Juan Pablo II: el
boulevard de la muerte
Carlos Murillo
González
Una de las formas
de ver más evidentemente la corrupción gubernamental es en la infraestructura
urbana; los charcos, los baches y la falta de alumbrado son sólo una muestra de cómo se roba
el dinero público empleándose mal. En este rubro corrupto se ubica el Boulevard
Juan Pablo II (BJPII) también conocido por su nombre anterior “Boulevard Cuatro Siglos”, un verdadero boulevard de la
muerte.
El BJPII tiene alrededor de 20 años de vida y se fue alargando hasta unirse con el Boulevard
Independencia hacia el oriente y con la avenida Rafael Pérez Serna hacia el
poniente. Es una versión de freeway
fronterizo: una vía rápida corriendo paralela a lo largo del Río Bravo. En esta vía suceden
constantemente accidentes automovilísticos, atropellos, choques, muchas veces mortales.
Particularmente de la intersección que va del Boulevard Francisco Villarreal a
Boulevard Independencia (un tramo de unos siete kilómetros) es donde se
localizan los accidentes más letales.
Este segmento del
BJPII es más angosto; pasa de tres a dos carriles; no hay un muro protector que
separe el flujo vehicular en sus dos direcciones; no tiene acotamientos y para
colmo, está franqueado por el bordo del Río Bravo hacia el norte y por un canal
de irrigación hacia el sur, convirtiéndose en una especie de trampa mortal. Se
trata de un tramo sin calles intermedias (salvo la salida a la calle Ramón
Rayón) convertida en pista de carreras que a raíz de tanto accidente, se ha
optado por ir disminuyendo la velocidad permitida hasta llegar a los 50 km/h,
velocidad que, por cierto, nadie respeta y todos rebasan, pues fue creada como
una vía rápida para evitar el tráfico vehicular y, sobre todo, facilitar el cruce
hacia El Paso, Texas y viceversa, del transporte de carga de la industria
maquiladora.
Si de por sí las
ciudades sacrifican al peatón y al ciclista a favor del automóvil cuando se
piensa en construir vialidades, si se trata de una urbe maquiladora como Ciudad
Juárez, la lógica responde a satisfacer las necesidades del principal generador
de empleo de la ciudad, incluso en contra de los intereses de los autos
particulares y los residentes locales. Todo sea en función de mantener
contentos a la maquila, no vaya a ser que se vayan. El BJPII fue construido
bajo esa lógica, pero mal y el ejemplo vergonzoso de ello es ese tramo de 7 km.
La vida laboral
juarense es acelerada, marcada por la pauta de la maquila. Desde las 4 de la
mañana el día inicia con el rugir de los camiones maquileros, el famoso
“transporte de personal” contratado por la industria para asegurarse de que sus
trabajadores(as) lleguen a tiempo. Por cierto, los choferes de dicho transporte
son protagonistas frecuentes de la nota roja tanto por su forma de conducir,
como por verse involucrados en delitos de todo tipo, incluidos la violación y
el asesinato. La forma de conducir en general del juarense, es descuidada,
agresiva, sin respeto al orden y al derecho de tránsito. Los periódicos
diariamente publican noticias de accidentes viales, como si fuese una competencia con la cuota diaria de asesinatos que vivimos desde
hace doce años.
Si bien la
problemática de la construcción irresponsable y corrupta de vialidades y
caminos no es exclusiva de Juárez (recordemos al infame Gerardo Ruiz Esparza,
secretario de Comunicaciones y Transporte en el sexenio de Peña Nieto, quien
debe vidas por sus obras autorizadas mal construidas en varias partes del país)
el problema es que el BJPII seguirá abierto por que no le interesa a las
autoridades reparar en él; es decir, seguirán pasando accidentes por que no se
puede detener el flujo vehicular maquilador y, mientras no sea alguien
“importante” quien muera en un percance por esa vía, no se va a hacer nada.
Por el lado de la
ciudadanía, es tan grande nuestra apatía y deshumanización, que no nos conmueve
una muerte inocente más, pues estamos dopados por tanto asesinato y
feminicidio, por tanta violencia de todo tipo. El conductor(a) promedio
juarense juega carreras diariamente contra el reloj laboral disciplinario, de manera egoísta
y en perjuicio de otros conductores y usuarios de las vías. No todos los
carros juarenses son recientes ni están en buenas condiciones; todos los días hay al menos algún carro
descompuesto, así sea por ponchadura de llanta, en algún punto del BJPII, con los inconvenientes y peligros que
conlleva. Como además desde el verano del 2019 se están haciendo pasos elevados
(puentes) para agilizar esa vía, las largas filas y la desesperación por llegar
a casa o trabajo provocan en las y los guiadores, reacciones suicidas con
consecuencias funestas.
El reto del BJPII
es cómo convertir ese elefante blanco en una obra verdaderamente funcional y
segura. No es falta de inteligencia o de profesionales para hacer las cosas
bien; se trata de una cuestión de principios, de escoger entre el dios dinero de la necropolítica o
la vida y seguridad de las y los beneficiarios: la ciudadanía; pero sí esta se niega a interesarse en sí misma por sí misma, entonces, ¿qué hacer?
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