miércoles, 28 de septiembre de 2016

Hillary y Trump, un peligro para México (y el mundo)


Hillary y Trump
Un peligro para México (y el mundo)
Carlos Murillo González

El lunes 26 de septiembre se llevó a cabo el primer debate de los candidatos de los dos principales partidos políticos de EEUU a la presidencia de ese país, Hillary Clinton (demócrata) y Donald Trump (republicano). Más allá del debate y de quién va a ganar, está en riesgo la estabilidad político-económica no sólo de la nación norteamericana, sino del mundo entero.

Estados Unidos, que se jacta de ser una democracia, en realidad es un sistema cerrado bipartidista de derecha representado por el Partido Demócrata y el Partido Republicano dejando fuera otras opciones como a Jill Stein, candidata por el Partido Verde, o Gary Johnson, del Partido Libertario, quienes simplemente no fueron invitados al debate, ni se les da importancia, pues no representan los intereses de las cúpulas empresariales. La “democracia” estadounidense se puede resumir en la alternancia de las cúpulas para imponer a quien cuidará mejor sus negocios.

No importa quien gane las elecciones de noviembre, el peligro es real. Nos encontramos frente a la representación más clara de la élite norteamericana, entre una derechista belicosa e injerencista (Clinton) y un conservador racista, xenófobo y misógino (Trump). Además la propia sociedad estadounidense se ve desilusionada ante tener que elegir entre una mujer que ha violado la ley y un hombre que no entiende de modales (muchos ni siquiera conocen que existen la opción verde y libertaria). En un país donde el abstencionismo es una de sus características electorales, el o la ganadora podría darse por una diferencia mínima en una contienda cerrada.

Como además esa nación vive en una especie de burbuja, ignorante y apática de los aconteceres mundiales, muy influida por discursos nacionalistas en todos los ámbitos y con una soberbia desmedida alimentada mediáticamente con miedos de todo tipo, pero donde abundan los odios hacia todo lo que resulte ajeno a su American way of life, es un público sensible a la manipulación y la agresión, aunque, afortunadamente, no en todos los estratos.     

Es bien sabido por el mundo entero, especialmente en los países mal llamados “del tercer mundo”, cómo se las gasta el Estado gringo para conseguir lo que quiere imponiendo condiciones en organismos internacionales, violando leyes o acuerdos, invadiendo regímenes democráticos o conspirando contra gobiernos legítimos cuando consideran se oponen a sus “buenas intenciones”. Esa política no va a desaparecer con Hillary ni con Trump, pues es parte de su ideología belicista e imperialista. 

Si gana Hillary, el mundo tendría una nueva versión de Margaret Tatcher, la terrible “Dama de hierro” británica, pero con mayor poder letal; una continuación de las políticas neoliberales de los lobbys empresariales que financian su campaña, incluyendo las petroleras y las armamentistas; el expansionismo militar y su industria seguirían amenazando a países como Rusia, China o Irán, al tiempo de seguir armando a naciones amigas como la fascista Israel o la monárquica Arabia Saudita. Difícilmente el pueblo estadounidense, es decir, las clases trabajadoras, las minorías étnicas o los grupos ambientalistas podrán mejorar sus condiciones de vida.

Si gana Trump, el panorama se pone todavía más feo. Como ha demostrado aun desde antes de ser candidato, “El Donald” goza de una reputación de patán que, así como avergüenza a sus compatriotas más cautos y conscientes, es sin embargo el orgullo de ese amplio sector racista y ultra nacionalista que constituye la aún mayoritaria población blanca de ese país. Es evidente que este bravucón representa la cara más odiosa del imperio norteamericano, al típico gringo supremacista, cuya identidad no tiene enfado en mostrarse tal cual ante los asombrados ojos de la comunidad internacional. Trump y sus fanáticos representan la amenaza mundial más fuerte desde la caída de Hitler y el nazismo.

En cuanto a México,  nuestra cercanía geográfica, nuestra vulnerabilidad política y nuestra dependencia económica con el imperio, nos pone en peligro inminente; a pesar de ser “aliados” y “amigos”, somos vecinos distantes y distintos. Peor aún, con el mal manejo diplomático del espurio e incompetente Peña Nieto con la invitación de Trump al país, nos deja todavía más desarmados ante cualquiera de los escenarios por venir: si gana Trump, la amenaza de guerra es latente; si gana Hillary, seguro no olvidará ni perdonará el agravio de esa invitación y la relación con México, de inicio, no será buena.

Sin tratar de ser fatalista, quien quiera que gane, México pierde. No es posible en ese cercano futuro distinguir un atisbo de bienestar para las y los mexicanos cuando ni siquiera es posible contar con el apoyo inteligente de nuestro gobierno ante esta encrucijada. El capitalismo beligerante característico de los EEUU no será bondadoso con nosotros. Ante un Estado mexicano sumiso y torpe, frente a un Estado poderoso y gandalla como es el gringo, con sus dos propuestas ineludibles para renovar la vacante que dejará Barak Obama, debemos prepararnos para escenarios difíciles.

¿Quién ganará? Esperemos sea el/la menos peor para nosotros. Estamos ante un Donald Trump abiertamente en contra de nuestro pueblo y una Hillary Clinton abanderada del capitalismo sin escrúpulos que todos y todas conocemos.