Estados Unidos contra el mundo
Carlos Murillo González
Los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU) se jactan de ser una democracia, pero en la práctica se conducen como un imperio. Durante su gestación como colonia inglesa y luego país independiente, dejó claro su “destino manifiesto” de exterminio hacia la población nativa del territorio que ahora ocupan y luego, con la Doctrina Monroe, sus intenciones continentales con el resto de los países latinoamericanos y del Caribe.
No sólo el continente americano ha sido víctima de la avaricia gringa, sino también el resto del mundo, con innumerables intervenciones para llevar la “libertad y la democracia” a aquellos rincones de la Tierra donde hay petróleo u otras riquezas naturales, protegiendo a sus empresas capitalistas en contra de los intereses genuinos de las sociedades afectadas, llevando la destrucción y muerte, sosteniendo gobiernos títeres a modo y derrocando aquellos elegidos legítimamente en las urnas (sobre todo si surgen de la izquierda). La historia de los EEUU es una historia de terror ambientada en la modernidad de la Revolución Industrial.
Incluso la élite gobernante es un peligro para su propia gente. La cúpula empresarial-militar estadounidense no sólo manipula a su sociedad hacia guerras interminables en otras geografías, sino hace la guerra dentro de su territorio contra grupos humanos específicos (nativos, hispanos, negros, pobres…) como también hacia las mujeres además de numerosos experimentos científicos y económicos hacia su gente, al mismo tiempo que teje una imagen de sí mismo como héroe indispensable, potencia inalcanzable y legado para la humanidad, justificando así sus crímenes disfrazados de progreso, de “salvadores” del mundo, inventando enemigos para cubrir cuotas de grandeza con las que nutren su propia realidad hollywoodense.
Sería muy amplio e interminable hablar de las fechorías de este país con el mundo, comenzando con México, de donde conocemos muy bien sus actitudes despóticas, maltratos y violencia que nos ha traído su vecindad, como la “guerra” contra el narco y otros engaños que nos han sometido entre la espada y la pared en una guerra civil interna, sobre todo a partir de este siglo. Sin duda es una relación tormentosa y desigual, como la han tenido muchísimas naciones en el pasado y presente de sus escasos dos siglos y medio de existencia, fruto de la ambición de poder perpetua gringa, obsesionada con la guerra y su poder militar (es el país que más invierte en armamento, muy por encima de las demás naciones).
Sus aliados europeos sufren las consecuencias de su “amistad” y actualmente están sometidos a las decisiones de Washington incluso en contra de los intereses de la Unión Europea. El caso más reciente, Ucrania, donde se disputa hoy una guerra perdida contra Rusia, que si bien no justifica la invasión de está última a Ucrania, en el contexto se entiende la maquinaria industrial bélica estadounidense a través de la OTAN para debilitar y derrotar a la Rusia de Putin sacrificando cientos de miles de vidas ucranianas (una de las naciones más pobres de Europa) para beneficiar la posición hegemónica gringa a sabiendas que a la vez perjudica la vida cotidiana europea enemistándola con Rusia, a quien no ha podido someter y, por el contrario, Putin ha podido sacar provecho del conflicto haciendo ver mal a la OTAN-EEUU.
Mientras EEUU se encarga de llevar guerra y destrucción al mundo, la gente común, por lo menos desde la guerra de Vietnam de finales de los años sesenta del siglo XX a la fecha, se ha opuesto rotundamente a las acciones militares de EEUU y sus aliados. Ya en este siglo XXI es imposible olvidarse de la movilización mundial en contra de la invasión en Irak a base de mentiras que en 2003 se presentó en muchísimos países, pero fue ignorada de todos modos por los imperialistas y sus aliados. EEUU actúa en contra de la voluntad popular de su pueblo y de los pueblos del mundo y peor aún, a partir de la evidencia de sus mentiras y engaños. EEUU es un peligro para el mundo.
En el 2023 vemos el aberrante soporte político y militar hacia Israel, ese engendro incómodo, proyecto de nación impuesta por el poder sionista que funciona como un enclave militar de EEUU para hacer el trabajo sucio en la región, libre de castigos, sanciones e incluso protegido de las críticas so pena de ser señalado como “antisemita” (sic); algo así como si fuera un estado más, número 51 de EEUU, pues es la nación con más más ayuda material y dinero recibido comparado con cualquiera otra nación beneficiada del imperialismo gringo. Israel es una especie de “Mini Me”, ese personaje de la película de Austin Powers de representación a escala del doctor Siniestro (doctor Evil) haciendo todo lo que su amo hace en cuestiones de maldad.
La más reciente y descarada acción de arrogancia de EEUU se da precisamente en la ONU, esa organización que sirve para dos cosas: para nada y para maldita la cosa, oponiéndose al cese definitivo al fuego en la guerra de Israel contra Palestina, que no es otra cosa que una versión contemporánea de ocupación, robo de tierra y genocidio inspirado en el genocidio de la conquista del Viejo Oeste norteamericano. Ha de ser verdaderamente vergonzoso para el ciudadano(a) estadounidense consciente e informado ver cómo su país no sólo es un enemigo para la paz mundial, sino cómo alienta la guerra vendiendo armas a Israel ignorando el deseo de su pueblo por el cese al fuego. Un asco su élite política-económica-militar.
Los imperios no son eternos, así lo constata la historia y, como bien señala el proto sociólogo árabe Ibn Khaldun desde el siglo XIII, los imperios nacen como pueblos en rebeldía legítima contra sus opresores, a quienes desbancan para luego convertirse en los nuevos tiranos en espera de ser derrocados por el pueblo cuando la corrupción de sus acciones no da para más. En qué momento de decadencia está EEUU y cuánto le falta para desmoronarse, no sabemos, pero sí sabemos que los pueblos del mundo ya no soportan más tiranías. La gente queremos la paz, los gobiernos, la guerra.
Libertad para Palestina