Lecciones postelectorales
Carlos Murillo González
El proceso electoral del 2015 en México será sin lugar a dudas, un
caso paradójico de “democracia” capitalista para el siglo XXI donde confluyen
todos los elementos de esta farsa (represión, militarización, corrupción,
fraude, engaño) con la máscara idealista de libertad, progreso, bienestar,
igualdad, etcétera.
Abstencionismo
La primera característica es la ausencia de votantes en las urnas.
Tanto en los países de Europa occidental, como en Estados Unidos, por ejemplo,
la participación electoral es más bien baja, con sus excepciones y coyunturas.
El abstencionismo es pues un elemento importante en consideración del orden y
planes de la clase dominante legitimada a través de las votaciones periódicas.
El abstencionismo es señalado, culpabilizado, pero nunca trabajado, por que eso
significaría el fin del actual régimen.
Voto
nulo
En este caso el voto nulo juega un doble papel: se abstiene de
elegir, pero participa. Es un abstencionista político o votante arrepentido que
usa la boleta para manifestarse. Sin embargo tanto el voto nulo como el
abstencionismo en general no son tomados como un síntoma social de malestar y
hartazgo o fracaso, lo cual es obvio, sino son parte de la estrategia para
mantener el poder político-económico. A final de cuentas, es una minoría la que
elige y decide.
Participación
electoral
Por el contrario, la participación electoral es cada vez más
fácilmente identificable por su continua o constante disminución. Quiénes votan
y por qué votan, se vuelve un ejercicio de militancia, de personas con una
conducta moral más bien conservadora y, sobre todo, de quienes ven en la
política una oportunidad de trabajo o negocio. Una mayor participación se
anticipa cuando aparece algún líder carismático en la contienda, pero su efecto
termina con el líder mismo.
Fraude
electoral
El fraude electoral inicia desde las entrañas del sistema, su
estructura y forma de organización y acción avaladas por las instituciones
estatales y con el uso de las mismas. La tecnología juega un papel importante
para ganar lo que no se pudo lograr en las urnas, como es el uso de softwares para el conteo de votos. La
televisión sigue siendo fuente principal de enajenación, politización y
particularmente, despolitización de
masas y por si esto no fuera suficiente, no existen o promocionan formas de
rendición de cuentas y castigo a quienes detentan cargos públicos. El equilibrio
del poder favorece a quien concentra la riqueza, monopoliza la política y
ejerce la violencia “legítimamente.
Violencia
y democracia
Ese elemento perturbador que sería antagonista de la vida
democrática, es protagonista en el capitalismo. Lo vemos en los noticieros, en
los periódicos, y lo peor del caso, lo vivimos en carne propia. La tendencia
política en esta etapa neoliberal del capitalismo consiste en imponer un Estado
policiaco en detrimento de las libertades y derechos humanos. No importa el
nivel de violencia, las elecciones se mantienen como garantía de lo mismo. Es
un juego perverso, un negocio redondo, donde quien te vende seguridad es el
mismo que te la genera.
Legalidad
y legitimidad
Al no tener el respaldo de la mayoría, la legalidad se hace
importante para esconder la ilegitimidad de un gobierno o representante
impulsado por la minoría. Leyes e instituciones se crean para garantizar la
voluntad popular, pero es ésta la primera que traicionan. La legalidad sin
legitimidad es equivalente a una dictablanda,
donde la sociedad vive en una situación delicada de relaciones asimétricas de
poder. El presidente podrá ser un criminal y un asesino, pero primero será el presidente, esa es la realidad de
este tipo de democracia.
Así pues…
Difícilmente a un régimen político como el mexicano se le puede
considerar democrático (no existe todavía un gobierno de la sociedad para la
sociedad). A la sociedad mexicana, mayoritariamente conservadora, le precede
una cultura autoritaria y machista, de la cual surge a la vez, las voces de
protesta y emancipación. Esa transición se ve interrumpida y a la vez es causa
del surgimiento de movimientos sociales por el constante retroceso y violación
a los derechos humanos en distintos lugares del país.
Síndrome de Estocolmo
La sociedad mexicana está enferma de apatía y acostumbrada a la
violencia. De una sociedad así de enferma, es necesario, urgente, curarse así
misma, primero, reconociendo las graves deficiencias cívico-políticas-sociológicas
de nuestra formación familiar, escolar y cultural. Cuando las personas recurren
a votar por el partido que les hace daño, por el sistema que las maltrata y
mata, por voluntad propia o comprada, desarrolla una relación emocional con su
agresor (como en el síndrome de la mujer golpeada) es una respuesta defensiva,
de supervivencia que a la larga le perjudica grandemente.
La
política no es racional, ¡también es emoción!
Pero los números no mienten, el abstencionismo es el gran
protagonista de la historia electoral mexicana. ¿Quiénes son esos, esas que no
votan?, ¿estarán ausentes de otras manifestaciones públicas? Por lo pronto, es
más sencillo identificar a quiénes sí votan y por qué o quién.
FALTAN
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