viernes, 29 de julio de 2011

Anarquía, la tercera vía de la izquierda




Cuando se piensa en la izquierda, lo primero que llega a la mente es socialismo y comunismo, pocas veces la anarquía. Si de por sí hablar de socialismo o comunismo implica una serie de discusiones tan sólo para definir sus conceptos, con la anarquía ni siquiera llega a abordarse su definición por considerarse una opción caótica, o poco seria incluso para la gente de Izquierda.

La mala fama que gozan las y los anarquistas es tanto por ignorancia, como por un discurso descalificador y hostil hacia la anarquía. El mito más conocido es confundir la anarquía (sociedad sin gobierno) con la anomia (sociedad sin leyes o que no respeta leyes) por ejemplo, desde la Antigüa Grecia peyorativamente se utilizaba el término como desgobierno; en la actualidad se le relaciona con neo conceptos no menos peyorativos como Estado fallido. Sin embargo la anarquía ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad y no precisamente como elemento perturbador de la sociedad, sino de los gobiernos, grupos y personas que la oprimen y explotan. Durante buena parte del siglo XIX y por supuesto todo el siglo XX, diversas formas de entender la anarquía a manera de corrientes (anarquismos) han dejado rastro en muchos movimientos sociales, principalmente los libertarios y los antiautoritarios.

Sin necesidad de Estado. La anarquía es una forma de vida sin necesidad de un órgano controlador, de un Big Brother que establezca las reglas y sanciones de convivencia como medidas de coacción y cohesión social. Contraria a las ideas deterministas y conservadoras que inventan para su conveniencia una naturaleza violenta humana como justificación para la existencia del Estado, la anarquía se sostiene en la convicción de una naturaleza colectiva de la humanidad, de un instinto de sociabilidad pacífico y contrario a la idea de un salvajismo con tendencias autodestructivas en que se basa la “autoridad” para aplicar el monopolio de la violencia (Max Weber dixit) a través del Estado. Por esta razón, se aspira a vivir en anarquía, a ser anarquista para vivir en una sociedad sin autoridad, basada en acuerdos y no tanto en reglas, mientras el Estado es una forma depurada, sofisticada de dominación que sigue estableciendo como agenda el mal uso o uso excesivo del poder político a costa de la consciencia social.

En la historia podemos encontrarnos muchos ejemplos de anarquía, desde sociedades anárquicas, hasta movimientos y luchas sociales. La modernidad, incluso la posmodernidad, no pueden explicarse sin el papel trascendental de la anarquía. Al rechazar cualquier forma de dominación, la emancipación anárquica consiste en la vida en libertad consciente y en armonía con la naturaleza, incluso con el cosmos, además de la colaboración mutua y voluntaria para la satisfacción de necesidades de manera frugal. Hoy muchos de los llamados Nuevos Movimientos Sociales (pacifismo, feminismo, derechos humanos…) tienen su inspiración en ideas anarquistas tanto como el viejo sindicalismo (también surgido en la modernidad con el inicio de la industrialización) desarrollando iniciativas emancipadoras de las y los primeros anarquistas en conjunto con la de las y los socialistas y comunistas.  

Corrientes anárquicas. Dentro del anarquismo hay una muy amplia gama de tendencias anarquistas: anarcosindicalismo, anarcocomunismo, dos de los más arraigados; anarquismo ecologista (o anarquismo verde) que rechazan la tecnología depredadora; anarquismo individualista, con énfasis en la persona sobre la sociedad; feminismo anarquista, un anarquismo por excelencia; anarquismo cristiano, que sitúa a Jesús como precursor anarquista y hasta existe un anarquismo de derecha que defiende el libre mercado (anarquismo capitalista). En el México contemporáneo tenemos el zapatismo (EZLN y FZLN) cuyas ideas autonomistas y comunitarias surgidas de las comunidades indígenas chiapanecas no sólo aportan al movimiento, sino surgen en un momento coyuntural importante de la humanidad (caída del “mundo socialista” y subida de la globalización neoliberal capitalista).    

Pensadores anarquistas. A diferencia del socialismo, donde predominan las ideas de Marx y las corrientes marxistas, en el anarquismo existe una tradición intelectual más libre y tan interesante como la marxista. Desde la Antigüedad podemos contar con pensadores protoanarquistas como Lao Tse en China o Zenón de Citio en Grecia. En la época moderna se cuenta con Pierre-Joseph Proudohn, el primero en nombrarse como tal, Mijail Bakhunin célebre también por sus diferencias con Marx; Henry David Thorau (Desobediencia civil) Enrico Malatesta (El método anarquista) Noam Chomsky, tal vez el más conocido de las y los anarquistas contemporáneos, hasta llegar al siglo XXI con el no menos famoso Julian Assange, creador de Wikileaks. En México los hermanos Enrique y Ricardo Flores Magón expusieron sus ideas con su periódico Regeneración a principios del siglo XX, fundamentales para la Revolución y la propuesta de reforma agraria zapatista.

Miedo a la anarquía. La anarquía está en la vida cotidiana de manera tan común, que ni siquiera nos damos cuenta de ella: en la literatura con autores como George Orwell (1984, Rebelión en la Granja) en la música, con artistas como Nirvana, los Sex Pistols y en general con la corriente punk rock. En la ciencia, con  Paul Feyerabend  y su anarquismo metodológico; en formas de vida como el vegetarianismo; en los cómics y el cine (V de Vendetta) o en los desastres naturales (provocados o no) cuando la consciencia colectiva se sintoniza en el tono de la solidaridad sin condiciones. Incluso el Día del Internacional del Trabajo, conmemorado el primero de mayo en memoria de los Mártires de Chicago, es una fecha tan anarquista como lo es del movimiento obrero mundial. 

Le debemos a la anarquía algo más que una disculpa.

Participación electoral México 2011




El domingo 3 de julio se celebraron elecciones en cuatro estados de la república: Estado de México, Coahuila, Nayarit e Hidalgo; el “gran ganador” como están llamando los medios al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en realidad no contemplan la baja participación ciudadana que se dio, sobre todo en el Estado de México, y por lo mismo minimizan la tendencia abstencionista creciente en el país.

La situación de la democracia electoral mexicana, prácticamente la única forma de democracia que conoce y tiene acceso el mexicano(a) promedio, está tambaléandose desde hace años y una de las formas más sensibles de captarlo es precisamente midiendo la participación electoral. Los recientes procesos dicen más de la ausencia de electores(as) que del pretendido retorno del PRI y sus muy conocidas formas de cooptación del voto. Especialistas en la materia también comentan que el gran perdedor de estas contiendas es Felipe Calderón, pero es un error ignorar a tantos millones de ciudadanos(as) que no ven en los procesos electorales cambios significativos en sus vidas, cuidado.

En el populoso Estado de México, cuya Lista Nominal (LN) es de más de diez millones y medio de electores(as) la participación electoral apenas alcanzó el 43.53% de votantes; es decir, menos de la mitad  de la LN (poco más de cuatro millones y medio de personas) salieron a votar, de esa cantidad el candidato priista ala gubernatura, Eruviel  Ávila obtuvo dos y medio millones de votos para alzarse con una victoria que en realidad representa alrededor del 25% del total de electores(as) posibles; en otras palabras, sólo logró comprar (perdón, quise decir cooptar) uno de cada cuatro votos.     

El caso de Coahuila, donde el hermano del actual presidente nacional del PRI, Rubén Moreira, resultó el ganador por la gubernatura del estado, de una LN de cerca de dos millones de electores(as) apenas poco más de un millón cien votaron para una participación del 61.5%. En otras palabras Moreira gana con el 34.6% del total posible de electores(as) equivalentes a una tercera parte del electorado o visto de otra manera, dos terceras partes de la ciudadanía que vota no les interesó o las elecciones o la propuesta priista.

En Nayarit sufragó poco más de la mitad del electorado (436,417 personas) de un total de 780 mil electores(as) alzándose con la “victoria” el priista Roberto Sandoval Castañeda con el 26% de las preferencias o uno de cada cuatro votos posibles. En Hidalgo, donde se celebraron elecciones locales (municipales) votó el 56.4% de electores(as) de una LN de casi dos millones de personas (1,846,575) no acudiendo a las urnas ni un millón cien, con resultados variopintos en los 84 municipios, pero donde resalta Pachuca con la mayor LN del estado y donde no votó ni la mitad de su electorado (48.1%).
Es de resaltar la ausencia de votantes en los recientes procesos electorales, donde, sumando los porcentajes de participación en los cuatro estados nos representa un 56.6% del total. Pero en números reales son millones de ciudadanos(as) quienes decidieron hacer otra cosa el domingo pasado mejor que votar, si sumamos en números absolutos y no relativos, como bien podemos constatar en la elección mexiquense.

Frívolo es decir que hubo “ganadores” y “perdedores” cuando la apatía electoral es tan evidente. Resulta significativo, eso sí, destacar cómo se llevan a cabo las elecciones en México, cómo son los partidos y políticos que en ellos participan, el dinero que se gasta y lo gastado de los slogans de campaña, lo pobre de los debates políticos (cuando los hay) y sobre todo reflexionar sobre quiénes son las personas que votan y por qué votan, dado que cada vez son las y los menos. No menos interesante es conocer la opinión de quienes no votan, aunque bien podemos imaginarnos y acertar.   

Celebrar elecciones es cosa seria, los partidos lo saben y por eso actúan en consecuencia, aunque no sea posible considerar seria su conducta, por lo mismo se invierte tanto dinero para ello y también por ello, entre menos ciudadanía participe, el voto se controla mejor y las alianzas partidistas, la guerra sucia de las campañas y la gran cantidad de pobres fácilmente manipulables son elementos indispensables para mantener el negocio de la política.

La antesala del 2012 está a la vuelta de la esquina y los recientes procesos electorales de estos cuatro estados nos dan una idea de cómo serán las siguientes elecciones. El abstencionismo es una tendencia despreciada políticamente por que desde el poder se le utiliza sin buscar remediarla. No está en juego la democracia, está en juego la estabilidad del país.