Breve análisis
del concurso electoral Chihuahua 2016
Carlos
Murillo González
Si los resultados no se transforman en los
tribunales, de acuerdo a la amenaza del PRI por impugnarlos, la votación del
concurso electoral en Chihuahua marca el retorno del PAN a la gubernatura, la
mayoría de los municipios y del congreso, además de la primera ocasión de un
gobierno municipal, el de Juárez, en manos de un candidato sin partido.
Mucha gente anda contenta por la promesa del
candidato ganador panista, Javier Corral, por someter a la justicia al actual
gobernador, César Duarte, por enriquecimiento ilícito. Además en Juárez también
es motivo de alegría la derrota del candidato del PRI, el multiodiado, Héctor
“Teto” Murgía, quien buscaba la presidencia por tercera ocasión. Pero seguramente
si le preguntáramos a estas personas sobre las propuestas de los ganadores, la
mayoría no sabrían qué contestar.
Por otro lado, desde la elección a gobernador
de 1998, no se registraba una participación electoral mayor al 50%. Esto se puede
deber a dos motivos principales: el voto de castigo hacia el PRI, pues
prácticamente obtuvo votaciones similares a las correspondientes anteriores; es
decir, no aumentó y en algunos casos disminuyó su votación, o sea, descanso en
su voto duro. Y la aparición de los candidatos “independientes” pues, según los
resultados del PREP, hicieron la diferencia al haber podido sumar más votantes
a las urnas. Habrá de recordar que tanto José Luis “Chacho” Barraza, como
Armando Cabada, son parte de la oligarquía chihuahuense y tuvieron los recursos
económicos para hacerlo.
Ahora bien, estos resultados sólo indican
cierto hartazgo hacia el PRI y el conservadurismo o la ignorancia política de
una sociedad chihuahuense incapaz de hacer valer otros derechos además de votar.
El electorado demostró estar a gusto con la derrota del PRI, pero no le molesta
el modelo económico neoliberal vigente ni recuerda que las actuales reformas de
Peña Nieto surgieron durante los gobiernos panistas, aunque nunca las pudieron
aprobar. Menos relaciona al partido de Corral con la “guerra contra el narco”
de Calderón y su herencia de sangre y destrucción, particularmente en Ciudad
Juárez.
El concurso electoral es perverso por que
lucra exclusivamente con este tipo de democracia y hace creer a la gente que es
la única forma de hacerse ver y oír, entonces luego el electorado se decepciona
cuando no ve resultados o nota como se transforma el candidato(o) gentil y
amable en un déspota soberbio corruptible. Mientras no se promocionen y la
sociedad haga suyos mecanismos de participación más amplios como el plebiscito,
el referéndum, la revocación de mandato o simplemente la democracia
participativa, no importa quien gane las elecciones, las personas no podrán
evitar la corrupción y los abusos de poder.
Cuando pase la euforia de triunfo por la
derrota del PRI, poco a poco la gente se dará cuenta de la ilusión electoral,
que el PAN no es sino otra cara del PRI neoliberal; que en Juárez el gobierno
de Cabada estará repleto de funcionarios priistas, y que, aun de cumplirse la
certeza de encarcelamiento de Duarte y sus compinches, será cuestión de tiempo
antes de ver nuevos escándalos de corrupción.
No triunfó la democracia en estas elecciones,
ganó la continuidad del sistema político actual en detrimento de la utopía
democrática, pues la verdadera democracia (el gobierno del pueblo) no puede
reducirse a un concurso de ganar o perder, donde, como en el fútbol, los
protagonistas son los competidores (es decir, los pocos) y los muchos apoyan
desde las tribunas simplemente pagando su boleto, contemplando y echando porras.
Mientras tanto seguirán esos pequeños grupos
de izquierda, esos individuos y colectivos que no pactaron con la derecha, que
hacen su trabajo diario en pro de una comunidad, luchando contra las reformas
peñistas neoliberales; por los derechos de todos y todas; contra el feminicidio
y la desaparición forzada; contra la miltarización y la pérdida de derechos;
contra el ecocidio y a favor de otro tipo de sociedad más consciente, libre y
empática. Pero este tipo de personas no son del agrado de una sociedad
costumbrista y conforme con las “garantías” del sistema político económico
creador del narcotráfico, la limpieza social (ejecuciones extra judiciales) y
la diversión enajenante.
Es difícil hacer cambios radicales por que
estos tienen que surgir desde abajo, desde la propia sociedad. Esto solamente
sucede cuando se conjugan condiciones de hambruna y desesperanza, cuando se
pierde riqueza y se enriquece la impunidad, el poder se concentra en poquísimas
manos y se vuelve imposible hasta respirar; esto último es más una realidad y
no una metáfora, pues la acelerada destrucción del medio ambiente por parte del
humano es un hecho bajo el actual sistema capitalista. Pero sólo el tiempo lo
dirá, no hay fórmulas mágicas.
Por último, el abstencionismo debería de ser
considerado con peso político desde hace mucho tiempo. Como actor es muy
pronunciado y está ahí, silencioso, invisible, pero reacio a involucrarse en lo
electoral. Ninguna elección es seria, por que además de la compra de votos, los
fraudes y las falsas promesas, ignorar al abstencionista, insultarlo e incluso
culpabilizarlo por los bajos resultados de participación, indican la derrota
del sistema mismo e implicaría la necesidad de un cambio político real.
1 comentario:
De acuerdo, mi estimado Carmugo. Los sueños de una sociedad tradicionalista y tan conservadora no pueden ir más allá de una feria electorera.
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