viernes, 10 de septiembre de 2010

Viaje a las entrañas del imperio


 
Todos iguales obedeciendo a un solo jefe, es tiranía.

Todos diferentes colaborando en una causa común, es democracia.

Alejandro Jodorowsky


(Publicado en Aserto, número 86, septiembre del 2010)
Invitado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, a través del Consulado de Ciudad Juárez, tuve la oportunidad, junto con otros nueve compañeros y compañeras de viaje de Juárez, Tijuana y Chihuahua, de visitar organizaciones de la sociedad civil, instituciones de gobierno y universidades en tres ciudades (Los Ángeles, Minnesota y Filadelfia) a mediados de agosto.

Además de la oportunidad de conocer cómo funcionan dichos organismos, el propio viaje en sí, fue un acontecimiento sociológico estupendo. Para alguien cuya vida está ligada a la frontera Juárez-El Paso, es imposible que no esté de alguna manera aculturado (asimilado) a la cultura estadounidense, como es mi caso, pues la mayor parte de mi vida la he vivido en Ciudad Juárez. Con esto quiero decir que la influencia de Estados Unidos es inminente y dominante; la admiración por lo norteamericano, al igual que el resto del estado y posiblemente del país, es evidente: ropa, música, tecnología, etcétera, está ahí recordándonoslo. La influencia de la convivencia fronteriza fue un referente para lo que luego encontré.

Una de las cosas que me llamó la atención es el fenómeno de las personas sin hogar (homeless) trotamundos de las grandes ciudades que aumentan en número de acuerdo al tamaño de la urbe. Pero son seres invisibles, nadie los ve, son parte de la escena pero nadie los ve. El contraste entre la opulencia de los grandes edificios, monumentos fálicos de tributo al patriarcado, con estos singulares habitantes es singular; imposible de encajar en esa imagen pública del sueño americano, o tal vez por lo mismo, sumergida en la explicación individualista del cada quien es responsable de su vida, no me culpes por que no la hiciste.

En Estados Unidos no existe la pobreza como la conocemos en México. Sociológicamente la pobreza es uno de los temas más difíciles de abordar, pues tiene varios trasfondos. Estados Unidos nos vende al mundo su imagen de prosperidad, libertad y democracia; pero haber visitado los barrios pobres (ghettos) de negros, asiáticos y latinos me hace inminente recordar dos de las constantes tragedias en la historia estadounidense: la discriminación racial (como bien pueden contar los indígenas norteamericanos) y la ambigüedad migratoria: un país que se hizo y se sigue haciendo de inmigrantes, pero siempre con una política hostil al migrante.

Si, se puede decir que la sociedad estadounidense hace uso de valores democráticos, pero hasta cierto nivel. Al igual que acá, las ONG´s gringas no pueden cubrir el gran rezago en materia social que deja el Estado y batallan para conseguir fondos, atendiendo a una mínima parte de la problemática (pandillas juveniles, desarrollo comunitario, migración, salud, educación, etcétera). También es visible las muestras de civismo, el trato amable, el orden y hasta el interés por otras culturas, en la cotidianidad de las calles y espacios públicos la mayor parte del tiempo (ojo, acá también se sufre de estrés y se vive a madres). Claro que mi papel de invitado de Estado, me dio ciertos privilegios que no gozan las y los compatriotas indocumentados en busca de trabajo o refugio en este país y así el trato.

El famoso aislacionismo estadounidense lo pude constatar en la poca información, interés, ritmo de vida y tipo de trabajo de las personas que conocimos y aún en la gente de la calle. La violencia en el estado y particularmente en Ciudad Juárez es un tema prácticamente desconocido allá; por lo menos cada vez que se mencionaba lo que estamos viviendo había una reacción de sorpresa y horror. Los temas allá son la economía (muy importante considerando su tasa de desocupación laboral cercana al 10%) la migración ilegal (un tema polémico) y luego los temas particulares según la organización: que la trata de blancas, que la delincuencia juvenil, y una muy chata visión del papel de su país en esta “guerra contra el narco” que tenemos en México.

Los pueblos no somos culpables de los gobiernos que tenemos. En general el viaje me deja sentimientos encontrados: admiración y desconfianza son tal vez los dos más recurrentes. Me gustó mucho saber de tantas personas solidarias trabajando por el bien común, por que es la cara amable del imperio. Al igual que en México, la enajenación es parte constante de sus vidas: comprar, comprar, tener, beber, comer, viajar, menos política más Internet y así; ¿realmente somos tan distintos?; ¿qué es lo que envenena nuestras mentes con odio y desprecio? lo único que sé es que nos estamos matando por un negocio de miles de millones construido a la medida de las necesidades innecesarias de una sociedad hedonista y consumista que se pretende sea el modelo mundial a seguir.


martes, 7 de septiembre de 2010

México no quiere ser independiente (¿?)

Septiembre, al igual que diciembre, deben ser meses para la reflexión y no sólo para celebrar a lo pendejo. Al “mes de la patria” le debemos una muy sincera y profunda introversión antes de invocar a las y los “héroes de la patria”, ¿cómo somos “independientes”?, ¿con quién(es) vamos a “celebrar” la independencia?, ¿somos libres y autónomos(as) o somos autómatas creyendo ser libres? ¿Doscientos años de independencia, independencia de qué?

Las razones que dan origen a la independencia de la Nueva España para formar un nuevo país, México, se relacionan con conflictos raciales y económicos: la estructura socioeconómica de la colonia española permite privilegios para unos pocos (españoles) y en cadena descendente mayor carga de obligaciones de todo tipo a una sociedad de castas (criollos, mestizos, indios, negros, mulatos…) no había libertad para comerciar con otros países; no se podían comercializar ciertos productos; no se podía practicar o no practicar otras religiones fuera del catolicismo; existía la esclavitud y la explotación laboral, mucha ignorancia, abusos de poder y un largo etcétera.

A doscientos años de distancia notamos que pocas veces hemos sido independientes. La cara libertad que pagó México a España se empañó luego con gobiernos de “hombres fuertes” asumidos así mismos como indispensables para la supervivencia de la nueva nación. Para pasar de la dependencia de la corona española a la dependencia con Estados Unidos actualmente, no hizo falta hacer revoluciones armadas: simplemente fue necesario dejar de ser autosuficientes, perder la dignidad como nación, tolerar gobiernos corruptos y condenar olvidando a los movimientos sociales legítimos.

Psicológicamente parece que no nos gusta la libertad ni la autonomía. Nuestra historia política transita por el rumbo del autoritarismo, el paternalismo y el populismo. Los conservadores adujeron la presencia de un emperador, Maximiliano, para “unificar” la nación; Porfirio Díaz decía unos pocos años antes de su debacle que “México no estaba listo para la democracia”, el PRI siempre justificó su dictadura paternalista con mano dura y sin rendición de cuentas; el PAN y el PRI neoliberal su servilismo con el imperio norteamericano como el ineludible destino del país ligado al futuro estadounidense. No importa cuánta gente haya muerto en pro de la libertad y la justicia, el poder político resultante se vuelve con el tiempo contra el pueblo, la sociedad.

Independencia es un concepto muy grande y no tan abstracto como parece. Un(a) joven necesita ser independiente si quiere ser adulto y madurar. Una nación necesita ser autosuficiente en materia de salud, educación, alimentación, tecnología, seguridad y trabajo si quiere desarrollarse y mantener su independencia. Hoy no es necesario que un país invada a otro para debilitarlo, tan sólo con hacerlo adicto a su cultura y productos para hacerlo obedecer. México es principalmente exportador de materias primas y mano de obra barata, pero somos dependientes de cosas tan fundamentales y estratégicas como la tecnología y alimentos.

A nivel internacional el país se destacó, hasta hace muy pocos años, por su total apego a la diplomacia y la razón a favor de la autodeterminación de los pueblos, en su principio de no intervención, fundamentado en la Doctrina Estrada, lo que nos llevó a ir aun en contra de las decisiones imperialistas estadounidenses como por ejemplo, cuando el bloqueo económico a la Cuba comunista, todavía vigente, siendo México el único país latinoamericano que se mantuvo firme en mantener relaciones con la isla, pese a la presión gringa. Hoy somos una caricatura de lo anterior, somos un país palero de los estadounidenses incluso contra nosotros mismos, ahí está el ejemplo de la Iniciativa Mérida.

Por ironías de la vida, “celebraremos” 200 años de independencia con los enemigos en el poder: los descendientes ideológicos de los conservadores, la derecha, las élites; es decir, con los grupos que históricamente han representado precisamente al México jerárquico, injusto, explotador, racista y represor; en medio de la peor crisis de seguridad en tiempos de paz; en pleno desmantelamiento o despojo de las riquezas nacionales; auspiciando gobiernos corruptos de todos los partidos; presenciando el debilitamiento paulatino de la autonomía nacional, el prestigio internacional y la confianza de la sociedad mexicana, cada día más defraudada e irritada.

Así pues llegamos al 2010, con amenazas latentes de narcoatentados; prefiriendo que miles sigan muriendo violentamente antes que siquiera suponer la legalización de ciertas drogas, aunque miles más mueran por drogas legales, como el alcohol y el tabaco. El intervencionismo gringo sigue avanzando, tan sólo hay que esperar que hable el embajador Carlos Pascual para desmentir al gobierno o dictarle el camino a seguir. La “Ley Arizona” no tiene respuesta ni correspondencia mexicana, pues se sigue dejando a su suerte a los connacionales cuando en México se permite la venta de terrenos patrimonio de la nación a estadounidenses y otros extranjeros, mientras a las grandes compañías, también extranjeras, como las mineras, no se les roza ni con el pétalo de una rosa aunque contaminen. Miles de indocumentados centro y sudamericanos son violentados cada año en México para satisfacer las políticas antiinmigrantes de los gringos…