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lunes, 11 de diciembre de 2023

ESTADOS UNIDOS CONTRA EL MUNDO


 

Estados Unidos contra el mundo
Carlos Murillo González


Los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU) se jactan de ser una democracia, pero en la práctica se conducen como un imperio. Durante su gestación como colonia inglesa y luego país independiente, dejó claro su “destino manifiesto” de exterminio hacia la población nativa del territorio que ahora ocupan y luego, con la Doctrina Monroe, sus intenciones continentales con el resto de los países latinoamericanos y del Caribe.

No sólo el continente americano ha sido víctima de la avaricia gringa, sino también el resto del mundo, con innumerables intervenciones para llevar la “libertad y la democracia” a aquellos rincones de la Tierra donde hay petróleo u otras riquezas naturales, protegiendo a sus empresas capitalistas en contra de los intereses genuinos de las sociedades afectadas, llevando la destrucción y muerte, sosteniendo gobiernos títeres a modo y derrocando aquellos elegidos legítimamente en las urnas (sobre todo si surgen de la izquierda). La historia de los EEUU es una historia de terror ambientada en la modernidad de la Revolución Industrial.

Incluso la élite gobernante es un peligro para su propia gente. La cúpula empresarial-militar estadounidense no sólo manipula a su sociedad hacia guerras interminables en otras geografías, sino hace la guerra dentro de su territorio contra grupos humanos específicos (nativos, hispanos, negros, pobres…) como también hacia las mujeres además de numerosos experimentos científicos y económicos hacia su gente, al mismo tiempo que teje una imagen de sí mismo como héroe indispensable, potencia inalcanzable y legado para la humanidad, justificando así sus crímenes disfrazados de progreso, de “salvadores” del mundo, inventando enemigos para cubrir cuotas de grandeza con las que nutren su propia realidad hollywoodense.

Sería muy amplio e interminable hablar de las fechorías de este país con el mundo, comenzando con México, de donde conocemos muy bien sus actitudes despóticas, maltratos y violencia que nos ha traído su vecindad, como la “guerra” contra el narco y otros engaños que nos han sometido entre la espada y la pared en una guerra civil interna, sobre todo a partir de este siglo. Sin duda es una relación tormentosa y desigual, como la han tenido muchísimas naciones en el pasado y presente de sus escasos dos siglos y medio de existencia, fruto de la ambición de poder perpetua gringa, obsesionada con la guerra y su poder militar (es el país que más invierte en armamento, muy por encima de las demás naciones).

Sus aliados europeos sufren las consecuencias de su “amistad” y actualmente están sometidos a las decisiones de Washington incluso en contra de los intereses de la Unión Europea. El caso más reciente, Ucrania, donde se disputa hoy una guerra perdida contra Rusia, que si bien no justifica la invasión de está última a Ucrania, en el contexto se entiende la maquinaria industrial bélica estadounidense a través de la OTAN para debilitar y derrotar a la Rusia de Putin sacrificando cientos de miles de vidas ucranianas (una de las naciones más pobres de Europa) para beneficiar la posición hegemónica gringa a sabiendas que a la vez perjudica la vida cotidiana europea enemistándola con Rusia, a quien no ha podido someter y, por el contrario, Putin ha podido sacar provecho del conflicto haciendo ver mal a la OTAN-EEUU. 

Mientras EEUU se encarga de llevar guerra y destrucción al mundo, la gente común, por lo menos desde la guerra de Vietnam de finales de los años sesenta del siglo XX a la fecha, se ha opuesto rotundamente a las acciones militares de EEUU y sus aliados. Ya en este siglo XXI es imposible olvidarse de la movilización mundial en contra de la invasión en Irak a base de mentiras que en 2003 se presentó en muchísimos países, pero fue ignorada de todos modos por los imperialistas y sus aliados. EEUU actúa en contra de la voluntad popular de su pueblo y de los pueblos del mundo y peor aún, a partir de la evidencia de sus mentiras y engaños. EEUU es un peligro para el mundo.

En el 2023 vemos el aberrante soporte político y militar hacia Israel, ese engendro incómodo, proyecto de nación impuesta por el poder sionista que funciona como un enclave militar de EEUU para hacer el trabajo sucio en la región, libre de castigos, sanciones e incluso protegido de las críticas so pena de ser señalado como “antisemita” (sic); algo así como si fuera un estado más, número 51 de EEUU, pues es la nación con más más ayuda material y dinero recibido comparado con cualquiera otra nación beneficiada del imperialismo gringo. Israel es una especie de “Mini Me”, ese personaje de la película de Austin Powers de representación a escala del doctor Siniestro (doctor Evil) haciendo todo lo que su amo hace en cuestiones de maldad.

La más reciente y descarada acción de arrogancia de EEUU se da precisamente en la ONU, esa organización que sirve para dos cosas: para nada y para maldita la cosa, oponiéndose al cese definitivo al fuego en la guerra de Israel contra Palestina, que no es otra cosa que una versión contemporánea de ocupación, robo de tierra y genocidio inspirado en el genocidio de la conquista del Viejo Oeste norteamericano. Ha de ser verdaderamente vergonzoso para el ciudadano(a) estadounidense consciente e informado ver cómo su país no sólo es un enemigo para la paz mundial, sino cómo alienta la guerra vendiendo armas a Israel ignorando el deseo de su pueblo por el cese al fuego. Un asco su élite política-económica-militar.

Los imperios no son eternos, así lo constata la historia y, como bien señala el proto sociólogo árabe Ibn Khaldun desde el siglo XIII, los imperios nacen como pueblos en rebeldía legítima contra sus opresores, a quienes desbancan para luego convertirse en los nuevos tiranos en espera de ser derrocados por el pueblo cuando la corrupción de sus acciones no da para más. En qué momento de decadencia está EEUU y cuánto le falta para desmoronarse, no sabemos, pero sí sabemos que los pueblos del mundo ya no soportan más tiranías. La gente queremos la paz, los gobiernos, la guerra.


Libertad para Palestina




    




martes, 23 de enero de 2018

La venganza de los confederados



La venganza de los confederados
(White Christian Terrorists)
Carlos Murillo González

I suppose Old Man Trump knows
just how much racial hate he stirred up
Woody Guthrie

La democracia electoral es un juego donde la/el ganador obtiene un poder legitimado y lo ejerce de acuerdo a los intereses del o los grupos (élites) que lo sostienen. En noviembre del 2016 Donald Trump daba la noticia mundial con su triunfo en las elecciones presidenciales de EEUU. Polémico sin duda, este personaje representa a un buen porcentaje de la población estadounidense de descendencia europea, ideas conservadoras y pensamientos supremacistas, ah, pero eso sí, muy cristianos. Es la venganza de los confederados.

Un año de Trump

Desde décadas antes de la contienda electoral se sabía del millonario Trump como un tipo arrogante, racista, sexista y gandalla obsesionado por ser reconocido como una celebridad a pesar de sus escándalos (o tal vez por ellos) sus negocios turbios y la evasión fiscal de sus empresas. A diferencia de sus antecesores presidenciales, más cautos y elocuentes (aunque no menos peligrosos) Trump es un empresario típico adicto al dinero y un político atípico que hace lo que piensa, aunque no piense mucho ni bien.

Durante el 2017 y de manera acelerada, el gobierno trumpista ha ido dividiendo y empobreciendo más a su país con una política de limpieza social contra los pobres, los enfermos, los migrantes indocumentados (principalmente latinoamericanos) los musulmanes, entre otros y, a nivel internacional, rompiendo acuerdos y cometiendo graves errores diplomáticos, ayudando así a eliminar el poco prestigio que EEUU todavía pudiera tener globalmente y exponiendo al mundo a una nueva Guerra Fría.

Supremacismo blanco

Desde su época colonial, los Estados Unidos de Norteamérica sobrevivieron gracias a una economía esclavista y a través del expansionismo territorial a costa del exterminio indígena. La base de su ideología política es el asumirse como elegidos de dios (Destino manifiesto: América para los americanos, o sea, ellos) desde entonces ejercen su versión de imperialismo capitalista hacia el resto del mundo, fundamentada en la Doctrina Monroe, donde pesan sobre todo sus intereses (America first) siempre con las mejores intenciones (In God They Trust).

Si lo vemos con atención, el pensamiento político gringo tiene parangón con el fascismo del siglo XX: si bien estos enaltecen el nacionalismo étnico, religioso o un pasado glorioso, los primeros además defienden la democracia capitalista y la libertad (de comprar) como su bandera de lucha. Y en efecto, todas sus guerras, matanzas e invasiones son hechas en nombre de estos conceptos. La idea supremacista viene gestándose desde la vieja Europa, heredera de las culturas del Mediterráneo, repartiéndose el mundo desde el siglo XVI de manera brutal bajo el supuesto de civilizar a los bárbaros.

No en balde el nazismo de Hitler se inspiró más en las políticas segregacionistas de EEUU por encima de otros gobiernos racistas como Sudáfrica, por ejemplo, pues consideraban las leyes gringas más avanzadas en este terreno. Muchas de las cosas que implementó el nazismo, fueron primero instauradas por Washington. 

En otras palabras, los EEUU han impuesto su voluntad e intervenido en muchos países del orbe para llevar su democracia.

Trump: el anticristo

Donlad Trump es hijo de un empresario vinculado al Ku Klux Klan, a los cuales ha dado un nuevo aire sumándose además otros grupos de odio, como los neonazis, los rednecks y otros tantos que han salido de las penumbras para fortalecer el orgullo blanco.  La hazaña de Trump es haber logrado la unión de la extrema derecha con los cristianos evangélicos sureños y otros racistas “moderados”, en lo que hoy se denomina como Alt-Right (¿Alternativa de Derecha?)

Trump representa además al conservadurismo más recalcitrante de su país: ese que es anti aborto, pro pena de muerte, militarista, aislacionista, anti científico, hipócritamente puritano, además de racista y soberbio. El Trumpismo es la añoranza de la quema de negros y mexicanos, de las mujeres sin derechos, de la explotación laboral sin consecuencias legales y de la contaminación ambiental sin restricciones. Para muchos fanáticos cristianos El Donald es el elegido de dios para poner fin a una era belicosa y dar entrada a una de paz (¿Apocalipsis Now?)

¿Fin del neoliberalismo?

En lo económico se trata de una vuelta al proteccionismo. De ahí el rompimiento de tratados y acuerdos comerciales, o el condicionamiento de otros, como el TLC. Sigue siendo capitalismo, pero en un escenario olvidado, presumiblemente superado. El trumpismo rompe también con Adam Smith, en cuanto al papel del Estado en la economía: en Smith, es coadyuvante de La Mano Invisible, su trabajo es apoyar el mercado libre; en Trump, es un instrumento desechable, prescindible (claro, excepto en lo militar) útil para forzar hacer negocios: con Estado, sin Estado o a pesar del Estado.

En cuanto a lo político, el Estado trumpista es un Estado policiaco, con tendencias fascistas y tiránicas. Sus intentos por desprestigiar y silenciar a la prensa, sus desprecios y preferencias por ciertas culturas o naciones y sus intereses económicos personales, además de ser un mentiroso compulsivo, mantienen en vilo a varias naciones y regiones, así como a sus propios conciudadanos, tal vez los primeros estafados de su gobierno. Paradójica es la repetición de la historia: lo cercano a una próxima guerra civil por conflictos económico-racistas en el país más multicultural y armado del mundo.

Si ya de por sí con el neoliberalismo permanecen las acciones violentas, anómicas (se compran gobiernos, se inventan guerras y epidemias…) a pesar de las legislaciones, las denuncias y los movimientos sociales, un trumpismo generalizado se inclinaría por un regreso decimonónico, al capitalismo más sucio, explotador y contaminante.  

Futuro de la relación EEUU/México con Trump

No debemos esperar nada bueno de este señor hacia México y las y los mexicanos. Hasta nos podría sorprender declarándonos la guerra para obligarnos a pagar el muro fronterizo. En estos momentos el gobierno de México debería lanzar alertas a quienes viajan a EEUU, pues se exponen a malos tratos, discriminación e incluso puede peligrar su integridad física o su vida en prácticamente cualquier ciudad o pueblo estadounidense. No somos aliados, sino súbditos de EEUU, por eso nos necesitan más que nosotros a ellos, ahí lo peligroso.

White Christian Terrorists

El padre de la patria estadounidense es George Washington, un militar, esclavista y racista, quien no sólo combatió a los ingleses, también hizo guerra de exterminio contra las naciones nativas (otra tradición gringa) por lo tanto, no es nada nuevo un presidente racista, avaricioso y belicoso. Que no se nos olvide que el terrorismo no es exclusivo de una etnia, religión o ideología, lo ejercen tanto individuos, como empresas, instituciones o gobiernos y, por supuesto, las religiones. Por lo tanto, no debe negársele ese trato de terrorista a quienes, bajo el escudo de una religión, cometen actos de odio. El terrorista cristiano blanco sí existe.   


martes, 25 de octubre de 2016

EZLN, elecciones, EEUU, ejecutados y...


EZLN, elecciones, EEUU, ejecutados y…
Carlos Murillo González

EZLN

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) es un reconocido actor político chiapaneco con prestigio internacional y penetración social desde 1994 quienes a través del Consejo Nacional Indígena (CNI) han dado a conocer su propósito de participar en las elecciones presidenciales del 2018 con una candidata indígena.  

La polémica desatada por dicha aspiración de quienes reiteran su despropósito de obtener el poder político, particularmente en la “izquierda” partidista y más específicamente en Morena y su líder Andrés Manuel López Obrador, no ha pasado desapercibida por las redes sociales y los medios de comunicación, generando debates en pro y en contra de la noticia zapatista; desde respuestas entusiastas, hasta teorías conspirativas.

Si bien las y los zapatistas, las y los indígenas tienen derecho a entrar a la arena electoral y posicionar su agenda, pareciera una mala o ingenua decisión conociendo cómo funciona el sistema de partidos con todas las trabas simplemente para aceptar a un(a) candidato(a) independiente, no se diga para hacer fraudes y todo tipo de trampas para garantizar el resultado de una votación. ¿Qué pasaría si gana la candidata del CNI y no se le respeta el triunfo?, ¿el EZLN tomaría las calles o tomaría las armas?, ¿cómo van a financiar su campaña, con dinero público o propio? No es pues, una decisión sencilla.

Elecciones

En EEUU las presidenciales se efectúan en los primeros días de noviembre; en México, hasta el 2018 y en ambas hay mucha farsa. Las elecciones falsamente llamadas democráticas, en la mayoría de los países adolecen de legitimidad, pero siguen siendo la principal forma legal de garantizar el orden político aceptado mundialmente.

Uno de los síntomas de la pérdida de legitimidad es un marcado abstencionismo. Es decir, exceptuando los países donde se vota por obligación, en la mayoría de las democracias no se vota. El ejemplo más reciente es el referéndum por la paz en Colombia donde el “no” a la paz salió victorioso por medio punto en unas elecciones donde dos terceras partes de las y los colombianos no salieron a votar.  

Entonces las elecciones se han convertido en un instrumento ajeno a la gente; en un simulacro de buenos deseos e intereses por el bien común, la justicia, el progreso y otras tantas vanidades que prometen candidatos(as) mayormente representantes de poderes político-económicos. Obviamente el instrumento electoral es limitado para la mayoría, pero eficaz para las clases dominantes.

EEUU
                                 
Las elecciones en EEUU parece no tendrá ganadores. Si gana Donald Trump, ¿de veras el espectro político-militar-económico de la oligarquía gringa le dejará llevar a cabo sus planes del muro con México, la cercanía con Rusia o la cancelación de tratados como el TLCAN o con la OTAN? Si Gana Hillary Clinton, ¿seguirá la financiación al Estado Islámico, las guerras en Oriente Medio, el apoyo al fracking y otras industrias sucias?

Lo que tienen de interesante estas elecciones es conocer el nivel ignorante del electorado estadounidense (no sólo en el Tercer Mundo hay ignorancia) sus fobias xenofóbicas, misóginas, clasistas y racistas, el caudal de documentos filtrados por Wikileaks sobre Hillary, el marketing fascista de Trump y lo que fue el movimiento encabezado por Bernard Bernie Sanders, quienes se rehusan a votar por Clinton.

EEUU no está en su mejor momento: China y Rusia le disputan escenarios y liderazgos mundiales; su economía sigue inestable, dependiente de su industria bélica y un dólar sobrevaluado; con una violencia doméstica (nacional) que evidencia las diferencias étnicas contra  negros, indígenas e inmigrantes latinos. Hillary se perfila favorita para ganar (¿sin fraude?) a Trump, pero el abstencionismo podría traer sorpresas.

Ejecutados

Mientras estos sucede a nivel macro, nacional e internacional, en la tremenda Ciudad Juárez, la transición de gobiernos trae aumentos de asesinatos de nuevo. En realidad la violencia nunca se ha ido y los cantos victoriosos de quienes han maquillado cifras e impunidades (políticos, medios y empresarios) sólo ha sido para lavar la imagen de esta ciudad marcada por el narco y los feminicidios.   

Es terrible la inoperancia electoral ante un sistema (capitalista) que devora a sus hijos(as). Tanto a nivel estatal como a nivel municipal, el sistema de justicia y policiaco  está ligado a personas de dudosa calidad moral (González Nicolás, Peniche…) no se ponen de acuerdo, la ciudadanía está enojada y ofendida y, para colmo, se amenaza con traer de nuevo al ejército y a los federales para “combatir” el crimen.


Las y los ejecutados tienen nombre, aunque salgan en la última columna de la última página de policiacas en los principales diarios. Esto dice mucho de la calidad moral y libertad de estos medios, quienes han sido fieles a la censura gubernamental de Peña Nieto, muy dados a criminalizar detenidos antes de ser juzgados, o a encubrir a criminales de cuello blanco como el ex gobernador César Duarte. Las elecciones no han podido solucionar el problema de la violencia, el fraude y la corrupción, ¿vale la pena seguir intentando o cambiar de método?

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Hillary y Trump, un peligro para México (y el mundo)


Hillary y Trump
Un peligro para México (y el mundo)
Carlos Murillo González

El lunes 26 de septiembre se llevó a cabo el primer debate de los candidatos de los dos principales partidos políticos de EEUU a la presidencia de ese país, Hillary Clinton (demócrata) y Donald Trump (republicano). Más allá del debate y de quién va a ganar, está en riesgo la estabilidad político-económica no sólo de la nación norteamericana, sino del mundo entero.

Estados Unidos, que se jacta de ser una democracia, en realidad es un sistema cerrado bipartidista de derecha representado por el Partido Demócrata y el Partido Republicano dejando fuera otras opciones como a Jill Stein, candidata por el Partido Verde, o Gary Johnson, del Partido Libertario, quienes simplemente no fueron invitados al debate, ni se les da importancia, pues no representan los intereses de las cúpulas empresariales. La “democracia” estadounidense se puede resumir en la alternancia de las cúpulas para imponer a quien cuidará mejor sus negocios.

No importa quien gane las elecciones de noviembre, el peligro es real. Nos encontramos frente a la representación más clara de la élite norteamericana, entre una derechista belicosa e injerencista (Clinton) y un conservador racista, xenófobo y misógino (Trump). Además la propia sociedad estadounidense se ve desilusionada ante tener que elegir entre una mujer que ha violado la ley y un hombre que no entiende de modales (muchos ni siquiera conocen que existen la opción verde y libertaria). En un país donde el abstencionismo es una de sus características electorales, el o la ganadora podría darse por una diferencia mínima en una contienda cerrada.

Como además esa nación vive en una especie de burbuja, ignorante y apática de los aconteceres mundiales, muy influida por discursos nacionalistas en todos los ámbitos y con una soberbia desmedida alimentada mediáticamente con miedos de todo tipo, pero donde abundan los odios hacia todo lo que resulte ajeno a su American way of life, es un público sensible a la manipulación y la agresión, aunque, afortunadamente, no en todos los estratos.     

Es bien sabido por el mundo entero, especialmente en los países mal llamados “del tercer mundo”, cómo se las gasta el Estado gringo para conseguir lo que quiere imponiendo condiciones en organismos internacionales, violando leyes o acuerdos, invadiendo regímenes democráticos o conspirando contra gobiernos legítimos cuando consideran se oponen a sus “buenas intenciones”. Esa política no va a desaparecer con Hillary ni con Trump, pues es parte de su ideología belicista e imperialista. 

Si gana Hillary, el mundo tendría una nueva versión de Margaret Tatcher, la terrible “Dama de hierro” británica, pero con mayor poder letal; una continuación de las políticas neoliberales de los lobbys empresariales que financian su campaña, incluyendo las petroleras y las armamentistas; el expansionismo militar y su industria seguirían amenazando a países como Rusia, China o Irán, al tiempo de seguir armando a naciones amigas como la fascista Israel o la monárquica Arabia Saudita. Difícilmente el pueblo estadounidense, es decir, las clases trabajadoras, las minorías étnicas o los grupos ambientalistas podrán mejorar sus condiciones de vida.

Si gana Trump, el panorama se pone todavía más feo. Como ha demostrado aun desde antes de ser candidato, “El Donald” goza de una reputación de patán que, así como avergüenza a sus compatriotas más cautos y conscientes, es sin embargo el orgullo de ese amplio sector racista y ultra nacionalista que constituye la aún mayoritaria población blanca de ese país. Es evidente que este bravucón representa la cara más odiosa del imperio norteamericano, al típico gringo supremacista, cuya identidad no tiene enfado en mostrarse tal cual ante los asombrados ojos de la comunidad internacional. Trump y sus fanáticos representan la amenaza mundial más fuerte desde la caída de Hitler y el nazismo.

En cuanto a México,  nuestra cercanía geográfica, nuestra vulnerabilidad política y nuestra dependencia económica con el imperio, nos pone en peligro inminente; a pesar de ser “aliados” y “amigos”, somos vecinos distantes y distintos. Peor aún, con el mal manejo diplomático del espurio e incompetente Peña Nieto con la invitación de Trump al país, nos deja todavía más desarmados ante cualquiera de los escenarios por venir: si gana Trump, la amenaza de guerra es latente; si gana Hillary, seguro no olvidará ni perdonará el agravio de esa invitación y la relación con México, de inicio, no será buena.

Sin tratar de ser fatalista, quien quiera que gane, México pierde. No es posible en ese cercano futuro distinguir un atisbo de bienestar para las y los mexicanos cuando ni siquiera es posible contar con el apoyo inteligente de nuestro gobierno ante esta encrucijada. El capitalismo beligerante característico de los EEUU no será bondadoso con nosotros. Ante un Estado mexicano sumiso y torpe, frente a un Estado poderoso y gandalla como es el gringo, con sus dos propuestas ineludibles para renovar la vacante que dejará Barak Obama, debemos prepararnos para escenarios difíciles.

¿Quién ganará? Esperemos sea el/la menos peor para nosotros. Estamos ante un Donald Trump abiertamente en contra de nuestro pueblo y una Hillary Clinton abanderada del capitalismo sin escrúpulos que todos y todas conocemos. 

jueves, 19 de marzo de 2015

¡Asesinan a Carmen Aristegui!



Imagínate esa noticia corriendo por las redes del ciberespacio, ¿qué harías al respecto?, ¿te indignarías un tiempo más o hasta el siguiente mártir o suceso lamentable que entre de moda para sustituir y olvidarse del actual? Sin desearle esta suerte a la famosa comunicadora y periodista, pero su escandaloso despido debe servir también para ir más allá del enojo y reflexionar sobre lo que pasa en México.

El problema no es la censura, si despiden o recontratan a Aristegui, el problema es no ver el trasfondo del contexto donde esto sucede. El país está en una profunda crisis política de la cual no se va a levantar fácilmente. Después vendrán otras Aristegui, otros Ayotzinapa, otros fraudes electorales y mil pesares más, pero si la gente no reacciona, cuando menos piense, ya será un muerto viviente, un cuerpo inerte en la gran tragedia neoliberal nacional al servicio del gringo.

La censura en los medios, por más lamentable que sea, no es el principal problema de fondo, sino la forma pública y vulgar más conocida en que el sistema conspira contra quien considera sus enemigos (su propio pueblo). El problema de las y los mexicanos en particular (y de la humanidad en general) es la permanencia de una clase política económica, patriarcal y violenta basada en la filosofía de los privilegios de los pocos a costa de la explotación-dominación de los muchos. Su forma visible es el Estado, con sus instituciones verticales, sus alianzas político-económico-religiosas y militares en cúpula y, por su persistente misantropía y desprecio por la vida. Es el sistema de organización humano conocido como capitalismo que se está cargando al ecosistema del planeta con sus prácticas antropocéntricas.

México se está convirtiendo rápidamente en un país recolonizado, vasallo; entregadas sus riquezas naturales y el futuro de su gente por su clase dirigente al imperio en turno. La apertura energética y la invasión transgénica, el espionaje electrónico, la cada vez mayor injerencia de Washington coinciden con la “guerra” contra el narco, la entrada del fracking  petrolero y la privatización del agua, todo de acuerdo a los planes de nuestros nuevos amos para mantener su estatus quo con México y Canadá como sus socios subordinados.

Las elecciones sólo son un simulacro de democracia para justificar el régimen y que éste, a la vez criminalice a la sociedad (perdida en el desconocimiento a sus derechos y garantías individuales, despolitizada) juntas son parte de una política maniquea de y para la clase dirigente quedarse con las riquezas de todos y todas, manteniéndonos como “enemigos del progreso” de la nación; es decir, por interferir en sus intereses. De ahí el encarcelamiento, la persecución y/o asesinato a activistas; la represión de la protesta pública; la tortura y la desaparición forzada; la compra, soborno o censura de los medios privados informativos; militarización (Estado policiaco) y otros ejemplos más que el/la lector(a) debe identificar para ponerse al tanto y a salvo.

Si creemos que el problema es el PRI, igual estamos equivocados, pero no errados del todo. El PRI (Partido “Revolucionario” Institucional) como el Estado, es un mal innecesario y pronto habrá que desaparecer. Peña Nieto, Salinas de Gortari y sus secuaces de otros partidos, son los enlaces de la entrega del país en aras del egoísmo neoliberal y hoy resultan más peligrosos por su abierta cercanía (léase sometimiento) a Washington. El peligro del PRI radica en su volatilidad etílica: puede generar violencia en cualquier momento y a cualquier escala y esto puede dar pie a una entrada bélica de EEUU para proteger sus intereses en México. Además Washington piensa que todos los mexicanos somos priistas, es decir, corruptos.

Cada estado de la república está librando en estos momentos alguna o varias luchas contra el gobierno, empresas nacionales/transnacionales o grupos delictivos armados, no sólo las más constantes o recientes, como Michoacán, Guerrero, Tamaulipas o Chiapas: en Yucatán secuestran mujeres, en Sonora se contaminan ríos y en Baja California se esclaviza a tarahumaras. Igualmente activistas, derecho humanistas, periodistas éticos, ecologistas, etcétera, se ven ultrajados todos los días contra las adversidades del neoliberalismo. Con o sin Aristegui, esto va a continuar.

Un ejemplo de esto es Chihuahua. ¿Quién recuerda a sus periodistas asesinados?, ¿la contaminación minera en la sierra?, ¿los feminicidios de Ciudad Juárez?; ¿quién está enterado(a) de las corruptelas del gobernador César Duarte, quien nos tiene endeudados mientras se enriquece ilícitamente?, ¿quién mató a Marisela Escobedo y a tantos y tantas activistas?; ¿quién se queja en Chihuahua de su prensa vendida, de las invasiones de la Border Patrol en la frontera, de los municipios serranos tomados por el narco?, ¿quién del fracking por venir y los recientes terremotos?, ¿quién de Lomas de Poleo y de las súper tranzas del “Teto” Murguía? No se trata nada más de saber, sino de hacer.

Indignarse por las redes sociales está bien, pero si no sales de ellas,  entonces quien está asesinando a Carmen Aristegui y quien está aniquilando a la escasa prensa libre alimentando el monstruo, eres tú.   


Ciudad Cárcel, Chihuahua, a 18 de marzo del 2015, primer año de la reapropiación petrolera.