viernes, 20 de abril de 2012

Feminicidio y elecciones 2012





¿Quién gane las elecciones pondrá fin al feminicidio de Ciudad Juárez y México?

La ciudad que inspira el término universal al asesinato de mujeres, Juárez, sigue siendo un lugar peligroso para la mujer. Casi veinte años de denuncia, cuatro presidentes de la república, cuatro gobernadores del estado y ocho presidentes municipales no han podido (o querido) resolver el problema. En 48 horas (miércoles 18  y jueves 19 de abril) se han asesinado a 8 mujeres.

Es una pena, una verdadera lástima que estos lamentables sucesos vengan a empañar las campañas electorales y la buena imagen del país y la ciudad. La “democracia” no necesita de malas noticias. La vida sigue. La incompetencia de las campañas electorales con la realidad social es evidente: hay una desconexión entre este tipo de situaciones y la mercadotecnia política. Ni siquiera la “guerra sucia” electoral alcanza a visualizar la dimensión catastrófica de la depredación humana en México, donde el asesinato de mujeres sigue siendo un tema aberrante, vergonzoso, pero fuera de la agenda y el discurso electoral, no se diga el gubernamental.

El feminicidio en Ciudad Juárez. De acuerdo a un seguimiento hemerográfico, de 1993 al 2007, hubo 427 víctimas; del 2008 al 2011, 655 víctimas, para un total de 1082 mujeres, siendo el 2010 el máximo histórico con 272 feminicidios. En tan sólo cuatro años se supera el acumulado de quince años de femincidios, aumentando este crimen en un 150% y sin contar el total de mujeres desaparecidas, cuyo número sigue aumentando. La situación es alarmante, pero no lo suficiente para quienes creen en las elecciones. No hay interés ni deseos políticos de solucionar esta situación que, como el abstencionismo, son fenómenos que se ignoran o con los cuales se lucra, pero no se resuelven.

El hostigamiento del gobierno del estado de Chihuahua, con la complacencia del gobierno federal, presiona o ignora por igual a las organizaciones defensoras de las mujeres que a las madres y padres de mujeres desaparecidas en busca de justicia. El asesinato de Marisela Escobedo en diciembre del 2010 frente a palacio de gobierno, destapa el carácter autoritario de la actual administración, incapaz de brindar justicia y seguridad a sus mujeres y más preocupada por la imagen del estado en el extranjero, que por satisfacer las demandas legítimas de justicia de este grupo vulnerado. Los gobiernos priistas de Chihuahua han sido tanto o más reaccionarios que los gobiernos conservadores del PAN; en casi veinte años de feminicidio, estos asesinatos han ocurrido completamente bajo gobiernos de derecha, pro empresariales y neoliberales.

¿Qué se puede esperar de los actuales contendientes a la presidencia de la república? El señor Peña Nieto (PRI) trae arrastrando el primer lugar en feminicidios del país en su estado, representa a un partido que sigue siendo sinónimo de autoritarismo y tiene muy claro que él “no es la señora de la casa”. De la contendiente del PAN, Josefina Vázquez Mota, su calidad de mujer no garantiza equidad de género, representa a los sectores más conservadores y retrógradas de la sociedad mexicana y además manifiestamente se ha declarado a favor de continuar con la militarización, al igual que Peña Nieto y el candidato de Alianza Cívica, Gabriel Quadri. En el caso de Andrés Manuel López Obrador, de la coalición de partidos de izquierda, no ha hecho un compromiso explícito de solucionar el fenómeno.    

En el caso de las candidaturas a diputaciones y senadurías, que podrían ser una opción para destacar estas situaciones específicas en las tareas de la nación, simplemente prosiguen un script, una guía predeterminada de campaña tradicional y sin mucha imaginación. Por lo menos en el Distrito Dos, con sede en Ciudad Juárez, un sector mayormente pobre y marginado de donde son y siguen siendo muchas de las desaparecidas y asesinadas de esta ciudad, la candidata de la izquierda, Leticia Ruiz, se ha pronunciado en contra de la militarización y el feminicidio, pero es la única en medio de un mar de candidaturas con otros intereses.

El Senado por lo menos, ya aprobó sancionar hasta con 60 años de cárcel a feminicidas. El problema está en que el Estado mexicano es incapaz de hacer justicia y atrapar feminicidas: no investiga. El otro gran reto es cambiar la mentalidad machista y misógina de la población. La cultura y sociedad mexicana necesitan repolitizarse y resocializarse; reinventarse.   

La sensatez en las elecciones no existe. Muchas cosas suceden mientras se trata de convencer al votante de que le va a ir mejor si vota por mengano o sutano. El feminicidio es una mancha imborrable para todos y todas aquellos políticos que han ganado un puesto de elección popular y no han hecho nada.





lunes, 16 de abril de 2012

Las drogas, las elecciones y Chihuahua



(Publicado también en revista Aserto, número 105, abril del 2012, Chihuahua, Chihuahua)

La “guerra” contra las drogas es el rasgo más distintivo de este sexenio conservador de derecha neoliberal. Se calcula una pérdida en vidas humanas de alrededor de 60 mil asesinatos, de los cuales una quinta parte suceden en Chihuahua. Hasta el momento, ningún candidato presidencial ha dejado claro cómo va a subsanar tamaño catástrofe, la militarización y el intervencionismo de Washington, cómo recuperar la paz. La legalización y despenalización de las drogas no es un problema menor.

El tema ni siquiera está en las propuestas de campaña, pese a que las dimensiones del genocidio por sí solo sería suficiente para detener cualquier proceso electoral en una auténtica democracia y paralizar al país en la búsqueda de justicia, pero no es el caso. A la derecha no le interesa cambiar el rumbo de la estrategia contra las drogas y la “izquierda” no parece muy dispuesta a arriesgarse a oponerse a los designios estadounidenses y menos a asustar a las conservadoras y desinformadas mentes de la ciudadanía que sí vota y que a cada elección es más escasa. Esto significa para estados fronterizos como Chihuahua, la continuación de una guerra de baja intensidad, clasista y selectiva.

El narcotráfico es un problema del capitalismo por que es un negocio.

No es un problema del ser humano, del individuo, por que cada quien tiene la libertad de elección y si alguien prefiere fumar marihuana, no debe considerarse como un delito y menos perjudicial para la salud; es mucho más perjudicial beber Coca-cola o fumar tabaco y sin embargo sigue siendo una decisión individual, aunque inducida. En las sociedades de consumistas, el problema es la enajenación compulsiva, no consciente, por eso se debe criminalizar a las empresas que manipulan a la población con necesidades creadas, las cuales constantemente seducen a la sociedad para venderles satisfactores que no necesita y crear clientes cautivos. Pero eso tampoco lo vamos a ver en las propuestas electorales, por que toca muchos intereses empresariales.

La “guerra contra el narco” nos ha traído como consecuencia un grave problema de seguridad pública, que si bien ya existía antes de este hecho, se multiplica y complica en pocos años trayendo desgracia, sufrimiento y estancamiento económico. Chihuahua es el vivo ejemplo del antes y el después de esta situación. Las consecuencias han sido en alto grado desfavorables para la sociedad en general y ha recrudecido, entre otras cosas, la violación a los derechos humanos, la persecución y asesinato de activistas, el exilio masivo de población a otros estados y países, además del aumento de delitos en todos los rubros; prácticamente en todos los municipios hay historias trágicas relacionadas con esta cuestión.

Chihuahua ha sido con mucho, el gran perdedor de esta “guerra”.

Paradójicamente, pero no inocente, el gran ganador de este pandemónium es Estados Unidos: se queda con la droga, vende armas a los grupos criminales, impone su visión estratégica al gobierno federal y hasta se da el lujo de beneficiarse con la gente huida a ciudades como El Paso, Texas, entre ellos muchos empresarios y empresas; todo un negocio. El precio que tiene que pagar Washington en comparación con sus ganancias es mínimo, basta un económico y condicionado Plan Mérida y algunos otros fondos “humanitarios” del USAID para “reparar el tejido social”. Por eso persiste el interés en que quien salga ganador(a) de la contienda electoral del 2012 continúe la estrategia sugerida.

La posición geográfica de Chihuahua, estratégica para el narco, pero también para Washington, nos deja en una situación vulnerable. Si continúa la “guerra” contra el narco se seguirá debilitando al estado, pues además quienes gobiernan a nivel estatal y municipal son incapaces de garantizar una mínima existencia pacífica a la sociedad. Obviamente legalizar no está en los planes de las y los políticos, los partidos ni los candidatos presidenciales, pese a la existencias de numerosos estudios académicos a favor e incluso, de la opinión de varios e influyentes políticos a escala internacional. Legalizar supondría una desestructuración de la política tal como la conocemos, pues además el narco ya estaba dentro desde mucho antes y genera millonarias ganancias. Hay pues, muchos intereses de por medio.


4-20. El 20 de abril se celebra mundialmente el día de la marihuana. Es una forma de protesta contracultural en varias partes del mundo, incluido México, para concentrarse públicamente, fumar mota y exigir la liberación del consumo. Esta “droga” tiene miles de años de ser conocida por sus cualidades curativas, alimenticias y textiles, pero sólo hasta el siglo XX es cuando se prohíbe, a insistencia de Washington, para proteger su industria algodonera.  Son inútiles e injustificables los discursos oficialistas para desacreditar a la marihuana y las acciones para criminalizar a sus usuarios y “combatir” a los cárteles. La ignorancia, hipocresía y avaricia detrás de la prohibición y persecución sólo delatan la complicidad de intereses con las consecuencias que lamentablemente ya conocemos.