martes, 25 de diciembre de 2018

Roma, Guerrero y Los Herederos



(Escena de la película Roma)

Roma, Guerrero y Los Herederos
Carlos Murillo González



El cine sirve como un arte dinámico con el poder de representar la realidad desde muchas perspectivas, de acuerdo a la intención del director. Interesante es, el efecto en el espectador(a) si le dice algo o le sacude. Roma, de Alfonso Cuarón, Guerrero, de Ludovic Boniuox y Los Herederos, de Eugenio Polvosky, representan tres realidades del México contemporáneo que dicen algo y sacuden.

Roma es una película exponente de la vida de las mujeres en el trabajo doméstico, una profesión desprotegida de sus derechos laborales en México y tan invisibilizada, que para muchos espectadores(as) resulta una historia de lo más tediosa y común; un rasgo inconfundible de la división del trabajo social en una sociedad de clases, donde las profesiones más humildes se obvian. La película contiene distintas miradas desde donde uno puede identificarse o sentirse incómodo: la mirada de la conquista, presente en los más de 500 años de forjarse en la cultura mexicana hasta el siglo XXI: la superioridad criolla sobre la indígena; la mirada femenina: la sororidad ante la ausencia masculina atravesando las barreras de clase y dejando al descubierto un patrón político del patriarcado: el abandono de la pareja, la familia, el país, la gente; la mirada clasista: el escenario de una casa burguesa y la vida cotidiana de sus habitantes empleados(as) y amos(as). El uso del claro oscuro (blanco y negro) acentúa los contrastes, no sólo de la distancia histórica, pues se ubica dentro de la época de la Guerra Sucia de inicios de los años 70 del siglo pasado, en un DF con una floreciente clase media urbana, sine qua non es posible preguntarse qué cosas han cambiado o permanecen en un México abrumadoramente citadino; también refuerza el dramatismo entre lo güero y lo moreno, la riqueza y la pobreza, la violencia estructural y de género, un efecto fractal en binomios.    

En un México que aún se resiste a reconocerse racista, clasista, machista, xenófobo, conservador, intolerante, mocho, mala leche y demás, Roma es una cachetada con guante blanco. Es una película para adultos; una lectura que aborda los matices de una sociedad dividida haciendo honor a una realidad silenciosa. En la cotidianidad de las empleadas(os) domésticos, no todas gozan de ser contratadas por patrones solidarios y comprensivos, con un sueldo justo, abundan los abusos. En las ciudades fronterizas como Juárez, para muchas mamás solteras y mujeres autónomas, trabajar limpiando casas en EEUU siempre ha sido una opción antes y después de las maquilas. Que las telenovelas y otras series hayan desgastado hasta el cansancio el tema de la cenicienta empleada doméstica alcanzando el final feliz con el príncipe patrón, joven, rico y guapo, es tanto un ejercicio de lucro económico, como político, de enajenación y control social. Cuarón hace honor y dignifica el trabajo doméstico, el México profundo; denuncia la represión de Estado, no descontextualiza ni la evita, como lo haría una novela rosa.

Guerrero es un documental que reúne tres historias presentes de este estado del sur de México. Se trata de un trabajo muy serio y arriesgado del cineasta francés Ludovic Boniux, quien toca temas relacionados con la violencia, específicamente la desaparición forzada, el narcotráfico y el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, en distintos municipios de guerrero y a través de la vida de tres activistas (un joven profesor rural, una precursora de las policías comunitarias y un comerciante en busca de su hermano desaparecido) realidades crudas y sin maquillaje, donde igual se desnuda la ausencia y excesos del Estado, especialmente durante la época electoral, como visualiza las autonomías comunitarias y otras iniciativas de la sociedad en sus luchas diarias e internas por permanecer y existir. La perspectiva se brinda desde la vida de los protagonistas, sus intimidades y convicciones, su realidad distinta al resto, sin dejar el enfoque social de las formas de organizarse de la gente ante distintos enemigos, desde bandas del narcotráfico y secuestradores, hasta las policías estatales y federales.

Bonieux retrata una realidad conmovedora, con muchos momentos emotivos imposibles de pasar por alto, como la represión y el asesinato policiacos a maestros; las marchas espontáneas, los grupos de choque; los mítines y las asambleas, no siempre llevadas fácilmente; los retenes y enfrentamientos entre policías comunitarios; las tragedias personales y familiares, los engaños políticos. Guerrero hace honor a su nombre y deja un fuerte mensaje de justicia social, con una narrativa visual generosa y dinámica, pues mantiene la atención a los vaivenes de los tres momentos de las tres personas y no genera una empatía inmediata hacia las y los protagonistas y sus causas.

Los Herederos es otro documental de corte realista, de denuncia, donde las y los niños de varios estados de la república, la mayoría del sur, en las zonas agrícolas y forestales, nos dejan ver su vida en la pobreza material de sus padres y el destino inmediato de la incorporación temprana a las labores de la economía familiar. La inocencia de niños y niñas repartiendo su vida en actividades rudas y pesadas, como hacer ladrillos, recolectar tomate o cargar leña y, aun así, dándose el tiempo para jugar y reír, sin pensar en un mañana acudiendo a la escuela o al parque, deja ver una cotidianidad de responsabilidades de supervivencia inevitables y sus diferentes posibilidades de resistencia, de acuerdo a la sabiduría infantil. Niños y niñas jugando el rol de adultos apenas puedan caminar y cargar un bulto, vigilados por sus hermanos(as) mayores, cuidados por ellos y al servicio de la necesidad de trabajar y sobrevivir. El niño campesino(a) vive otra realidad, ajena a la mayoría de las niñas y niños de las ciudades, con sus comodidades y lujos como casas con clima artificial o escuelas.

La obra de Polvosky no hace concesiones dramáticas, la niñez rural expresada en esa realidad dura se manifiesta como una alegoría a la vida, un reconocimiento al trabajo infantil sin dejar de evitar su denuncia. Esos niños y niñas, como la mayoría de las y los mexicanos, no conoce sus DDHH. Muchos morirán sin llegar a los cinco años y quienes sobrevivan seguirán el destino de sus padres como ellos hicieron con los suyos, en un país donde el campesino y el indígena, está abandonado a su suerte desde siempre.  

A diferencia de Roma, Guerrero y Los Herederos son documentales que no son fácilmente exhibidos* aun y tengan premios nacionales e internacionales, pero su calidad es indiscutible y su contribución va más allá del arte para situarse en un cine comprometido con las causas justas, documentos valiosos para la historia. En conjunto las tres películas guardan relación entre sí por exponer esa realidad que no nos gusta tanto reconocer como mexicanos y mexicanas, pero es difícil de esconder o evitar, como la violencia estructural: la pobreza es violencia y el sistema es injusto, pero voltear hacia el otro lado, no los hará cambiar.     

  
*Ambos documentales forman parte de la gira de documentales 2018 de Ambulante, cuya sede en Ciudad Juárez, es Telón de Arena.

miércoles, 11 de abril de 2018

Abstencionismo electoral 2018




Abstencionismo electoral 2018
Carlos Murillo González

Política es una palabra con mala reputación en México. Motivos hay de sobra para considerar el ejercicio de la misma como una desgracia ineludible, inevitable. Corrupción, despotismo, autoritarismo, engaño, son sólo algunas de las calamidades observables y, en las contiendas electorales, una de las formas de mostrar molestia e inconformidad al respecto, es dejando de votar.

La falsa democracia que se ofrece a través del concurso electoral no puede simularse pretendiendo aparentar una vida política sana y legítima por el hecho de realizar contiendas periódicas donde supuestamente se elige a representantes de la sociedad para beneficio de la población. Las elecciones son los momentos más importantes para la continuidad del régimen, no para la gente.

Por los mismos motivos de arrogancia y privilegios relacionados con el poder político, el abstencionismo, tan hipócritamente criticado por los mismos actores políticos y sus simpatizantes, es visto y usado como un factor determinante para ganar elecciones, de ahí la importancia de que exista. Su uso y manipulación es similar al usado en los sectores paupérrimos, lumpenproletarios: sólo cuentan para modificar resultados, ya sea comprando su consciencia, ya sea para usarlos como grupos de choque sacrificables.

Como las elecciones son prácticamente el único momento importante al que se ha reducido la participación ciudadana, todo se concentra en las campañas para pedir al electorado su voto y que calle y desaparezca el resto del año. No hay interés para nada más. Una sociedad sumisa, empobrecida, enajenada, despolitizada, analfabeta política, es altamente manipulable y deseable para la estabilidad del sistema político económico actual.

Dentro de este contexto de ignominia, la contienda electoral del 2018 sobresale por la cantidad de contradicciones dispuestas al fraude, que no sólo provocan la desconfianza del electorado, sino también aumentan su desencanto, su apatía e, irremediablemente, tendrá eco en la de por sí alta ausencia de votantes. El sistema lo sabe y apuesta a ahuyentar a la gente de acudir a las urnas, pues entre menos votantes, mayores las posibilidades de manipular los resultados.

El régimen tiene mucho que perder. En esta ocasión, la debilidad del sistema de partidos y sus aliados empresariales, aun con la intromisión de Washington, por el saqueo impune de la nación a costa de la pobreza y la vida de las personas, más la gran cantidad de escándalos de la clase política, hace imposible ocultar su grado de descomposición y la gente lo sabe.  

¿Quién no conoce de la “casa blanca” de Peña, del cochino triunfo del PRI (elección de Estado) del 2017 en el Estado de México; de la continuidad sexenal de la violenta “guerra contra el narco”, de las reformas anti y contra populares, del gasolinazo; del robo institucional de los recursos destinados a las y los damnificados de los terremotos; de los ex gobernadores ladrones (los Duarte, los Moreira…) de los candidatos tramposos y con cola que les pisen (Meade, Anaya, Zavala) de las instituciones electorales compradas (INE, Trife, FEPADE…) no de ahora, con su resolución sobre el tramposo candidato independiente priista “El Bronco”, sino de siempre o de candidatos de “izquierda” (AMLO) ahora pragmáticos, que no saben defender sus triunfos electorales?

El panorama es para nada esperanzador. En regiones donde reinan los cárteles del narco con lujo de violencia (Estado fallido) como Tamaulipas o Chihuahua, ni siquiera hay condiciones para realizar elecciones. Tampoco está en el discurso de los candidatos los derechos humanos, la perspectiva de género, la defensa del medio ambiente ni una agenda para los pueblos originarios, casi en peligro de extinción. La propuesta política electoral es totalmente del siglo XX o más retrógrada. La oferta política en general es pobre aun si existieran condiciones para elecciones limpias.

A nivel local, Ciudad Juárez es campeona en abstencionismo y el estado de Chihuahua aparece frecuentemente en los últimos escaños de participación electoral a nivel nacional. Este año no parece vaya a ser distinto. Aun con los candidatos(as) “independientes” y ahora con la posibilidad de reelección (¿alguien recuerda el slogan de Madero hace cien años: “sufragio efectivo, no reelección”?) la contienda no cambia nada, salvo una mayor oferta por quien votar, lo cual no alienta a una sociedad robada y desgastada por la violencia y el abandono.

Votar sigue siendo una ilusión por que la persona cree que elige, pero no elige nada. El escenario está dispuesto para el fraude electoral, tanto de la pobreza de opciones y propuestas de los candidatos, como de los previsibles resultados finales. La pregunta no es por quién votar; tampoco cómo defender el voto; la pregunta es si este sistema de partidos que divide a la sociedad, si esta “democracia” representativa que sólo representa a las élites, es el régimen que más me conviene.    

Nos han vendido la idea de democracia como non plus ultra, pero eso también es falso. Ni la democracia electoral es democrática, ni vendrá el caos si cambiamos la forma de organizarnos. Ese discurso es más el de una religión celosa, egocéntrica. La democracia mexicana es excluyente (pregúntele a Marychuy) y cleptocrática (gobierno de ladrones) si votas o no votas le es indiferente al sistema; lo único que importa es ganar y para eso cuentan con el monopolio de la violencia.

jueves, 15 de febrero de 2018

Diez años de guerra




Diez años de guerra
Carlos Murillo González

Hace diez años, en la primavera del 2008, llegaba a Ciudad Juárez un grueso contingente de elementos de la entonces Policía Federal Preventiva (PFP) a los que luego se les unirían otros grandes contingentes del ejército para combatir al narcotráfico en sus supuestas guerras intestinas y territoriales de la llamada “Guerra contra el narco”, una estrategia diseñada más bien para legitimar el Estado policiaco, la limpieza social y la violación a los DDHH en esta frontera.   

Estado policiaco

El Estado policiaco (EP) lo inaugura Vicente Fox en el 2006 con la represión en San Salvador Atenco (cuando era gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto) y contra los maestros de la Sección 22 del SNTE de Oaxaca; en el 2007, ya estando Felipe Calderón como presidente en funciones empieza su “guerra” contra el narco en Tijuana, para luego trasladarla a Ciudad Juárez, de donde se extenderá el “modelo” hacia otras ciudades.    


El EP es una política de control de los EEUU de acuerdo a su agenda hacia los países latinoamericanos. En México lo podemos notar en cuanto a la compra legal e ilegal de armas; el endurecimiento hacia la frontera sur y los migrantes en tránsito; “facultades” a las FFAA para la lucha contra el crimen organizado (Ley de Seguridad Interior) y por supuesto, la activación del Plan Mérida o cualquier otra propuesta que ordene Washington.

¿Por qué Ciudad Juárez?

¿Tenía realmente algo que ver el narcotráfico? El contrabando en Juárez, se da al igual que en todas las poblaciones de la frontera norte desde el siglo XIX; el contrabando de alcohol y de drogas, desde el siglo XX; la violencia del narco, su microcosmos de vida, siempre estuvo presente y con el tiempo, llegó a nivel de culto popular desde finales del siglo pasado. Para la mentalidad de un conservador como Calderón, persona que desprecia a los hijos de madres solteras (recuerden a Villas de Salvárcar) sería razón suficiente para castigar a una ciudad pecadora, a una nueva Modorra, más si era gobernada por la oposición.


¿El retorno de los federales?

Los federales nunca se fueron. Es más, hicieron de sus instalaciones el cuartel de entrenamiento de la recién formada Gendarmería Nacional. Bajaron los índices de extorsiones, secuestros y asesinatos cuando salió una buena cantidad de ellos y cuando desapareció la ocupación de las fuerzas armadas en Juárez. Lo que hoy se está temiendo y sigue pasando, es el recrudecimiento de la inseguridad pública en las facetas por todos conocidos. Llama la atención además, la coincidencia de su incremento de personal en Juárez, previo a las elecciones presidenciales.

Ley de Seguridad Interior

¿Por qué la urgencia de aprobar esta ley? Todo parece indicar, vamos a presenciar un megafraude como el de la pasada elección del 2017 en Estado de México y, previendo el descontento de quienes acudan a votar, puede ser una acción preventiva para legitimar el triunfo del candidato del sistema. No se trata sólo de la elección, el descontento va a crecer en México de seguir el neoliberalismo, la corrupción y la inseguridad en está y próximas elecciones, así la élite gobernante se prepara para a ganar más bien por las malas, para cuidarse las espaldas, pues tienen mucha cola que les pisen.

Criminalización de la sociedad

El EP crea las circunstancias para someter a la sociedad: esparce el miedo y la violencia para justificar su presencia con el fin de mantener un poder de privilegios nada democráticos ni sanos. Bajo este esquema todos y todas somos sospechosos, delincuentes en potencia dispuestos a matar y matarnos porque somos egoístas e irracionales; el Leviatán hobbiano se reencarna en los grupos económicos de poder profascistas, adoradores de la guerra y la personalidad a los cuales ha de protegerse de las masas salvajes de pobres. Es una situación de vulnerabilidad social a propósito, un binomio antitético y antiético, un círculo vicioso donde la sociedad no tiene salvación, sufre del sometimiento de la enajenación, el engaño y es incapaz de realizarse en lo personal o colectivo.

¿Qué podemos hacer?


Desde antes del inicio de esta guerra contra la sociedad en Juárez, muchos grupos y activistas de izquierda han salido a manifestarse y se siguen organizando contra la militarización y otras urgencias locales, que son muchas (feminicidios, desapariciones…) aunque en número son pocos, logran crear consciencia social y presencia internacional con lo cual hacen visible los problemas de Juárez involucrando a la opinión pública.

¿Votar sirve de algo?

Votar por la poción menos peor o simplemente abstenerse de votar, no son acciones suficientes para evitar estas tendencias fascistoides de “democracias” como la mexicana, escudadas en la farsa electoral, el problema es de fondo, estructural y aun si ganase la opción más “progresista”, se enfrentará a la resistencia del sistema, indispuesto a ceder su poder. Desde la sociedad se requieren de acciones de resistencia y prácticas alternativas existentes, pero también mucha gente, principalmente esa que constantemente está pidiendo respuestas, soluciones, rechaza: socialismo, anarquía, feminismo, economía social y solidaria, ecologismo, vegetarianismo...


¿Más años de guerra?

Mientras la gente se queje y no se involucre, todos los males de la sociedad continuarán, porque el nivel de enajenación política (despolitización, analfabetismo) está a la medida del régimen y sus aliados, creada por ellos. La transformación no vendrá de las élites.