jueves, 15 de febrero de 2018

Diez años de guerra




Diez años de guerra
Carlos Murillo González

Hace diez años, en la primavera del 2008, llegaba a Ciudad Juárez un grueso contingente de elementos de la entonces Policía Federal Preventiva (PFP) a los que luego se les unirían otros grandes contingentes del ejército para combatir al narcotráfico en sus supuestas guerras intestinas y territoriales de la llamada “Guerra contra el narco”, una estrategia diseñada más bien para legitimar el Estado policiaco, la limpieza social y la violación a los DDHH en esta frontera.   

Estado policiaco

El Estado policiaco (EP) lo inaugura Vicente Fox en el 2006 con la represión en San Salvador Atenco (cuando era gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto) y contra los maestros de la Sección 22 del SNTE de Oaxaca; en el 2007, ya estando Felipe Calderón como presidente en funciones empieza su “guerra” contra el narco en Tijuana, para luego trasladarla a Ciudad Juárez, de donde se extenderá el “modelo” hacia otras ciudades.    


El EP es una política de control de los EEUU de acuerdo a su agenda hacia los países latinoamericanos. En México lo podemos notar en cuanto a la compra legal e ilegal de armas; el endurecimiento hacia la frontera sur y los migrantes en tránsito; “facultades” a las FFAA para la lucha contra el crimen organizado (Ley de Seguridad Interior) y por supuesto, la activación del Plan Mérida o cualquier otra propuesta que ordene Washington.

¿Por qué Ciudad Juárez?

¿Tenía realmente algo que ver el narcotráfico? El contrabando en Juárez, se da al igual que en todas las poblaciones de la frontera norte desde el siglo XIX; el contrabando de alcohol y de drogas, desde el siglo XX; la violencia del narco, su microcosmos de vida, siempre estuvo presente y con el tiempo, llegó a nivel de culto popular desde finales del siglo pasado. Para la mentalidad de un conservador como Calderón, persona que desprecia a los hijos de madres solteras (recuerden a Villas de Salvárcar) sería razón suficiente para castigar a una ciudad pecadora, a una nueva Modorra, más si era gobernada por la oposición.


¿El retorno de los federales?

Los federales nunca se fueron. Es más, hicieron de sus instalaciones el cuartel de entrenamiento de la recién formada Gendarmería Nacional. Bajaron los índices de extorsiones, secuestros y asesinatos cuando salió una buena cantidad de ellos y cuando desapareció la ocupación de las fuerzas armadas en Juárez. Lo que hoy se está temiendo y sigue pasando, es el recrudecimiento de la inseguridad pública en las facetas por todos conocidos. Llama la atención además, la coincidencia de su incremento de personal en Juárez, previo a las elecciones presidenciales.

Ley de Seguridad Interior

¿Por qué la urgencia de aprobar esta ley? Todo parece indicar, vamos a presenciar un megafraude como el de la pasada elección del 2017 en Estado de México y, previendo el descontento de quienes acudan a votar, puede ser una acción preventiva para legitimar el triunfo del candidato del sistema. No se trata sólo de la elección, el descontento va a crecer en México de seguir el neoliberalismo, la corrupción y la inseguridad en está y próximas elecciones, así la élite gobernante se prepara para a ganar más bien por las malas, para cuidarse las espaldas, pues tienen mucha cola que les pisen.

Criminalización de la sociedad

El EP crea las circunstancias para someter a la sociedad: esparce el miedo y la violencia para justificar su presencia con el fin de mantener un poder de privilegios nada democráticos ni sanos. Bajo este esquema todos y todas somos sospechosos, delincuentes en potencia dispuestos a matar y matarnos porque somos egoístas e irracionales; el Leviatán hobbiano se reencarna en los grupos económicos de poder profascistas, adoradores de la guerra y la personalidad a los cuales ha de protegerse de las masas salvajes de pobres. Es una situación de vulnerabilidad social a propósito, un binomio antitético y antiético, un círculo vicioso donde la sociedad no tiene salvación, sufre del sometimiento de la enajenación, el engaño y es incapaz de realizarse en lo personal o colectivo.

¿Qué podemos hacer?


Desde antes del inicio de esta guerra contra la sociedad en Juárez, muchos grupos y activistas de izquierda han salido a manifestarse y se siguen organizando contra la militarización y otras urgencias locales, que son muchas (feminicidios, desapariciones…) aunque en número son pocos, logran crear consciencia social y presencia internacional con lo cual hacen visible los problemas de Juárez involucrando a la opinión pública.

¿Votar sirve de algo?

Votar por la poción menos peor o simplemente abstenerse de votar, no son acciones suficientes para evitar estas tendencias fascistoides de “democracias” como la mexicana, escudadas en la farsa electoral, el problema es de fondo, estructural y aun si ganase la opción más “progresista”, se enfrentará a la resistencia del sistema, indispuesto a ceder su poder. Desde la sociedad se requieren de acciones de resistencia y prácticas alternativas existentes, pero también mucha gente, principalmente esa que constantemente está pidiendo respuestas, soluciones, rechaza: socialismo, anarquía, feminismo, economía social y solidaria, ecologismo, vegetarianismo...


¿Más años de guerra?

Mientras la gente se queje y no se involucre, todos los males de la sociedad continuarán, porque el nivel de enajenación política (despolitización, analfabetismo) está a la medida del régimen y sus aliados, creada por ellos. La transformación no vendrá de las élites.