jueves, 7 de enero de 2010

La nueva guerra sucia mexicana




En memoria de Josefina Reyes

I Will Survive

Gloria Gaynor

La mota no mata, las balas sí

Anónimo

Durante la década del setenta el estado mexicano emprendió una serie de acciones encaminadas a destruir, más que a combatir, a las distintas guerrillas existentes, con el secuestro, la desaparición forzosa, la tortura, entre otras. Fue una época oscura y vergonzosa semejante a los regímenes fascistas-militaristas latinoamericanos del momento, como el Chile de Pinochet o las juntas militares de Argentina y Brasil. Hoy el régimen fascista de Calderón, no dista mucho de estos ejemplos.

En pleno año del bicentenario “independentista” y centenario “revolucionario” estamos viviendo una nueva era de terror: el terrorismo de Estado, que bajo una guerra de baja intensidad basada en el miedo, la militarización, la impunidad y los intereses de los Estados Unidos, pretende sostener un régimen neoliberal agonizante, un gobierno espurio y sin legitimidad en la población, bajo la premisa de que la sociedad está corrompida y hay que acosarla constantemente; de ahí la impopular “guerra contra el narcotráfico” que no es otra cosa más que el desvío de atención de un gobierno que llegó al poder por vía fraudulenta.

Los acontecimientos violentos en Chihuahua y Ciudad Juárez son, deben ser, una advertencia muy seria para el resto de la república. Ya antes los Altos de Chiapas, Aguas Blancas, San Salvador Atenco y la ciudad de Oaxaca han sido escenarios de la violencia de Estado disfrazada de democracia. El agotamiento de los argumentos gubernamentales para sostener una guerra perdida, como lo es combatir la adicción a las drogas y no la adicción al poder, idea que se nos ha querido vender sin convencer, no es otra cosa más que intentos desesperados por mantener un régimen sin ideas, ideológicamente muy pobre, corrupto, débil y amargado, pero por lo mismo peligroso.

Para las y los amables lectores que desconocen lo que es vivir en Ciudad Juárez en estos momentos, los siguiente titulares del 07/01/10 de los dos principales periódicos en papel: El Diario: Cunde alarma por aumento de incendios intencionales; Norte de Ciudad Juárez: Amedrentan soldados a los juarenses: buscan armas y drogas casa por casa. Además, curiosamente, los secuestros, las extorsiones y las desapariciones “coinciden” con la llegada de la policía federal preventiva y los soldados hace dos años. El hostigamiento y los asesinatos de activistas sociales, periodistas y universitarios se han vuelto tan comunes como las “revisiones de rutina” y retenes a los que a diario nos tenemos que enfrentar quienes aquí vivimos. Adiós al Artículo 16 constitucional.

Pero, ¿quieren más?, mientras la ciudadanía juarense soporta confundida este abuso, por las calles se pavonean autos sin placas en las narices de pefepos, soldados y policías; todavía es hora que sólo se atrapan traficantes de marihuana, pero las anfetaminas, la cocaína y la heroína, así como los picaderos (espacios de heroinómanos) se mantienen. Grupos paramilitares se encargan de “limpiar” la ciudad asesinando no sólo a dealers callejeros, sino a todo aquel con apariencia de malandro (léase pobres). ¿Y el gobierno?, ah sí, el gobierno priísta en estos momentos está ocupado en elegir a sus candidatos, porque es año electoral y porque seguramente los próximos “gobernantes” saldrán de este corrompido partido. Se me olvidaba comentar que corre el rumor muy fuerte en la sociedad, que las próximas elecciones están ya cooptadas por los cárteles.

El Estado mexicano utiliza el ejército contra su propio pueblo. Pero como vivimos en una “democracia”, esas cosas no se dicen, sino otras como “vamos ganando la guerra contra el narco” o “hagan caso omiso al pesimismo” parafraseando el discurso vacío, insensible y sin sentido de año nuevo de Calderón. Este señor, las dos o tres veces que ha venido a Juárez en tres años, se reúne sólo con empresarios, bajo un dispositivo exagerado de militares y por espacio de dos, tres horas; y eso que Juárez es todavía considerado un “bastión” panista, ¿por qué tanto miedo? Un presidente legítimamente democrático tendría las simpatías de la sociedad.

Felipe Calderón, el PAN, el PRI y en general la clase política, significan un verdadero peligro para México, que no nos quede duda. En Juárez eso nos ha quedado muy claro desde hace tiempo, por eso tres de cada cuatro posibles electores no votan. Lo que todavía no hemos podido resolver es cómo le vamos a hacer para deshacernos de esta monserga, de estos zánganos. Necesitamos de la solidaridad, la compresión y el apoyo de todos y todas los mexicanos; véanse en nuestro espejo, no nos dejen solos, porque este es el destino que os espera si seguimos con los brazos cruzados.

No soluciones, no elecciones.



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