Los
días 6, 7 y 8 de noviembre se llevará acabo en Ciudad Juárez, la IV Cumbre de
Valores y Cultura de la Legalidad, en los más caros y elitistas espacios de la
ciudad y con no menos caros conferencistas internacionales. El dinero de los
impuestos, que no alcanza ni para tapar un triste bache, es usado a montones
para legitimar un gobierno mediocre, sanguinario y principal detonador de la
cultura de la ilegalidad.
Por
obvias razones, en el mundo de las apariencias donde se mueve la clase política,
que incluye a rectores, empresarios, religiosos y por supuesto, a la plana
mayor del gobierno estatal, municipal y “representativo”, será algo así como un
evento de autocomplacencia y autoconsumo, pues en las calles, mientras se lleve
a cabo tan “prestigioso” evento, seguirán los abusos policiacos, la tolerancia
a ruteros, el soborno, el cohecho, la corrupción y todo lo que se sabe del
corporativismo priista. En contraparte, seguirá la misma política de oídos
sordos hacia las quejas, cuando no represión, a la ciudadanía.
Para
nadie es secreto que la principal mafia está en el gobierno, esa que utiliza el
terrorismo de Estado en distintas facetas, como la limpieza social, las
amenazas del fisco o los acuerdos con las diferentes cúpulas del poder, legal o
no. El cinismo no llega a más por que tal vez la cartera no sea ya tan gorda,
después de tanta muerte y éxodo de juarenses que han dejado de pagar impuestos,
sino, hasta son capaces de traer al Papa para que les dé sus bendiciones. El
mismo hecho de despilfarrar el dinero de todos y todas para hacer creer al
mundo (por que ni modo que a las y los juarenses) que Juárez va en camino de la
recuperación, es una contradicción habiendo tanta necesidad a la vista. Pero a
los políticos les da asquito la
pobreza, por eso no la quieren ver ni remediar, sólo explotar.
El
capitalismo es fuente inagotable de la adicción al dinero y el poder, deviene
en sociedad egoísta y anómica donde quiera que se aplica y es controlable a
través de una farsa democrática basada en elecciones. Resultaría por demás
irrisorio, si no fuera por la tragedia de vivir en Juárez, que los grupos más
antidemocráticos, soberbios e insufribles del estado y ciudad más afectados por
la “guerra” contra el narco, sean los anfitriones de este evento que parece más
un espectáculo para retrasados mentales que para gente en sus cinco sentidos; es
tan absurdo como si el Ku Klux Klan o el partido Nazi realizarán una cumbre
sobre derechos humanos.
Pero,
¿a quién va dirigido este caro espectáculo?, ¿a los cientos de detenidos diaria
y arbitrariamente por las fuerzas de Julián Leyzaola con beneplácito del Teto
Murguía?; ¿a los deudos de Marisela Escobedo, la familia Reyes, Géminis Ochoa o
Manuel Arroyo? Tal vez sea para consolar a las madres y padres de mujeres
desaparecidas o asesinadas durante tantos años. ¿Qué valores van a apoyar?, ¿la
sumisión, la injusticia, la hipocresía, la avaricia y el cinismo?; ¿tal vez la
falta de vergüenza o cómo robar a los contribuyentes sin sentir remordimiento?
Lo que sí es seguro es que nadie afectado por los malos gobiernos, mucho menos
sus críticos, estarán ahí; sólo la gente bonita, de clase media para arriba y
bien vestidos; ah y la borregada de personas sin voluntad, dignidad ni
inteligencia que fácilmente son comprados y acarreados por coacción.
Querer
imponer valores, además valores burgueses como “liderazgo” o el hipócrita “combate al crimen” resulta por
demás estúpido cuando todos(as) sabemos que la corrupción viene de arriba e
influye en lo social. Así por ejemplo, ¿para qué estudiar si se pueden ganar
elecciones fraudulentamente o trabajar de rutero?, ¿para qué la paz y armonía
si se puede ser policía y violentar a gusto sin ser llevado a la justicia?,
¿para qué educar si entre más ignorancia, mejor se gobierna y se roba?; aunque
traigan a sus cómplices de la ONU y Washington, en Juárez no cambia nada: lo
único que nos dejan muy claro a la ciudadanía, es la imperiosa necesidad del
Estado por legitimarse sin cambiar, pero no engañan a nadie; entre mayor y más
costoso su espectáculo, mayor y más visible su ruina moral.
¿Por
qué no hacen público cuánto se van a gastar en hacer este evento, cuánto les
van a pagar a los que vienen? Mejor aún, ¿cómo van a medir el impacto de
quienes nos vienen a dar lecciones de moralina para justificar el dispendio? A
ver, ¿de cuánto va a ser el gasto? Esto huele a “Todos somos Juárez”, oscuro
programa millonario sin resultados del cual se desconoce cómo se distribuyen
dichos recursos. Pero por lo pronto todo es felicidad en Tetolandia o Ciudad
Duarte, como gusten llamar a la anteriormente conocida y en próximos años por
desaparecer, Ciudad Juárez.
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