Septiembre, al igual que diciembre, deben ser meses para la reflexión y no sólo para celebrar a lo pendejo. Al “mes de la patria” le debemos una muy sincera y profunda introversión antes de invocar a las y los “héroes de la patria”, ¿cómo somos “independientes”?, ¿con quién(es) vamos a “celebrar” la independencia?, ¿somos libres y autónomos(as) o somos autómatas creyendo ser libres? ¿Doscientos años de independencia, independencia de qué?
Las razones que dan origen a la independencia de la Nueva España para formar un nuevo país, México, se relacionan con conflictos raciales y económicos: la estructura socioeconómica de la colonia española permite privilegios para unos pocos (españoles) y en cadena descendente mayor carga de obligaciones de todo tipo a una sociedad de castas (criollos, mestizos, indios, negros, mulatos…) no había libertad para comerciar con otros países; no se podían comercializar ciertos productos; no se podía practicar o no practicar otras religiones fuera del catolicismo; existía la esclavitud y la explotación laboral, mucha ignorancia, abusos de poder y un largo etcétera.
A doscientos años de distancia notamos que pocas veces hemos sido independientes. La cara libertad que pagó México a España se empañó luego con gobiernos de “hombres fuertes” asumidos así mismos como indispensables para la supervivencia de la nueva nación. Para pasar de la dependencia de la corona española a la dependencia con Estados Unidos actualmente, no hizo falta hacer revoluciones armadas: simplemente fue necesario dejar de ser autosuficientes, perder la dignidad como nación, tolerar gobiernos corruptos y condenar olvidando a los movimientos sociales legítimos.
Psicológicamente parece que no nos gusta la libertad ni la autonomía. Nuestra historia política transita por el rumbo del autoritarismo, el paternalismo y el populismo. Los conservadores adujeron la presencia de un emperador, Maximiliano, para “unificar” la nación; Porfirio Díaz decía unos pocos años antes de su debacle que “México no estaba listo para la democracia”, el PRI siempre justificó su dictadura paternalista con mano dura y sin rendición de cuentas; el PAN y el PRI neoliberal su servilismo con el imperio norteamericano como el ineludible destino del país ligado al futuro estadounidense. No importa cuánta gente haya muerto en pro de la libertad y la justicia, el poder político resultante se vuelve con el tiempo contra el pueblo, la sociedad.
Independencia es un concepto muy grande y no tan abstracto como parece. Un(a) joven necesita ser independiente si quiere ser adulto y madurar. Una nación necesita ser autosuficiente en materia de salud, educación, alimentación, tecnología, seguridad y trabajo si quiere desarrollarse y mantener su independencia. Hoy no es necesario que un país invada a otro para debilitarlo, tan sólo con hacerlo adicto a su cultura y productos para hacerlo obedecer. México es principalmente exportador de materias primas y mano de obra barata, pero somos dependientes de cosas tan fundamentales y estratégicas como la tecnología y alimentos.
A nivel internacional el país se destacó, hasta hace muy pocos años, por su total apego a la diplomacia y la razón a favor de la autodeterminación de los pueblos, en su principio de no intervención, fundamentado en la Doctrina Estrada, lo que nos llevó a ir aun en contra de las decisiones imperialistas estadounidenses como por ejemplo, cuando el bloqueo económico a la Cuba comunista, todavía vigente, siendo México el único país latinoamericano que se mantuvo firme en mantener relaciones con la isla, pese a la presión gringa. Hoy somos una caricatura de lo anterior, somos un país palero de los estadounidenses incluso contra nosotros mismos, ahí está el ejemplo de la Iniciativa Mérida.
Por ironías de la vida, “celebraremos” 200 años de independencia con los enemigos en el poder: los descendientes ideológicos de los conservadores, la derecha, las élites; es decir, con los grupos que históricamente han representado precisamente al México jerárquico, injusto, explotador, racista y represor; en medio de la peor crisis de seguridad en tiempos de paz; en pleno desmantelamiento o despojo de las riquezas nacionales; auspiciando gobiernos corruptos de todos los partidos; presenciando el debilitamiento paulatino de la autonomía nacional, el prestigio internacional y la confianza de la sociedad mexicana, cada día más defraudada e irritada.
Así pues llegamos al 2010, con amenazas latentes de narcoatentados; prefiriendo que miles sigan muriendo violentamente antes que siquiera suponer la legalización de ciertas drogas, aunque miles más mueran por drogas legales, como el alcohol y el tabaco. El intervencionismo gringo sigue avanzando, tan sólo hay que esperar que hable el embajador Carlos Pascual para desmentir al gobierno o dictarle el camino a seguir. La “Ley Arizona” no tiene respuesta ni correspondencia mexicana, pues se sigue dejando a su suerte a los connacionales cuando en México se permite la venta de terrenos patrimonio de la nación a estadounidenses y otros extranjeros, mientras a las grandes compañías, también extranjeras, como las mineras, no se les roza ni con el pétalo de una rosa aunque contaminen. Miles de indocumentados centro y sudamericanos son violentados cada año en México para satisfacer las políticas antiinmigrantes de los gringos…
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