miércoles, 1 de agosto de 2012

El prestigio del PRI




¿Usted consultaría a un médico, maestro, abogado, policía o sacerdote priista?

Es una pregunta provocativa, pero también seria. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha hecho los méritos suficientes (y como ejemplo está la reciente elección) para alimentar con más elementos la animadversión priista. En el imaginario colectivo mexicano el desprestigio del PRI es más fuerte que nunca.

El daño que el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto (EPN) hace a su partido es innegable y de amplio alcance. Las bromas populares en su contra no faltan por que cada semana, casi cada día, EPN no deja de dar motivos para la burla con su inevitable debilidad mental. Además las muestras del megafraude electoral priista son simplemente enormes, tanto que ya no dejan cabida para el cinismo, esa práctica arrogante tan común en este partido.

Si ya de por sí el PRI goza de una fama de ochenta años de corrupción, autoritarismo, perversión y un largo etcétera, al parecer irreversible, ahora también y después de tanto daño que han hecho al país, son víctimas de sus propios errores, de su propia porquería, al ser incapaces, obviamente, de producir  “líderes” políticos lo suficientemente inteligentes como para continuar con sus conocidas prácticas, que si bien les siguen dando resultados, cada vez les es más difícil tener elementos en sus filas mínimamente presentables, es decir, que no parezcan tanto priistas.

Hay muchos ejemplos de la calidad moral de los políticos que produce el PRI: los gobernadores César y Javier Duarte de Chihuahua y Jalapa, respectivamente, son ejemplos de incapacidad, fascismo y mediocridad, donde el narco, el homicidio, el feminicidio, la pobreza y la impunidad son la marca de esos estados. Pero hay muchos más, como el presidente municipal de Tlalnepantla Arturo Ugalde, el alcalde mejor pagado del país y tal vez del mundo(750,000 pesos al mes) o el no menos polémico alcalde de Ciudad Juárez Héctor “Teto” Murguía, famoso por su analfabetismo funcional y los rumores de su relación con el narco; ambos alcaldes, Ugalde y Murguía, lo son por segunda ocasión, curiosamente, en municipios donde hay alto abstencionismo. No está demás recordar los procesos y acusaciones que siguen los ex gobernadores de Tamaulipas, Tomás Yarrington; de Coahuila, Humberto Moreira; de Oaxaca, Ulises Ruiz; y no menos importante, el “gober precioso” Mario Marín de Puebla.       

¿Pero quiere más? Pues ahí está el peligrosísimo y siempre mal recordado ex mandatario Carlos Salinas de Gortari; el grupo Atlacomulco de Carlos Hank y Arturo Montiel; el SNTE de Elba Esther Gordillo; sacerdotes como Onésimo Cepeda, ex obispo de Ecatepec; empresarios como Emilio Azcárraga Jean; líderes sindicales como Carlos Romero Deschamps; “periodistas” como Mario Vázquez Raña; nuevos “intelectuales” venidos del PAN, como Manuel Espino y Vicente Fox. La CNC, la CNOP, la CTM, Antorcha Campesina y un ejército lumpen de gente muy jodida dispuesta a todo, además de una burocracia leal o forzada a disposición como policías, jueces, rectores de universidades, “estudiantes”. Bonito partido donde se practican además los favores sexuales para hacer carrera política.

Si bien es cierto el PRI se “robustece” actualmente con dinero de posible procedencia del narcotráfico, además de las arcas públicas de los estados priistas para comprar voluntades, en realidad es un partido en proceso de descomposición. Su debilidad es precisamente su modus vivendi, su inagotable adicción al poder que atrae a individuos y grupos afín. Para engrosar las filas y hacer carrera dentro del PRI no es necesitan títulos (aunque sirven) sino tener sangre fría y estómago para tolerar los excesos de todo tipo. Ahora con la construcción de EPN como político plástico, inevitablemente sus “cualidades” alcanzarán a todos y todas las priistas por igual.

Así pues, alguien la pensará dos veces si necesita, por ejemplo, un profesionista y descubre que éste es priista: no sólo desconfiará de sus credenciales y habilidades, sino sospechará que lo querrá engañar y sacar dinero. Y es que parece chiste, pero es fácil descubrir a un(a) priista: si son universitarios, no saben ni escribir y sus gustos son vulgares y frívolos; si son columnistas  o “intelectuales” de algún diario, sus opiniones son totalmente parciales que hasta un niño(a) se da cuenta; si son burócratas, de seguro son los más holgazanes y mediocres. Destacan por su falta de ética, poca inteligencia y agresividad; no por nada la sociedad mexicana en general los rechaza.

Hoy todavía se ven por las calles autos con sus calcamonías del PRI y EPN, orgullosa gente alienada por el dinero, el poder y el egoísmo, el mundo de la transa y la impunidad, una verdadera mafia. El PRI seguirá siendo por un tiempo el partido que es, no va a cambiar. Lo que está cambiando es el mundo y, aunque el PRI sigue siendo una mafia peligrosa, no podrá soportar el cambio de los tiempos. Mientras tanto hay que ayudarles a encontrar el camino a su desaparición por el bien de México y de ellos mismos.

Chiste:

Un padre priista le aconseja muy ilusionado a su hijo:

Hijo, no estudies para que de grande seas como Peña Nieto.

lunes, 30 de julio de 2012

El Estado egoísta y el PRI


(Caricatura tomada de caricaturistapacote.blogspot.com) 

Existe un miedo sociológico real al Partido Revolucionario Institucional (PRI) por  su pretendido “retorno” al poder. Para ciudades como Juárez o Oaxaca, que conocemos muy bien los gobiernos del PRI, sabemos la que le espera al país. No es que el PRI sea el peor de todos los partidos, sino además en su etapa neoliberal, conservadora y de derecha, los hace cada vez más peligrosos.

Se trata de un estilo de gobierno autoritario muy conocido por sus métodos represivos y antidemocráticos que son marca de la casa y que luego también han aplicado  y siguen aplicando todos los demás partidos (incluyendo los de “izquierda”) por que, tal vez la única institución a la cual el Estado no se atreve a renunciar (privatizar) es al aparato policiaco-militar, la institución máxima del poder masculino, un símbolo altamente patriarcal y hegemónico; el famoso monopolio de la violencia weberiano, ahora llevado a las esferas del capitalismo salvaje y en crisis que no duda en el recurso de la guerra para solucionar sus problemas o justificar su sanguinaria mediocridad, como Calderón en México.

El Estado es egoísta por culturaleza.  De la monarquía a la oligarquía, del esclavismo a la democracia capitalista y el socialismo totalitarista, sus acciones pasan siempre por hombres de poder, no esos y esas que se hacen llamar “presidentes” sino de los grupos de poder (élites, como dice Wright Mills): El Papa quién es sin la Curia, Obama sin el ejército y los empresarios, Calderón sin el PRI y EUA. Desde Thomas Hobbes se justifica “científicamente” un poder práctico en pocas manos. Preservar el orden social, el status quo, es preservar el Estado; es decir, la seguridad de su clase dirigente; ningún rey o dictador puede decir que “gobernó” solo, ni aún Hitler.

El problema con el egoísmo es la supervivencia. Existe un debate entre las ciencias sociales y las naturales sobre la naturaleza o aprendizaje de la especie humana; si somos sociables (amigables) o más bien somos egoístas (si sólo podemos pensar en el beneficio personal) si es lo primero, seguramente está por ahí uno o varios genes que nos predisponen a socializar (como el apareamiento, por ejemplo, para preservar la especie) y de ahí todo estaría relacionado: el amor como punto de partida. Pero si es lo segundo, entonces tenemos una situación de adaptación más o menos forzada, donde ante la percepción de un ambiente hostil se anima una convivencia, más o menos pacífica, con otros grupos e individuos; se tiende a lo individual o a pequeños grupos, pero no se va más allá, salvo que sea para dominar a otros grupos e individuos. Las clases altas y el culto al héroe capitalista, serían un ejemplo actual de esto, como el esclavismo lo fue en el pasado.

En el plano político, que involucra lo económico y lo sociológico, la democracia representativa-electoral es la última moda desde la Segunda Guerra Mundial para acá. En algunos países como México, el monopolio de participación política la tienen los partidos; en el caso de Estados Unidos, se trata sólo de dos partidos. La consolidación de los partidos políticos se da en el siglo XX; burgueses y socialistas, ambos sistemas ejercen Estado; desde ahí se dirigen las finanzas, los recursos; se aplica la ley, se reprime a la oposición o se invaden países; todo en nombre y beneficio del Estado.

¿A qué nos vamos a enfrentar con el PRI? Seguramente arden en ganas de venganza ante tanta presión social, nacional e internacional. En Ciudad Juárez tenemos la policía de Leyzaola, que ya hace lo que es lo suyo: violar la ley; más la violencia del narco, más la observancia de la Border Patrol o la migra, como cariñosamente se le dice por estos rumbos. También tenemos CTM, FUTV, CROC, sindicatos priistas que hacen posible uno de los peores transportes públicos de México, por ejemplo. Pero más importante y alarmante aún, es la división de la ciudad en dos: hacia el poniente y el oriente, la destrucción del centro y el desvío de recursos para desarrollar dos nuevos polos económicos y urbanos, Gerónimo y lo que antes era el Valle de Juárez, hoy asesinado bajo el pretexto de la “guerra” contra el narco, para desarrollar una nueva urbe en el poblado de Guadalupe, cruce con Tornillo, Texas, mientras Gerónimo con Santa Teresa, Nuevo México.  En ambos casos se despoja, expulsa o mata a sus habitantes, todo en tiempos priistas.

El narco ya estaba ahí, Televisa ya estaba ahí, la corrupción ya estaba ahí; el PRI nunca se ha ido de la vida de México y las y los mexicanos. ¿Qué es lo que lo hace ahora más peligroso? Que termine con la rotación de poder partidista es lo de menos; que terminen de peleles de alguien más es muy grave. No sabemos qué y cómo han pactado con el narco, con los empresarios, con Washington; qué tan debilitados llegan por la falta de legitimidad; eso puede ser muy perjudicial para el país, pues pueden negociar desfavorablemente y en contra de la sociedad y a favor de sus enemigos. Ejemplos en nuestra historia muchos, como el de Santa Anna en el siglo XIX, ¿recuerdan la pérdida de la mitad territorio? Los políticos son capaces de cualquier cosa con tal de alcanzar o mantenerse en el poder, pero también para salvar el pellejo.

El PRI está en crisis como el Estado “democrático” y el capitalismo neoliberal. Sus políticos dejan mucho que desear en todos los planos, pero sobre todo, en el intelectual, lo cual agregado a sus ya conocidos apetitos de poder y corrupción, hacen que el Estado priista pierda poder en relación con sus aliados, pero se vuelva más virulento para la sociedad, su riqueza y medio ambiente, como de hecho no ha dejado de suceder desde la Colonia y como está pasando en estados como Tamaulipas, Coahuila y Chihuahua en relación con el narcotráfico.