miércoles, 7 de marzo de 2012

Autoridades mexicanas habrían pedido a crimen organizado atacar a activistas: CIDH


compartido por la CONACOM


Autoridades mexicanas habrían pedido a crimen organizado atacar a activistas: CIDH

La CIDH también revela que autoridades han incurrido en uso arbitrario de la fuerza pública y causado lesiones mortales a activistas
MARZO 6, 2012Daniel Casillas (@daniel_casijazz)
Activistas muertos
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) reveló que de acuerdo con información recibida algunas autoridades mexicanas habrían solicitado a miembros del crimen organizado atacar a activistaso defensores de los derechos humanos.
“De acuerdo a la información recibida, habría ocasiones en que éstas (las autoridades) solicitarían al crimen organizado realizar el ‘trabajo sucio’ (contra los activistas) como método para eludir su responsabilidad”, publicó la CIDH en su Segundo Informe sobre la Situación de las Defensoras y Defensores de Derechos Humanos en las Américas.
La CIDH también informa que en México los ataques contra los activistas provendrían de “actores no estatales pertenecientes al crimen organizado, así como a sectores opositores a las causas lideradas por las defensoras y defensores, sin que las autoridades impidan los ataques” y, por el contrario, algunas veces los solicitan.
En su informe, la CIDH destaca que, de acuerdo con cifras de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), entre enero de 2006 y agosto de 2009 se presentaron 128 situaciones de agresiones o limitaciones a la labor de defensoras y defensores; de este total, cerca del 6% correspondería a violaciones del derecho a la vida.
Además, la OACNUDH señaló que se habrían sumado 37 agresiones en el período de septiembre de 2009 a octubre de 2010. Por su parte, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) documentó que  de enero de 2005 a mayo 2011 se presentaron 27 casos en los que se denunciaron privaciones de la vida en perjuicio de defensores de derechos humanos.
La CIDH ha observado que, en particular, las defensoras y defensores del derecho al medio ambiente, líderes y lideresas indígenas y las defensoras de derechos de las mujeres han sido objeto de ataques contra de su vida.
De acuerdo a la OACNUDH los estados en donde se han cometido mayores agresiones contra activistas son Chihuahua; Chiapas; Oaxaca y Guerrero.
“En algunas zonas de estos estados donde más se cometerían agresiones contra defensores y defensoras, como en Ciudad Juárez, existe una alta presencia de fuerzas armadascomo parte de la estrategia del gobierno para hacer frente a organizaciones del crimen organizado”, se lee en el informe de la CIDH.
De acuerdo a la CNDH, explica la CIDH, los asesinatos contra defensores se han cometido en sus domicilios, comunidades o lugares públicos, por medio de actos de tortura o golpes que les han causado lesiones graves; además, han sido perpetrados por grupos delictivos e incluso, por autoridades que han incurrido en uso arbitrario de la fuerza pública y causado lesiones mortales a las víctimas.
Un informe de actualización la OACNUDH, que comprende el período de septiembre de 2009 a octubre de 2010, indicó que las amenazas constituyeron el 26% de los actos cometidos contra defensores y el  número de agresiones físicas se elevó al 13%.
Aquí  la versión íntegra del Segundo Informe sobre la Situación de las Defensoras y Defensores de Derechos Humanos en las Américas:

U.S. Must Expand, Not Suppress, Voting Rights




Compartido por Rainbow/PUSH Coalition 


By : Reverend Jesse L. Jackson, Sr.

In Selma, Ala., on Sunday, I joined thousands of citizens marching across the Edmund Pettus Bridge, marking the 47th anniversary of Bloody Sunday, the 1965 march and police riot that helped spark the passage of the Voting Rights Act.
The march was not a memory to the past, but a protest of the present. In Alabama, conservatives are moving once more to suppress the vote, part of a concerted effort across the country to make it harder for the poor, the elderly and minorities to vote.
Alabama’s voter ID law will require citizens to present photo identification at the polls. An Alabama immigration law requires police to determine citizenship status during traffic stops, essentially exposing Latino citizens and non-citizens to constant harassment.
Photo ID laws have been introduced or passed in at least 15 states. They discriminate against those who don’t have driver’s licenses — disproportionately poor, elderly and minorities. Nationally they could disenfranchise about 5 million voters. Several states are also pushing legislation to restrict voter registration and to limit early voting.
The current drive is the greatest insult to the Voting Rights Act since it was passed 47 years ago.
Republicans argue that the voting laws are needed to counter fraudulent voting. But they have produced zero evidence of organized efforts to tip elections with fraudulent voters. The laws, as noted by the Rev. Al Sharpton, one of the march organizers, are a “solution looking for a problem.”
On Bloody Sunday 47 years ago, Americans saw nonviolent African-American protesters brutalized in a police riot. The nation’s conscience was touched and Washington responded, as President Johnson pushed through the Voting Rights Act.
Protests against current efforts to suppress the vote have only just begun. But they will build — and they will once more pose a moral challenge to America.
Will Americans reward a party that is systematically seeking to make it harder to vote? Will they accept routine harassment of minorities because of their fears about immigration? Will the politics of division once more be effective?
In the old South, whites feared that they would suffer with the end of segregation. Their privileges would be reduced; their economy would be upended. In fact, the civil rights movement’s victories opened the South to a new prosperity. Investment flowed in. Companies that would have not gone into a segregated South moved to Atlanta and other cities.
It turned out that to hold African Americans in a ditch, whites had to stay down there with them. The end of segregation, the passage of voting rights, created new opportunity for all.
But the old South did not die. The modern Republican Party was built on its infamous Southern strategy, appealing to whites in reaction to the passage of the civil rights laws. Now that strategy, which alienated African-American voters, seems to be replaying itself in the party’s harsh rhetoric and actions about the new wave of immigrants. The result may well alienate Latino and Asian-American voters.
Worse, it means that one of America’s two major parties is increasingly devoted to finding ways to limit the vote rather than expand it. In fact, what we ought to have is a competition on how to ensure that every citizen can cast his or her vote easily. Automatic registration on birth, early voting, extended voting days, polls that are open on weekends and before and after work days — we should be having a competition on how to increase the vote, not on how to suppress it.