No guts, no glory
Bolt Thrower
13 estados de la república tienen elecciones este año (Yucatán celebró la primera de ellas el 16 de mayo) para renovar 1481ayuntamientos y 451 diputaciones locales, así como diez gubernaturas. Además del fenómeno del abstencionismo, invitado permanente y creciente de estos eventos, en medio de la peor crisis de seguridad pública nacional por la controversial “guerra contra el narco”, las campañas en los estados muestran la debilidad del sistema político mexicano a través de la pobre oferta partidista de propuestas y candidatos, además de la renovada guerra sucia electoral herencia del viejo PRI, pero ahora de todos contra todos.
Desde la regularización de las elecciones en México a partir de un organismo ciudadanizado, como en efecto fue el Instituto Federal Electoral (IFE) a finales del siglo pasado, la competencia partidista (que ya se venía dando a partir de la década del ochenta) se amplía como efecto de la confianza en el IFE y los organismos electorales locales como avales. Lo que sucedió fue la alternancia y redistribución del poder político en el país, más las viejas formas de hacer política priista extendida a todas las fuerzas políticas (priistización de los partidos). El resultado final es un sistema de elecciones que permite la “competencia” de partidos controlados por grandes grupos de interés que operan dentro y fuera de ellos, quienes deciden en realidad el futuro del país.
El avance de este tipo de democracia mínima en México, entendida como la celebración de elecciones periódicas de gobernantes y representantes en comicios creíbles (respeto al voto) ofrece un panorama distinto al viejo régimen de partido de Estado del siglo XX, pero no soluciona el problema de la confianza en las instituciones y la participación electoral; el mediocre desempeño de los gobernantes y representantes (independientemente del partido) más el agravamiento de las condiciones socioeconómicas y políticas para la gran mayoría de la población como resultado, son elementos presentes en el conflictivo proceso por aspirar a ser una nación respetada y respetable.
Conforme avanza el pluripartidismo en México, notamos cómo concentran el poder político casi de manera plutocrática y aun en contra de la nación. Hoy por hoy los partidos representan, además de una calamidad, un orden político elitista paradójicamente controlado a su vez por poderosos grupos de interés. La democracia electoral de este país permite que una pequeña (¿y ridícula?) minoría gobierne por encima de la sociedad mexicana. Por lo mismo, las contiendas electorales se convierten en verdaderas batallas de vida o muerte, pues en ellas se juega no el futuro de una ciudad, estado o nación, sino el del candidato, partido, alianza y grupos de interés.
En algunos estados como Sinaloa, Durango, Chihuahua o Tamaulipas la violencia del narco es por demás inocultable ante el escandaloso número de víctimas mortales o las amenazas y asesinatos de candidatos y militantes partidistas; en Quintana Roo el candidato a gobernador por el PRD es detenido por presuntos nexos con el crimen organizado. Otros estados, como Oaxaca, Puebla y Veracruz, no han conocido la alternancia de otro gobierno estatal que no sea el PRI y otros donde ya se ha dado la alternancia, como Chiapas, Zacatecas o Aguascalientes, los conflictos internos los tienen debilitados.
En la antesala para la elección presidencial federal del 2012 la obsesión por el poder político recurre a todos los medios posibles para deshacerse de la oposición (guerra sucia) como bien nos informan los medios de comunicación; el problema es que con tanta escoria hecha pública, el impacto en el electorado es sumamente negativo para la participación, lo que hace suponer que el abstencionismo estará presente, por lo menos en los partidos más grandes e influyentes, más que como un fenómeno evitable, como un elemento más a considerar para ganar.
Se habla mucho del retorno del PRI como el gran “ganador” (sic) electoral este año y perfilándose para el 2012 ante el pésimo del PAN como gobierno. La verdad es que tanto uno como el otro han resultado nocivos para el desarrollo del país y no garantizan un futuro prometedor si analizamos sus resultados gubernamentales; desafortunadamente los otros partidos tampoco salen bien librados de sus respectivos desempeños; por encima de todos, los grupos de interés (empresariales, religiosos, transnacionales) asumen de una forma u otra el control de las y los políticos, quienes se vuelven sus cabilderos.
En general el panorama electoral en México para el 2010 luce bastante desalentador ante la falta de opciones serias de acuerdo a la oferta, lo cual es abono para el abstencionismo, el voto nulo o blanco y la protesta civil. En la mayoría de los estados del norte del país, así como en Oaxaca, ni siquiera debería de pensarse en realizar elecciones ante la gravedad de la anomia existente, pues se pone en riesgo incluso la integridad de quienes quisieran ejercer el voto y la verdad, si en estos momentos los actuales “gobernantes” no pueden resolver o son parte del problema de la violencia, ¿podrán resolverlo los entrantes?
NO SOLUCIONES, NO ELECCIONES
Revolución MMX
1 comentario:
Buen articulo y muy buenos videos, es necesario conscientisar al ciudadano que somos seres politicos y tenemos voz y opiniones. Que solo unidos podremos lograr un cambio en nuestra Ciudad Juarez, en el Estado y en todo Mexico.
Saludos, espereo poder tener muy pronto ese libro en mis manos.
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