El domingo 3 de julio se celebraron elecciones en cuatro estados de la república: Estado de México, Coahuila, Nayarit e Hidalgo; el “gran ganador” como están llamando los medios al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en realidad no contemplan la baja participación ciudadana que se dio, sobre todo en el Estado de México, y por lo mismo minimizan la tendencia abstencionista creciente en el país.
La situación de la democracia electoral mexicana, prácticamente la única forma de democracia que conoce y tiene acceso el mexicano(a) promedio, está tambaléandose desde hace años y una de las formas más sensibles de captarlo es precisamente midiendo la participación electoral. Los recientes procesos dicen más de la ausencia de electores(as) que del pretendido retorno del PRI y sus muy conocidas formas de cooptación del voto. Especialistas en la materia también comentan que el gran perdedor de estas contiendas es Felipe Calderón, pero es un error ignorar a tantos millones de ciudadanos(as) que no ven en los procesos electorales cambios significativos en sus vidas, cuidado.
En el populoso Estado de México, cuya Lista Nominal (LN) es de más de diez millones y medio de electores(as) la participación electoral apenas alcanzó el 43.53% de votantes; es decir, menos de la mitad de la LN (poco más de cuatro millones y medio de personas) salieron a votar, de esa cantidad el candidato priista ala gubernatura, Eruviel Ávila obtuvo dos y medio millones de votos para alzarse con una victoria que en realidad representa alrededor del 25% del total de electores(as) posibles; en otras palabras, sólo logró comprar (perdón, quise decir cooptar) uno de cada cuatro votos.
El caso de Coahuila, donde el hermano del actual presidente nacional del PRI, Rubén Moreira, resultó el ganador por la gubernatura del estado, de una LN de cerca de dos millones de electores(as) apenas poco más de un millón cien votaron para una participación del 61.5%. En otras palabras Moreira gana con el 34.6% del total posible de electores(as) equivalentes a una tercera parte del electorado o visto de otra manera, dos terceras partes de la ciudadanía que vota no les interesó o las elecciones o la propuesta priista.
En Nayarit sufragó poco más de la mitad del electorado (436,417 personas) de un total de 780 mil electores(as) alzándose con la “victoria” el priista Roberto Sandoval Castañeda con el 26% de las preferencias o uno de cada cuatro votos posibles. En Hidalgo, donde se celebraron elecciones locales (municipales) votó el 56.4% de electores(as) de una LN de casi dos millones de personas (1,846,575) no acudiendo a las urnas ni un millón cien, con resultados variopintos en los 84 municipios, pero donde resalta Pachuca con la mayor LN del estado y donde no votó ni la mitad de su electorado (48.1%).
Es de resaltar la ausencia de votantes en los recientes procesos electorales, donde, sumando los porcentajes de participación en los cuatro estados nos representa un 56.6% del total. Pero en números reales son millones de ciudadanos(as) quienes decidieron hacer otra cosa el domingo pasado mejor que votar, si sumamos en números absolutos y no relativos, como bien podemos constatar en la elección mexiquense.
Frívolo es decir que hubo “ganadores” y “perdedores” cuando la apatía electoral es tan evidente. Resulta significativo, eso sí, destacar cómo se llevan a cabo las elecciones en México, cómo son los partidos y políticos que en ellos participan, el dinero que se gasta y lo gastado de los slogans de campaña, lo pobre de los debates políticos (cuando los hay) y sobre todo reflexionar sobre quiénes son las personas que votan y por qué votan, dado que cada vez son las y los menos. No menos interesante es conocer la opinión de quienes no votan, aunque bien podemos imaginarnos y acertar.
Celebrar elecciones es cosa seria, los partidos lo saben y por eso actúan en consecuencia, aunque no sea posible considerar seria su conducta, por lo mismo se invierte tanto dinero para ello y también por ello, entre menos ciudadanía participe, el voto se controla mejor y las alianzas partidistas, la guerra sucia de las campañas y la gran cantidad de pobres fácilmente manipulables son elementos indispensables para mantener el negocio de la política.
La antesala del 2012 está a la vuelta de la esquina y los recientes procesos electorales de estos cuatro estados nos dan una idea de cómo serán las siguientes elecciones. El abstencionismo es una tendencia despreciada políticamente por que desde el poder se le utiliza sin buscar remediarla. No está en juego la democracia, está en juego la estabilidad del país.
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