pues, sí se pueden hacer cosas desde la sociedad y la ciudadanía, de manera civilizada, inteligente, legítima y legal, pero como siempre, la última palabra y la acción la tiene usted.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos Carlos, nos vemos pronto. Sofía.

Anónimo dijo...

Politicians and diapers must be changed frequently... and for the same reason.

un gusto, como siempre, leer sus letras.

saludos,
ami