miércoles, 30 de diciembre de 2020

HIKIKOMORI







Hikikomori
Carlos Murillo González


El 2020 ha sido un año especialmente difícil debido a las situaciones generadas a partir de la contingencia de coronavirus Covid-19, invisibilizando de paso problemas previos como aquellos relacionados con la violencia, la guerra y, aumentando otros como la pobreza y las desigualdades sociales. ¿Qué enseñanzas nos deja hasta el momento el fenómeno?, ¿cómo haremos para recuperar nuestras vidas y libertades?, ¿qué habrá de cambiar?

Aún existen millones de personas negando la existencia del virus o "resistiendo" bajo la excusa de sus derechos egocéntricos; a otras tantas no les importa si existe o no y actúan en consecuencia de manera egoísta: sin precauciones;  miles de millones más no tienen opción más que la sobrevivencia y su día a día es exponerse al contagio; es decir salir a ganarse el sustento. sin duda hay muchas preguntas sobre el origen del virus, si es natural o no, como también nos  muestra las caras del humano y sus múltiples matices: de la maldad a la bondad, es decir, de su calidad moral e inteligencia, en cuanto a sus niveles de equidad, empatía, simpatía, solidaridad, egoísmo, narcisismo, egolatría, orgullo...en fin, toda una gama de expresiones detrás de las acciones de naciones, gobiernos, empresas y claro, de la consciencia individual y colectiva; de si existe una responsabilidad compartida o no.

Como es sabido, el Covid-19 se detectó en Wuhan, China, a finales de 2019, extendiéndose rápidamente hacia el resto del mundo en cuestión de semanas. Por supuesto, las primeras personas contagiadas salieron de ese país y no eran necesariamente chinos(as) sino viajantes extranjeros que luego llevaron el virus a sus hogares. A diferencia de China, donde los contagios se dieron en el pueblo, la gente común, en Occidente por lo menos, se debió a los viajes de las élites. En México, por ejemplo, el covid llegó a través de las clases altas para luego extenderse al resto de la sociedad. en Ciudad Juárez primero llegó a través de la industria maquiladora con contagios masivos, antes que cruzara la frontera por El Paso, Texas, una de las ciudades más afectadas por corona virus en Estados Unidos.

La cuestión más importante a nivel macro y micro, es la decisión de darle más importancia o a la salud de la economía o al salud de las personas. Es inevitable las comparaciones entre los diferentes Estados sobre cómo han llevado la pandemia.  Primero China, con sus políticas de encierro rozando la crueldad, pero efectivas para detener los contagios, o bien, el manejo de Cuba, Viet Nam, Nueva Zelanda y últimamente Australia, con un mínimo de contagios y muertes, contra las medidas tomadas en la mayoría de los países de Europa y América Latina pero, sobre todo, en aquellos con tendencias fascistas, como Brasil y Estados Unidos, el gran campeón mundial de contagios y muertes por covid, debido al pésimo manejo de su todavía presidente, Donald Trump.

La característica principal de la epidemia en cuanto a las medidas tomadas, es el autoencierro (hikikomori) el aislamiento como medida preventiva y no se diga si se cae enfermo, como ha ocurrido desde hace siglos con las epidemias de todos los tiempos. La ciencia está en deuda con la humanidad cuando un microscópico bicho puede hacer tanto daño. La contingencia nos muestra cómo somos ante la muerte, conscientes o no de ello, pero nos dice de nuestra fragilidad, pese a autoproclamarnos la especie más evolucionada del planeta. Da miedo saber que existan armas bacteriológicas y puedan ser tan destructivas o incontrolables como la actual cepa de Covid-19. Es de preocuparse también el perfil de las y los políticos gobernantes, tan ineficaces y mediocres ante situaciones emergentes como la actual. Por un lado la cultura de la competencia egoísta propia del capitalismo; por el otro, la cultura del poder y la dominación de la clase política; resultado: el culto al héroe frívolo, exagerado, cimentado sobre el imaginario de poderes suprahumanos inexistentes y su propensión de poner al planeta en peligro.

Precisamente por que el nivel intelectual de la sociedad en general es deficiente, alejado de la ciencia, la ética, la moral; esclavizada por el consumismo y seducida por los valores de la riqueza, el cambio social es complicado. Se presta a la confusión, la desinformación, las buenas intenciones; enfrentando y dividiendo a la sociedad hacia la fragmentación, la superstición y la charlatanería. La ilusión de la gente se centra en que entrando el 2021 se acaba la pandemia de Covid-19, una esperanza legítima, pero infantil. Ese es el nivel de consciencia política de la ciudadanía de este país y de muchos más. 

No sabemos cuándo termine la pandemia aun si vienen vacunas en camino. Tampoco sabemos si otro virus o bacteria pueda poner en riesgo la vida humana, la actual civilización. El virus de la desconfianza y el virus de la esperanza sobrevendrán juntos, pero si no se tiene la claridad y entereza para reconocerlos, se corre el riesgo de agudizar la crisis civilizatoria.


*Hikikomori es un término japonés para referirse al fenómeno de  aislamiento social de jóvenes que deciden cortar sus lazos sociales y recluirse voluntariamente en una habitación (regularmente en casa de sus padres) durante años.













domingo, 16 de agosto de 2020

Entrevista sobre libro "Sociología para la participación pública".


Por Emiliano Scaricaciottoli

 

"En marzo de 2019, viajé a Ciudad Juárez con compañerxs e integratxs del CIAMHH (Colectivo de Investigación y Acción desde el Metal de Habla Hispana) para unas Jornadas sobre Heavy Metal en la UACJ (Universidad Autónoma de Ciudad Juárez). Carlos Murillo fue uno de los juarenses más picantes y corrosivos que conocí. Habremos compartido dos o tres noches de charlas extensas entre militancia y metal. Su activismo anarquista, su compromiso pleno con la frontera (de este y de aquel lado) y sus tesis de trabajo me parecieron necesarias. Ni fascinantes ni maravillosas: necesarias, para los y las juarenses y para abrir al mundo lo que la frontera norte de nuestramérica soporta/padece/resiste contra el imperio gringo. Sobre sus imaginarias y reales murallas, sobre los límites de nuestra acción militante, dialogamos."

Enlace a la entrevista:

 https://www.lalunacongatillo.com/single-post/2020/08/03/Sociolog%C3%ADa-para-la-militancia-Di%C3%A1logo-a-la-distancia-con-Carlos-Murillo-Gonz%C3%A1lez?fbclid=IwAR3G6UBmCvKqIwyrgwJl7Ha9JGZZSNZwVKJFmDUJjefNuysDTqLBiW6xa1c

lunes, 18 de mayo de 2020

Anarquía ante la contingencia

Anarquía ante la contingencia*
Carlos Murillo González


...llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones
Buenaventura Durruti

*Publicado originalmente en revista Acracia #4, mayo del 2020

Un virus nos mantiene encerrados o limitados en nuestras actividades cotidianas a través de las acciones del Estado para contrarrestar una pandemia de alcance mundial. Creemos que podemos sobrevivir la pandemia, con lo que debemos tener cuidado e ir preparándonos, es para el mundo de la post-pandemia; es decir, no sabemos en qué condiciones quedará la sociedad, la economía, la política, la salud, la libertad y los derechos humanos.
 
El corona virus SARS-COV2 conocido como COVID-19, aparece a finales del 2019 en la ciudad de Wuhan, China, declarando la cuarentena en enero del 2020 mientras el virus se dispersa por el mundo; febrero marca el contagio masivo en Europa y Estados Unidos, para marzo está ya bien establecido por toda América; en México entramos desde finales de abril a una fase de contagio comunitario o local. Los países han tomado diferentes medidas para atender la contingencia, con resultados variados.

¿Por qué esta pandemia es atendida de esta manera tan emergente, mientras otras tanto o más letales, como la diabetes, el hambre o el genocidio, no? Sin duda la pregunta libera sospechas genuinas sobre las razones políticas e intereses económicos detrás que alimentan las teorías de la conspiración, pero también ofenden la inteligencia de las personas sensatas. Una cosa es segura: el capitalismo en su etapa neoliberal es responsable de administrar la muerte: privatiza la vida y deja morir a los débiles. Este panorama es visible en el cuasi colapso de los sistemas sanitarios de varias naciones donde EEUU es el ejemplo más patético de fracaso en atender a sus enfermos. En general la negligencia política y la avaricia económica ofrecen un escenario desalentador para esta generación humana. Si nos descuidamos, el autoritarismo y el fascismo pueden extenderse aprovechando esta contingencia.

No todo es dramático. Una de las consecuencias positivas del autoencierro y la disminución de la actividad humana es el descanso ecológico para beneficio de todos y todas. La Tierra lo merece. La humanidad no puede prescindir de ecosistemas sanos, pero el planeta sí puede prescindir de nosotros(as). Si no tomamos esto en consideración, no hemos entendido la conexión que tenemos con la naturaleza, de la cual formamos parte.  La anarquía ayuda a ser empáticos(as) no sólo con las personas, sino también con la naturaleza. No podemos regresar a ser los mismos tiranos(as) con La Tierra. el mundo no nos pertenece, nosotros(as) somos parte del mundo.

Las y los humanos somos animales mamíferos, por lo tanto, sociables. Nos gusta la libertad por que nacimos libres y nos gusta la compañía por que somos sociales. Por eso las condiciones de encierro las entendemos como castigos (cárceles) y las cuarentenas, como la actual, altera el orden y pone a la mayoría de las personas en condiciones desfavorables, sobre todo si lo vemos con los lentes de las clases sociales. La crisis del corona virus nos pone al descubierto la dimensión de los espacios, las relaciones humanas, las angustias y los miedos. Por eso es importante sobrevivir y aprender de estas singularidades. El instinto de supervivencia se activa en momentos de peligro o riesgo, hay que estar atentos a no volver a los hábitos de consumo ilimitado e innecesario, de diversión enajenante, degradante y, sobre todo, a evitar perder garantías individuales so pretexto de la pandemia. El enemigo entonces no será un virus, sino el Estado. Si algo hay que sacar de provecho del encierro es aprender a ser más autosuficientes y mesurados, a recuperar libertades perdidas y derechos justos.      

En las ciudades de la frontera norte de México, el capitalismo más necrófilo se encuentra en la industria maquiladora. Ligada la economía mexicana a la estadounidense, la maquila simplemente se niega a parar y sólo lo hace cuando sus empleados(as) enferman por el COVID-19 y mueren. Así es como han provocado una ola de protestas de las y los obreros expuestos a contagiarse por la negligencia de estas empresas. Este es otro ejemplo de cómo las personas son vistas como desechables y exponen la crueldad de un sistema económico denigrante y autodestructivo, con sus cómplices corruptos de la prensa burguesa y los gobernantes en turno.

Como todavía es un misterio esta pandemia, lo que sí sabemos es que la sociedad está semi paralizada, estresada y con miedo. Mucha gente perderá su empleo, cuando no la vida o algún ser querido y eso asusta. Como la sociedad entre más urbanizada se vuelve menos comunitaria, el individualismo egoísta se antepone al individuo(a) consciente, a la conciencia de clase y a la consciencia para sí; se abandona así mismo ante la percepción de pérdida de seguridad de su destino y está dispuesto a entregarse a un “líder” que le dé las respuestas que desea oír; ahí es donde radica el peligro de seguir encadenados a un sistema que se niega a morir precisamente por que sabe alimentar los miedos humanos. Sí, la sociedad está dividida y aprisionada, pero hay gente deseando ser libre.

La autarquía, el mutualismo, el respeto a la naturaleza o las cooperativas, son algunas de las formas como podemos participar para reconstruir la sociedad, a recuperar la confianza en uno mismo, a pensar conscientemente y en armonía con la naturaleza. Tal vez no tengamos los medios económicos suficientes o la influencia mediática de masas, pero nos tenemos a nosotros mismos(as) y eso es más valioso que todo el dinero junto. Nos toca hacer lo propio en nuestra trinchera local o regional, en nuestro barrio o con nuestras amistades y familiares, la cosa es estar atentos a lo que viene y actuar en consecuencia.

Existe la posibilidad de colapsos de gobiernos de todos los niveles en todo el mundo, que el Estado esté rebasado, superado por los estragos de la actual contingencia, sobre todo los económicos. Son tiempos críticos, desde la sociedad se requerirá de voluntad, inteligencia y solidaridad para manejarlo de la mejor manera. El distanciamiento físico no podrá suplantar el distanciamiento social, pero requiere de personas alertas a ello, se viene una reconfiguración de los estratos sociales y las libertades y derechos estarán en peligro, no lo permitamos.  

sábado, 18 de enero de 2020

Juan Pablo II: el boulevard de la muerte



Juan Pablo II: el boulevard de la muerte
Carlos Murillo González


Una de las formas de ver más evidentemente la corrupción gubernamental es en la infraestructura urbana; los charcos, los baches y la falta de alumbrado son sólo una muestra de cómo se roba el dinero público empleándose mal. En este rubro corrupto se ubica el Boulevard Juan Pablo II (BJPII) también conocido por su nombre anterior “Boulevard Cuatro Siglos”, un verdadero boulevard de la muerte.

El BJPII tiene alrededor de 20 años de vida y se fue alargando hasta unirse con el Boulevard Independencia hacia el oriente y con la avenida Rafael Pérez Serna hacia el poniente. Es una versión de freeway fronterizo: una vía rápida corriendo paralela a lo largo del Río Bravo. En esta vía suceden constantemente accidentes automovilísticos, atropellos, choques, muchas veces mortales. Particularmente de la intersección que va del Boulevard Francisco Villarreal a Boulevard Independencia (un tramo de unos siete kilómetros) es donde se localizan los accidentes más letales.

Este segmento del BJPII es más angosto; pasa de tres a dos carriles; no hay un muro protector que separe el flujo vehicular en sus dos direcciones; no tiene acotamientos y para colmo, está franqueado por el bordo del Río Bravo hacia el norte y por un canal de irrigación hacia el sur, convirtiéndose en una especie de trampa mortal. Se trata de un tramo sin calles intermedias (salvo la salida a la calle Ramón Rayón) convertida en pista de carreras que a raíz de tanto accidente, se ha optado por ir disminuyendo la velocidad permitida hasta llegar a los 50 km/h, velocidad que, por cierto, nadie respeta y todos rebasan, pues fue creada como una vía rápida para evitar el tráfico vehicular y, sobre todo, facilitar el cruce hacia El Paso, Texas y viceversa, del transporte de carga de la industria maquiladora.

Si de por sí las ciudades sacrifican al peatón y al ciclista a favor del automóvil cuando se piensa en construir vialidades, si se trata de una urbe maquiladora como Ciudad Juárez, la lógica responde a satisfacer las necesidades del principal generador de empleo de la ciudad, incluso en contra de los intereses de los autos particulares y los residentes locales. Todo sea en función de mantener contentos a la maquila, no vaya a ser que se vayan. El BJPII fue construido bajo esa lógica, pero mal y el ejemplo vergonzoso de ello es ese tramo de 7 km.

La vida laboral juarense es acelerada, marcada por la pauta de la maquila. Desde las 4 de la mañana el día inicia con el rugir de los camiones maquileros, el famoso “transporte de personal” contratado por la industria para asegurarse de que sus trabajadores(as) lleguen a tiempo. Por cierto, los choferes de dicho transporte son protagonistas frecuentes de la nota roja tanto por su forma de conducir, como por verse involucrados en delitos de todo tipo, incluidos la violación y el asesinato. La forma de conducir en general del juarense, es descuidada, agresiva, sin respeto al orden y al derecho de tránsito. Los periódicos diariamente publican noticias de accidentes viales, como si fuese una competencia con la cuota diaria de asesinatos que vivimos desde hace doce años. 

Si bien la problemática de la construcción irresponsable y corrupta de vialidades y caminos no es exclusiva de Juárez (recordemos al infame Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones y Transporte en el sexenio de Peña Nieto, quien debe vidas por sus obras autorizadas mal construidas en varias partes del país) el problema es que el BJPII seguirá abierto por que no le interesa a las autoridades reparar en él; es decir, seguirán pasando accidentes por que no se puede detener el flujo vehicular maquilador y, mientras no sea alguien “importante” quien muera en un percance por esa vía, no se va a hacer nada.

Por el lado de la ciudadanía, es tan grande nuestra apatía y deshumanización, que no nos conmueve una muerte inocente más, pues estamos dopados por tanto asesinato y feminicidio, por tanta violencia de todo tipo. El conductor(a) promedio juarense juega carreras diariamente contra el reloj laboral disciplinario, de manera egoísta y en perjuicio de otros conductores y usuarios de las vías. No todos los carros juarenses son recientes ni están en buenas condiciones; todos los días hay al menos algún carro descompuesto, así sea por ponchadura de llanta, en algún punto del BJPII, con los inconvenientes y peligros que conlleva. Como además desde el verano del 2019 se están haciendo pasos elevados (puentes) para agilizar esa vía, las largas filas y la desesperación por llegar a casa o trabajo provocan en las y los guiadores, reacciones suicidas con consecuencias funestas.

El reto del BJPII es cómo convertir ese elefante blanco en una obra verdaderamente funcional y segura. No es falta de inteligencia o de profesionales para hacer las cosas bien; se trata de una cuestión de principios, de escoger entre el dios dinero de la necropolítica o la vida y seguridad de las y los beneficiarios: la ciudadanía; pero sí esta se niega a interesarse en sí misma por sí misma, entonces, ¿qué hacer?