viernes, 24 de mayo de 2013

El partido de los malandros




Ya me imagino yo en el camión con todos los malandros
Héctor “Teto” Murguía

Apunto de iniciar el proceso electoral del 2013, las opciones partidistas en Ciudad Juárez se limitan en realidad a una sola: neoliberalismo panista o priista. Aquí está el primer engaño malandro, pero no el único. El partido malandro por excelencia y además tutor del resto, el PRI, es un semillero de personajes famosos más por sus malandreces, que por su honesta forma de hacer política y vivir.

Gracias a personajes como el tristemente célebre presidente municipal de Ciudad Juárez, el vulgar Héctor “Teto” Murguía, podemos saber cómo piensan los políticos sobre la ciudadanía y la sociedad en general. Un político que se expresa despectivamente de aquellos a quien juró servir, no sólo insulta a la ciudad, sino también es un reconocimiento implícito a la calidad de gobierno que representa: si viajar en transporte público urbano es sinónimo de convivir con malandros (y malandras) es sin duda, un síntoma de un gobierno mediocre, pues está “gobernando” a y con malandros y sin intención o capacidad para transformarlos, dado que quien “gobierna”, en teoría, debe ser éticamente “superior” al resto. En esta lógica no hay contradicción: una sociedad malandra gobernada por una persona malandra. Pero en realidad no toda la sociedad es malandra, aunque no se pueda decir lo mismo de los ruteros y mucho menos de los políticos profesionales.

El PRI en particular es el gestor de lo que hoy somos como sociedad mexicana. Tantísimos años de existir, sí han hecho mella en la cultura e ideosincracia de la población. Si este país está lleno de malandros(as) es por que éstos han sido tolerados y peor todavía, animados por dicho partido, comenzando con sus huestes y familiares, como es el caso más reciente protagonizado por el nieto de Jesús Murillo Karam (procurador de la república) y la hija de Eugenio Imaz (director del CISEN: Centro de Investigación y Seguridad Nacional, o sea, quienes espían a la población…) donde el primero golpeó a la segunda y aparentemente esta última ha desistido de denunciar, pese a ser el incidente ya vox populi, quedando con ello la duda de un arreglo cupular. Este tipo de violencia se persigue, no se perdona, pero resulta además lamentable y aclarador si esto es así, cómo pueden más los lazos políticos que los lazos de sangre.

El caso de los hijos(as) y familiares de políticos y de los mismos políticos, es elocuente en cuanto a la impunidad de que gozan. La herencia del PRI en este sentido abarca también a la sociedad en general, pues el mensaje enviado es muy claro: el poder anula a la ley. De otra manera no se pueden entender fenómenos complejos como el narcotráfico (un poder en sí mismo) o  las simples violaciones cotidianas como las acometidas diariamente por policías y ruteros. La sociedad sabe de estos excesos y lastimosamente, también los aplica: el soborno y la simulación, tal vez sean dos de las prácticas más socorridas por las y los mexicanos, además de la evasión de impuestos. La “mordida”, el “hago como que trabajo” o simplemente no molestarse por pagar o saber cómo se aplican sus impuestos son desafortunadamente muy comunes. Haces como que gobiernas, hago como que soy ciudadano(a).

Con respecto a las “elecciones” que se avecinan, la “opción” PRI-partidos paleros se ve por lo menos más unida que la “opción” del PAN, partido muy desprestigiado últimamente y con serios problemas de unidad. El candidato priista, Enrique Serrano, es un verdadero “chapulín”, pero no colorado. Un empresario más metido a político; coordinador de la campaña de Enrique Peña Nieto en Ciudad Juárez; diputado estatal y “líder” de la bancada priista, con licencia; y actualmente suplente del intocable senador Carlos Romero Deschamps, líder cetemista petrolero famoso por su sencillez y frugalidad. Con esas credenciales es difícil pensar en una derrota priista, sumando desde luego, sus artes en la compra de votos y consciencias, más los gobiernos, institutos electorales y jueces a favor y sin descontar tampoco, el apoyo de la jerarquía católica, los grandes empresarios y el abstencionismo. Este último muy importante, pues con la participación consciente de la sociedad, sus carreras y privilegios estarían en peligro. El PRI agradece tu no participación en la esfera pública, para eso se ha esforzado toda la vida.
    
Todos los partidos políticos en México componen un gran partido malandro: pragmáticos, traidores, impunes, cínicos, mentirosos, represores, despilfarradores, vendepatrias; actúan verdaderamente más que como una clase social o hermandad, como una mafia. Eso sí, muy acorde con el sistema económico capitalista al cual sirven, defendiendo sus intereses y los de los grandes empresarios nacionales y empresas transnacionales, a costa del bienestar y empobrecimiento de la población con pretextos ya por demás fastidiosos por repetitivos: más empleos, aumento de la producción, crecimiento económico, liderazgo...el mismo discurso neoliberal de los últimos treinta años que ya nadie cree, por que no es cierto.

Para terminar, una espantosa X

La polémica social generada por la escultura de Sebastián en Ciudad Juárez, más que por su estética, por la relación costo-beneficio-contexto en la que se crea, ha de tomarse como una referencia simbólica del desempeño gubernamental, particularmente de las dos administraciones del Teto Murguía (grises en su desempeño, oscuras en sus manejos, sangrientamente represivas, persecutorias y con fuerte tufo a narco). Parafraseando al sociólogo juarense, Alejandro Sapién, la X (reprobatoria) es la calificación que merece el Teto y representantes públicos de esta dolida ciudad.   
  



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