La manera más fácil de ganar una contienda o concurso de mayorías, como las elecciones en las democracias contemporáneas, es apostando todo al carisma. Pero no es fácil encontrar gente carismática que además quiera participar en democracias de dudosa legitimidad. Con el método del Príncipe Azul es casi inevitable la victoria. Sólo se requiere, eso sí, harto dinero para la compra y realización de todo el entramado logístico de una campaña electoral.
¿Qué es un Príncipe Azul (PA)? El hombre perfecto, precisamente lo que todo político serio contemporáneo desea ser. Por ser un ideal individualista es ideal también para su uso comercial en la sociedad de masas consumista. Buena parte de la sociedad, la gente mayormente acostumbrada a vivir bajo una cultura autoritaria y machista, es el público-target al que se dirige el PA. Pero también puede funcionar, si se prepara bien con un equipo de profesionales encargados de elaborar una imagen universal (hasta donde sea posible) en base a la gracia o talento de la persona elegida para tal evento, en otros sectores-target más específicos.
En la posmodernidad, todas las combinaciones para construir un PA son posibles: un papa humilde, un presidente Nobel de la paz guerrerista…todos los oxímorones son realizables por que el entramado político es más que un mercado; también es el escenario donde sucede el circo, maroma y teatro, donde el PA no es más que un modelo programado y programable (un pelele) hecho para la ocasión, para ganar elecciones. Se juega con la ignorancia, la inocencia, la necesidad de la sociedad a través del engaño, el discurso y la despolitización.
La política no es, como se quiere convencer a la opinión pública, un acto meramente racional. Hay infinidad de actos irracionales en el actuar político (por pactos de sangre, ideológicos, religiosos, egoístas….) tantos como actos planificados en base a decisiones subjetivas, como las guerras. En cierta manera el caos y el orden conviven en sociedades estratificadas y de clase trayendo como consecuencia un sinnúmero de contradicciones, desde la censura o el Estado policiaco, hasta la invasión de países y las enfermedades incurables. El uso de la manipulación social es imprescindible para “mantener” el orden político-económico, la jerarquía piramidal.
Las campañas políticas en general son un juego de seducción: atraer a la causa; dar notoriedad a una situación determinada. Las campañas electorales van todavía más allá haciendo uso de los trucos más viejos, pero a fin de cuentas útiles, para mantener la “paz” y el “progreso”. Basta con generar y lucrar con la ignorancia y la pobreza social, pero es además imprescindible un bien aceitado sistema de comunicación de masas, como la televisión, la radio, el cine, todo tipo de publicidad, sino, el PA por sí solo, no tendrá la penetración necesaria para traducirlo en un fetiche de masas, en un producto de consumo de moda. La televisión viene a sustituir el poder convocatoria que anteriormente tenían las iglesias.
La costumbre de adorar a héroes y dioses, facilita la asimilación de las personas a la obediencia hacia figuras de autoridad, comenzando desde temprana edad en las unidades políticas patriarcales denominadas familia, hoy tan presentes en la sociedad “civilizada” occidental. Más cruel aún es el uso del miedo para aumentar la sensación de inseguridad en una sociedad dada. Así se resuelve la necesidad de tener “líderes que guíen al pueblo”, mesías todopoderosos de sociedades despolitizadas, idiotizadas e ignorantes de su capacidad de organización e inteligencia sin necesidad de patriarcas o matriarcas y oligarquías basadas en mitos y haciendo uso del monopolio de la violencia. Cuidado, entre menos ignorancia, menos Príncipe Azul.
Escójase pues entre los correligionarios, simpatizantes o personas destacadas de la sociedad, a aquella que reúna el mejor capital social (más simpatías, empatías, apoyo) de manera gratuita (por sí misma). Si no es posible encontrar o convencer a la persona indicada, se procede a fabricarla. En este caso se decide por la apariencia física y la juventud. Considere los cánones de belleza establecidos, la vestimenta y maquillaje adecuado, los dictados de la moda. Dé a las masas lo que las masas anhelen para sí en una sociedad de clases.
El PA representa el éxtasis ascético, el clímax sexual, la felicidad extrema y, así sea hombre y vaya dirigido a un público femenino, así también hay que jugar con la sexualidad masculina y gay; a final de cuentas la homosexualidad reprimida o abierta de muchos hombres se traducirían en apoyo al PA seleccionado; por lo tanto, ha de buscarse un prototipo actoral que alcance a resaltar símbolos identatarios con lo masculino: el ideal de hombre según los hombres. El Príncipe Azul debe dirigirse siempre a la segunda persona del singular: “es a ti y sólo a ti a quien te hablo”.
ADVERTENCIA. El método del Príncipe Azul es de uso exclusivo para campañas electorales (sólo sirve en campañas). El resultado de sus acciones ya en función de gobierno y lo que esto pueda originar de crisis económicas y revoluciones sociales, es totalmente responsabilidad del grupo oligárquico que lo ha instalado. Úsese con sumo cuidado. Inflamable, manténgalo alejado de movimientos sociales, grupos de intelectuales, organizaciones derecho humanistas, universitarios y en general, de gente pensante e inteligente.
El Principe Azul, ¿si gana elecciones, qué no ganará?
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