Dedicado a El Burro Chón
La
competencia electoral en México en poco tiempo dejó de ser considerada en
serio. El desprestigio de las instituciones políticas es enorme, tan grande
como el cinismo y la erosión de la llamada “clase política”, comenzando con el
PRI, pero abarcando a todos los partidos políticos, institutos y tribunales
electorales. Jugar a la democracia para justificar gobierno, es el juego y
disfraz de un grupo parasitario al servicio de intereses particulares y
egoístas.
Las
elecciones del 2013 en Chihuahua de lo que más van a adolecer es de
credibilidad: candidatos chapulines, pragmatismo partidista (alianzas y coaliciones
desideologizadas) candidaturas marcadamente empresariales, discursos chatarra,
compra de votos, instituciones públicas y privadas afines…todo está previsto
para continuar con una costumbre desvirtuada cuyo significado es hoy sinónimo
de despilfarro y engaño; de discurso y teatro; de formalidades para legitimar
un sistema político-económico y cultural que hoy sigue sumiendo en la pobreza,
ignorancia y apatía a su población.
¿Qué
significa la democracia? ¿Un grupo en el poder para gobernar sobre el resto de
la sociedad? Ahí inicia el primer engaño: en la concentración del poder
político en un grupo; eso implica desequilibrio, un sometimiento de los muchos
a los pocos. En las democracias electorales el gobierno es elegido por mayoría,
segundo engaño; el gobierno del pueblo termina siendo el juego de los grupos
económicos, militares, religiosos, sin la participación de todos las y los
individuos de una sociedad dada. Los representantes “populares” (diputados,
senadores, regidores) son sólo soldados mercenarios tratando de hacer carrera
fortaleciendo el sistema.
Ya
para cuando estén las campañas en plenitud de sus actividades, la ciudadanía debe
recordar de nuevo el feminicidio crónico y el genocidio chihuahuense de la
“guerra” contra el narco, presente a la fecha en todo el estado; los abusos de Julián Leyzaola en Ciudad Juárez; el asesinato
de activistas, el acoso a periodistas y
un sinnúmero de casos de violación a los derechos humanos. Por que todo será
alegría para quienes apoyan las campañas, como la Iglesia católica, las cámaras
empresariales, y tal vez de manera indirecta, actores como las mineras
canadienses y los dueños de los pozos clandestinos menonitas (es decir, los
inversionistas extranjeros y las élites protegidas) mientras la hambruna y
ecocidio en la Sierra Tarahumara se olvidará, vendrán los candidatos-payasos tipo
el Teto Murguía a fastidiarnos con sus simplonadas y cinismo o si no, los
clásicos románticos-populistas que te quieren bajar el sol, la luna y las
estrellas a cambio de tu preciado voto.
Pero
todo este circo es innecesario, evítenos la pena de avergonzarnos con sus
miserias; está más que demostrado la efectividad de los monederos electrónicos,
los celulares desechables y las tradicionales concentraciones populosas en
viaje redondo con cachucha, camiseta, banderilla, su lonche y Pepsi-cola
incluida como fuente formidable de compra de votos, así que para qué tanto
circo si ya sabemos cómo van a ganar y quiénes van a votar. Ya sabemos para qué
se usa la deuda pública contraída por estados (como Coahuila, Tabasco o
Chihuahua) y los programas de gobierno tipo “combate a la pobreza” (comida
chatarra por votos).
Abstencionismo y voto nulo: verdaderos
termómetros de una elección actualmente.
Votar
o no votar es un ejercicio y decisión individual, pero votar no es elegir, sino
legitimar y sin embargo, el efecto de culpa se instala como un chip y se aferra
a reglas obsoletas y regímenes autoritarios; por temor se vota más que por
ética. Votar significa estar contento con el régimen y no querer cambiar . Por
el contrario, el voto nulo y la abstención son dos caras de la misma moneda:
una protesta silenciosa, un descontento y reflejo de la real politik del todavía vigente Old Regime y de cómo la gente responde al engaño, así esté
despolitizada.
Es
muy posible que en estas elecciones del 2013 se rompan records de inasistencia
(abstencionismo) pues la actividad es como volver al pasado, cuando se votaba
para legitimar al PRI. La participación electoral anda por debajo del 30% en
elecciones estatales intermedias de los años recientes. La diferencia podría
ser el voto nulo, en su ambivalencia de participación electoral y
abstencionista, cuyo número crece a cada elección. Para anulistas, apartidistas
y abstencionistas las siguientes sugerencias:
Dedícale
tu voto a alguna causa que valga la pena apoyar o llamar la atención, por ejemplo,
contra la privatización del agua, el maíz transgénico o el abuso policiaco.
Agrega
el nombre exigiendo justicia por alguna de las personas desaparecidas o
asesinadas de este estado.
Vota
por tu lucha particular (legalización de la marihuana o los matrimonios gay; contra
el maltrato a los animales; defensa del Estado laico, poligamia…)
También
puedes dejar tu boleta en blanco si tienes la suficiente confianza de que no
será alterada. Recuerda que el voto es anónimo, si te place o te sirve de
desahogo, hasta puedes mentar madres y padres.
En
el inevitable caso de enfrentarte en la vida cotidiana con campañas y
candidatos se recomienda:
Pega
un escrito o calcamonía en un lugar visible de tu casa o carro (una ventana,
por ejemplo) donde expliques muy claro que no recibes propaganda partidista de
ningún tipo o a candidatos(as).
Si
hay comité de vecinos donde vives, vigila que no se organicen mítines
partidistas sin consentimiento vecinal.
Sí
hay un mitin partidista y están contaminando con ruido excesivo u obstruyendo
las vías de tráfico, puedes llamar a tránsito o la policía, las campañas no les
da privilegios ni impunidad.
No
es obligación recibir propaganda no deseada en tu casa, trabajo o la vía
pública.
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