viernes, 11 de septiembre de 2009

Tomado de http://www.arrobajuarez.com

¿Quiénes somos l@s mexican@s?
Carlos Murillo G.
¿A qué le tiras cuando sueñas mexicano?
Chava Flores

¿Alguna vez se ha preguntado por qué somos como somos?, ¿ha reflexionado sobre el pasado, presente y futuro de nuestra cultura?, ¿se identifica usted con las costumbres, hábitos y creencias (valores) de lo mexicano?, ¿considera que lo que hacemos influye en lo que somos o viceversa? Pues bien, este es un ejercicio sociológico para la autorreflexión considerando la urgencia de crear una nueva sociedad mexicana para enfrentar y contrarrestar la debacle económicapolíticasocial de estos tiempos.
Somos lo que comemos. Comemos comidas ricas en grasas, carbohidratos, sodio, bajas en nutrientes, más las nuevas comidas chatarra importadas tipo fastfood (comida rápida) con nuestra contribución excesiva de irritantes, principalmente chiles y salsas picosas. La mala alimentación o excesos producto de este tipo de dietas nos hace propensos a enfermedades como la gastritis, la obesidad o la diabetes y tiene sus efectos en el bajo rendimiento escolar o laboral. Si seguimos por esta ruta alimenticia vamos camino a disminuir la esperanza de vida y salud, atrofiando el gusto y la inteligencia: la continuación de una sociedad enferma y débil.
Somos lo que vemos. Nos mantenemos enajenados viendo mucha televisión, principalmente fútbol y novelas; pero también vemos con morbo los acontecimientos violentos y con envidia el éxito de los demás; observamos con ojos críticos los males del mundo, regularmente sin ir más allá de la crítica; también vemos pasar el mundo sin intervenir en él, vemos sin hacer y vemos sin decir; vemos todo, pero no nos vemos a nosotros mismos, al menos no con esta mirada. En este caso ver significa pasividad, inmovilidad; sólo cuando la tragedia es evidente o la acción irremediable hacemos lo que nos corresponde de acuerdo a lo que vemos, cuando se rompe la cotidianidad.
Somos lo que escuchamos. Y escuchamos lo que queremos oír: que somos chingones y únicos. Escuchamos sin involucrarnos y sin tomar en cuenta la veracidad de lo escuchado a través de los chismes; escuchamos y cantamos canciones de sufrimiento desgarrándonos la vida y dejamos de escuchar cuando habla la consciencia en forma de advertencia o consejo. Escuchamos el cuento fantástico e increíble, la mala noticia o la calamidad y no prestamos atención ni creemos verdades objetivas o soluciones complicadas. La comodidad y el anonimato se relacionan con este tipo de escuchar superficial.
Somos lo que leemos. Y leemos poco y mal. La lectura en general va a la baja y lo que se lee popularmente alimenta el vicio, el chisme y el morbo, no el espíritu de emancipación. Si no hay necesidad de leer, no existe la necesidad de escribir y la acción se vuelve elitista en perjuicio de la sociedad. La lectura que nutre la inteligencia está vedada por falta del hábito de la lectura y está a punto de volverse un objeto y objetivo ajeno a la necesidad de la gente, sólo posible con fines de divertir (sobre todo si trae monitos y/o fotos) haciendo posible la pereza de pensar y la ignorancia, ajena al estímulo de la consciencia.
Somos lo que hacemos. Somos hij@s del ingenioso jale chicano: la solución rápida y audaz de un desperfecto; hacemos del acto de chingar un arte cotidiano y orgullosa “marca de la casa”; buscamos vivir de la tranza, buscando el mejor provecho aun en el “inofensivo” plagio de las ideas, ejercicio poco controlado en las escuelas y universidades; buscamos destacar en nuestras actividades o trabajos a costa de los demás (otra forma de chingar) e importamos modelos de trabajo estresantes y alienantes para entrar o mantenernos vigentes de acuerdo a las exigencias de la modernidad. Hacemos las cosas por gusto o por obligación; regularmente las primeras están relacionadas con el ocio y las segundas con el trabajo. Lo que hacemos nos da identidad y nos dota de orgullo o vergüenza, el resultado del país es irremediablemente lo que hacemos o hemos dejado de hacer.
Somos lo que bebemos. El beber (o tomar) es una actividad muy arraigada en nuestra cultura y la bebida alcohólica es la favorita de generación tras generación de mexican@s y ya no es una escusa exclusiva del machismo, pues va en aumento en mujeres, adolescentes y niños. El exceso de beber se conoce como alcoholismo y en este país los índices de esta enfermedad son altos. Beber no sólo ofusca la capacidad de pensar y actuar, sino que también está relacionada con enfermedades como la depresión: una persona alcohólica es una persona depresiva. La enajenación de beber permite tener una sociedad apendejada y violenta, enferma.
Las descripciones críticas anteriores sólo someten a consideración una pequeña parte de la identidad mexicana más visible y nociva, pero no es una descripción exhaustiva ni mucho menos, tan sólo pretende ser tema para abrir la reflexión y el debate de algo que no se puede negar, pero tampoco seguir dejando pasar como si nada. Otra pregunta obligada es ¿somos lo que deseamos ser?

1 comentario:

Pepe dijo...

Muy bien mi Carlitos!!
Solo se te fué la mano en el tamaño de la imagen principal.
Saludos y ánimo.