No presents for Christmas
Mercyful Fate
Abramos los ojos, los oídos, los sentidos y el sexo a la realidad.
Se anuncia la muerte de uno de los capos mexicanos con pompa y platillo a la vez que se avisa un aumento de la violencia como consecuencia de esa guerra absurda contra el narco; mientras Calderón distrae la atención con su reforma política electoral y el mundo se juega la vida en Copenhagen, si los intereses económicos de los países ricos siguen ofreciendo resistencia a controlar el daño ambiental que generan y los países pobres (o mejor dicho, empobrecidos) lo seguimos pagando con hambre, enfermedades, deforestación y muerte.
El fascismo hace gala de la propaganda y se vale de todos los medios posibles, sobre todo los masivos, para desinformar o enviar mensajes directos o subliminales de acuerdo a sus intereses. No es de extrañar el papel que juegan las televisoras, por ejemplo, através de sus noticieros e intelectuales, en la articulación de una realidad construida en base a la línea del empresario, político o gobernante a beneficiar.
El fascismo simpatiza con las jerarquías bien verticales, militares; alaba el orden y la obediencia a través del miedo y la recompensa; el y la fascista disfrutan que le llamen señor(a) licenciado(a) patrón(a) pero también necesita que le digan qué hacer cuando es subordinado, porque es incapaz de tener ideas originales, por eso busca líderes a quiénes seguir e imitar.
El fascismo es intolerante con la crítica y beligerante con sus enemigos, pues justifica la violencia en todas sus formas, como bien puede atestiguar cualquier skinhead racista o empresario fresa pro yanqui. El fascismo a la mexicana se parece más al franquismo español, mezcla de nacionalismo y catolicismo, pero sin el nacionalismo, cuyo objetivo es cogobernar bajo los valores (sic) católicos en un ambiente patriarcal de rigidez sexual, económica e intelectual, sin libertades ni opciones.
La denuncia anónima, el control estadístico de los datos (cédula de identidad) el control de los medios de producción, la censura a los medios informativos y la persecución de activistas sociales son sinónimos del Estado fascista (policiaco). El fascista es fanático, por eso es difícil llegar a acuerdos con él, porque busca imponer o ganar, no compartir, sino demostrar su fuerza y poder.
La democracia electoral, burguesa o de derecha, hace posible abrirle las puertas a partidos con ideologías fascistas, como son todos aquellos con características semejantes a las aquí señaladas. La cultura capitalista es propicia para la fascistización de la sociedad, pues fomenta la enajenación de la violencia, la pasividad ciudadana, la fantasía religiosa y la despolitización; impone lo que ha de verse, oírse, comerse, vestirse, estudiarse, creerse. El fetiche fascista por excelencia es el uniforme militar.
Las casas de Ciudad Juárez lucen tristes esta Navidad. Pocas son las lucecitas, pinos y santocloses que las adornan. Las almas de los homicidios y feminicidios recorren la ciudad demandando auxilio, justicia, ¿las oyen?, ¿las alcanzan a ver?; los puentes están atestados en el éxodo a la fantasía que significa El Paso y los aguinaldos. El invierno nos llegó frío, pero ya no nos hiela; el miedo congela la sangre y esa especie de nihilismo sarcástico invade nuestros cuerpos y mentes jugando a ser dioses, a atinar por dónde viene el próximo golpe mientras vemos cómo el círculo se cierra más y más.
Para quienes no viven en esta frontera tal vez les sea difícil entender lo que está sucediéndonos. Tal vez ni los residentes de Juárez comprendemos la magnitud de lo que estamos viviendo. Lo que sí sabemos es que no podemos seguir tolerando un año más de guerra, de muerte y de destrucción de la economía, un año más con gobiernos anómicos.
¿Anomia o anarquía? Hablando de gobierno, es común cómo por ignorancia o intencionalmente, mucha gente (incluidos científicos, intelectuales y editorialistas) suelen confundir la anomia con la anarquía. La primera tiene una connotación negativa y se relaciona con la ausencia de leyes o la violación a las mismas, mientras la segunda tiene una connotación positiva y significa una sociedad ácrata, sin gobierno. La anomia es síntoma de enajenación, vandalismo y desmadre, la anarquía de consciencia para sí (individual, social, ecológica y cósmica) y es más bien una sociedad a la que aspiramos ser, pues todavía somos muy egoístas.
Ejemplos de la anomia es la propia Ciudad Juárez o México como país, pues aquí las leyes no se respetan, los gobernantes no gobiernan y los políticos no representan los intereses de la sociedad; se toman decisiones políticas y económicas sin consulta ciudadana y aun en perjuicio de la ciudadanía; ah y todo en nombre de la democracia y dios.
Por parte de la sociedad, claro que también hay anomia, pues si tenemos el ejemplo viviente, pero como el Estado se encarga de señalarnos con su dedo recriminador nuestros errores, mejor menciono ejemplos de reacciones anarquistas desde la sociedad: cuando se va la luz de los semáforos y las y los automovilistas hacen turnos para cruzar; cuando a pesar de la guerra y del desgorbierno seguimos trabajando (la ciudad no deja de moverse) cuando la sociedad anónima sale a las calles a manifestarse o cuando se dejan de lado las diferencias y se hace comunidad con autonomía, como en los territorios zapatistas. En una sociedad anarquista se puede vivir sin gobierno (sin una burocracia o clase política) pero no sin acuerdos (leyes).
La anarquía, el socialismo, el comunismo y el humanismo son antítesis del fascismo.