martes, 25 de diciembre de 2012

Feliz Navidad Metalera (Death Warrant y el metal en México)





Dedicado a las y los metaleros de Ciudad Juárez

Era una casa de dos pisos que parecía vibrar; en cuanto entrabas, el impacto del sonido era dominante, de frente, como una montaña invisible que te cae encima y te atraviesa el cuerpo. Agrupados en y alrededor de la escalera, las y los invitados: jóvenes, niños, hombres y mujeres; en el  apretado lobby del segundo piso, las bandas tocando casi en penumbras por la poca luz y el predominante negro de la ropa de los presentes. Por extraño que parezca y pese a la violencia anómica de la “guerra contra el narco”, la escena metalera de Ciudad Juárez sigue gozando de una excelente salud.

El metal es ese sonido revolucionario que llevó a una generación de adolescentes a establecer un nuevo género de vida influido por la actitud punk hardcorera y una mezcla de valores masculinos e instintos salvajes como culto a la testosterona, lo bizarro, lo oscuro y lo diabólico con infinitas variantes. Desde la década de los ochenta del siglo pasado, la cultura metalera es una presencia en el mundo. El metal es un género de música “extrema” degustada por una insignificante, pero significativa, población mundial. Más allá de idiomas, religiones, edades, género o clase social, ser metalero(a) es toda una actitud ante la vida.  

Hablar del metal en México necesariamente pasa por hablar de David Payán y Ciudad Juárez. Esta historia tiene que ver con un justo reconocimiento a cierto tipo de artistas pioneros y escenas sin las cuales no sería posible comprender la existencia de otros géneros plenamente establecidos e identificados y la permanencia de los mismos. El metal, ese estilo marginado y subterráneo, sin más pretensiones que una abierta y crítica rebeldía contraria a lo establecido socialmente, sobrevive a espacios hostiles como el de Juárez y no le pide nada en cuanto a escena, a ciudades más grandes y cosmopolitas. No es de extrañar que estos conglomerados urbanos contemporáneos estresantes, deshumanizantes, militarizados, sean una fuente para la constante aparición de bandas y artistas que le dan vida a las distintas formas del metal.     

Históricamente las ciudades industrializadas, pensadas para trabajar y sin alternativas para el desarrollo social y el esparcimiento, son ecosistemas ideales para el metal. En los setentas, bandas como Black Sabbath sentarían las bases del Heavy Rock en transición hacia el Heavy Metal surgiendo de este tipo de ciudades (en este caso de Birmingham, Inglaterra). Desde entonces el metal y sus seguidores son característicos de cualquier ciudad globalizada: pelo largo o corto, tenis o botas, mezclilla y cuero, a veces maquillaje, cadenas, tatuajes, piercings, colores oscuros y militares, son parte del estereotipo característico, así como cierta tendencia al consumismo parafernalio. La posmodernidad no puede explicarse sin identidades disidentes y rebeldes como la metalera y los movimientos musicales son tan influyentes como indispensables, para comprender fenómenos como el pacifismo o el comunismo hippie, por ejemplo.      

En el caso de México, el metal entró por las grandes ciudades y particularmente por aquellas de la frontera del norte; las ciudades maquiladoras colindantes con sus pares estadounidenses, como el caso de Ciudad Juárez y El Paso, Texas. Mucho antes de que bandas como Metallica y Slayer fueran famosas o Sepultura y Kreator existieran, en 1983 se forma Death Warrant (sentencia de muerte) la primera y más influyente banda de thrash metal mexicana cuando ni siquiera existía un rock nacional. Con dos demos Metallic Slaughter (1984)  Time of Dying (1987) y varias recopilaciones, Death Warrant fue conocida y escuchada en el mundo, aunque sólo tocó en algunas plazas de México alternando con bandas como Torture (El Paso) Taskforce (Ciudad Juárez) Frightful Cross (DF) Six Beer (Querétaro) y Virgin Witch (Toluca). De sus integrantes originales, Felix Reley (batería) Agustín García (bajo) David Payán (guitarra) y Manuel Estrada (guitarra y voz, 1964-1991) sólo Payán sigue vigente. La banda jamás se ha vuelto a reunir después de la muerte de Estrada.               
 
David Payán nace el 5 de diciembre de ­1964 en Ciudad Juárez y además de haber sido miembro fundador, junto con Manuel Estrada, de Death Warrant, ha sido productor e integrante de otros grupos como Dark Half (cuyo primer disco Reborn, sería el primero lanzado en Estados Unidos por una banda mexicana de death metal) Death Fucking Noise (Pionera del crossover thrash/hardcore) y Dream Factory (death progresivo) así como influido en otras bandas y artistas del género. El toquín con el que abre este artículo fue organizado para festejar el cumpleaños  de Payán, quien por supuesto, tocó con su nueva banda para celebrar tan importante evento sin poses, sin rockstars, sin piedad; sólo pleno y poderoso raw metal.

El metal es un género que llegó para quedarse. En más de tres décadas la cultura metalera no ha cambiado su actitud desafiante ni su ambiente fraterno y respetuoso, pese a la agresividad de su música. Hoy como ayer sigue siendo más fácil que un metalero(a) se adapte y tolere ambientes pop o fresas, a que alguien de estos u otros ambientes acepten el metal. Tal vez tenga que ver con la honestidad con uno mismo y con la vida, lo que te hace seguro de lo que eres y lo que no; tal vez sólo se trata de la supervivencia en un mundo hostil; lo cierto es que el ser metalero sigue fuerte y sigue vivo. ¡Felicidades Payán y larga vida al metal!